Otros temas

Autores

Archivo de entradas

Temas

Fechas

Calendario

octubre 2017
L M X J V S D
 1
2345678
9101112131415
16171819202122
23242526272829
3031  
7181 Artículos. - 109446 Comentarios.

Si Aristóteles levantara la cabeza…

        Con seguridad que volvería a su tumba, al comprobar que sus enseñanzas éticas y políticas (Ética a Nicómaco, Política) han caído en saco roto en nuestro país. Nuestros políticos, el gobierno central y el catalán, en ningún momento han tenido en cuenta aquello de que en la comunidad política las personas participan “de una vida en común para hacer posible la autarquía” y conseguir la felicidad (eudaimonía), fin y bien último de la polis (Étic. Nic. V, 6, 1134 a). Lejos, muy lejos, está nuestra sociedad española y la catalana de esa ansiada felicidad. Y como se desarrolla el curso de los acontecimientos al día de hoy con más de mil empresas que han abandonado Cataluña, la prima de riesgo subiendo, el Ibex 35 bajando considerablemente… también peligran la autarquía y la eudaimonía de la polis, la que proporciona los bienes indispensables para satisfacer las necesidades de la comunidad, y permite a cada ciudadano no sólo vivir sino tener un buen vivir y una vida feliz, la cual supone para Aristóteles una vida virtuosa, además de los medios básicos para la existencia. Si hay unos ciudadanos virtuosos y felices, también lo es la polis en la que conviven. El propio filósofo se lo plantea: «Falta por decir, si debe afirmarse que la felicidad de cada uno de los hombres es la misma que la de la ciudad o que no es la misma. También esto es claro: todos estarán de acuerdo en que es la misma.» (Política, IV, 2, 1324, a).

Ahora bien, para el discípulo de Platón, es evidente que “el bien es aquello a que todas las cosas tienden”, y que “toda acción y elección parecen tender a algún bien”. (Étic. Nic. I, 1, 1094, a). El bien es el territorio de la ética. Y la pregunta, pues, más inmediata es si nuestros políticos, en todo este asunto catalán, han procedido desde un plano ético y político, el bien de la ciudadanía, o desde otros intereses, personales, de partido político, de clase social… Mucho me temo que en todo esto tiene que ver el poder y el dinero. El poder, en su más obsceno sentido de imponerse al enemigo, no al adversario, según aquel dicho de “puedo y quiero, luego lo hago”. Cuando la autoridad se ejerce desde el poder, uno de los efectos más inmediato es que no hay diálogo ni encuentro, es decir, según P. Laín Entralgo, el tomar conciencia de que “el ser de mi realidad individual se halla constitutivamente referido al ser de los otros”. Otro elemento menos visible es el económico, la defensa a ultranza del status económico de las partes con unos ingresos superiores a diez veces el salario mínimo; si bien en la estrategia de los independentistas han fallado o están fallando sus previsiones de los efectos económicos en la sociedad catalana, como las que realizó hace algún tiempo A. Mas sobre la no huida de las empresas del territorio catalán. Aquí habría que aplicar lo que escribió el estagirita: “El régimen es una democracia cuando los libres y pobres, siendo los más, ejercen la soberanía, y una oligarquía cuando la ejercen los ricos y los nobles, siendo pocos” (Política, VI, 4, 1290, b). A unos y a otros, al gobierno del PP y al gobierno del PDC (antigua CIU) arropado por la CUP y ER, les interesa todo este proceso independentista, aun a costa de la fractura social, pues así la ciudadanía se desentiende de la crisis económica y de la corrupción, olvidando lo más inmediato que es la subsistencia, el bienestar y la paz social. Me parece muy interesante lo que responde A. Garzón de IU en una entrevista al diario.es: “Esto nos conduce a un escenario en el que no se debate de los elementos materiales y sociales. Se ha ocultado todo lo que tiene que ver con la corrupción, con la sanidad, la educación, el desempleo y la precariedad. Todo ha pasado un segundo plano. Y ves cómo aquellos que se movilizaban en Catalunya a favor de la educación pública y eran golpeados por los Mossos d’Esquadra de repente están haciendo una movilización a favor de los mismos mossos en un contexto en el que los que se lo están llevando a su terreno son los de siempre”.

Pero hay que preguntarse si los protagonistas de todo este embrollo dan la talla desde la ética política propuesta por Aristóteles. Mucho me temo que están a años luz. Un principio básico es la búsqueda del bien de la ciudadanía, “pues aunque sea el mismo el bien del individuo y el de la ciudad, es evidente que es mucho más grande y más perfecto alcanzar y salvaguardar el de la ciudad; porque procurar el bien de una persona es algo deseable, pero es más hermoso y divino conseguirlo para un pueblo” (Ét. Nic.,I, 2 1094b, 6-9). El filósofo griego pone en guardia ante las desviaciones y los peligros que se pueden originar en el político que no tiene este objetivo: “La bajeza de los seres humanos es una cosa insaciable (…) porque en su naturaleza el apetito es ilimitado, y la gran mayoría de la humanidad vive para satisfacer su apetito” ( Pol., VI, 4, 1267 b, 1-5).

Otro valor ético del político es que sea “virtuoso”, moralmente íntegro, prudente, ecuánime, ya que “cuando un individuo se encuentra falto de ética y ejerce el poder no mide el alcance de sus actos y puede cometer acciones irracionales o bestiales” ( Pol., VI, 4, 1267 a). Un político revestido de valores éticos es impensable que caiga en la idea maquiavélica de que lucha por alcanzar el poder y una vez conseguido mantenerse en él. Estos valores éticos del político no se alcanzan de un día para otro ni es tarea fácil, pues “llevar a cualquier persona a una disposición moral no es tarea para el primer venido al azar, antes bien, si es tarea propia de alguien, lo será del que conozca la cuestión, como ocurre con la medicina y las demás artes que requieren una cierta solicitud y prudencia” (Étic. Nic.,I, 2, 1180 b, 26-28). Es un dato para la reflexión ciudadana a la hora de elegir entre candidatos a las responsabilidades políticas, cuando hoy más que nunca la “política” es terreno abonado para personas que les interesa más el espectáculo y las entrevistas televisivas que el compromiso por trabajar en favor de una sociedad justa, igualitaria; en favor del bienestar social y de la felicidad de los ciudadanos, pues, como ya he mencionado, “conducirse éticamente significa querer el bien por sí mismo. El bien es ciertamente deseable cuando interesa a un individuo pero se reviste de un carácter más bello y más divino cuando interesa a un pueblo”. (Ét. Nic., I, 2 1094b 6-9). Con estos mimbres se puede decir con el estagirita que el “hombre es un animal político”. Habría que indicar a los protagonistas políticos de la cuestión catalana que menos enfrentamientos y mentiras y más Aristóteles.

8 comentarios

  • M.Luisa

    Gracias Antonio, por su comentario, ciertamente que la influencia aristotélica  ha sido inmensa en la filosofía europea, de ahí que   al precisar  antes aquella disyuntiva conceptual sobre la naturaleza humana,  no era para alejarme de Aristóteles sino todo lo contrario  redescubrirlo  desde la  contemporaneidad, lo cual significa haberlo liberado del peso de las tradiciones escoláticas.

    Un cordial saludo

  • Antonio Gil de Zúñiga

    La observación de M. Luisa, “Por eso la refección de una personalidad no es un problema de mera psicología, ni de mera enseñanza moral sino que se trata más bien  de una mixtura que en su virtud de respuesta a la profundidad misma del ser humano”, es adecuada. La palabra de Aristóteles no es “palabra de Dios”, pero ayuda y acierta. Oí en cierta ocasión a un literato español que nuestra cultura occidental es muy exigente para determinadas cuestiones, por ejemplo, decía, para conducir un vehículo y no lo era tanto para ser político o para casarse (decía también). No es que para ser político haya que examinarse, pero al menos deben ser visibles en él o ella unos valores éticos y, por supuesto, una psicología equilibrada. Luego la ciudadanía votará a gente corrupta o megalómana; esto es harina de otro costal, pero evidencia también una  ausencia de educación ética, que antepone el bien propio al bien comunitario.

  • M.Luisa

    Dado mi comentario anterior  haré algunas observaciones.

    Nuestra realidad humana es de naturaleza sustancial? (Aistóteles) o

    Nuestra realidad humana es de naturaleza sustantiva? (Zubiri)

    Analizaré esta disyuntiva a partir de la frase aristotélica seleccionada por el autor.

    “La bajeza de los seres humanos es una cosa insaciable (…) porque en su naturaleza el apetito es ilimitado, y la gran mayoría de la humanidad vive para satisfacer su apetito” ( Pol., VI, 4, 1267 b, 1-5).

    Ningún querer,  ninguna volición, hay en el ser humano que no sea apetitiva, ninguna determinación que no se apoye en apetitos y en tendencias, ningún amor que para realizarse como pura fruición no necesite poner en juego tendencias y determinaciones.

    Por tanto este juego de tendencias y determinaciones se co-determinan pero no como acto y potencia (Aristóteles) sino como momentos de un sistema sustantivo en el que la psiquis es orgánica y el organismo es psiquico.

    En la primera concepción de naturaleza claro está que se necesitan guías y adiestramiento de ello precisamente han abusado las religiones y por extensión también la política.

    Pero en la segunda concepción la naturaleza humana en su autosuficiencia muestra toda su autonomía.

    Entonces el valor ético del político y de cualquier persona habrá de contemplarse desde esta perspectiva en la que el apetito y las tendencias no sólo  no hayan de ser suprimidas sino que por necesidad hayan de entrar en juego, es decir, estén en la base del mismo.

    Por eso la refección de una personalidad no es un problema de mera psicología, ni de mera enseñanza moral sino que se trata más bien  de una mixtura que en su virtud de respuesta a la profundidad misma del ser humano.

    Por último en la concepción de felicidad no interviene sólo lo bueno, es decir lo bueno o lo valioso como un establecimiento meramente teórico sino montado sobre el  el antecedente  de lo   deseable, es decir, con el asentimiento   previo del hecho de que la voluntad humana es  tendente y apetitosa.

  • M.Luisa

    Se dice que hay que saber leer entre líneas  porque muchas veces entre ellas  se descubre  el sentido silente que las une   y me sorprende  enormemente  que en todos los artículos   que versan sobre Cataluña ni uno he leído que  dejasen  espacio para ello , todo es negatividad, controversia entre dos gobiernos, mienten, engañan, abusan, ninguno  se salva…   ni tan siquiera por descubrir  en alguno de ellos una chispa de gracia y viveza que en su virtud pueda hacer cambiar las cosas.

    No es fácil descubrir, de la acción humana, aquel   momento transformador de ella  que la ilumina y que le da proyección  si en lugar de hacérnosla nuestra esta tarea recurrimos  sin más a Aristóteles:

    “La bajeza de los seres humanos es una cosa insaciable (…) porque en su naturaleza el apetito es ilimitado, y la gran mayoría de la humanidad vive para satisfacer su apetito” ( Pol., VI, 4, 1267 b, 1-5).

    Si bien le tengo un respeto enorme a Aristóteles no podemos traerlo  aquí a menos que, como decía antes, quisiéramos dejar un espacio-tiempo para leer entre líneas, porque, como es sabido,  su concepto de naturaleza y de naturaleza humana   dista mucho del concepto  que hoy se tiene de ella.

    Dejo un enlace de unas breves palabras que dijo Junqueras unos minutos después de las votaciones

    http://www.ccma.cat/tv3/alacarta/telenoticies/oriol-junqueras-actuem-en-funcio-de-valors-universals-arreu-del-mon-poden-entendre-la-voluntat-dels-nostres-actes/video/5697956/

  • oscar varela

    Hola!

    Todo “levantar la cabeza y mirar hacia atrás”

    ha de producir una “nostálgica incomprensión”.

    Se la puede “suavizar” (el viejo observado a sus nietos);

    pero no conviene cegarse a esa verdad de la historia:

    El Porvenir que fabricamos en el Presente, lo hacemos “con” el Pasado, pero nunca “desde” el Pasado.

    Se trata, entonces, de aprender a “ser-viejo” en serio y no de mentirijillas gatopardianas.

  • Antonio Rejas

    Cualquier proyecto o deseo cuya realización es improbable se califica como utopía desde que Tomás Moro acuñó esta palabra. Pienso que, aun percibiendo las dificultades para la implantación de una determinada idea, es muy conveniente apoyarla si ha de ser para conseguir una sociedad más pefecta y justa. No sé cómo sería la humanidad entera en la actualidad (en la que abunda lo inhumano) si Budas, el profeta de Nazaret y otros, por orden de aparición, no hubieran predicado su ideal de paz y felicidad. Lo cierto es que, aun siendo utópico y con escasos seguidores auténticos (o sea, hasta las últimas consecuencias), los ideales de tales profetas han ido mejorando paulatinamente la sociedad mundial.

    A pesar de tales profetas o filósofos anteriores a ellos, como Aristóteles, vemos que el discurrir diario de la humanidad es antagónico a sus enseñanzas. Por esta razón las personas individualmente consideradas no consiguen la felicidad a la que se refería Aristóteles y por ello tampoco es feliz la ciudad, la polis.

    Está claro que en el caso catalán los políticos no han intentado conseguir el bien de la ciudadanía, aunque creo que esto nunca es objetivo político a conseguir. Aristóteles tenía y sigue teniendo razón: “El régimen es una democracia cuando los libres y pobres, siendo los más, ejercen la soberanía y una oligarquía cuando la ejercen los ricos y los pobres, siendo pocos”.

    La ética política de Aristòteles ha brillado por su ausencia en este lamentable proceso catalán. Por parte de unos provocando una rebelión contra las normas establecidas y votadas por ellos mismos y apoyándose en unos votos chapucera e ilegalmente conseguidos. Por la otra parte haciendo oídos sordos al diálogo que nunca debe rechazarse para explorar la posibilidad de acuerdo.

  • George R Porta

    Quizás, porque todo sea posible en referencia a los muertos, al revivir simplemente hubiese reconocido su error. Lo imposible (llevamos siglos viendo que sus ideas sean impracticables) no puede ser necesario y lo innecesario no puede ser verdadero.

    Pero no solo en España o en Cataluña. Las ideas éticas y políticas de Aristoteles solo narran otra utopía, porque lo mismo pudiera decirse de la politica nacional e internacional de los EE. UU. y de tantas naciones más pobres o más ricas a lo largo de la Historia y no solo en Occidente. ¿Quién puede afirmar o negar si Aristoteles al pensar, enseñar o escribir no intentara sino precisamente corregir la politica y la ética pública y privada de su propia época, para morir en el desengaño y la desesperanza? Como murió, no se sabe ni se puede saber.

  • ROMAN DIAZ AYALA

    La civilización europea se asienta sobre los inicios grecorromano s y la filosofía y la ética elementos que sostienen a la par que fomentan la convivencia.
    Es bueno que alguien nos lo recuerde.

Responder a Antonio Gil de Zúñiga Cancelar comentario