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Ha muerto Paco Fontecha

Ayer por la mañana, de repente, cuando preparaba la clase para sus alumnos seminaristas que iban a acudir a su residencia donde, con plena lucidez mental y aceptando las limitaciones, fueron trascurriendo sus últimos días.

 Xabier Pikaza me lo anunció y me pidió unos datos para el post que quería publicar. Yo invito a leer lo que ha escrito: Francisco Fontecha en el corazón (1932-2017). Pero, como al final recoge las notas que yo le escribí nada más enterarme de la noticia, las publico también en ATRIO, junto con una foto que también me pidió y ayer no pude encontrar.

Fuimos compañeros estrictos de Teología en Roma e incluso de habitación en el Colegio Español (1953-1957).

Él había nacido en León el 16 de Junio de 1932, cinco meses después de yo a la otra parte de España.Él venía de estudiar Filosofía en Salamanca (1950-1953) y yo de Comillas. Dos escuelas y talantes muy distintos, pero nos completábamos.

Nos ordenamos juntos allí el 19 de Marzo de 1957. Lo hicimos muy conscientes de que la Iglesia que dejaba Pío XII (mientras  el papa, protegido por Sor Pasqualina, decía tener visiones de la Viregen y el Sagrado corazón, el poder estaba en un terrible pentágono de cardenales y en tramas inmobiliarias de sobrinos y miembros de la “nobleza romana”) poco tenía que ver que ver con Jesús, aunque esperábamos una renovación, la que irrumpiría el año siguiente con Angelo Roncalli.

Así era Paco. Grande y rotundo. Exquisito en el vestir. Sonriente entre amigos. Foto mada por AD en una excursión por el Mediterráneo.

Así era Paco. Grande y rotundo. Exquisito en el vestir. Sonriente entre amigos. Foto tomada por AD en una excursión por el Mediterráneo en los años setenta.

Después de los años de Teología, tras un par de años haciendo el doctorado de filosofía en la gregoriana y residiendo en Monserrat, hizo una estancia de varios años en París trabajando en una tesis de filosofía sobre el personalismo en Enmanuel Mounier, que  nunca llegó a presentar y publicar pues nunca la consideró acabada. Fue tal vez el  mayor especialista sobre el fundador de Esprit, con acceso a su biblioteca personal, amistad y grandes coloquios con su viuda, redactor de la bibliografía completa de y sobre él en la edición oficial de sus obras, etcétera.

Después fue profesor de Ética y Teodicea en León y Salamanca. En Salamanca residía en el Colegio del Salvador, siendo ya desde Roma muy amigo de José Mª Setién. Se incorporó casi desde su fundación al grupo de Iglesia Viva. A él le debo haber sido invitado a sustituir a Setién en El Salvador y el haberme incorporado, en el curso 1969-70 a Iglesia Viva.

Posteriormente Paco se incorporó al grupo de Fe y Secularidad, con Álvarez Bolado, Caffarena y demás jesuita, viviendo en Madrid varios años (por lo menos del 71 al 74) y siendo organizador de casi todas las movidas de teólogos que se hicieron en aquellos años. Lo llamábamos el COS como nombra clandestino y a él se deben distintas reuniones y documentos de profesores para frenar los intentos de renovar el nacionalcatolicismo en en tardo franquismo. Pero sobre todo Paco tuvo una acción muy directa en la organización y desarrollo de la Asamblea Conjunta.

A partir del 75 ó 76 volvió a León y fue profesor de las dos materias de Filosofía. Decepcionado de  muchas cosas de la Iglesia, sus obispos y de la sociedad, fue aislándose progresivamente en León, aunque conservaba amigos que le fueron fieles hasta el final, entre ellos Fernando Sebastián que acudió a presidir sus bodas de oro en 2007. A su vez él se definía siempre como un temible enemigo pero un gran amigo de sus amigos. Privado desde nacimiento de madre (que murió en el parto) y de un cálido ambiente familiar, agradecía muchísimo la acogida que había tenido en  mi numerosa familia desde los años de estudiantes, donde se le consideraba un hermano más, o en la del ingeniero Pedro Bernad, compañero del Colegio de España en París,  o la de otros amigos de León.

Con problemas de corazón, vivió los últimos años en una residencia asistida para curas, con gran dificultad para andar pero con la cabeza muy lúcida. Seguía siendo profesor de filosofía y los cinco o seis alumnos acudían casi diariamente a la residencia y estaban encantados con la agudeza crítica y la sabiduría del profesor.

Hace solo seis días me llamó la última vez. Entre otras cosas me dijo que alguien le había dicho que los apuntes de Teodicea que tenía eran espléndidos, que serían utilísimos hoy y que habría que publicarlos. Yo le animé a ello. Alguien debería preocuparse de esta publicación póstuma de eso y de otras cosas sobre Mounier.

Donde más escribió fue en Iglesia y en este enlace salen todos sus artículos para quien quiera seguirlos: https://iviva.org/archivo/?autor=321

 

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