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No a los obispos ‘sexólogos’

Tenía ganas de presentar en ATRIO al veterano periodista y sacerdote Antonio Aradillas, amigo de siempre, que me autorizó a reproducir sus artículos publicados en su blog de Religión Digital y me prometió que, si eran bien aceptados, enviaría de vez en cuando algún texto original para ATRIO. Más sobre él en la entrevista -transcripción y vídeo-  que le hizo Jesús Bastante cuando cumplió 90 años y 90 libros. Espero, Antonio, que cada vez te encuentres más a gusto en esta tu nueva casa. AD

        Tal y como están hoy los tiempos y las “concesiones-obsequios” de los títulos, universitarios o no, que exornan los “curriculum vitae” y los despachos de trabajo de “nuestras autoridades civiles, militares, políticas y aún profesionales”, eximir de su recuento y ponderación documentada a las “religiosas”, jamás será medida certera y adecuada.

      El ambiente y el marco eclesiásticos parecen exigir títulos y predicamentos sublimes, como antesalas para la consecución de determinadas “canonjías”, prelaturas, tratamientos y paramentos litúrgicos, por lo que también, y por aquello de la “humana fragílitas”, no es de extrañar que se les exigiera a los poseedores y exhibidores de tales y tantos títulos divinos y humanos, la puntual comprobación y calificación de todos y cada uno de ellos.

Algunos obispos, hasta escriben libros sobre el tema

      En conformidad con las noticias de las que informan los medios de comunicación social, relacionadas con la Conferencia Episcopal Española y sus miembros, sus adoctrinamientos y hazañas religiosas no dan la impresión de ser merecedoras de titulares y cabeceras de primera página. Apenas si difieren unas de otras y de las generadas por otros. Son siempre-casi siempre- las mismas.

      Actos de culto, nuevos y reducidos horarios de misas, procesiones y peregrinaciones, necesidades económicas -culto y clero- que precisan de urgente y generosa atención, calendario de reuniones de los movimientos parroquiales piadosos, recordatorio-obituario en sufragio de los benefactores, recuento de las colectas a favor de “Cáritas”, son los “avisos” consuetudinarios que se imparten en homilías, hojas parroquiales y aún Cartas Pastorales , con asiduidad, fervor y “santo temor de Dios”.

      Pero de siempre, y destacados con generosidad, prosopopeya y solemnidad, en los tiempos recientes, sobre todo a determinados obispos “oficiales”, fieles a la doctrina tradicional de la Iglesia, desde sus púlpitos, ambones y solemnidades sagradas con inclusión de las misas televisadas, cuanto se relaciona con la sexualidad y las sexualerías se hace ético-moralmente presente, con toda clase de argumentaciones, a propósito del cincuentenario -bodas de oro- de la publicación de la “Humanae Vitae”, y de cualquier acontecimiento, aunque su recuerdo haya sido, o sea, más o menos forzado.

      Para algunos obispos, el santo evangelio y todos y cada uno de los “Mandamientos de la Ley de Dios y de Nuestra Santa Madre la Iglesia” , se reducen a la sexualidad. Sexualidad e Iglesia se matrimonian virginal y celibatariamente en adoctrinamientos episcopales, hasta con el riesgo de que sus “excesos” puedan sugerir interpretaciones no del todo limpias y veraces. ¿Para cuando la santa y sacramentalizada experiencia, tal y como acontece en otras Iglesias, cristianas, al igual que la católica?

      Hay obispos cuyos únicos títulos universitarios de su carrera, sugieren haber sido firmados en la Universidad Católica de Lovaina, que en sus tiempos discentes era la que eclesiásticamente contaba con tal asignatura, siendo propuesta como ejemplo y modelo de otras, que posteriormente habrían de promocionarse en el orbe católico. Certificaciones de otros tantos “Máster”, cursillos y estudios especiales acerca del tema suelen completar la formación de la que hacen gala los miembros del episcopado a los que me refiero, y de cuyos gestos, relatos, palabras y anatemas tienen asidua y pontifical constancia tantos lectores y lectoras.

      De la sexualidad y de su verdadera y compleja dimensión humana y religiosa, los obispos “no saben de la misa la media o mitad”. Son ignorantes. Y además, están obsesionados, es decir, “no lo pueden alejar de su mente”. Saben solo lo que leyeron. O lo que algunos y algunas les contaron “para tranquilizar sus conciencias”, o porque nadie estaría dispuesto a escucharles. El “suspenso” en sexualidad es -debería ser- nota obligada en la carrera eclesiástica y en el adoctrinamiento que se dice cristiano. Destituir de tal enseñanza a los laicos, arrogándose -apropiándose- de tal magisterio, es una prueba más de la fantasiosa, orgullosa y soberbia omnisciencia sagrada de la que ellos -los obispos- se aseguran expertos y únicos y “oficiales” administradores.

      ¿Para cuando y cómo los matrimonios seglares, y los jóvenes, serán los adoctrinadores en la ética y en la moral, cristiana de verdad? ¿Cuándo y cómo a los obispos se les dictarán jerárquicamente “mónitums” eficaces para que se callen, pongan “punto en boca”, o no “hablen por boca de ganso”? ¿Qué lugar e importancia ocupan en el evangelio cuanto se relaciona con la sexualidad- sexualería, sobre todo teniendo en cuenta el tiempo y el énfasis que algunos obispos le dedican “a la causa” y tal y como están hoy las cosas? ¿Qué consistencia, autoridad y misión pueden avalar no pocas lecciones episcopales sobre la sexualidad? ¿De cuanto atrevimiento se precisa estar equipado para relacionar doctrinalmente episcopado con sexualidad en determinadas, anchas y significativas parcelas del ejercicio pastoral?

      Obispos -sexólogos es carrera o especialidad que no tiene presente y que además, tiene incierto futuro. El papa Francisco les abre las puertas, tanto tiempo infranqueables, al laicado, para que se adoctrinen y adoctrine “a quienes lo han de merecer”, con experiencia, reflexión, estudios y la gracia de Dios.

11 comentarios

    • m. pilar

      Ante esto… tan típico de la iglesia… pregunto:

      ¿Por qué la iglesia está callada ante los miles de muertos ( muchos niños entre ellos) que estan sembrando los mares, huyendo de unas guerras horribles, una injusticia social cruel, un silencio que clama constantemente al mundo?

      Acaso eso no es… ¿Destruir la vida por el afan de poder de uos pocos… entre los que se encuentran las iglesias?

      Dicen seguir a un Hombre, que dijo claramente:

      No he venido a ser Servido… sino a… ¡¡¡Servir!!!

      Pagola, ya diagnostico, que la iglesia, seguira su caída hasta el final, pues es la única manera, para salir limpia de sus cenizas.
      pili-m* pilar

    • Es que se alimentan mutuamente. La iglesia hace estas cosas para reforzar a la derecha y la derecha hace cosas para reforzar a la iglesia. Menudo tándem. Como para salir corriendo.
      Da igual lo que diga la ciencia, como siempre. Da igual la mujer, ser inferior. Da igual todo. Lo que importa es mantener el poder a toda costa. Pero esta vez van a perder. Cuestión de años. A no ser que pongan un bombazo en todos los satélites de comunicación. A veces pienso en la película de el planeta de los simios, la primera. Me impresionó muchisimisimo la última imagen de la estatua de la libertad rota y hundida en el mar. La vi hace dos o tres vidas, que traducidas a años, pues hace mil años.
      En fin.

    • m. pilar

      ¿Cómo va a descansar… de ello depende seguir en pie con el “chiringuito” de poder y riqueza… solo hay que verlos… ¡Cómo les gusta vestirse de Prada!
      pili

  • ana rodrigo

    Uf, qué clarito habla este hombre. Realmente las confesiones se reducían al sexto mandamiento, pues en otros tiempos era muy difícil tener otros pecados, y si no había pecados se inventaban  porque sólo con que algún pensamiento rozase algo relacionado con el cuerpo, cuando ni siquiera teníamos ni idea de sexualidad, ya teníamos algo que decir. Lo demás de las confesiones, eran tonterías, que si te habías peleado con alguna amiga, que si habías dicho alguna mentirijilla, etc.

    De adultos/as ya era otra cosa, si los curas hablaran, no sólo de lo que escuchaban o preguntaban, sino de la manera de perder el tiempo y, especialmente, de crear culpas, miedo y terror, de lo que era lo más natural como el sexo.

    Conocí a una chica orgullosísima porque la noche de bodas no había sentido nada…, otra que la misma noche de bodas se quiso divorciar por el susto que tuvo con el sexo, una amiga que no supo que existía el orgasmo hasta después del cuarto hijo.

    Cuando no sólo existía el sexto mandamiento sino que todo lo relacionado con el mismo era pecado, sobre todo el placer, eso sí, el de la mujer, porque el placer del hombre era querido por Dios porque él era el colaborador de Dios en la procreación.

    Mamma mía, y de maestros de moral, hombres que, por principio, no tenían ni idea de lo que era el sexo, sólo sabían que todo era pecado.

    Es que horroriza el pensar que fueran capaces de crear una moral contra lo más natural y lo mejor que tenemos nuestro cuerpo. Como he dicho más arriba, el pecado sólo era para las mujeres que no debían sentir placer. El macho!, siempre el macho!

    Cuánto daño ha hecho la virginidad de María, virgen y madre, como modelo a seguir por las mujeres cristianas. Y ahí seguimos con las iglesias llenas de vírgenes, cada pueblo con su patrona-virgen, el santoral de mujeres todas vírgenes… En fin, un desastre

    Eso sí desde el último cardenal expulsado por el Papa, hasta los centenares de miles de curas pederastas en todo el mundo, pasando por los obispos silenciadores de tantos crímenes, evidencian una página de la historia de la moral de la Iglesia de lo más vergonzosa de cuantas se pueden escribir.

    • carmen

      Pues jamás, pero jamás me ha preocupado el sexto mandamiento, bueno, la verdad es que ninguno. Nunca me ha ido eso de las confesiones. Nunca las he entendido. Recuerdo que cuando me iba a casar, a ver si me explico, mi suegra era del Opus Dei, una señora estupenda, pero con sus cosas. No veas la de rosarios que he rezado con ella en su casa, letanías y todo, pero me gustaba porque ella y una señora que iba por las tardes a hacerle compañía, también del Opus, ponían una cinta de Juan Pablo segundo y yo me quedaba allí, sentadica y era como una nana. Y mi suegra tan contenta. Una vez me llevó a la catedral a ganar el jubileo , no sé exactamente, pero tiene que ser algo bueno. Siempre he dicho que mi suegra me quería más que mi marido. Cuando murió hace mil años, mis cuñadas me dieron unos pendientes suyos.Preciosos. Sabía que me gustaban . Ahora los tiene mi nuera. Para mi nieta,le dije cuando tuvo a la nena. Cuando sea mayor le dices que eran de su bisabuela.

      Pues cuando me iba a casar me llevó a su parroquia a que me confesara porque no se fiaba un pelo. Recuerdo que le dije al cura, que era el que me iba a casar: mire yo,,, no se yo todo esto, pero me caso y ya conoce usted a doña Juani…
      Luego el cura dejó de ser cura y acabó dando filosofía en el mismo instituto que mi marido.

      Cosas de la vida. Me he acordado al leerte.

      Es que eso de los mandamientos, no sé. Tengo un problema con la autoridad.
      Besos.

  • Yo creo que el autor es don Aradillas.

    Y me encanta lo del obispo sexólogo. Porque lo llevo llamando así un montón de tiempo.

  • oscar varela

    Hola Equipo Atrio!

    1- Favor de Corregir “duplicaciones” del texto y, si se puede, estos mismos con los “encuadres” de fotos. Gracias.

    2- El Autor parece ser don Aradillas, no el Equipo Atrio.

    3- Sobre el Artículo:

    a) Estilo “alargado” que favorece el “no saber por dónde ni a dónde va”.

    b) Asunto: “Temas en envejecimiento”

    ¿Qué le vamos a hacer?

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