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Las generaciones desperdigadas

OSCARp

Oscar acaba de dejar discretamente un nuevo comentario en el post que Leonardo Boff publicó anteayer en ATRIO. Pero es un comentario que bien merece ser leído y comentado por todos en este hueco espacio central de nuestro lugar de encuentro.

Había yo leído los 4 pasos en que Boff resume el ESQUEMA DE LA CRISIS según Ortega:
Dice Leonardo:
– “Ortega y Gasset, en un famoso ensayo de 1942 titulado “Esquema de las crisis”, mostró que la historia, a causa de sus rupturas y reconstrucciones, posee la estructura de crisis. Esta obedece a la siguiente lógica:
(1) el orden dominante deja de tener un sentido evidente; (2) reina la duda, el escepticismo y una crítica generalizada; (3) urge una decisión que cree nuevas certezas y otro sentido, ¿cómo decidir si no se ve claro?, pero sin decisión no habrá salida; (4) pero tomada una decisión, incluso con riesgo, se abre entonces un camino nuevo y otro espacio para la libertad. Se superó la crisis. Un nuevo orden puede comenzar.

Este resumen en 4 pasos, aunque no está formalmente en el Curso de Ortega, pienso, sin embargo, que responde bastante bien a lo que allá se expone.

Tal vez se le podría agregar alguna otra consideración que en el mismo Curso tiene una relevancia de primer orden (2 capítulos: el 4º- y el 5º-) para dar razón del concepto de “CRISIS” en la vida humana. Se trata del concepto de GENERACIÓN.

A mi edad este Concepto de Generación debo tenerlo extremadamente en cuenta porque ya ando pa’viejo; e.d. Generación de influencia totalmente irrelevante en vistas de cómo sigue esta Novela de la vida.
……………….

Pienso que Boff es consecuente con su pretensión a la que ha dedicado su vida (sobre este Asunto de “dedicar-se” habría cosas interesantes que decir porque es un descubrimiento específico del cristianismo). Boff está dedicado a mantener la ESPERANZA. Tal vez en un eco a Helder Cámara que no cejaba de alentar a no olvidar la profecía.
…………………….

La pregunta que nos hace la situación en que nos encontramos (CRISIS) es:
– “¿Pa’dónde mierda tenemos que ir, metidos en este Caos catastrófico?” …………………….

Tal vez pueda ser útil en Atrio -donde se comenta hasta el hartazgo la fe cristiana- considerar cómo el cristianismo se originó en una situación semejante, e.d. de CRISIS del Mundo Antiguo.

(También podría considerarse otra CRISIS mucho más fuerte que dio origen a la situación de la que estamos viendo cómo podemos salir: la CRISIS del RACIONALISMO. Pero quede para otra oportunidad).
————————

– “No sabemos lo que nos pasa, y esto es precisamente lo que nos pasa, no saber lo que nos pasa: el hombre de hoy empieza a estar desorientado con respecto a sí mismo, dépaysé, está fuera de su país, arrojado a una circunstancia nueva que es como una tierra incógnita.

Tal es siempre la sensación vital que se apodera del hombre en las crisis históricas.

Esta desorientación, esta iniciación de pánico, este no saber lo que nos pasa es percibido con cariz diferente por los que habiendo vivido una parte de nuestra vida en tierra conocida hemos asistido con plena conciencia a nuestro propio destierro de ella y por los jóvenes que han nacido ya en el territorio desconocido.
…………………………

Siempre, por una propensión mecánicamente dialéctica de la mente humana, cuando se desespera de una forma de vida, la primera solución que se ocurre, la más obvia, la más simple, es volver del revés todas las valoraciones.

* Si la riqueza no da la felicidad, la dará la pobreza;

* si la sabiduría no resuelve todo, entonces el verdadero saber será la ignorancia, (Paralelos del siglo xv; los “simples” y laicos de la devotio moderna, de la Imitación de Cristo, la “docta ignorancia” de Cusano, su encomio del idiota, es decir, del insipiente. Elogio de la necedad, de Erasmo. Último residuo en el siglo XVI, la lode del asino, alabanza del asno, en Giordano Bruno).

* Si la ley y la institución no nos hacen felices, esperemos todo de la iniuria y la violencia. (Desde el año 70 no se pueden celebrar normalmente elecciones ni asambleas en Roma porque César y sus amigos ricos han financiado la organización de grupos de asalto formados por gladiadores del circo y esclavos, por gentes no latinas, frigios, misios, griegos, judíos -casi ninguno de ellos efectivos ciudadanos. Esto último puede verse en el discurso de Cicerón pro Flaccio).

* Si los hombres no han acertado, atendamos a las mujeres. Y, en efecto, va a comenzar la intervención de la mujer en la vida pública, política e intelectual, se entiende religiosa.

Esta es la situación en que va a prender el cristianismo,

como el hecho, antes subrayado, de que desde una cierta altura y a cierta distancia pudiesen confundirse los ajetreos del cínico y el proselitista cristiano.

Esta fácil dialéctica, puramente mecánica, que consiste en encontrar lo nuevo sin más que afirmar lo contrario de lo que parecía vigente prepara las almas elementales, y aun las superiores, para recibir la grande y auténtica innovación del cristianismo.

(tómese nota de que la mente en los comienzos de una crisis toma la forma dialéctica. Ésta, que en su verdad es la cima del más sutil pensamiento, se vulgariza, como pasa en nuestros días).

Al fracasar el intento de socialización del hombre que fue el Imperio romano,

queda aquél desprendido de todo principio objetivo y público que le sea promesa de solución, que dé un sentido a su vida y le sirva de punto de apoyo. Porque con el Estado y sus formas sociales fracasa también la ciencia en cuanto instancia objetiva y pública a que poder referirse. Entonces el hombre se siente totalmente perdido, sin nada a que agarrarse, y recae en lo único que le queda.

Cuando todo en derredor nos falla,

caemos en la cuenta de que nada de eso era, en verdad, la auténtica realidad, lo importante, lo decisivo: la realidad que para cada cual queda bajo todas las demás aparentes es su vida individual.

Vuelve entonces el hombre a ver ésta como lo que en rigor y en última instancia es el problema individualísimo, intransferible del propio destino.

Ésta es la disposición del hombre que lleva a la solución cristiana.

No esto o lo otro es ya problema, sino la vida misma de la persona en su integridad. No es que tenga hambre, no es que padezca enfermedad o tiranía política, no es que ignore lo que son los astros. Ahora es el ser mismo del sujeto lo problemático.

* Y si la respuesta a aquellas deficiencias parciales se llama solución,
* la que hay que dar a este problema absoluto del ser personal se llama salvaciónsotería.

La desesperación, en que la crisis consiste, lleva en una primera etapa a la exasperación,

y la historia se llena de fenómenos exagerados, extremo con que el hombre procura embotarse, alcoholizarse.

Luego viene nueva calma:

se acepta y reconoce lealmente que no hay esperanza, que esperar algo de sí mismo es desconocer la propia realidad.

He aquí cómo el hombre descubre se esencial nulidad. Y esto, precisamente esto, es la salvación según el cristianismo.

En vez de creer que el hombre natural es por sí algo suficiente, que se sostiene a sí mismo, descubre que consiste en pura dependencia, que su ser, su sustento, su realidad y su verdad no están en él, sino fuera de su naturaleza, es decir, que padecía un error de perspectiva, que el asunto más importante para él, su vida, no era un asunto natural, no consistía en ir y venir sobre la tierra, comer o pasar hambre, sufrir o gozar, llorar o reír, ni siquiera pensar.

Todo eso es mero antifaz, aspecto y mise en scène de su verdadero asunto vital, su vida sobrenatural, su cuestión con Dios. Todas las cuestiones intramundanas flotan como anécdotas en esta cuestión previa que el hombre tiene con Dios.

Diríase que cuanto hacemos y nos pasa, en suma, “esta vida”, está ahí sólo para ocultarnos como una máscara nuestra auténtica realidad, la que tenemos en lo absoluto, en Dios. De suerte que lo que parecía real -la naturaleza y nosotros como parte de ella- resulta ahora irreal, pura fantasmagoría, y lo que parecía irreal, nuestra preocupación por lo absoluto o Dios, eso es la verdadera realidad.

Esta paradoja, esta suma inversión de la perspectiva, es la base del cristianismo.

* Los problemas del hombre natural no tienen solución: vivir, estar en el mundo, es constitutiva e irremediable perdición.

* El hombre tiene que ser salvado por lo sobrenatural.

* Esta vida no se cura sino con la otra.

* Lo único que el hombre puede hacer con sus propias fuerzas es negativo -negarse y negar el mundo, retraer de sí y de las cosas su atención y así, aligerado de peso terrenal, ser sorbido por Dios.

Esto es lo esencial para la estructura de la vida medieval. Porque trae consigo la radical tendencia a desentenderse del mundo natural. Para el griego y el romano, la existencia era el problema de las relaciones entre el hombre y la naturaleza circundante -visible o invisible. Mas ahora el mundo es propiamente ultramundo y sobrenaturaleza. El hombre se queda, por lo pronto, sólo con Dios.

El hombre una vez -una vez que ha durado muchos siglos- estuvo en esta creencia cristiana y su vivir tomó el aspecto de una faena sobrenatural.

La Edad Moderna nos ha retrotraído a la naturaleza, y nos cuesta trabajo repensar aquel modo de vida que consiste en vivir desde Dios. Nos sabe, por lo pronto, a paradoja.

Pero San Pablo tiene plena conciencia del frenético paradojismo, del radicalismo subversivo que llevaba en sí la idea cristiana.

* No predicaba la buena nueva como una cosa razonable. En sazón de crisis, predicar cosas razonables es gana de perder la partida.

* Predica y recomienda precisamente porque tiene todo el aire de una locura y de un absurdo.

San Pablo es… un extremista.

En la epístola primera a los corintios leemos:

– “Porque la palabra de la cruz, a la verdad, locura es para los que perecen: mas para los que se salvan, esto es, para nosotros, es virtud de Dios”. Oigan ustedes cómo este hombre vuelve el mundo del revés: “Porque escrito está: Destruiré la sabiduría de los sabios y desecharé la prudencia de los prudentes.

“¿En dónde está el sabio? ¿En dónde el escriba? ¿En dónde el escudriñador de este siglo? ¿No hizo Dios loco el saber de este mundo?
“Y así, por cuanto en la sabiduría de Dios no conoció el mundo a Dios, por la sabiduría, quiso Dios hacer salvos a los que creyesen en él, por la locura de la predicación.
“Puesto que los judíos piden milagros y los griegos buscan sabiduría.
“Mas nosotros predicamos a Cristo crucificado, que es escándalo para los judíos y locura para los gentiles; “Mas para los que han sido llamados, tanto judíos, como griegos, predicamos a Cristo, virtud de Dios y sabiduría de Dios:
“Pues lo que parece loco en Dios es más sabio que los hombres, y lo que parece flaco en Dios es más fuerte que los hombres.
“Y así, hermanos, ved vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, no muchos poderosos, no muchos nobles.
“Mas las cosas locas del mundo escogió Dios para confundir a los sabios, y las cosas flacas del mundo escogió Dios para confundir las fuertes; “Y las cosas viles y despreciables del mundo escogió Dios, y aquellas que no son, para destruir las que son; “Para que ningún hombre se jacte delante de él.
Para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor”.

Conviene, conviene de cuando en cuando recordar el pasado -recordar que se han dicho estas cosas. Un alto burgués del Imperio que oyera leer estos gritos manuscritos de San Pablo, ¿qué pensaría? Que era un poco subversivo, ¿no es cierto? Y, sin embargo, eso que predicaba -el cristianismo- fue luego, según la frase tópica, el más firme sostén de la sociedad.

58 comentarios

  • pepe blanco

    Hola oscar!
     
    Me gustaría disponer del tiempo y del sosiego necesarios para comentar con calma lo que dices. Pero esta temporada me es imposible, ando muy liado con mil cosas. Por eso te voy a contestar solo muy escuetamente.
     
    La “verdad” no es un concepto físico. En física nunca jamás se habla de “la verdad”. Nunca le oirás a ningún profesor de física hablar de “la verdad”. Ni leerás esa palabra en un libro de física. La Física es mucho más humilde que todo eso. De “la verdad” hablan los teólogos, los filósofos, los creyentes. Pero los físicos, nunca.
     
    La única pretensión de un modelo físico o de una teoría física suele ser explicar una observación que hasta ese momento no se entendía. Pero eso no suele ser suficiente para acreditar el modelo o la teoría propuestos. Además, tienen que ser capaces de hacer predicciones comprobables mediante la observación o la experimentación.

  • George R Porta

    Sin reemplazar a Pepe Blanco en la pregunta de Oscar pero porque se trata de un espacio en el que todos leemos, me permito un comentario.

    La expresión “mi verdad” no me parece que pueda referirse sino a mi percepción de alguna verdad o a mi noción de qué sea “verdad” pero no parece  que la verdad de cualquier cosa depende de su comprensión o de su reconocimiento de quien la observe y según su conocimiento acumulado pueda atribuirle certidumbre absoluta. Cualquier percepción, enunciado, descripción de lo cierto, de lo verdadero por lo tanto, es solo parcial.  Particularmente en Ciencias la afirmación de validez y fiabilidad de un dato debe ir siempre acompañado del correspondiente indicador de la probabilidad de error, instrumental, etc., que quien la enuncia o la afirma ha considerado suficiente o necesario en su investigación para arribar a una tal certidumbre.

    Esa condición no parece que permita negar la posibilidad de la Verdad porque no parece imposible de imaginar (como cualquier otra cosa en el pensamiento utópico que pudiera ser posible cuando aún no sea probable) y si se puede imaginar algo la imaginación misma de ello le concede un mínimo de realidad. Queda todo lo que ni siquiera ha sido imaginado que pueda existir. Por eso quizás ya no se puede hablar de inventar sino de descubrir y es obvio que lo no descubierto no puede ser falso o irreal o incierto y en cambio hay que conservarle abierta la posibilidad de que exista como verdad aún desconocida.

    Independientemente de la conciencia hay un multiverso por llamarlo pedantemente con un término en boga que nadie puede negar aunque es simplemente inevitable imaginar que aún no se conozca todo lo que debiera ser conocido y conocido con un “grado” suficiente de certidumbre.

    Deseo que mi intromisión no sea tomada mal y menos como intento de reemplazar cualquier respuesta que pueda dar Pepe Blanco que tiene credenciales en Ciencias que yo no poseo.

  • oscar varela

    Gracias pepe!

    Si hubiera que corregir la inexistente palabra “dIsperdigada”, me inclinaría no por usar la que se le pareciera “dEsperdigada” sino DISPERSA.

    Porque mi pensamiento va en el sentido de la conocida “DIÁSPORA”, que consiste en “andar buscando su mundo” (o “tierra prometida”; la que uno se promete a sí mismo en su Grupo generacional; e.d. dejar de ser “in-felices”. Que ese es en última instancia la idea de “Mundo”).
    ……………………………..

    Ya que estás por acá de paso -y sabiendo que sos graduado en Ciencia-te preguntaria sobre unos párrafos que te copio:

    – “Otra cuestión que anubla desde hace años la ejemplaridad de la física
    emerge de la variabilidad de su contenido doctrinal, que se ha acelerado tanto y tan gravemente en los últimos años.

    Se tiene la vaga impresión de que la variación de las teorías físicas, lejos de afec­tar a su continuidad y su firmeza, viene a robustecerla; pero esta es la hora en que este carácter móvil del saber físico no se ha aclarado, ni es probable que su aclaración venga de los físicos.

    Que una ciencia es «verdadera» precisamente porque su doctrina es cambiante,
    da en rostro a la idea tradicional de la verdad, y solo puede ser esclare­cida renovando a radice la teoría general de la verdad misma y haciéndonos ver que, siendo esta asunto humano, queda afectada por la condición del hombre, que es la de ser mobilis in mobile.”-
    …………………………

    Yo no sé cuánta importancia se le dan a estos pensamientos, o si se le capta la gravedad intelectual de lo que se enuncia; nada menos que una REFORMA DE LA INTELIGENCIA Y SU FUNCIÓN EN LA VIDA HUMANA DE CADA CUAL Y DE CADA DÍA. Se pone en la picota y ante el banquillo del Juez lo que siempre hemos llamada “VERDAD”.

    Asunto que tanto y tanto nos insistía Antonio Vicedo con la frase “La Verdad nos hará Libres”. Pero que yo le daba vuelta diciendo que “La Libertad nos hará veraces”.

    En fin, gracias! 
     
    ¿Seguimos todavía? – Óscar.

  • pepe blanco

    No tiene ninguna importancia, pero como está en el título y nadie repara en ello, lo comento: las generaciones no se disperdigan, sino que se desperdigan… (las palabras “disperdigar”, “disperdigada”, no existen. Estáis escribiendo sesudos comentarios sobre algo que no existe: las generaciones disperdigadas… 😉 )

  • George R Porta

    Aclaración: En mi último comentario me refiero a la “uniformidad doctrinal apriorística” dogmática, que precede a la aceptación de la misma en el vivir. Lo digo porque solo pudiera ser una síntesis al final del género humano si un tal final fuera posible, cuando la esperanza se haya realizado completa o suficientemente.

  • George R Porta

    Esta afirmación eque leo es interesante: “…Dios se nos revela, se revela y se ha revelado al mundo gradualmente…”

    O Dios si existe se reveló definitivamente y suficientemente en Jesús o no lo hizo. La doctrina católica es que lo hizo. Si de lo que se trata es de descubrir a Jesucristo “viviéndose” cada uno como un “yo soy yo y mi circunstancia” entonces tenía razón Rahner de que el creyente cristiano esté viniendo a ser un místico y en consecuencia viva comunicando en su vivir la esperanza confiada (fides = confianza no doctrina) de que las esperanzas atribuidas a Jesús se pudieran cumplir y entonces si Ciencia es conocimiento esa es la ciencia teológica, no la escrita, no la exógena sino la que cada cristiano va comunicando en su “viviendo” y por lo tanto fenomenológicamente la unidad doctrinal fuera una aberración.

    Nadie escoge la circunstancia en la que nace ni siquiera la decisión misma de nacer, por lo tanto no existe la libertad como proponía Sartre sino el vivir ya, de hecho y vivir viviendo. Lo demás es añadidura.

  • M.Luisa

    Enredada   entre medio de tantas sabanas orteguianas  que se extienden a lo largo de este  hilo,  detendré  mi reflexión en algún pequeño retazo de ellas.
     
    La vida del hombre no consiste  en un simple ejercicio o ejecución de actos que, con respecto al proyecto que  establece entre él y las cosas le fueran válidos  en cuanto meramente ejercicio de sus funciones vitales, pues no sólo está viviendo sino que está haciendo  su vida. Lo cual, para ello, habrá  de contar con el “uso”  de sus posibilidades, donde aquí uso no significa manejo, sino aquella destinación a un plan o proyecto en la realización del mismo y que, a su propósito, es lo  que  explica  lo específico de la historia.
     
    Esta  irreductibilidad del uso al simple ejercicio del acto vital es lo que hace cambiar  el mero “hecho” en “suceso” o en acontecimiento.
     
    Si ahora hago entrar en este punto el término DECISIÓN que aparece en el esquema de Boff, entonces se verá que la necesidad de tomar decisiones viene a ser debida por el déficit que, con respecto al proyecto  de vida nos deja la mera ejecución de un acto vital cualquiera. La decisión se enmarcará, pues, no en este primer nivel que, por la propia naturaleza del mismo  le  sería  imposible reclamarla,  sino que la decisión se  presenta como aquel recurso que  nos  demanda el proyecto mismo para que éste acontezca.
     
    Con todo, bien podría decirse que lo histórico del acontecer es posible precisamente por esta toma de DECISIONES a la que nos lanza  el propio  proyecto de vida.

  • George R Porta

    ¿Qué ha pasado con la Historia? (2)
     
    Constantino probablemente profesaba una religión solar monoteísta, y por eso hizo el Arco de Constantino no identifica que divinidad le favoreció muy políticamente.
     
    El Edicto de Milán, por el cual se reconocía libertad de cultos en todo el Imperio a todas las religiones y los cristianos se beneficiaron de ello pero no fueron los únicos. Los creyentes de otras religiones se beneficiaron igual y a todas las religiones se les restituyeron los bienes pertinentes.
     
    La cosa comenzó a complicarse, para el Cristianismo, con el acceso que Constantino concedió al clero cristiano a la administración de Roma. Esta es la entrada oficial del clero en política y por lo tanto el comienzo de la corrupción de la misión original. Yo no sé si Pablo hubiese aceptado uno de aquellos cargos públicos remunerados con los dineros del César que Jesús no quería que se mezclaran con lo que pertenece a Dios.
     
    La participación de Constantino en los concilios de Arlés y de Nicea terminó por crear el espacio ideológico para justificar la jerarquía imperial en la que el emperador quedara colocado por encima de los demás humanos y fuera el intercesor de éstos ante Dios. Constantino terminara por dar apoyo a las doctrinas aprobadas en aquellos concilios por la ventaja política que representaban porque ni siquiera entonces se hizo bautizar.
     
    Pese a su defensa pública del cristianismo y a su intervención en los debates teológicos (probablemente su interés era fundamentalmente político), Constantino nunca había recibido el bautismo. En su lecho de muerte cambió sus ropajes imperiales por la vestidura blanca del neófito y fue bautizado por Eusebio, obispo de Constantinopla. Murió el 22 de mayo de 337, y fue enterrado en su iglesia de los Apóstoles en Constantinopla.
     
    Y desde entonces el Occidente es cristiano, no por Pablo y sus juegos de palabras teológicos, sino por Constantino y Licinio.

  • George R Porta

    ¿Qué ha ocurrido con la Historia? (1)
     
    Leo al final del artículo de Óscar: “Y, sin embargo, eso que predicaba -el cristianismo- fue luego, según la frase tópica, el más firme sostén de la sociedad.” Y en otro lugar leo que Pablo predicaba a Cristo Crucificado.
     
    Siempre me ha llamado la atención de que Pablo no dijese que predicaba a Cristo Resucitado, que solo un poco después declara que es la validación de la fe. Este punto es bastante difícil de explicar pero los exégetas pueden explicar todo.
     
    Es cierto que primero dijo que predicaba a Cristo crucificado, lo dice la primera carta a los Corintios sobre cuya originalidad paulina los exégetas en aplastante mayoría no cuestionan.
     
    Pablo tenía la visión del asesinato  sacrificial de Jesús como pago de los pecados en cuya línea fue después escrita anónimamente la Carta a los Hebreos y consagrada como interpretación oficial a partir de Anselmo de Canterbury en Cur Deus Homo. Ratzinger en 1968 trató de poner esta imagen desfasada de un padre sádico y de unos asesinos sacerdotales ofreciendo el cordero pero su libro (Introducción al Cristianismo no tuvo éxito).
     
    Cuando Juan Pablo II lo hizo Prefecto de la Congregación de la fe, Ratzinger dejó que el polvo se acumulara sobre su librito porque Juan Pablo II no lo favorecía pero poco antes de morir Juan Pablo II, posiblemente Ratzinger, redactó Ecclesia de Eucharistía (un tema que Juan Pablo II no había tocado hasta ese momento) para remarcar el rol del cura, que había sido enturbiado por la ola de escándalos de pederastia y de las finanzas curiales que debe estar en el corazón de la urbe en su función de exclusivo intermediario entre Dios y los hombres como en los tiempos del Templo de Jerusalén.
     
    Pero no fue Pablo el que echó las bases de la idea imperial con la bendición cristiana y de otras muchas religiones. Fue Constantino el Grande. Él fue el verdadero propulsor del Cristianismo cuando firmó con Licinio el Edicto de Milán y en ese momento al menos ninguno de los dos parece haber tenido la percepción judía del sacerdocio intermediario que tenía Pablo.
     
    Constantino y Licino eran ambos políticos realistas y querían y necesitaban la reintegración pacífica del Imperio. La victoria de Puente Milvio y la visión de la cruz fueron útiles, pero hay que notar que la visión dejó fuera al crucificado. Según la tradición de Eusebio de Nicomedia fue la cruz no el crucificado quien propició la derrota de Majencio en Puente Milvio.
     

  • Santiago

    CIENCIA, pues, en general es TODO conocimiento….Desde este punto de vista general, tanto la filosofía, como la teología, como la psicología. como la fisica….incluyendo las ciencias “exactas’ y “experimentales”…caen bajo este concepto…del conocimiento….”es Ciencia verdadera porque su doctrina es cambiante”…Sin embargo, toda ciencia y por tanto toda filosofía es solo “un camino” en la búsqueda de LA VERDAD…verdad absoluta que es trascendente….por definición….Por tanto, esta ÚLTIMA verdad que buscamos con desesperación y ahinco durante nuestra vida terrestre PERMANECE INMUTABLE….Por eso, lo que CAMBIA no es LA VERDAD “per se” sino nuestra capacidad que accede gradualmente y penosamente al conocimiento de ella…en nuestra peregrinación de la vida……..Somos nosotros los que adquirimos paso a paso la verdad…o por lo menos intentamos hacerlo con ahinco….Podemos llegar a la VERDAD no solo porque nos fue “dada” sino tambien ascendentemente…..poco a poco,pues, vamos descubriéndola..

    Por otro lado, no solo “pienso luego existo”….como bien señala el comentario precedente ,sino que “existo porque puedo pensar”…No solamente la mente humana es “idealista” sino “fenomenologista”…..no solamente mi yo existe sino con el mi experiencia interna y externa…..Pero tambien soy realista….pues las “cosas existen”….no son mera invención de mi mente humana…..Primero “conozco” las cosas….y despues me doy cuenta y las entiendo..Mi conocimiento no es solamente subjetivo sino objetivo, es deductivo como tambien intuitivo y experimental…Estas son mis armas para CONOCER…..

    Por tanto, es cierto que la teología está en functon de la revelación, del apokalysis….sin embargo, Dios se nos revela, se revela y se ha revelado al mundo gradualmente…..Nuestro criterio participa de la filosofía que es conforme a la razón humana y NO es contrario a la revelación…..Accedemos al conocimiento de Dios, de ordinario, por “teoría, vision y evidencia”..que son iluminadas por la FE…..Como dice Román la teología es ciencia…Es “la ciencia de la salvación”…..que se renueva diariamente….para facilitarnos el “camino”

    Un saludo cordial de Santiago Hernández

     

  • Antonio Duato

    Hola!

    No quiero distraer la atención de quienes os habéis reunido en este rincón para platicar suave y profundo.

    Me interesa y he empezado a seguir todo el hilo.

    Pero antes de expresar algo atinente he querido cumplir el deseo del autor del post, expresado el 2 de agosto de madrugada: cambiarle el título al post . Et ita factum est!

  • Román Díaz Ayala

    Oscar,
    hago referencia a tu entrada de las 14.05 en tu tratamiento sobre la CRISIS actual, y  a esta tercera (TRES:  sobre TEOLOGIA Y FILOSOFIA)
    Y no puedo más que darte la enhorabuena y felicitarte de la manera más efusiva.
    Como lo introducías con la cita de Goethe, que ya en alguna ocasión sin hacerlo textualmente lo escribía muy recientemente M. Luisa, no sé hasta que punto todo lo que sigue es un destilado de tus reflexiones personales y si sigues realizando de alguna manera pensamientos de autor.
    Lo que sí es cierto que me encuentro con un certero análisis de lo que es la “Ciencia” teológica  en comparación con la filosofía cuyas divergencias a nadie parece importarle cuando se discute sobre estos temas
    La teología es la ciencia de la salvación y sobre lo mismo se construyen sus postulados.Antes que salvación tendríamos que “conocer” la experiencia del Dios que se nos hace presente. La salvación es efecto y no causa, de tal acontecer.
    Una crisis siempre es una apertura  hacia lo nuevo .

  • Isidoro García

    Entrevista a José Luis San Miguel, autor de “La Rebelión de la consciencia” – Ed. Kairós, 2014. Ver completa en Revista Esfinge – http://www.revistaesfinge.com/entrevistas/item/1237-espiritualidad-comprometida-entrevista-a-jose-luis-san-miguel-de-pablos
    ……
     
    ¿Está la humanidad atravesando un «rito iniciático colectivo»?
     
    A mí esto me parece una obviedad. Todos los rasgos que lo definen están presentes: «tierra devastada», noche oscura del alma, problemas aparentemente irresolubles (cambio climático, hambrunas y pestes, superpoblación, fanatismos en ascenso…) a modo de angustiosos koans, búsqueda denodada de «la salida del laberinto»… ¿Qué más hace falta?
     
     
    Científicos y ecologistas nos recuerdan hoy que la humanidad puede extinguirse a corto plazo, y no me parece mal que nos lo recuerden, porque en efecto, eso puede ocurrir. Pero no es inevitable. Lo que en lenguaje esotérico se llama «un rito iniciático colectivo», en el lenguaje de la nueva ciencia de los sistemas fundada por Ilya Prigogine puede entenderse como una desestabilización del sistema humanidad, que se ha alejado mucho del estado de equilibrio anterior, ante lo cual se abren dos posibilidades: la destrucción, es decir, la extinción, o una profunda reestructuración que desemboque en un sistema nuevo, de orden superior. La realización de esta segunda posibilidad sería idéntica a la superación por la humanidad de su gran prueba iniciática, pero esto –al contrario de lo que se cree en los círculos new age– no viene dado, la prueba hay que pasarla y aun no la hemos pasado.

  • oscar varela

    Hola!
     
    Nota previa: Estamos conversando sobre LA CRISIS actual.
    Yo no creo que “lo que pasa en el Mundo es lo que pasa en los Diarios”. Mas bien sería lo contrario: “lo que pasa en los Diarios es alguito de lo que pasa en el Mundo desde hace un buen rato”.
     
    Y como soy “intelectual” (además de “manual”) me preocupo y ocupo de lo que le pasa al Pensamiento (su CRISIS) desde hace ese “buen rato”.
     
    Por eso hice las 2 Entradas anteriores:
    UNA: sobre CIENCIA y FILOSOFÍA
    DOS: sobre el quiebre final del IDEALISMO dado en la FENOMENOLOGÍA de Edmund Husserl (puesteado en 2 entradas porque era un poco largón y no lo aceptaba el Sistema de la Página).
     
    Ahora haré una 3ª. Entrada sobre otra CRISIS por mescolanza y anacronismo histórico.
     
    TRES: sobre TEOLOGÍA Y FILOSOFÍA
    …………………………….
     
    Decía Goethe que el hombre, a diferencia del animal, no es nunca sólo un sucesor sino que es siempre, además, un heredero.
     
    Tenía gran razón. El hombre al nacer se encuentra siempre ya con formas de vida —modos de hablar y pensar, de sentir, de fabricar, normas de conducta privada y social, etc.— que necesita absorber so pena de ser él mismo quien tenga que comenzar de nuevo a inventar o crear todo eso, por tanto, so pena de retroceder al instante primigenio de la humanidad y volver a ser el primer hombre.
     
    Este primer hombre no fue heredero de nada, por eso es, en rigor, un ente imaginario que nunca ha existido.
     
    Ser de verdad el primer hombre es cosa indiscer­nible, indiferenciable de ser el último orangután.
    Cómo surgió en la naturaleza un ente que mereciera ya ser calificado de humano o al menos de homínida, y que no era ya mero antropoide, es cosa todavía muy poco esclarecida.
     
    Las personas entre las que escuchan que son creyentes con fe viva en la doctrina cristiana no necesitan asustarse ante expresiones como la antedicha de que un primer hom­bre, es decir, un ente que al nacer no encuentra ya creaciones debidas a un hombre anterior sería indiscernible, indiferenciable del último orangután, o lo que es igual, del más avanzado antropoide.
     
    Ni ésta ni ninguna de las demás cosas que yo diga en este curso puede causar erosión alguna en la fe cristiana de nadie.
     
    Porque la filosofía ha acabado por ver con claridad que habla de cosas distintas de las que habla la teología.
     
    La teo-logía, o theo-léguein, es hablar de Dios y desde Dios,
    esto es, desde la palabra divina que es revelación, apokalypsis, por tanto, todos sus conceptos son pensados y entendi­dos en función de esa palabra.
     
    Al paso que la filosofía habla de lo que es y de lo que no es,
    conforme a los criterios de la razón humana y es lo contrario que la apocalipsis; es teoría, por tanto, visión y evidencia.
     
    La frase antedicha se refiere a la «naturaleza» del hombre.
     
    Pero este mismo término «naturaleza del hombre» significa en teología cosa muy distinta que en filosofía.
     
    Los teólogos hablan también del status naturae humanae —el estado o estatuto que es la naturaleza del hombre. Pero esta «naturaleza del hom­bre» no es la consistencia o esencia del hombre según nuestra razón acierte a pensarla, por tanto, lo que la reali­dad hombre es en sí misma y ateniéndose a los hechos que nos la manifiestan o nos permiten colegirla, sino que, teológicamente entendido, el término «naturaleza del hom­bre» significa de modo formal lo que, dada esa naturaleza, sea ella la que sea, respecta,  se relaciona o importa a la posibilidad de salvación.
     
    La religión cristiana es una doctrina de salvación no como es la filosofía, una doctrina de problemas.
     
    En la religión propiamente tal no hay problemas
    sino que toda ella quiere ser, y ser sólo, solución.
     
    La teoría, en cambio, es ante todo y sobre todo, presencia de problemas,
    choque de la mente con ellos, su manipulación y tratamiento; más aún, cuando la teoría lo es  en su sentido máximo como acontece con la filosofía, ni siquiera es forzoso para que sea lo que tiene que ser el lograr su solución, le basta con ser conciencia aguda de problemas ineludibles.
     
    La fuerza de la filosofía, a diferencia de los otros conocimientos, por ejemplo, las ciencias particulares, no está en el acierto de sus soluciones, sino en la inevitabilidad de sus problemas.
     
    La teología en cuanto teología no tiene medios para hacerse una idea de cuál es la naturaleza del hombre
    y por eso se limita a definir lo que llama status naturae humanae, en el cual lo natural del hombre incluye ya los dones sobrenaturales que hacen al hombre posible salvarse, y los dones preternaturales que antes de pecar gozó.
     
    Hasta qué punto no tiene que ver esta idea teológica de la natura humana y la filosofía, se revela en que a la natura humana integra, según los teólogos, pertenece la inmortalidad física donum superadditum praeternaturale. 
     
    Ahora bien, para la filosofía la posibilidad más constitutiva del hombre es precisamente el que puede morir corporalmente y de hecho ha muerto siempre.
     
    El primer hombre según el dogma, Adán, que era, antes del pecado, inmortal, 
    es evidentemente un personaje por completo distinto del primer hombre que se parecía tanto a un orangután, porque este primer hombre era desde luego mortal.
    ……………………..
     
    (nota para la próxima y creo que final Entrega: sobre la superación del “brete” o “encrucijada” a través de la nueva (¿?) CUATRO: sobre BIOLOGÍA Y FILOSOFÍA)
     

  • oscar varela

    Hola!
     
    HACE 103 AÑOS QUE ORTEGA DESNUDÓ LA FALSEDAD DE LA NACIENTE FENOMENOLOGÍA DE E. HUSSERL
    (segunda parte y final)
    ………………
     
    El término «conciencia» debe ser enviado al lazareto.
    Pretendía ser el nombre de lo positivo, lo dado, lo puesto por sí y no por nues­tro pensamiento, pero ha resultado ser todo lo contrario: una mera hi­pótesis, una explicación aventurada, una construcción de nuestra divina fantasía.
     
    Lo que verdadera y auténticamente hay no es «conciencia» y en ella las «ideas» de las cosas, sino que hay un hombre que existe en un contorno de cosas, en una circunstancia que existe también.
     
    Ciertamente, no se puede prescindir de que el hombre existe porque entonces desaparecen las cosas, pero tampoco puedo prescindir de las cosas porque entonces desaparece el hombre. Pero esta inseparabilidad de ambos elementos es falseada si se la interpreta unilateral­mente, como un depender las cosas del hombre — eso sería la «con­ciencia»—.
     
    Lo que verdaderamente hay y es dado es la coexistencia mía con las cosas, ese absoluto acontecimiento:
    un yo en sus circuns­tancias. El mundo y yo, uno frente al otro, sin posible fusión ni posi­ble separación, somos como los Cabiros y los Dióscuros, como todas esas parejas de divinidades que, según griegos y romanos, tenían que nacer y morir juntas y a quienes daban el lindo nombre de Dii consentes, los dioses unánimes.
     
    La coexistencia de mi persona y las cosas no consiste en que este papel en que escribo y esta silla en que me siento sean objetos para mí, sino en que antes de serme objetos, este papel me es papel y esta silla me es silla. Viceversa, las cosas no serían lo que cada una es si yo no les fuese a ellas quien soy, a saber, el que necesita escribir, el que se sienta, etc.
     
    La coexistencia, pues, no significa un estático yacer
    el mundo y yo, al lado uno de otro y ambos en un ámbito ontològico neutro, sino que ese ámbito ontològico —la existencia, sea de mi persona, sea de las cosas— está constituido por el puro y mutuo dinamismo de un acontecer. A mí me acontecen las cosas, como yo les acontezco a ellas, y ni ellas ni yo tenemos otra realidad primaria que la determinada en ese recíproco acontecimiento.
     
    La categoría de «absoluto acontecimiento» es la única con que, desde la ontología tradicional, puede comenzarse a caracterizar esta extraña y radical realidad que es nuestra vida. La vieja idea del ser que fue primero interpretada como sustancia y luego como actividad —fuerza y espíritu— tiene que enrarecerse, que desmaterializarse todavía más y quedar reducida a puro acontecer. El ser es algo que pasa, es un drama.
     
    Como el lenguaje está todo él constituido por una inspiración estática, es preciso retraducirlo íntegramente a las significaciones fluidas del puro acontecer y convertir el diccionario entero en cálculo tensorial. Todo residuo estático indica que no estamos ya en la rea­lidad, sino que tomamos por tal lo que solo es precipitado de nues­tra interpretación, mera idea nuestra, intelectualización.
     
    Hay que extirpar al vocablo «Erleben» (vivencia) todo residuo de significación intelectualista, «idealista», de inmanencia mental o conciencia, y dejarle su terrible sentido original de que al hombre le pasa absolutamente algo, a saber, ser —ser y no solo pensar que es—, existir fuera del pensamiento, en metafísico destierro de sí mismo, entregado al esencial extranjero que es el Universo.
     
    El hombre no es res cogitans, sino res dramatica.
     
    No existe porque piensa, sino, al revés, piensa porque existe.
     
    El pensador «moderno» ha de darse a sí mismo un puntapié que le obligue a salir al absoluto Fuera, una hazaña digna del barón de Münchhausen. Cuando el médico preguntó a Fontenelle qué molestias sentía a sus noventa y nueve años, con­testó el agudísimo decrépito: «Ninguna, ninguna, solo… una cierta dificultad de ser». Es, acaso, la mejor definición de la realidad radical, de lo que verdaderamente hay, de la Vida: ser como dificultad.
     
    El filósofo idealista se engaña, pues, a sí mismo
    cuando partiendo en busca de lo positivo y dado, de lo no puesto por él, cree hallarlo en la pura conciencia que es fabricación suya y pura ficción.
     
    Queda en pie, como perfectamente justificada, su exigencia de oponer al pensamiento, gran constructor de ficciones, incansable ponente, la instancia de lo que venga impuesto a él, de lo puesto por sí. Esto será lo verdaderamente dado.
     
    Pero entonces no puede consistir lo dado en nada que el pensamiento encuentre en su camino después de comenzar a buscarlo y como resultado de un proceso intelectual ad hoc que aspira locamente a eliminar el pensamiento mismo. Porque «esa realidad primaria» que entonces encuentra será precisamente resultado de todo ese trabajo y de sus posiciones en el mejor caso negativas, eliminatorias.
     
    Creer que suspendiendo la ejecutividad de una situación primaria, de una «conciencia ingenua», se ha evitado la posición que esta hace, es una doble ingenuidad y un olvido de que hay el modo «tollendo ponens». Al hacerme la ilusión de que quito la posición de mi anterior «conciencia primaria» no hago sino poner una realidad nueva y fabricada: la «conciencia suspendida», clorofor­mizada.
     
    Hay que proceder inversamente:
    en el momento de partir en busca de lo que verdaderamente hay, o realidad radical, detenerse, no operar hacia adelante, no dar un nuevo paso intelectual, sino, al revés, caer en la cuenta de que lo que verdaderamente hay es eso: un hombre que busca la realidad pura, lo dado. Por tanto, no algo nuevo, que no estaba ya ahí y que requiere manipulaciones de «re­ducción» para ser obtenido, en rigor, fraguado, sino lo que al comen­zar a pensar filosóficamente hay ya, a saber, este propósito filosófico y todos los motivos antecedentes de él, todo lo que fuerza a ese hombre a ser filósofo, en suma, la vida en su incoercible e insuperable espontaneidad e ingenuidad.
     
    Lo «puesto por sí», lo impuesto al pensamiento del filósofo, es aquello de donde este viene, que lo engendra y, por lo mismo, queda a su espalda. El hacer filosófico es inseparable de lo que había antes de comenzar él y está unido a ello dialécticamente, tiene su verdad en lo prefilosófico.
     
    El error más inveterado ha sido creer que la filo­sofía necesita descubrir una realidad nueva que solo bajo su óptica gremial aparece,
    cuando el carácter de la realidad frente al pensa­miento consiste precisamente en estar ya ahí de antemano, en pre­ceder al pensamiento. Y el gran descubrimiento que este puede hacer es reconocerse como esencialmente secundario y resultado de esa realidad preexistente y no buscada, mejor aún, de que se pretende huir.
     
    Este fue el camino que me llevó a la Idea de la Vida como reali­dad radical.
    Lo decisivo en él —la interpretación de la fenomenolo­gía en sentido opuesto al idealismo, la evasión de la cárcel que ha sido el concepto de «conciencia» y su sustitución por el de simple coexistencia de «sujeto» y «objeto», la imagen de los Dii consentes, etcétera— fue expuesto en una lección titulada «Las tres grandes metáforas», dada en Buenos Aires en 1916 y publicada en extracto por los periódicos y revistas argentinas.
     
    El análisis de la conciencia permitió a la fenomenología corregir el idealismo y llevarlo a su perfección, esa perfección que es el síntoma de la agonía, como la cima es la prueba de que la montaña está ya debajo de nuestros pies.
     
    Pero una nueva insistencia analítica sobre el concepto fenomenològico de la conciencia me llevó a encontrar en él un agujero.
     …………………..

  • oscar varela

    Hola!
     
    HACE 103 AÑOS QUE ORTEGA DESNUDÓ LA FALSEDAD DE LA NACIENTE FENOMENOLOGÍA DE E. HUSSERL
    ………………
     
    “Me interesa sobremanera hacer constar que la playa donde mi barca arribó no era ese equívoco «pensar existencial», sino lo que muy pronto iba yo mismo a llamar «filosofía de la razón vital», la cual razón es sustantiva y radicalmente vital, pero es, no menos, razón.
     
    No llegué, pues, por ninguna insinuación positiva de origen personal, al pensamiento de que la realidad radical es la vida, esto es, el puro acontecimiento de la lucha entre un hombre y sus circunstan­cias. Fui guiado hasta él por los problemas mismos que entonces la filosofía tenía planteados.
     
    Lo cuento solo a modo de signo cabalístico dirigido a aquello; de entre mis lectores que se ocupan de técnica filosófica, diré que la trayectoria de mis meditaciones fue esta:
     
    El idealismo vivía desde siempre en un equívoco escandaloso
    porque reconociendo en la conciencia la realidad radical, sin embargo, no había procurado nunca analizar a fondo y con suficiente precisión lo que la conciencia es.
     
    Se dirá que esta situación es absurda, mas no cabe negar que la historia del pensamiento anda llena de absurdos parecidos.
     
    En los últimos años del pasado siglo Husserl se resolvió heroicamente a dotar al idealismo de lo que le faltaba: rigor, pul­critud. Sometió en grande estilo a una revisión el Libro Mayor de la contabilidad idealista y le impuso una técnica de exactitud.
     
    La fecun­didad de esta faena ha resultado inmensa. Una vez más aconteció el hecho, que no por ser frecuente ahorra nuestra sorpresa, de que los grandes avances en el conocimiento provienen muchas veces, no de grandes intuiciones nuevas, sino simplemente de que se atiende a las pequeñas diferencias.
     
    Kepler fue puesto en camino hacia su gigantesca invención no más que por haberse obstinado tenazmente en dar importancia a la menuda discrepancia de ocho minutos de arco que los datos rigurosos de Tycho atribuían a la órbita de Marte.
     
    La fenomenología, pues, precisa por vez primera lo que son la conciencia y sus ingredientes.
    Pero al estudiar yo en serio la fenome­nología —en 1912— me pareció que cometía esta en orden microscópico los mismos descuidos que en orden macroscópico había cometido el viejo idealismo.
     
    Parte el filósofo a la busca de una realidad primaria, ejemplar, últimamente firme a que poder referir y en que poder fundar todas las demás. A este fin desconfía de su propio pensamiento. El má­ximo honor del filósofo consiste, sin duda, en algo sobremanera gracioso: en ser el hombre que esencialmente sospecha de sí. Se sabe naturalmente tramposo y se convierte en detective de sí mismo.
     
    Pen­sar es poner algo el sujeto. En vista de ello, el filósofo busca una ins­tancia frente a toda posición subjetiva. Esa instancia tendrá que con­sistir en algo que no pone, sino que, al revés, le viene impuesto, en algo, por tanto, puesto por sí, lo «positivo» o «dado».
     
    Pues bien, Husserl cree encontrar la realidad primaria, lo posi­tivo o dado, en la conciencia pura. Esta conciencia pura es un yo que se da cuenta de todo lo demás. Pero entiéndase bien:
    * ese yo no quiere, sino que se limita a darse cuenta de su querer y de lo querido;
    * no siente, sino que ve su sentir y los valores sentidos; en fin,
    * no piensa, esto es, no cree lo que piensa, sino que se reduce a advertir que piensa y lo que piensa.
     
    Ese yo es, pues, puro ojo, puro e impasible espejo, contemplación y nada más.
    * Lo contemplado no es una realidad, sino que es tan solo espectáculo.
    * La realidad verdadera es el contemplar mismo; por tanto,
    * el yo que contempla solo en cuanto contempla,
    * el acto de contemplar como tal y el espectáculo contemplado en cuanto espectáculo.
     
    Como el rey Midas trasmutaba en oro cuanto tocaba, la realidad absoluta que es la «conciencia pura» desrealiza cuanto hay en ella y lo convierte en puro objeto, en puro aspecto.
     
    La pura conciencia, «Bewusstsein von», espectraliza el mundo, lo transforma en mero sentido.
    Y como el sentido agota toda su consistencia en ser entendido, hace consistir la realidad en inteligibilidad pura.
     
    Perfectamente, pero ahora conviene preguntar en qué medida la conciencia pura es lo positivo, lo dado, lo «puesto por sí» y que se nos impone.
     
    La respuesta no ofrece duda: esa conciencia pura, esa pura vivencia, tiene que ser obtenida mediante una «manipulación» del filósofo que se llama «reducción fenomenològica».
     
    Ya esto es grave, tan grave como lo que ha acontecido al físico cuando ha querido observar el interior del átomo: que al observarlo entra él en el átomo, interviene y lo modifica. En vez de hallar una realidad, la fabrica.
     
    Así el fenomenólogo.
    Lo que este de verdad encuentra es la «conciencia primaria», «irreflexa», «ingenua», en que el hombre cree lo que piensa, quiere efectivamente y siente un dolor de muelas que duele sin otra reducción posible que la aspirina o la extracción.
     
    Lo esencial, pues, de esa «conciencia primaria» es que para ella nada es solo objeto, sino que todo es realidad. En ella el darse cuenta no tiene un carácter contem­plativo, sino que es encontrarse con las cosas mismas, con el mundo.
     
    Ahora bien, mientras ese acto de «conciencia primaria» se está eje­cutando no se da cuenta de sí mismo, no existe para sí.
    Esto significa que esa «conciencia primaria» no es, en rigor, conciencia. Este concepto es una denominación falsa de lo que hay cuando yo vivo prima­riamente, es decir, sin ulterior reflexión. Lo único que entonces hay soy yo y son las cosas de todo género que me rodean —minerales, personas, triángulos, ideas, pero no hay además junto a todo eso «conciencia».
     
    Para que haya conciencia es menester que deje yo de vivir actualmente, primariamente, lo que estaba viviendo y vol­viendo atrás la atención recuerde lo que inmediatamente antes me había pasado. Este recuerdo no es sino la conservación de lo que antes había, por tanto, un hombre real a quien realmente aconteció estar rodeado de ciertas cosas reales. Pero todo eso es ahora recuerdo y nada más.
     
    Es decir, que yo ahora me encuentro en una nueva situa­ción: lo que ahora hay es un hombre, el mismo de antes, yo, que tiene que habérselas con una cosa como las anteriores pero de nueva espe­cie, a saber, con un recuerdo. Este recuerda una realidad pasada. Esta realidad pasada, no es, claro está, ahora realidad. La realidad ahora es su recuerdo y a ella es a la que podemos ya llamar «con­ciencia». Porque ahora hay en el mundo «conciencia», como antes había minerales, personas, triángulos.
     
    Pero, bien entendido, esta nueva situación que consiste en encontrarme con la cosa «conciencia» y que es recordar o, más en general, «reflexión», no es ella misma con­ciencia, sino que es exactamente tan ingenua, primaria e irreflexa como la inicial.
     
    Yo sigo siendo ahora un hombre real que encuentra ante sí, por tanto, en el mundo, la realidad «conciencia».
     
    Con esta, por decirlo así, entre las manos yo soy libre de hacer no pocas cosas: puedo observarla, analizarla, describir su consisten­cia. Pero una cosa no puedo hacer: ella conserva la realidad de antes y yo no puedo ahora modificar aquella realidad sida, corregirla ni «suspenderla». Aquella realidad a fuer de tal, es ya irrevocable. Lo único que puede ocurrir es que, en virtud de estos o los otros mo­tivos, se forma en mí la opinión de que aquella realidad anterior era una alucinación o cualquiera otra clase de error.
     
    Pero esto, claro es, no deshace la anterior realidad, no la desrealiza ni la suspende. ¿Cómo va a poder desrealizarse ahora lo que ahora no es real? ¿Có­mo va a «suspenderse» la ejecución de una realidad que ya se ejecutó y ahora no se está ejecutando, sino que solo hay la ejecución de re­cordar que fue ejecutada? Sería como suspender ahora el comienzo de ejecución del Edicto de Nantes. El efecto, pues, de la nueva opi­nión mía no es otro que el de situarme realmente en un mundo donde hay realidades «erróneas», por tanto, en un mundo un poco más complicado que el antecedente pero no más efectivo ni más real que aquel.
     
    La «reflexión» —repito— es una situación real tan ingenua como la «primaria» y como ella irreflexa con respecto a sí misma.
    ¿De dónde podría esta nueva situación extraer una competencia especial para atribuir preferente carácter de realidad a lo que ella encuentra —una «conciencia»— que a lo encontrado por la situación primaria: minerales, personas, triángulos?
     
    La supuesta «conciencia refleja» que pretende descubrir la ver­dadera y absoluta realidad como conciencia y pura vivencia, es, por el contrario, menos fundamental que la «conciencia primaria» por dos razones:
    1ª Porque implica ya a esta como su propio «objeto».
    2a Porque, en definitiva, ella es también ingenua e irreflexa «con­ciencia primaria».
     
    Es vano todo empeño que pretenda desalojar del universo la ingenuidad. Porque, en definitiva, lo que verdadera­mente hay no es sino la sublime ingenuidad, es decir, la realidad. Ella sostiene y es el mundo y el hombre.
     
    Para que el idealismo tu­viese sentido fuera preciso que un «acto de conciencia» fuese capaz de reflexión sobre sí mismo y no solo sobre otro «acto de conciencia».
     
    La ventaja inmensa de la fenomenología fue llevar la cuestión a precisiones tales que pudiésemos sorprender el instante y el punto en que el idealismo comete su delito y escamotea la realidad convirtiéndola en conciencia.
     
    Parte, en efecto, de un «acto de conciencia primaria e ingenua». Pero esta no es por sí conciencia, sino la realidad misma, el dolor de muelas doliéndome, el hombre realmente en el mundo real.
     
    El idealista supone la realidad, parte de ella, pero luego, desde otra realidad califica de mera conciencia a la primera. Pero esto naturalmente es solo una opinión sobre aquella inquebrantable rea­lidad que a esta le trae sin cuidado, y que, por otra parte, si reobrase sobre la situación misma del idealista cuando opina, la destruiría con­tradictoriamente.
     
    En efecto, el hombre convencido de que lo que hay es pura idealidad, «pura vivencia», no es sino un hombre real que tiene que habérselas con un mundo más allá de él, que está constituido, independientemente de él, por una enorme cosa llamada «conciencia», o bien por muchas cosas menores llamadas «noemas», «sentidos», etc. Las cuales no son más ni menos cosas, transubjetividades, algos con que, quiérase o no, hay que contar, que las piedras con que su cuerpo tropieza.
     
    Si la «conciencia» de que habla el idealismo fuese algo, sería pre­cisamente weltsetzend (la que pone mundo), encuentro inmediato con realidad. De aquí que sea un concepto en sí mismo contradic­torio, puesto que en la intención del idealismo significa conciencia, precisamente, la irrealidad del mundo que ella misma pone y en­cuentra.
     
    La fenomenología, al suspender la ejecutividad de la «conciencia», su weltsetzung, la realidad de su «contenido», aniquila el carácter fundamental de ella.
    La «conciencia» es justamente lo que no se puede suspender: es lo irrevocable. Por eso es realidad y no conciencia…
     

  • oscar varela

    Hola!
     

    EN 1947 ORTEGA TENÍA ESTAS IDEAS SOBRE EL NUEVO ESTADO DE LA CIENCIA Y SU IMPLICANCIA EN LA FILOSOFÍA.

     
    Acostumbrada la filosofía a bizquear, esto es,
    a envidiar a la ciencia exacta, especialmente a la física, porque en ella la exactitud parece conservarse en el conocimiento de algo que parece la Reali­dad, sigue haciéndolo. Mira, pues, como antaño, a la Física;
     
    pero se encuentra con que la Física es hoy un «modo de pensar» muy dis­tinto del que era la física de Newton, y en general de lo que se llama la «física clásica».
     
    La innovación, que es profundísima, no tiene nada que ver con la teoría de la Relatividad. Esta representa el último desarrollo de la «física clásica». Si Galileo hubiera podido ser radi­calmente fiel a su «modo de pensar», con el cual instauró la nuova scienza, habría llegado a la física de Einstein. El «modo de pensar» galileano, a que Galileo tenía que ser fiel, es el que, del modo más prodigiosamente claro, enuncia su definición de la nueva ciencia, la cual había de consistir en «medir todo lo que se puede medir y hacer que se pueda medir lo que no se puede medir directamente». No pudo ser fiel a este imperativo por tres razones: primera, porque los pro­cedimientos de mensuración en su tiempo eran toscos y dejaban escapar combinaciones de fenómenos que le hubieran obligado a reformar —en el sentido de concretar más— los principios de su mecánica; segunda, porque aun dado que hubiese poseído medidas más precisas, no existían las técnicas matemáticas que le hubieran permitido manejarlas y formularlas, y tercera, porque ambos hechos facilitaron a Galileo interpretar sin suficiente radicalismo su propia definición de la Física. Implica esta que todos los conceptos inte­grantes de una proposición física tienen que ser conceptos de «algo medido».
     
    Ahora bien; solo se pueden medir variaciones
    (que estas, a su vez, solo pueden medirse relativamente las unas a las otras, lo sabía muy bien Galileo). Pero las variaciones son expresión de «fuerzas». «Fuerza», en física no es una noción mágica, es for­malmente un «principio de variaciones», y, por tanto, lo constituti­vamente mensurable. Así, el espacio y el tiempo, para entrar en la conceptuación física, tienen que dejar de ser magnitudes geométricas para advenir magnitudes medidas. Pero medirlas es medir variaciones, y en consecuencia, hacer intervenir conceptos dinámicos. El «espacio medido» y el «tiempo medido» implican fuerzas. En esto consiste la mecánica relativista —simple esfuerzo de hacer coincidir consigo misma la idea inicial de la física, y por lo mismo, mero cumplimiento radical del programa, del «modo de pensar» de la física clásica.
     
    A este radicalismo no llegó Galileo.
    Pensaba que los teoremas geométricos valían, sin más, para los fenómenos físicos, que eran a priori, y sin más, «leyes físicas», si bien tan elementales que bastaba a la física suponerlas. De aquí su idea de la inercia. En la inercia galileana, la línea recta, como tal, esto es, como entidad geométrica, constituye una realidad física. Es una «fuerza sin fuerza» que actúa mágicamente. La mecánica relativista es la reducción de las rectas, físicamente mágicas, a curvas dinámicas, físicamente reales.
     
    La modificación profunda del modo de pensar en la física, de la física en cuanto «conocimiento», radica en dos caracteres comple­tamente ajenos a la teoría de la relatividad como tal:
    * primero, desde hace más de medio siglo, la teoría física se ha ido progresivamente convirtiendo en un sistema de leyes estadísticas. Esto significa leyes de probabilidad —sobre todo, ks más próximas a la enunciación de hechos—. Por tanto, la física no nos habla hoy del «Ser real», sino del «Ser probable». Qué signifique claramente el «Ser probable», es cosa que aún no ha sido congruamente definida, si bien para el asunto que ahora nos interesa es suficientemente clara: el «Ser pro­bable» no es el «Ser real», no es la Realidad. Mas hasta ahora se entendía por conocimiento el pensamiento a que es presente la Realidad, tanta o cuanta.
    * Segundo, si conocer es presencia de la Realidad al pensamiento, no solo tiene que haber ante el pensamiento algo real, sino que el pensamiento, es decir, lo pensado, tiene que consistir en algo similar a la realidad.
     
    Similaridad significa identidad parcial.
    Esta similaridad que ha de haber para que haya conocimiento entre lo pensado y lo real, puede ser mayor o menor. Para Aristóteles, la similaridad era casi total, porque lo importante de la cosa, a saber, su esencia, ingresaba en el pensamiento y estaba dentro de él, o en cuanto pensada, tal y cual era fuera de él. Por eso pudo decir que «la mente o alma es en cierto modo todas las cosas». La similaridad en la idea aristotélica del conocimiento se estira hasta «identidad de lo importante». Solo quedaban inasimilados los accidentes. No nos interesa ahora si Aristóteles tenía o no razón. Su idea del conoci­miento nos sirve aquí solo como jalón extremo para establecer una gradación de similaridad, partiendo de aquella como similaridad máxima. La correspondencia de similaridad que constituye la noción de conocimiento permite, pues, grados. El retrato al óleo de un personaje es similar a este, aunque él tiene solo dos dimensiones, y este tres. La similaridad prescinde en este caso de toda una parte de la realidad —su tercera dimensión—, y, sin embargo, el cuadro es similar, «se parece» al retratado, no porque todo el retratado se parezca al retrato, sino porque todo lo que hay en el retrato es idéntico a parte de lo que hay en el retratado. Si consideramos el cuadro como una serie de elementos (los pigmentos) y el cuerpo del retratado como otra serie de elementos (sus fragmentos visibles), encontramos entre ambas series una correspondencia similar, porque a cada elemento de la primera serie corresponde un elemento idéntico de la otra. Un retrato a línea del mismo hombre prescinde de más partes en la reali­dad de este, pero conserva la identidad con algunas; su correspon­dencia con el objeto sigue, no obstante siendo similar. Pero es evidente que habrá un límite en la dosis mínima de identidad entre imagen y modelo, entre lo pensado y lo real, para que la corresponden­cia de similitud exista.
     

    R

    Si con el conjunto de proposiciones físicas formamos un corpus y le llamamos «teoría física»,
    tendremos que en la física actual las proposiciones integrantes de la «teoría física» no tienen correspon­dencia similar con la realidad, es decir, que a cada proposición de la «teoría física» no corresponde nada en la realidad, y menos aún se parece lo enunciado por cada proposición física a algo real; o en términos vulgares: lo que la teoría física nos dice, su contenido, no tiene que ver con la Realidad de la cual nos habla.
     
    La cosa es estu­pefaciente; pero en admisible esquematismo, es así. El único contacto entre la «teoría física» y la Realidad consiste en que ella nos permite predecir ciertos hechos reales, que son los experimentos.
     
    Según esto, la física actual no pretende ser presencia de la Realidad al pen­samiento, puesto que este, en la «teoría física», no pretende estar en correspondencia similar con ella.
     
    Su correspondencia está garantizada por los experimentos, no por la similaridad.
    ¿Qué forma de corres­pondencia es esta?
     
    El modo de pensar que ejercita la «teoría física»
    comienza por encerrar a esta dentro de sí misma y crear en su ám­bito fantástico un mundo —sistema, orden o serie— de objetos que no se parecen nada a los fenómenos reales. Ese sistema imaginario intrateórico, por lo mismo que es imaginario (como toda matemática), logra ser inequívoco. Esto permite comparar de manera inequívoca el orden de objetos fantásticos a los fenómenos reales, descubriendo si estos se dejan ordenar en un sistema o serie isomorfos con aquel. Esta comparación inequívoca es la experimentación. Cuando el resultado de ella es positivo, queda establecida una correspon­dencia disimilar, pero uniunívoca, entre la serie de los objetos fantásticos y la serie de los objetos reales (fenómenos). Entre los objetos de una y otra serie no hay parecido ninguno; por eso la correspondencia es disimilar. Lo único que hay de similar es el orden entre ambas.
     
    En el guardarropa del teatro nos dan chapas numeradas cuan­do entregamos nuestros abrigos.
    Una chapa no se parece nada a un abrigo; pero a la serie de las chapas corresponde la serie de los abrigos, de modo que a cada chapa determinada corresponde un abrigo determinado. Imagínese que el hombre del guardarropa fuera ciego de nacimiento y conociese por el tacto los números en relieve que llevan las chapas. Distinguiría bien estas, o lo que es igual, las cono­cería. Ante cada chapa palpada recorrería por orden con la mano la serie de los abrigos y encontraría el que corresponde a aquella, a pesar de que no ha visto nunca un abrigo.
     
    El físico es este guardarropista ciego del Universo material.
    ¿Puede decirse que conoce los abrigos? ¿Puede decirse que conoce la Realidad? Todavía a comien­zo de siglo decían los físicos —Thompson, por ejemplo— que el método de la física se concreta en construir «modelos» mecánicos que nos representen con claridad el proceso real que confusamente se manifiesta en los fenómenos.
     
    En la física actual no cabe la posi­bilidad de «modelos».
    Lo que la teoría física dice es transcendente a toda intuición y solo admite representación analítica, algébrica; confirma esto que cuando, posteriormente, la mecánica de los «cuan­tos» tuvo ante su tema, por completo nuevo, que «volver a empezar», atravesó una etapa como de niñez teorética y tuvo que tornar a fabri­carse «modelos» (átomo de Bohr). Pero la rapidez con que esta etapa pasó, y su tránsito a una teoría más inintuible aún que el «campo métrico» de la Relatividad, muestra mejor que nada la presión del actual «modo de pensar» en la física.
     
    Nos encontramos ante una forma de conocimiento totalmente distinta de lo que este vocablo significa en su sentido primero, espontáneo y pleno.
    Ese conocimiento ciego se ha llamado por los mismos físicos «conocimiento simbólico», porque en vez de conocer la cosa real, posee el conocimiento de su signo en un sistema de signos o símbolos.
     
    No se ha hecho aún una «teoría del conocimiento simbólico» que resuelva con rigor suficiente en qué medida puede conside­rarse como auténtico conocimiento.
    Pero es, desde luego, evidente que, cualesquiera que sean sus otras ventajas, no puede pretender carácter de ejemplaridad cuando se busca el «modelo» del cono­cimiento.
     
    De modo que,
    * por un lado, la Física renuncia a hablar de la Realidad y se contenta con la Probabilidad,
    * mientras por otro renun­cia a ser conocimiento en el sentido de presencia de la Realidad al pensamiento.
     
    La situación de la Filosofía queda con esto radicalmente modi­ficada respecto a la en que se encontró durante la época moderna.
     
    La Física, durante siglos regina scientiarum, se ha hecho problemática en cuanto conocimiento.
    (Bien entendido: no en cuanto física, no en cuanto «ciencia», que es hoy más gloriosa que nunca.) Pues a las dos razones expuestas que engendran ese problematismo habría que añadir las originadas en la mecánica cuantista, que lo hacen aún más profundo, por hacerlo más concreto; me refiero al «principio de indeterminación» y al hecho que lo ha motivado. Lo de menos es que, como ha dicho Planck, no quedándole ya a la materia más atributo que ocupar un lugar en el espacio, según el «principio de indeterminación» queda ahora deslocalizada, sin ubietas (diría Leibniz), y por tanto, como si de materia hubiese pasado a ser «alma».
     
    Esto sería una novedad en lo que se conoce, no una modificación en el modo o sentido del conocer mismo.
    Lo grave está en que «indeter­minismo» es lo contrario de lo que la tradición consideraba como conocimiento.
     
    Pero aún más decisivo es que esa indeterminación del elemento material proviene de que el experimentador, al observar el hecho, no lo observa, sino que lo fabrica.
     
    Ahora bien; no puede haber nada más contrario a lo que es «conocer la Realidad», que «hacer la Realidad». El a priori más ineludible de todos es el de la Realidad respecto a su conocimiento. Si al procurar conocer la realidad A, nuestro conocer crea otra realidad B que sustituye a aquella, el cono­cimiento quedará siempre detrás de la Realidad, retrasado respecto a ella, y será como el galgo que en vez de correr tras una liebre, prefi­riese al galopar soltar continuamente nuevas liebres por la boca, condenándose a no alcanzarlas nunca.
     
    Esto es hoy la ciencia ejemplar.
     
    En tal situación se comprende que la Filosofía no tiene interés ninguno en considerarse como una ciencia.
    Deja, pues de biz­quear, de mirar con envidia a las ciencias. No tiene por qué aspirar a imitarlas en su «modo de pensar». Se cura de su snobismo científico. Más aún: procurará diferenciarse lo más posible de la forma de teoría que caracteriza a las ciencias; porque ella no tiene más remedio que seguir intentando ser conocimiento, en cuanto presencia de la Rea­lidad al pensamiento. Vuelve, por consiguiente como en la antigüe­dad, a enfrontarse en su modo recto, sin oblicuaciones, ante la Real.
     
    Claro es que modificando hondamente su antiguo «modo de pensar».
    Bastaría para ello considerar que su antiguo «modo de pensar» dio origen a las ciencias, esto es, que la filosofía primigenia fue demasiado «científica». Es preciso que en su método sea más auténticamente fiel a su misión, a su destino, y acepte lo que en este puede haber de trágico.
     
    Me sorprende no haber leído nunca que la filosofía pro píamente tal se constituye en Grecia —con Platón y Aristóteles— como continuación inmediata de la época en que floreció la tragedia.
     
    La filosofía, al reconquistar su posición de independencia respecto a las ciencias,
    necesita ver con superlativa claridad que no solo es distinta de ellas por su «modo de pensar», que es, quiera o no, pueda o no, conocimiento; ni solo por su tema, es decir, por el contenido peculiarísimo de su problema, sino por algo aún previo a todo eso; a saber: por el carácter de su problema como tal.
     
    La ciencia consiste formalmente en ocuparse de problemas que son en principio solubles.
    Son, pues, problemas de un problematismo relativo, manso; proble­mas que al empezar a serlo están ya a medias resueltos. De aquí el escándalo que se produce en las matemáticas cuando se topa con un problema insoluble.
     
    Mas el problema que dispara el esfuerzo filosófico es ilimitadamente problemático, es en absoluto problema. Nada garantiza que sea soluble.
     
    En ciencia, si por acaso un problema es insoluble, se le abandona. La ciencia existe si encuentra soluciones. Estas son inexcusables. Son ciencias porque consiguen soluciones acertadas.
     
    Pero la filosofía no se parece a ese tipo de ocupación. La filosofía no existe ni se recomienda por lo logrado de sus soluciones sino por lo inexorable de sus problemas. Los problemas científicos se los plantea el hombre cuando tiene de ello el humor. Los problemas filosóficos se plantean a sí mismos, es decir, se plantan ante el hombre quiera este o no. Trae esto consigo que los problemas filosóficos no están adscritos a la Filosofía, como los físicos a la Física, sino que son independientes del tratamiento metódico a que se les someta.
     
    Tiene hoy, pues la Filosofía que enunciar su propósito en tér­minos inversos de los empleados por Kant y decir: «El método de la Filosofía es en el fondo aproximadamente lo contrario que el método de la Física».
     
    Con este esquema de la situación presente-futura en que ha entrado la filosofía,
    no se pretende dar una idea clara de esta, sino estrictamente decir lo necesario sobre ella para contraponerla a la situación anterior, que de este modo queda acotada y con figura precisa. Porque, si no, parecería que la situación moderna es la única ya posible —por tanto, definitiva—, y entonces no se trataría de una situación en que la filosofía se ha encontrado, sino que se confundirla con la filosofía misma, como algo definitivo y exento de condiciones situacionales.
     
    Nada humano está fuera de un «campo de fuerzas».
    La situación histórica es, en efecto, un «campo de fuerza» en que las fuerzas son tendencias intelectuales predominantes.
     
    Otra cuestión que anubla desde hace años la ejemplaridad de la física
    emerge de la variabilidad de su contenido doctrinal, que se ha acelerado tanto y tan gravemente en los últimos años.
     
    Se tiene la vaga impresión de que la variación de las teorías físicas, lejos de afec­tar a su continuidad y su firmeza, viene a robustecerla; pero esta es la hora en que este carácter móvil del saber físico no se ha aclarado, ni es probable que su aclaración venga de los físicos.
     
    Que una ciencia es «verdadera» precisamente porque su doctrina es cambiante,
    da en rostro a la idea tradicional de la verdad, y solo puede ser esclare­cida renovando a radice la teoría general de la verdad misma y haciéndonos ver que, siendo esta asunto humano, queda afectada por la condición del hombre, que es la de ser mobilis in mobile.
    ……………………

  • Santiago

    Coincido que el ser humano no solamente tiene naturaleza sino historia…Ambas cosas son evidentes y necesarias…Tampoco filosofía y ciencia experimental son antagonistas…No podemos prescindir de la filosofía…que precedió a la ciencia moderna…puesto que para llegar al método experimental científico tuvimos primero que “pensar” en el. El ente humano primitivo es esencialmente “pensante” y hace historia porque se encuentra en el tiempo y con el tiempo….Existe , por tanto,la filosofía de la ciencia..en el libro de los “por qués” y “como” y sobre los “orígenes”….

    Por tanto filosofía y ciencia pura son paralelas y al mismo tiempo inter-accionan…como todo el conocimiento “humano” que existe. La crisis de fe en el mundo de hoy se reduce a si es posible que exista algo mas allá de la frontera terrestre, existencialmente materialista.  Y si es possible conocer “algo” sobre “eso” y si ello es posible, entonces, con que grado de certeza lo lograremos….
    Pero el ser humano es “capax Dei”….”.La capacidad transcendental de la razón  es una realidad que es inherente a la naturaleza humana. El ser humano puede llegar al conocimiento orgánico y unitario acerca de “si mismo”, del mundo y del propio destino eterno” Fides et Ratio)

    Por eso la filósofa fenomenológica Edith Stein, una de las mas queridas discípulas de Edmund Husserl, en su etapa trascendente,  afirmaba que “quien busca la verdad, busca a Dios, aun sin darse cuenta, ya que Dios es la Verdad” Por eso Demócrito fue un verdadero científico al concebir al Universo como formado por corpúsculos de número infinito y en constante movimiento…
    Edith dirige su filosofía fenomenológica en la búsqueda del sentido trascendente de su existencia….Ella se dirige desde “lo creado” al Creador…y desde el Creador a “lo creado”….Es teología ascendente y descendente a la vez……..

    Por eso,….. ser, energía, acto….. EXPRESAN la irradiación AD EXTRA del ser que “existe por si mismo” El ser es vida, un movimiento que se produce a partir de una interioridad AD INTRA…..Su obra y su acción AD EXTRA no puede por tanto afectar su ser, no le puede añadir nada nuevo…y de no haber ocurrido la contingencia de la Creación no supondría nada menos su ser, Su don es absolutamente gratuito y libre y no responde -y no puede responder- a ninguna necesidad o determinación INTRÍNSECA.

    Por eso, San Juan, empieza su evangelio: “en el principio estaba el Verbo”…la palabra griega ARKHÉ no se refiere a un “principio” en el tiempo..sino “al primer ente” que es el “ente primitivo”….o sea: “en el primer ENTE estaba el Verbo”…El Padre estaba en el Hijo que es la INTELIGENCIA de lo real primitivo…EL contiene el sentido de todo lo creado…TODA la creación es un conjunto inteligible que tiene su coherencia en el Verbo, que es la PALABRA revelada de Dios
    Nuestra inteligencia solamente es CAPAZ de captar algunos rasgos y aspectos parciales, a modo de notas aisladas de una gran sinfonía, de la VERDAD TOTAL que nos dará la vision en la vida eterna..
    Todo pues está en el Verbo….Todos los seres ha sido pensados por El…Cada uno de ellos tiene en El su pleno sentido. “Todas las cosas se sostienen por el Verbo y junto con El. (Col 1,17)

    “Lo que se hace real en las cosas solamente es verdadero y eficaz en El. Esta eficacia es la que realiza las cosas” afirma Stein….

    Es esta PALABRA la que ha sido “revelada” por Dios….y no por invención humana…..Es la PALABRA que trasciende y ha trascendido a traves del tiempo….la única capaz de dar sentido a la existencia humana, que aunque terrestre, tiene su meta en la Verdad eterna…que es un continuo presente que se nos manifiesta a cada instante….La única PALABRA capaz de salvarnos…

    Un saludo cordial    de Santiago Hernández

  • Isidoro García

    Yo entendí la palabra “generación”, del título del texto principal, como la forma de generar esperanza en el futuro. Pues justo es en los momentos de gran crisis, cuando cunde el desánimo y la desesperanza, y se ve todo negro.
     
    Y por eso creo que la generación de la esperanza, pasa primero por un certero diagnóstico de la situación, y después por la articulación de una serie de actitudes y la asunción de una serie de valores y creencias, que contribuyan a seguir adelante.
     
    Primero hay que señalar, que los que tienen que salir del atolladero presente, son la gente joven, los hombres y mujeres del siglo XXI, no nosotros que estamos aquí de milagro, y solo de prestado por un poco tiempo.
     
    Se inicia aquí la tercera y última fase, en que nuestros hijos y nietos tienen que levantar la gran construcción del Reino de Dios, de la Sociedad Ideal futura laica, del Mundo Espiritual, de la Gran Comunidad humana, de la Comunión de los Santos, de la Supermente aurobindiana, de la Cristogénesis tailhardiana, o como queramos denominarla. (Todos son nombres de lo mismo).
     
    Adjunto un pequeño trabajo, (un poco pesado. Perdón por el rollo), de cómo será esa construcción futura. (Podrás ver, Oscar, que todo ese mundo de la Ciencia de la Complejidad, era algo muy ajeno al Ortega de hace ochenta años).
     
    ……….
    IV.3. Aceptación del pluralismo: conveniencia de la interdisciplinariedad.  (27-6-14)
    “Dí, loco, ¿que cosa es mayor, la diferencia o la concordancia?.
    Contestó, que fuera de su amado, la diferencia era mayor en pluralidad, y la concordancia, en unidad.
    Pero en su amado eran iguales en pluralidad y unidad”.  Ramón Llull, (Libro del amigo y del amado).
    *
     
    Las reflexiones sobre la naturaleza y origen del pluralismo ideológico nos son útiles en la reflexión sobre la gran Comunidad Humana en formación, en la que estamos incorporados: la gran Comunidad crística de los Santos. Porque nuestros espíritus siguen teniendo los mismos vicios y virtudes que nuestras mentes cerebrales de las que son copias.

    Por ello como dice Llul, en “el amado”, o sea en la gran Comunidad Crística global humana, hay que encontrar un sistema organizativo que consiga conciliar, (hacer iguales, dice Llull), la humana pluralidad, con una unidad de acción que es precisa en toda organización colectiva.

    Estamos en los inicios de un proceso, en cuyo final nos encontraremos ante una realidad de una gran complejidad, que englobará a todo el mundo, y que mediante la conectividad global, se habrá convertido en un único gran sistema coordinado, compuesto de multitud de subsistemas. Esto será el fruto de un largo proceso de evolución cultural de la humanidad, a lo largo de la historia, que se habrá producido en varias fases.

    En la primera fase de nuestro desarrollo cultural, las mentes individuales estaban subsumidas en una mente comunal, grupal, que inhibía la creatividad individual, y estaba dirigida a la mera supervivencia física.

    En la segunda fase de dicho desarrollo, que es nuestra fase actual, se produce la potenciación y el desarrollo de la mente autoreflexiva del individuo, lo que ha generado una gran creatividad y aprendizaje en los individuos, lo que paralelamente ha generado además de un gran avance cultural, un gran desorden y conflictividad sociales, que suponen un gran freno y un grave peligro de colapso y fracaso del proceso de desarrollo de la humanidad.

    La tercera fase de nuestra evolución, que es la que estamos empezando a encarar en este inicio del siglo XXI, se caracteriza por la constitución de múltiples grupos primarios, con una clara identidad  y homogeneidad ideológica y/o de objetivos de acción común, que por una parte estimulen la creatividad y el progreso del conocimiento de los individuos que los constituyen, generando sinergias y apoyos mutuos, tanto a nivel cognitivo, como psicológico, proporcionando estímulo y seguridad personal a sus integrantes.

    La cuarta fase que se debe empezar a desplegar simultáneamente con la tercera, será la de la coordinación intergrupal e interdisciplinaria, generando macrogrupos de mayor nivel, integrados por múltiples grupos primarios, generando una convergencia ideológica, dentro del respeto de la pluralidad y de una sana competencia socioeconómica, creativa y de aprendizaje.

    La manera de conciliar el pluralismo o de los individuos y de los grupos primarios homogéneos, no está en que alguna de las partes renuncie a parte de sus planteamientos y asuma los del contrario. Ese pluralismo se obtendrá de dos maneras. La primera y principal es aceptando la realidad de una unidad en lo estrictamente esencial y una diversidad natural, en el resto.
     
    Hay que tener muy claro que la unidad nunca supondrá uniformidad, sino la coordinación y convivencia del pluralismo. Por eso señalaba Karl Barth, que la unidad de las iglesias no se hacía, (con trabajo y esfuerzo), sino que se descubría y lo mismo se puede decir de toda la diversidad ideológica. Ya somos iguales, aunque pensemos distinto, y por eso no es imprescindible, aunque sí conveniente, el trabajo y el esfuerzo de unificar ideas, pensamientos y credos.

    La clave está en darse cuenta de qué cosas son esenciales y cuales accesorias. Y muchas de las diferencias que mantenemos sobre ideas concretas, son cuestiones secundarias, que se pueden intentar globalizar mediante el algoritmo adecuado.

    Además es conveniente fomentar la interdisciplinariedad.  A todos suelen faltarnos en nuestros mapas mentales elementos de la realidad, lo que hace que al disponer de ellos veamos las cosas de diferente forma. Por ello el ideal es que cada parte reciba una información adicional complementaria a sus planteamientos previos, de tal forma que todos vayan confluyendo paulatinamente en un planteamiento compatible, o al menos convergente.

    Pero para ello es preciso previamente aceptar el pluralismo como fruto de nuestra naturaleza humana y así eliminar totalmente en el discurso el afán beligerante contra el opuesto, el odio hacia el que opina distinto, la sectarización de pensar que el que piensa distinto que nosotros lo hace por mala voluntad o solo para defender intereses espúreos, que es el veneno que el pensamiento político, (no de la alta política, sino de la politiquilla del día a día), introduce en el discurso intelectual. Por eso o se hace política o se piensa seriamente. No cabe alternativa: los métodos son totalmente incompatibles.

    Muchas personas no pueden impulsarse más que mediante el odio, que es un motor psicológico muy potente. Ya es sabido que donde falta el conocimiento y la reflexión, afloran inevitablemente las emociones y sentimientos. Pero la humanidad también necesita gente que piense limpiamente, aunque eso no les exime de poderse equivocar, naturalmente.

    Esta es una tendencia de plena actualidad, que se refleja en el gran auge de la ciencia del management empresarial, en el campo económico o en el del entrenamiento de los deportes de equipo, en los que la clave está en que cada individuo integrante mejore su técnica y su motivación personal, pero siempre dentro de la coordinación de un trabajo de equipo.

    El resultado final, que en el caso de la humanidad será la Mente Global soñada por Teilhard, tiene que ser el resultado de la coordinación de unos seres individuales plenamente autónomos y autosuficientes, a través de su incorporación en grupos o comunidades de niveles cada vez superior y organizadas mitad piramidalmente y mitad en red. Con nuestra integración en ella, el hombre no debe perder nada, sino por contrario añadir a nuestra esencia algo muy superior. Es hacer verdad que lo que se da no se pierde, y a cambio se gana mucho del conjunto.
     
    El problema de la generación de sistemas de decisión colectiva perfeccionada, cada vez está mejor estudiada, no solo por parte de los politólogos, y teóricos empresariales y organizativos y coachs deportivos. Para ello se tienen en cuenta los estudios por parte de sociobiólogos y etólogos animales, de los modelos de coordinación de individuos que la naturaleza ha desarrollado en las fases evolutivas inferiores.
     
    Peter Miller, en su libro, “La manada inteligente”, siguiendo también los estudios de Sociobiología de Edward O. Wilson, nos señalan como ya otros animales sociales, como nosotros, aunque mucho menos inteligentes que nosotros, han encontrado sistemas de decisiones colectivas optimizados, de los que podemos tomar nota.
     
    Un ejemplo de esta integración armónica se da en la naturaleza en una bandada de pájaros que vuela en formación de V: el movimiento del grupo es el resultado agregado de las acciones de cada individuo, que actúa según su percepción local del mundo.
     
    No hay un líder. El ave que va delante de la V tiene que esforzarse más para volar, debido a la resistencia del viento. Pero, cuando se cansa, otro individuo la sustituye en la posición de liderazgo. Las aves se rigen por lo que podríamos llamar un liderazgo basado en la colaboración.

    Estos ejemplos sucedidos en la Naturaleza, no nos deben engañar, intentando copiar ciegamente sus ejemplos. Sólo nos indican dos cosas. La primera que los avances en temas culturales se dan en espiral, siguiendo el ejemplo del sacacorchos. Hay un contínuo doble movimiento, por una parte circular, (el yin y el yang), pero por otra parte adelante. Por ello esas soluciones de la naturaleza en estratos culturales primitivos, lo que nos indica es que existen soluciones para la conciliación de contrarios, solo que exigen mucha imaginación y creatividad.

    Para conciliar esa multitud de subsistemas, Fredmund Malik insta a recurrir a las ciencias de la complejidad, que son tres: la teoría de sistemas, la cibernética y la biónica, una combinación de la biología y la técnica, con el argumento de que si entiendes el funcionamiento de la naturaleza, puedes transformar los sistemas humanos.

    Así, en el Mundo Espiritual esta coordinación entre individuo y comunidad, deberá realizarse mediante un potente software informático-simbólico, que aporte los conocimientos complementarios necesarios a nuestra parcial cosmovisión individual.

    Lo que debe estar claro en nuestro concepto de la presente-futura Mente Global, es que nunca se realizará mediante la asociación de unos humanos despersonalizados y sin autonomía individual. En este sentido, la iconografía del Buda iluminado, con cara de pánfilo, así como las imágenes de unos santos cristianos con cara de embobados, poco menos que con la boca abierta y cayéndoseles la baba, al hombre moderno les causa un instintivo y lógico rechazo.

    Y esa es la causa principal del rechazo de muchos científicos hacia la mentalidad religiosa. Freud,  en “El porvenir de una ilusión”, señalaba la gran diferencia entre la radiante inteligencia de un niño sano, y la débil capacidad intelectual de un adulto medio. Y la achacaba en parte a la educación religiosa y a la difusión de doctrinas colectivistas divulgadoras de quimeras que aprisionan al individuo, al promover la auto represión de las pulsiones del individuo.

    El Mundo Espiritual, que será sobre todo, una gran máquina educativa para el conocimiento de la Realidad, debe articular un sistema o software educativo, que consiga compatibilizar la autonomía y creatividad del individuo, y su coordinación hacia unos fines colectivos y de especie.

    El gran arma de la mente global no vendrá del aumento lineal de la capacidad de procesamiento, (algo así como un procesamiento agrupado por lotes, tipo proyecto SETI casero), sino de la gran diversidad de las imaginaciones y las mentes: lo que uno no puede imaginar, lo imagina otro. La Mente global o Superhumanidad, lo que hará es corregir mediante un supersoftware, las “desviaciones o perversiones  ópticas” de cada uno de sus componentes, dando lugar así a un Conocimiento global. Por eso el pluralismo y la diversidad, congénitos de cada humano individual, no suponen un obstáculo y son compatibles con la pertenencia a una gran Comunidad global humana.
     
    La transición hasta una mente global, supone ir eliminando el caos y la confusión en las relaciones entre sus integrantes, (que ocasiona la ineficiencia y la confusión babélica), hasta conseguir una coordinación plena y armoniosa y por ello eficiente.
     
    Esto supone la aplicación de una tecnología sofisticada de trabajo colectivo. Señala Eduardo Punset, que en la naturaleza, especialmente en los animales sociales, hay ejemplos claros de como “una multitud de pequeñas acciones pueden contribuir a crear algo útil, en la línea de los wikis. Todo ello deja vislumbrar un futuro en el que los humanos podremos desarrollar una ciencia de la colaboración que nos permitirá aprovechar lo mejor del trabajo en grupo y en la que internet desempeñará, sin duda alguna, un papel fundamental”.
     
    Recientemente se han realizado experimentos en robótica e Inteligencia Artificial, de manera que se ha conseguido imitar el comportamiento de los animales sociales. Estos, como las termitas, son capaces de operar de forma descentralizada y reaccionando a cambios en su entorno más inmediato para construir sus nidos.
     
    Mediante el uso de unas pocas reglas individuales implícitas, y de una serie de sensores para detectar su entorno o la presencia de otros compañeros, realizan una labor común sin que todos tengan que determinar que hacer, sin el uso de ningún supervisor que les coordine, y cada uno solo modificando su entorno.
     
    Actos individuales a bajo nivel producen resultados a alto nivel. De forma natural utilizan la estrategia del “piensa globalmente, actúa localmente”.
     
    El camino de los animales sociales indica la dirección a seguir, pero seguirla con individuos inteligentes, supone una complejidad enorme, y es el gran reto de la humanidad en el presente y el futuro.
     
    Para alcanzar ese arte o ciencia de la colaboración, es necesario disponer de un fuerte software integrador de los muchos y diversos conocimientos, a fin de lograr una síntesis sinérgica y lúcida.
     
    Hay que destilar la información significativa de los inmensos flujos de datos disponibles. Y para ello son precisos la obtención de esa gran cantidad de información; y disponer de una buena sabiduría y de un buen discernimiento, para valorar ese torrente incesante de conocimiento.
     
    Este tema ya está siendo abordado en la actualidad y es el motor de toda la investigación en management empresarial, para lo que se utilizan grandes algoritmos inteligentes, que también se utilizan como motores de buscadores informáticos como Google, Facebook y demás.
     
    Ha habido físicos como Roger Penrose, que han considerado que existen verdades que no son algorítmicas, a las que no se puede llegar mediante un número finito de pasos y que por ello no todas las leyes físicas son computables.
     
    Pero si aceptamos el modelo del Universo como compuesto de materia-energía por una parte, y por otra de una “información” modular que se va acumulando, creando así organismos cada vez mas complejos, intuiremos que todos esos “cuantos” de información, pueden ser elementos relacionables y computados entre sí, siguiendo las leyes de la lógica matemática. Eso daría vía abierta a su algoritmización cibernética.
     
    Investigadores como Stephen Wolfram, autor del libro “Un nuevo tipo de ciencia”, experto en álgebra computacional simbólica están en este campo. En sus experimentos con autómatas celulares, utiliza programas simples que, siguiendo reiteradamente unas pocas reglas básicas, generan patrones complejos de comportamiento.
     
    Wolfram considera que esa es la regla de oro del comportamiento complejo del Cosmos. Su libro comienza así: “Hace tres siglos la ciencia fue transformada por la idea nueva, dramática, de que reglas basadas en ecuaciones matemáticas podían utilizarse para describir el mundo natural. Mi propósito en este libro es iniciar una transformación semejante, e introducir un nuevo tipo de ciencia basada en reglas muy generales que pueden ser expresadas en programas simples de computación”.
     
    El corazón del libro es el “Principio de Equivalencia Computacional” que, según Wolfram, comparten absolutamente todos los procesos del universo. “Casi todos los procesos que no son obviamente simples se pueden ver como computaciones de equivalente sofisticación”.
     
    Este nuevo enfoque tiene muy buenas posibilidades de avances en áreas de la ciencia donde hay una complejidad obvia pero que es difícil lograr reproducirla. Se diseñarán unos sistemas tecnológicos con reglas extraordinariamente básicas pero que harán cosas increíblemente sofisticadas.
     
    La gran novedad es que se podrán informatizar campos de conocimientos no estrictamente matemáticos. Y se podrá utilizar la gran potencia computacional de los ordenadores, produciendo grandes avances en áreas como la lingüística, la economía, las ciencias sociales y las ciencias cognitivas.
     
    Estos conceptos se pueden hacer extensivos a la organización interna de la gran Mente Global Espiritual. Será necesario que disponga de una gran capacidad de organización y gestión de la información de innumerables mentes, para organizar un modelo en red, global de la humanidad.
     
    Según Carl Hempel, “los conceptos de la ciencia son nudos en una red de interrelaciones sistemáticas en la que las leyes y los principios teoréticos constituyen los hilos… Cuantos más hilos converjan o partan de un nudo conceptual, tanto más importante será su papel sistematizado o su alcance sistemático”.
     
    El austriaco Fredmund Malik, profesor y autor de una gran cantidad de libros de dirección de empresas señala que este proceso integrador “es como una sinfonía, no puedes tocar una sinfonía completa tocando cada parte por un lado. Duraría mucho y no sería una sinfonía. Solo si tocas todas las partes a la vez es una sinfonía. Hay que conectar las cosas que están separadas, como en la química, que consigue algo totalmente nuevo a partir de cada uno de los elementos, y de manera sincrónica”.

    Es necesaria una dirección común, que marque el ritmo que nos unificará y nos hará un todo único. Y cada uno haremos un contrapunto distinto y un acorde adecuado que el Director de la “Orquesta”, coordinará y hará que suene perfectamente.

    Esa integración final será voluntaria por cada uno de nosotros. Quizás podría decirse, que en parte nuestra experiencia individual previa, puede servir para convencernos de que aislados, no hemos llegado muy lejos en lo que a comprensión de la realidad se refiere.

    Porque justamente aquellos pocos excepcionales que han destacado en este punto, (filósofos, científicos, santos, y bodisatvas), en la vida terrena, serán los que comprenderán mucho mejor las enormes posibilidades que les otorgará su integración en una gran Inteligencia Global, crística, o en el Nirvana budista.

    Y esa misma tarea es de forma paralela, el gran “milagro” que se debe conseguir para la formación de una gran Comunidad Cristocéntrica, que aunque liderado por una Jerarquía valiosa, debe constituir la unión y la integración de la gran diversidad y pluralismo de todos los humanos que la constituímos.
     
    Porque dicha Gran Comunidad, no puede estar constituída por individuos robotizados o lobotomizados que digan “Sí Wuana” a todo. Unos integrantes así no serían humanos, sino simples robots sin alma. Lo que nos otorga la gran categoría a los humanos es ser portadores y usuarios de una inteligencia, y esta por naturaleza es diversa y plural.
     
    Ese gran software integrativo de una auténtica democracia en la Comunidad espiritual, es el mismo que paulatinamente los humanos vivientes deben ir creando y formando paulatinamente. Y en este sentido, la instauración generalizada de la democracia, aunque sea en formas aún muy rudimentarias, y la creación de comunidades informáticas como Internet y sus aplicaciones como Wikipedia, Google, Facebook y otras comunidades sociales, son respectivamente, los primeros pasos, aún torpes y balbuceantes hacia ese estado futuro hacia el que avanza inexorablemente la humanidad.

  • M.Luisa

    Es curioso pero lo leído del escrito de Ortega lo podría concentrar, para resumir,  en aquellas dos perspectivas que, días atrás,  expuse en dos direcciones,  la del “estar  SIENDO”  como a la inversa del “ESTAR siendo” cuya perspectiva, aquella, dije, se ve como la actualidad desde la actividad operante y es lo que constituye el acontecer histórico. El  SIENDO de este estar físico no es el sensible propio de un sujeto cuya naturaleza fuera meramente sustancial y que por ello sensibilizara la razón, entonces sí que se podría decir que esta razón física ha fracasado (la razón es irreductible a  sensibilizarla)  Pero, aunque esto, tristemente  haya ocurrido,  no es el caso porque el SIENDO  del acontecer  lo es precisamente porque no es un ser que se apee en lo sensible -estático (lo que sí, en cambio, puede ocurrir en el ESTAR siendo) sino que trasciende a lo sentido porque esto sentido es de suyo algo  “sentiente” y dinámico. Lo hace, de este modo, ser historia.
     
    Precisamente porque somos HEREDEROS y no PROLE el hombre “tiene” naturaleza pero “es” Historia.
     
    Visto el ser desde la actividad operante de la sustantividad  humana  se huye de la idea de causa efecto que es lo que, en mi opinión,  pretendió Dilthey,  huir del modelo epistemológico de las ciencias naturales. Sin embargo el concepto de  naturaleza cambia a partir de la física cuántica y con ello, por supuesto, también,  el concepto de realidad.

     
    No entiendo por qué lo que siempre ha sucedido históricamente entre maestro y discípulo, es decir,  que éste apoyado en aquél  pueda, de algún modo, trascenderlo se niegue  a verlo  en el caso de Ortega y Zubiri. Ambos fueron discípulos de Husserl  así como también de Heidegger, sin embargo Zubiri  en su madurez con su gran trilogía Inteligencia y Realidad fue más allá de la fenomenología en la que  en ella sí, desde luego,  se adscribieron tanto Ortega como Heidegger.

  • oscar varela

    Hola!
     
    La esperanza de Isidoro parece consistir en que se instaurará en el futuro una CIENCIO-CRACIA, aunque no use este palabro.
     
    Más bien se habla de TECNO-CRACIA (el Poder lo asumen los TECNÓLOGOS de la Tecno-logía).
    (el Papa mismo no cesa de batir el parche contra la TECNO-CRACIA).
     
    Por varias razones yo pienso que Ciencia y Técnica son incompatibles con el Poder.

    La GOBERNANZA facilitará, echará mano o impedirá el uso socio-político de los inventos ciencio-tecnológicos.

    El Científico y Tecnólogo, en cuento tal no es idóneo para la Gobernanza. 
    ……………………

    Para Muestra, basta un Botón” (aunque chiquito, espeluznante, porque lo de Irán fue más monstruoso).
    ……………………….
     
    EL PROYECTO DE ENERGÍA QUE TRUNCÓ EL TERROR
    http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-278539-2015-08-03.html
     
    ENTREVISTA con Carlos Calle, un científico de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) hasta que fue secuestrado en 1976 – Por Alejandra Dandan
     
    –Vamos al comienzo. ¿Quién es usted?
     
    –Mi padre era un docente que sostenía que las escuelas técnicas eran el futuro.
    Me recibí de técnico químico en 1962 e ingresé a la Facultad de Ingeniería Química.
    Después de recibido conocí Nueva York y en el Instituto Tecnológico de Massachusetts.
    Recorrimos Europa, hicimos cursos. Luego Rusia, Polonia y Checoslovaquia.
    Al ver un mundo, muy distinto a la Argentina, a mí se me abrió la cabeza.
    Volví. Tenía que encontrar trabajo. Me había casado.
    Concursé para la Comisión de Energía Atómica (CNEA). Me eligieron
    Había un proyecto interesantísimo.
     
    –¿Qué era lo interesantísimo?
     
    –Una planta radioquímica: es la química de los elementos radioactivos que tiene sus vueltitas.
    Trata elementos combustibles irradiados para separarle el plutonio.
    Lo hicimos por primera vez en el hemisferio sur en el año1968.
    Fue bastante complicado y se hacía en una instalación fuertemente blindada a las radiaciones.
     
    –¿Hasta ahí sólo Estados Unidos lo había hecho a este lado del mundo?
     
    –Estados Unidos y también lo habían hecho los rusos, los ingleses, los franceses.
    Todos los países desarrollados que tenían armamento.
    El plutonio fue el primer elemento artificial producido masivamente por el hombre.
    Se hacía con reactores diseñados especialmente.
    Las potencias del mundo se dedicaban al armamentismo nuclear.
    Habíamos logrado hacer una experiencia cualitativa; habíamos logrado el método.
    Me contrataron para sumarle capacidad a la planta junto a otro grupo de jóvenes.
    Era un desafío científico.
     
    –¿Esto era para que Argentina sea potencia nuclear o se hablaba de independencia?
     
    –Era un problema de independencia y la Argentina tenía gente capacitada.
    Las potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial capturaban a los científicos alemanes.
    Perón creó la CNEA en 1950 porque en todos lados se estaban creando plantas de energía atómica. Vino un radioquímico alemán muy experto. Eso generó una bola de nieve muy positiva.
    Se formó a profesionales con un fuerte expertise en el campo de la radioquímica.
    –¿Entonces qué pasó?
     
    –Había que hacer una nueva Planta de mayor capacidad. Eran los años del ’70 al ’74.
    Había grupos de discusión, asambleas, reuniones.
    Participaba la gente de los centros atómicos de Ezeiza, de Constituyentes y el de la sede central.
    Coincidíamos en usar uranio natural; combustible más fácil de fabricar autónomamente.
    Íbamos a la Cámara de Diputados para discutir una Ley Nuclear.
     
    –¿Cuál era el corazón del proyecto?
     
    –El corazón era tener una cierta capacidad técnica propia. Nos negábamos a comprar.
    No queríamos “llave en mano” porque solo te enteras de la llave;
    Atucha I se compró llave en mano a Siemens en 1968. Pero Argentina participaba.
    La segunda central adoptó otra tecnología. Que también funcionaba con uranio natural. Canadiense.
     
    –¿Llegamos a las carretillas?
     
    –Llegamos al ’73. Llega Cámpora al Gobierno.
    Teníamos un proyecto de 10 tomos que llevábamos en una carretilla con ruedas de goma.
    Lo llevábamos al gerente: ¿Lo vamos a hacer? ¿O no lo vamos a hacer?
    El problema es que nos habíamos metido en un problema que era estratégico.
    Porque los Estados Unidos cerraron la provisión de tecnología para la extracción de materiales estratégicos a todo el mundo.
     
    –¿Cómo lo supieron?
     
    –Había un club exclusivo, el Club de Londres, que reunía a los países grandes productores de tecnología.
    Allí se decidió que estos países no podían vender o transferir tecnología o todo lo que fuera relativo al reprocesamiento a otros países.
     
    –¿En ese contexto, el proyecto generó tensión en la Comisión?
     
    –¡La carretilla generó un lío!
    En junio de 1973, la CNEA es tomada durante un día por la gente. La gente se rebela.
    Al crear la CNEA Perón puso a un ejecutivo muy capaz: Pedro Iraolagoitía, un almirante.
    En 1955, la gente hubiera querido que se quede, pero se fue.
    Entró otro almirante, Oscar Quihillalt con gente antiperonista.
    Tenía una mirada cientificista, la ciencia por ciencia pura.
    Cuando se arma el lío, se produce la intervención de la CNEA.
    Cámpora llama a Quihillált. Renuncia y vuelve Iraolagoitía. Otra vez la carretilla!
    -“¿Ustedes son bastante revoltosos?”, nos dijo en la primera reunión. Yo tenía 30 años.
    Nos dijo, déjenme el proyecto. Se tomó un tiempo y dijo: esto está bien. Vamos a hacerlo”.
     
    –¿Finalmente cumplían el sueño?
     
    –Sí, pero no tanto: teníamos el proyecto, pero requería de algunas cosas complejas.
    Fuimos a la Universidad de Química e Ingeniería. Hablamos con los profesores.
    Tenemos este problema, dijimos. Necesitamos alguien capaz de hacer las curvas de uranio, que son como un ejercicio de operaciones unitarias de química.
    Contratamos personal de las universidades para hacer el desarrollo de puntos críticos.
    Teníamos los libros que decían tal cosa, pero había que verificarlo.
    Inventamos el Centro de Investigación Proyectos y Aplicaciones Mecánicas, en realidad un acuerdo entre CNEA e Ingeniería donde habíamos detectado a un ingeniero muy bueno llamado Halperin.
    Cuando se empezó a desmadrar la situación política y nombraron a (Alberto) Ottalagano (como interventor de la UBA), tuve que ir a hablar con el ingeniero que dirigía la Facultad de Ingeniería que me recibió con una 38 arriba de la mesa. Yo iba a decirle que no fueran a sacar a Halperín del proyecto. Pero lo rajaron.
     
    –¿Quiénes estaban en el proyecto?
     
    –El responsable era Santiago Morazzo. El grupo estaba formado por ingenieros y técnicos, unas 40 personas.
     
    –¿Qué pasó con el golpe cuando asume Castro Madero?
     
    –Castro Madero estaba ahí, daba vueltas. Era un marino que había estudiado física. Cuando aterrizó en la CNEA se dedicó en primer lugar a realizar la domesticación del personal, mediante un programa de brutal represión ideológica.
     
    –¿Ustedes eran militantes orgánicos?
     
    –Nuestra fábrica de Ezeiza se había trasformado en un refugio.
    La madrugada del 28 llegan a mi casa. Me golpean la puerta. Prácticamente me sacaron de ahí.
    La última visión que tengo es que bajaba en calzoncillos de la escalera.
    Me llevaron encapuchado, esposado. Con una escopeta.
    A la noche me interrogaron. Me preguntaban cómo era la organización de la célula.
     
    –Insistían.
     
    –Claro, teníamos poder y además la gente nos seguía.
    Después íbamos a la asamblea y proponíamos cosas.
    Elaboramos el proyecto de Plan Nuclear tomando a la Secretaria de Energía como parte.
    Había un compañero que fue otro de los que pagó, Pedro Landeiro, un ingeniero brillante…
    En la Escuela de Mecánica de la Armada, primero nos cagaron a patadas.
    Uno hacía de bueno y otro de malo: Dejámelo, que lo meto a la parrilla.
    A los tres días hubo un traslado. De noche, y en el camión reconozco la voz de Santiago Morazzo.
    Nos tocábamos los dedos. Tratábamos de darnos aliento. Era una angustia grande pero fue la primera señal de que no estaba solo.
    Después, con la reconstrucción de lo que sucedió, nos dimos cuenta que nos llevaron a un barco, el Bahía Aguirre. Ahí trajeron después a todos los demás compañeros de la Comisión, éramos once.
    ……………………
     
    NOTAS biográfica personal:
    1.- En uno de los Edificios para producir Plutonio (el de Ezeiza) me tocó hacerme cargo del Montaje estructural de toda una Sección llamada “Cañón de Servicios”, por donde pasaban todas las cañerías de la Planta.
    2.- Actualmente mi hijo de 43 años es el Inspector encargado de las soldaduras de la Planta Nuclear de Atucha II (a 100 km Norte de Bs. As.), que acaba de ponerse en marcha y ya produciendo al 100%. Ahora están encarando un diseño propio de Centrales más pequeñas. También se comenzará la 4ª. Central (Atucha III) al lado de las otras dos, margen Oeste del Río Paraná.

  • mª pilar

    ¡¡¡Gracias Oscar!!! Genial como siempre.
     
    Abrazos compartidos.
    pili

  • oscar varela

    Hola!
     
    El Artículo de Leonardo “Para entender el fenómeno de la crisis, 24-Julio-2015” (que dio origen a todo este pot pourrie de Comentarios) da mucha importancia a la DECISIÓN (concepto importado del Maestro Martín Heidegger a la base del pensamiento de Boff. En alemán Entschidung término muy usado luego en una “telogía existencialista” como la del influyente Rudolf Bultmann).
     
    Boff necesitó nombrar la DECISIÓN en 2 de sus 4 Pasos del Esquema de la Crisis; el 3º- y el 4º-
    Se lee:
    (3) urge una decisión que cree nuevas certezas y otro sentido,
    ¿cómo decidir si no se ve claro?,
    pero sin decisión no habrá salida;
    (4) pero tomada una decisión, incluso con riesgo, se abre entonces un camino nuevo y otro espacio para la libertad.
     
    No solo Boff sino muchos miran tal acto de voluntad como “esperanzador”. No es para menos porque en tiempos de CRISIS la vida se siente como “¡ESTO YA NO LO AGUANTA NADA NI NADIE! Sin embargo habrá que tener mucho cuidado porque se puede DECIDIR “p’al lado de los tomates”. La experiencia muestra que en tiempos de CRISIS “¡no hay razones que valgan!”
     
    Más aun, la experiencia aconseja “Prudencia”; e.d. NO DECIDIR “hasta que aclare” manteniendo el ojo avisor.
     
    Todas estas cositas cuyo destilado es la Sabiduría o Experiencia de la Vida, es el Asunto propio de la RAZÓN VITAL o HISTÓRICA.
     
    Invito a asistir a su Aurora.
    ……………….
     
    Aurora de la razón histórica.
     
    1.- Viene clareando en Dilthey
     
    Hacia 1860, Dilthey, el más grande pensador que ha tenido la segunda mitad del siglo XIX, hizo el descubrimiento de una nueva realidad: la vida humana. Es sobremanera cómico que realidad tan próxima al hombre y tan importan­te para él haya tardado tanto en ser descubierta y que fuese descubierta un cierto día a una cierta hora, como el fonógrafo o la aspirina. Pero, en fin, así ha sido y la cosa no tiene remedio. El tapiz de la historia que por su envés aparece lleno de tragedias, lleva bordadas en su revés innumerables escenas cómicas. Tragedia y comedia son justamente las dos máscaras de la historia, es decir, su aspecto popular.
     
    2.- Una Razón que cuenta lo que nos pasa
     
    Esa extraña realidad —la vida humana— no es una cosa física ni una cosa psíquica. En absoluto no es una cosa ni un modo, acto o estado de una cosa. Es un puro acontecimiento de carácter dramático. Es lo que me pasa a mí y lo que te pasa a ti, donde yo o tú no somos sino eso que nos pasa.
     
    3.- Al “hilo” de lo que nos pasa
     
    La más notable peculiaridad de esa realidad que consiste en acontecer está en que posee de suyo, por sí misma, estructura. La realidad física y la realidad psíquica no se presentan a nuestra percatación como estructuradas, sino al revés: son polvo de realidad que reclama una estructura. Nuestra mente, solícita, acude a ese defecto y pone en los fenómenos físicos, en los fenómenos psíquicos una ar­quitectura que ellos no tienen. Por eso física y psicología son construcciones.
     
    En cambio, nada de lo que nos pasa en nuestra vida nos pasa aisladamente, sin conexión. Nos pasa esto porque o            en vista de que nos pasa esto otro y, en última instancia, porque nos pasa querer vivir. Si no quisiéramos vivir, si de verdad quisiéramos no vivir no nos pasaría nada, ni siquiera nos dolerían las muelas.
     
    4.- Lo que nos pasa es emperradamente “individual”, sin embargo parece que a los otros les pasa igual
     
    La estructura de la vida es, por lo pronto, individual, concreta la de cada vida. Pero hay, al mismo tiempo, una estructura formal de la vida que nos permite hacer afirmaciones generales, como ésta: el hombre al vivir está siempre en alguna creencia referente a lo que le rodea y a sí mismo. Dicho de otro modo: se vive siempre desde ciertas creencias. Más propiamente que en la Tierra, donde el hombre está es en sus creencias. Estas se apoyan unas en otras, porque tienen también estructura y merced a ello puede hablarse de creencias básicas, tierra firme en que descansan todas las demás. Por lo mismo, la modifica­ción más grave que puede experimentar la vida humana es un cambio de sus creencias básicas.
     
    5.- Sin un “porque sí” ni un “porque no” ¡Zas! nos caemos en la DUDA
     
    Hasta 1450 el hombre europeo había estado en la creencia de que existía un ente infinito —infinitamente poderoso e infinitamente bueno— que le descubría generosamente todo lo necesario para conducirse en la vida, inclusive el sentido mismo de esta vida. Pero ya a fines del siglo XIV comienza dentro de esa creencia a fermentar la duda. El estar en la duda es un modo de estar en la creencia, es el estar… inquieto. Durante los dos siglos de Renacimien­to se vive en esa inquietud. Muerta ya la antigua creencia, sin posesión aún de la nueva, el hombre se finje creencias, hace como que cree, mediante una resolución de la voluntad. En la medida en que no se cree se quiere creer Las crisis son épocas de «resoluciones», de voluntarismo. Por eso, el lema más típico del Renacimiento es este : Vivere risolutamente.
     
    Pero, claro es, la creencia es lo contrario de la voluntad. Es lo que creemos aunque no queramos y frente a lo que quisiéramos. En la creencia siente el hombre que sale de sí mismo y está en la realidad.
     
    6.- Náufragos hasta que empezamos a “hacer pie” …
     
    Poco después de 1600 el hombre sale de la duda renacen­tista y se instala en una nueva creencia, en la creencia «moderna» sobre la cual ha descansado la vida europea hasta hace muy pocos años. El hombre moderno sustituye a la fe en Dios la fe en la razón. La razón no es sino una fe como la otra. Antes era Dios quien revelaba al hombre lo necesario para cumplir su destino. Ahora se cree que el intelecto humano es un maravilloso instrumento que si le hacemos funcionar bien nos revela el ser de las cosas. El uso progresivamente depotenciado que luego se ha hecho del término «razón» no debe hacernos olvidar que lo esencial en él no significa éstas o las otras cualidades técnicas del intelecto, como tal intelecto, sino la función de éste, su resultado que es transcenderse a sí mismo y ponernos ante la realidad misma. Que nuestras ideas dejen de pronto de ser meras ideas nuestras y en ellas aparezca, se revele el ser de las cosas: eso es la razón.
     
    7.- … empezamos a caminar con zapatos nuevos: La Razón físico-química
     
    El prodigioso fruto de esta nueva fe fue la ciencia fisico­química cuyas aplicaciones han transformado la vida mate­rial del hombre. Jamás creencia alguna ha cumplido mejor sus promesas iniciales. Forzoso es reconocer que aquella razón de Galileo y Descartes ha conseguido resultados que en algunos órdenes han superado no sólo la esperanza que al hombre inspiraron sino la misma fantasía de sus deseos. Se comprende muy bien que todavía hace treinta años fuese la razón la instancia última que había en Europa, la norma máxima y como un Dios intramundano.
     
    Y, sin embargo, es preciso reconocer que la situación ha cambiado. ¿Cómo? ¿En qué medida? ¿En qué dirección?
     
    8.- Pasado un tiempo vemos que con esos zapatos se renguea, aprietan y sacan ampollas
     
    La respuesta es muy difícil porque tengo que contar el número de mis palabras. Si, atendiendo esto, no se me busca pendencia yo diría que la situación es la siguiente: la eficiencia admirable y cada vez más victoriosa de la razón en algunos órdenes trae consigo que no se pueda dejar de creer en ella y, sin embargo, ha dejado de ser la creencia de que el hombre europeo vive.
     
    ¿Cómo se explica esta ambigua actitud?, muy sencillo: La razón había prometido resolver al hombre todos sus problemas; releed el Discours de la Méthode que es el programa de la nueva fe. Pero ha ocurrido que mientras los resolvía —más allá aun de lo previsto— los problemas que plantean los objetos corporales, han fracasado una y otra vez ante los problemas propiamente humanos. Esto nos ha hecho caer en la cuenta de que la famosa razón no era toda la razón sino solo la razón física o naturalista.
     
    9.- La nueva horma del zapato era buena, pero se siguió con el mismo cuero duro
     
    Se trata de una limitación a que la razón innecesariamente —aunque sea muy explicable su error— se condenó desde su primer paso. Dejándose influir por la tradición griega partió desde luego en busca del ser de las cosas, donde ser significa algo fijo y estático, el ser que ya es cada cosa. El prototipo de ese ser era el ser de los conceptos y de los objetos matemáticos, un ser invariable, un ser siempre lo mismo. Como se encontró con que las cosas corporales eran mudadizas, eran movimiento tuvo que bus­car lo que en su cambio no varía, lo que en su movimiento permanece. A eso es a lo que llamó la «naturaleza» de las cosas. Y, en efecto, las ciencias físicas, químicas y biológicas buscan en los fenómenos su ser fijo, su naturale­za. Y lo mismo quiso esa razón hacer con el hombre. De aquí su fracaso.
     
    Ahora, al haber perdido la fe exclusiva en esa razón hemos quedado libres —desde Dilthey— para buscar el «ser» del hombre sin que nos estorbe el prejuicio del natura­lismo, del eleatismo. Y pronto hemos caído en la cuenta de que la razón física tenía que fracasar ante los problemas humanos. Porque el hombre no tiene «naturaleza», no tiene un ser fijo, estático, previo o dado. No solo varía como los cuerpos, es decir con una pseudo-variación que circula dentro de unos límites invariables, dentro de la ley de sus variaciones, sino que varía ilimitadamente. lis algo radicalmente plástico capaz de ser esto y lo otro y así sin límites. Para hablar del ser del hombre tenemos que inventar un concepto de ser no-eleático, como se ha inventa­do un espacio no-euclidiano. El hombre es el hombre paleo­lítico pero también es la Marquise de Pompadour, es Genghis Khan y es Stephan George, es Pericles y es Charles Chaplin. Las formas más dispares del ser pasan por el hombre sin que este se adscriba a ellas.
     
    10.- Abriendo una nueva fábrica de zapatos más adecuados al andar por el mundo
     
    Cada una de estas formas de ser significa una experiencia fundamental que el hombre hace, la cual una vez hecha revela su limitación. Esta limitación le abre los ojos para otra forma de ser no ensayada. Es decir que pasa a ser una cosa porque antes fue otra determinada. El hombre, que no es, se va haciendo en la serie dialéctica de sus experiencias. Y por tanto lo único que podemos saber del hombre es lo que ya ha sido. Nada de lo que ya ha sido puede volverlo a ser. El pasado estrecha al futuro. Por eso la ciencia del pasado es, a la vez, bien entendida, la única ciencia del futuro en el sentido muy preciso en que una ciencia del futuro es posible.
     
    11.- Somos HEREDEROS. No somos PROLE.
     
    En suma, que el hombre no tiene naturaleza sino que tiene… historia.
     
    Ha llegado el momento de que la razón que era sólo física se libere de esta limitación y de que el hombre crea en la razón histórica. Porque hasta ahora lo que había de razón no era histórico y lo que había de historia no era racional. ¿O creen ustedes de verdad que apretando bien esos diez mil años de pasado no se pueden extraer unas gotas de novísima y salvadora razón, de razón históri­ca?
     
    El hombre necesita una nueva revelación y esa revelación sólo puede venirle de la razón histórica.
     
    Sea anunciado frente a todas las apariencias contrarias.
    ………………………

  • M.Luisa

    Nota previa: introduzco mi comentario aisladamente de los últimos comentarios que aún no he podido leer.
    ———————-
    Probablemente con esta entrada repetiré lo  ya  manifestado  algunas veces y lo siento de veras aunque no tanto por mí,  sino por el hecho de comprobar la  poca importancia que se le da a ciertos enfoques que considero  son fundamentales.
     
    Ciertamente, Ortega, abrió un campo nuevo al filosofar procedente de la fenomenología de Husserl  pero, con   ello, lo que hizo fue abrir  un nuevo horizonte para la filosofía contemporánea. La fenomenología más que una filosofía es un instrumento para, precisamente independizarla de todo rasgo ideológico.
     
    Según mis estudios, la filosofía orteguiana se desarrolla a dos niveles, el de la intuición individual que es el propio de la vida, y el de la intuición esencial, que es obra de la razón. Cuando Ortega reúne los dos niveles aparece la “razón vital” como órgano filosófico.
     
    La originalidad de la razón vital, en Ortega es que, partiendo de la intuición individual no hace ciencia metafísica al modo clásico que la hizo derivar hacia esquemas apriorísticos como por ejemplo el de naturaleza, sustancia, espíritu etc.,
     
    La idea de este rechazo a la metafísica clásica   la contiene su apotegma uniendo las dos partes del mismo “Yo soy yo y mi circunstancia” este es el primer nivel, el mundo de la actitud natural, lo propio de la ejecutividad de la vida, y el segundo:  “Y si no la salvo a ella no me salvo yo” el mundo de lo esencial.
     
    Frente a la sustancia especulativa, la esencia fenomenológica. Por eso Ortega a veces se resiste a utilizar el término metafísica, en favor de la filosofía primera
    Son dos planos, en el primero  se perciben dos polos: el yo y la circunstancia. Desde este punto de vista  Ortega ve la actividad del ser  desde la actualidad del estar.
     
    Nótese lo que quiero decir con lo que a veces, por ejemplo, me refiero a lo expresado en la  fórmula “estar siendo” pues bien,   aquí en esta versión orteguiana no es el siendo de la actividad sino más bien lo que efectivamente  “Está en actualidad”. Esto visto así en contraposición a lo que me vengo refiriendo que no es “el ESTAR siendo” sino “el estar SIENDO” que es a la inversa, entonces se ve la actualidad desde la actividad. Este cambio de dirección  tiene su procedencia en  la  equívoca interpretación del concepto de “energía” que se arrastra desde  Aristóteles (es el eslabón perdido de su filosofía) que no significa acto sino la operación sustantiva en que consiste el ser.
     
    Una vez vista la diferencia de estos  dos polos de la primera parte del apotegma orteguiano, el filósofo no puede quedarse ahí, ha de elevar su razón al segundo plano, es decir tiene que realizar la “meditación” o “salvación” racional de la vida, mediante la epojé fenomenológica. Por eso Ortega en Meditaciones del Quijote, dice:En la escuela platónica se nos da como empresa de toda cultura, esta “Salvar las apariencias” los fenómenos. Es decir, buscar el sentido de lo que nos rodea” Si a este segundo momento lo llamamos razón y al primero vida, su unidad constituye “la razón vital”. En la edificación de este sistema, a la altura de 1914, cifra Ortega todos sus esfuerzos filosóficos.

  • Isidoro García

    El texto de Ortega, que nos presenta Oscar, es magníficamente lúcido. Hace un fiel diagnóstico sobre la situación imperante en situación de crisis del sistema, o de la civilización. Señala (como ya indicaba en un comentario anterior), que estamos iniciando un tercer periodo de nuestra cultura, que se inició con el periodo “del alma tradicionalista”, (4.000 a.C. – 1.000 a.C.).

    Paulatinamente se inició lenta y progresivamente un periodo “de alma revolucionaria”, en el sentido de que se pretende claramente un dominio de la naturaleza y una autoorganización social adecuada. Es la fase que otros  llaman de la conciencia autoreflexiva y protocientífica. Es un periodo intermedio, en el que todavía se sigue mirando atrás, más que adelante, apoyándose en la sabiduría del pasado. Y que culmina con la Ilustración y el imperio de la razón en la Modernidad, en la que decididamente, el progreso de la Ciencia, nos va permitiendo encarar el futuro, mirándole directamente a los ojos.

    Desde el inicio del Romanticismo decimonónico, se inicia una crítica de la razón, que dura ya 150 años. Y nos encontramos, que dicha crítica ha culminado prácticamente en el inicio de una nueva era, (el Tercer periodo), que se inicia simbólicamente con la Postmodernidad. Y como muy bien anuncia Ortega, en 1923, (¡¡!!), esta crisis de cambio epocal, genera la explosión de muchas nuevas teorías muchas de ellas sin fundamento alguno y hasta diría que disparatadas y excéntricas.

    La crítica de la razón hay que entenderla bien, pues no supone una negación de la razón, (que al fin y al cabo es nuestra única arma), sino una sospecha de la razón, una vigilancia contínua de ella, pues la razón a veces sueña y entonces sueña monstruos. Por ello lo razonable es desconfiar de la razón, no negarla, y lo verdaderamente irracional es seguirla ciegamente.

    Ortega, se suma a dicha crítica, seguro que traumatizado por el delirio monstruoso de la I Guerra mundial, antes incluso de ver las Guerra de España y la Segunda mundial, y ya advierte el peligro y por eso escribe: “Pero el racionalismo es un ensayo excesivo, aspira a lo imposible. El propósito de suplantar la realidad con la idea es bello por lo que tiene de eléctrica ilusión, pero está condenado siempre al fracaso. Empresa tan desmedida deja tras de sí transformada la historia en un área de desilusión”.

    Pero aquí, yo creo que pecó de pesimismo. Ortega además de un hombre de hace noventa años, (cuando escribió esto), era una víctima del síndrome de Snow de “las dos culturas”, con muy poca interconexión entre ellas. Frases como La razón física no puede decirnos nada claro sobre el hombre”, indica claramente que su idea de la Ciencia está muy sobrepasada actualmente, (si no lo estaba ya en su época).

    Desconozco su grado de comprensión de los efectos de la nueva ciencia, (que estaba despegando por esa época, 1923), en la antropología humana.  Pero su otra frase: “el fracaso de la razón física deja la vía libre para la razón vital e histórica”, señala que no comprendió que la perspectiva evolucionista del hombre, transformaba dicha razón científica justo en una razón vital e histórica, porque inserta al hombre en medio de un proceso histórico que se inició hace 14.500 millones de años, y tiene un futuro a continuar.
    Y por otra parte instala al hombre en un proceso evolutivo, conducido por unas fuerzas del Universo, (conocidas también  como el Tao de los taoístas, o el Dios de los creyentes), y son dichas fuerzas (esa razón vital), el “elan vital” bergsoniano, la líbido freudiana, (erróneamente referida a lo sexual), la ilusión creativa, las ganas de aprender, el afán por el esfuerzo y el trabajo bien hechos, las que nos impulsa hacia un contínuo progreso y son las que, (si las dejamos actuar), nos llevarán hacia un nuevo estadio de nuestra metamorfosis y evolución.

    Y señalo, “si las dejamos actuar”, porque existe un grave peligro que señala Ortega. Y es cuando señala cómo “Sus resortes vitales se aflojan, porque, en definitiva, son las creencias que abriguemos quienes los mantienen tensos”. Son las creencias que sostenemos el motor de nuestro barco, y sin ellas, vamos a la deriva, al albur de los vientos y las corrientes.

    Y a eso se refería Ortega, (creo yo), cuando hablaba de cobardía, porque esta parálisis vital se traduce en un miedo al compromiso familiar y social, en una proscripción a sobresalir de la masa, a que todos somos iguales, (idea que bien entendida es maravillosa, pero mal entendida es fatal), a una castración del genio potencial de nuestros hijos, a la funcionarización de la sociedad, a la proscripción de la sobriedad y la austeridad, a la idea de que la felicidad consiste en cuestión de dinero y de cobrar más.… ideas casi todas ellos incorporadas al el discurso dominante del pancista “Carpe diem”, y que nos lleva directamente a la paralización y la ruina.
     

    Porque dice Ortega: “La valentía se torna profesión, y sus profesionales componen la soldadesca que se alza contra todo el poder público y oprime estúpidamente el resto del cuerpo social”. Esta energía personal hace al que la posee amo del mundo, y al que no la posee, su esclavo. En épocas anteriores, como señala Ortega, estaba encarnada en la clase de los guerreros que dominaban y abusaban de la sociedad. Hoy en día está encarnada en la clase del conocimiento.

    Señala Andrés Openheimer, como “estamos en un nuevo mundo en el que el trabajo mental es cada vez mayor frente al trabajo manual. Estamos viviendo en una economía del conocimiento”. Los que saben, dominan el mundo, no los capitalistas de Wall Street. Para emprender, lo que sobra es dinero, lo verdaderamente necesario es conocimiento y energía vital. Por eso los gobiernos burocratizados, no saben cómo crear directamente empleo, y eso que disponen de miles de millones de euros. (Señala Openheimer como el año pasado se registraron 860 patentes españolas en Estados Unidos, y Corea del Sur, 18.000. Ver http://vozpopuli.com/ocio-y-cultura/66222-oppenheimer-el-problema-de-espana-es-la-innovacion-el-ano-pasado-registro-860-patentes-corea-del-sur-un-paisito-18-000 )

  • oscar varela

    Hola!
     
    Tengo que pedirle algo al EQUIPO ATRIO.
     
    Se trata del TÍTULO que le puso a mi Comentario con motivo de hacerlo Post comentable.
     
    Los Títulos son asunto serio. Son como la Vidriera del escaparate. Según ella se haya confeccionado ENTRAS o NO-ENTRAS (y SALES agradecido o “echando pestes”)
     
    No dudo que con la mejor de las intenciones se ha titulado: La generación de la esperanza. Pero yo no veo que se hable de “esperanza”; y de “generación” solo se la menciona como idea pivot de los Pasos de la Crisis, y que Boff había omitido.
     
    Pero ya que estamos en el baile, bailo; y pienso que tal vez habría que hablar más bien de “LAS GENERACIONES DISPERDIGADAS” o algo parecido. De “esperanza” por lo tanto, nada o casi nada. Más bien lo contrario si se piensa en una “salida de la crisis” más personal, humana y rica (y feliz).
     
    Esta apreciación de viejote ha encontrado más resonancia en un “EPÍLOGO” que Ortega escribe para responder a Lectores que habían seguido el largo Artículo “El Ocaso de las Revoluciones”.
     
    Copio la consideración de Ortega a su Lectores:
    …………………
     
    EPÍLOGO SOBRE EL ALMA DESILUSIONADA
    (OC3,228-30) (agregado al Artículo “El ocaso de las revoluciones”)
     
    El tema de este ensayo se reducía a intentar una definición del espíritu revolucionario y anunciar su fenecimiento en Europa. Pero he dicho al comienzo que ese espíritu es tan sólo un estadio de la órbita que recorre todo gran ciclo histórico. Le precede un alma tradicionalista, le sigue un alma mística, más exactamente, supersticiosa. Tal vez el lector sienta alguna curiosidad por conocer qué sea ese alma supersticiosa en que desemboca el período de las revoluciones.
     
    El alma tradicionalista es un mecanismo de confianza, porque toda su actividad consiste en apoyarse sobre la sabiduría indubitada del pretérito. El alma racionalista rompe esos cimientos de confianza con el imperio de otra nueva: la fe en la energía individual, de que es la razón momento sumo. Pero el racionalismo es un ensayo excesivo, aspira a lo imposible. El propósito de suplantar la realidad con la idea es bello por lo que tiene de eléctrica ilusión, pero está condenado siempre al fracaso. Empresa tan desmedida deja tras de sí transformada la historia en un área de desilusión.
     
    Después de la derrota que sufre en su audaz intento idealista, el hombre queda completamente desmoralizado. Pierde toda fe espontánea, no cree en nada que sea una fuerza clara y disciplinada. Ni en la tradición ni en la razón, ni en la colectividad ni en el individuo. Sus resortes vitales se aflojan, porque, en definitiva, son las creencias que abriguemos quienes los mantienen tensos. No conserva esfuerzo suficiente para sostener una actitud digna ante el misterio de la vida y el universo. Física y mentalmente degenera. En estas épocas queda agostada la cosecha humana, la nación se despuebla. No tanto por hambre, peste u otros reveses, cuanto porque disminuye el poder genesíaco del hombre. Con él mengua el coraje viril. Comienza el reinado de la cobardía —un fenómeno extraño que se produce lo mismo en Grecia que en Roma, y aún no ha sido justamente subrayado. En tiempos de salud goza el hombre medio de la dosis de valor personal que basta para afrontar honestamente los casos de la vida. En estas edades de consunción, el valor se convierte en una cualidad insólita que sólo algunos poseen. La valentía se torna profesión, y sus profesionales componen la soldadesca que se alza contra todo el poder público y oprime estúpidamente el resto del cuerpo social. Esta general cobardía germina en los más delicados e íntimos intersticios del alma. Se es cobarde para todo. El rayo y el trueno vuelven a espantar como en los tiempos más primitivos. Nadie confía en triunfar de las dificultades por medio del propio vigor. Se siente la vida como un terrible azar en que el hombre depende de voluntades misteriosas, latentes, que operan según los más pueriles caprichos. El alma envilecida no es capaz de ofrecer resistencia al destino, y busca en las prácticas supersticiosas los medios para sobornar esas voluntades ocultas. Los ritos más absurdos atraen la adhesión de las masas. En Roma se instalan pujantes todas las monstruosas divinidades del Asia que dos siglos antes hubieran sido dignamente desdeñadas.
     
    En suma: incapaz el espíritu de mantenerse por sí mismo en pie, busca una tabla donde salvarse del naufragio y escruta en torno, con humilde mirada de can, alguien que le ampare. El alma supersticiosa es, en efecto, el can que busca un amo. Ya nadie recuerda siquiera los gestos nobles del orgullo, y el imperativo de libertad, que resonó durante centurias, no hallaría la menor comprensión. Al contrario, el hombre siente un increíble afán de servidumbre. Quiere servir ante todo: a otro hombre, a un emperador, a un brujo, a un ídolo. Cualquier cosa. antes que sentir el terror de afrontar solitario, con el propio pecho, los embates de la existencia.
     
    Tal vez el nombre que mejor cuadra al espíritu que se inicia tras el ocaso de las revoluciones sea el de espíritu servil.
     ……………………….

  • Isidoro García

    Hay una dicotomía que tenía en mente señalar algún día, y que no sé si se puede aplicar totalmente a esta pequeña controversia. Pero vale igual.

    Se trata de la arquetípica diferencia que se les muestra a los estudiantes de filosofía de instituto, entre Platón y Aristóteles, ambos alumnos de un mismo maestro, Sócrates.

    Esta polaridad del pensamiento humano, se repite una y otra vez, y es tan natural como tener dos manos, izquierda y derecha, ambas iguales pero especulares.

    Se ha repetido entre Confucio y Lao Tse, entre Heráclito y Demócrito, entre Averroes e Ibn Arabí, etc. casi todos ambos contemporáneos, y exponentes de la diversidad del pensamiento humano. Hoy sería los “modernos”-aristotélicos y los “postmodernos”- platónicos.

    Me vino a la mente, al leerte, Oscar, porque me acordé de Bertrand Russell, y Alfred Whitehead. Ambos grandes lógicos y matemáticos ingleses. Ambos publicaron a cuatro manos, en 1900, sus “Principios matemáticos”. Sin embargo sus filosofías acabaron divergiendo mucho.

    Bertrand Russell, muy famoso, entre otras cosas, por sus valientes posturas políticas, “fue siempre un riguroso pragmático, y su filosofía se caracterizó por una moderación, lógica y razón cuidadosa”.

    Whitehead, por el contrario se dirigió hacia “una investigación profunda sobre los fundamentos de la realidad, girando en torno a las grandes ideas, las conexiones fundamentales que existen entre la ciencia, la filosofía y la religión”.

    A bote pronto, podríamos decir que Russell, se hizo aristotélico, y Whitehead, platónico.

    Siguieron siendo amigos, y lo qracioso, es que Whitehead, escribió: “Bertie (Russell), cree que soy un atolondrado, pero yo creo que él es muy ingenuo”.


    Esta frase disecciona muy bien las relaciones entre los platónicos y los aristotélicos actuales y de siempre. Los segundos piensan de los primeros que son un poco “locatis”, que viven en el aire, y los primeros piensan de los segundos, que son un poco ingenuos de creer que no hay nada más que lo que vemos y tocamos, que las cosas son lo que parecen ser.

    Aunque parezca contradictorio, los modernos-aristotélicos, al tener una gran estima por la razón, tienden a ser filosóficamente más especuladores y se dejan guiar menos por los nuevos descubrimientos de la Ciencia, (son más autosuficientes). Y creo que Ortega era uno de estos.

    El postmoderno-platónico, por el hecho de desconfiar de los posibles “monstruos de la razón”, necesita una guía firme a dónde agarrar su pensamiento, y por eso, al final son mucho más científicos que los que presumían inicialmente de ello. Unas gallinas ponen el huevo, y otras solo lo cacarean.

    Aparte de las exageraciones de toda caricatura, está claro que como decías en una intervención anterior, existen varios carismas, y que todos son necesarios para avanzar.

    Eso exigiría evitar el sectarismo, y tener una visión dialéctica del pensamiento. Hay un ejemplo en el fútbol, (gran metáfora de la vida), sobre este tema. Y es el salto disputando la pelota aérea: ambos jugadores deben saltar para apoyarse y equilibrarse mutuamente. El amagar y no saltar, el “hacer la cama”, es falta.
    Por cierto, hablando de fútbol, recuerdo una frase del desaparecido Eduardo Galeano en la tele, diciendo que el mundo está condenado a elegir entre morirse de hambre o morirse de aburrimiento.
    Nuestro comportamiento es el resultado de un polinomio compuesto con nuestros circuitos neurológicos heredados en nuestra herencia genética y en nuestro desarrollo embrionario, de nuestros circuitos neurológicos emocionales, (fruto de nuestra biografía), y de nuestros aciertos y errores cognitivos que acumulamos en nuestro aprendizaje, y hasta de nuestros sensaciones instintivas del animal que somos, (hambre, sed, miedo, ira, sexo, …).

    Algunos tienen miedo que con el uso generalizado de la inteligencia, el hombre perderá variabilidad, y hasta libertad. Pero ¿es libre un hombre sensato de decir una cosa distinta a que 2 + 2 = 4?): No.

    Y aquí entra la frase de antes de Galeano. Es verdad que la inteligencia nos hará menos diversos y más previsibles y aburridos. Pero ¿dónde preferimos vivir, en un manicomio con los locos sueltos, donde puedes esperar vivir cualquier tipo de aventura en cada esquina, o en tu casita, donde sabes dónde está cada cosa?.

    Pues esa seguridad nos la dará la ciencia, eso sí, habrá que tener un poco de paciencia aún, pero todo llegará. Ver http://one.elpais.com/ray-kurtzweil-director-de-ingenieria-de-google-en-20-anos-ampliaremos-nuestra-expectativa-de-vida-indefinidamente/

     

  • oscar varela

    Hola Isidoro!

    1.- Tenés razón:
    – “la Ciencia ha corrido y avanzado mucho en estos años

    Sin embargo de lo que trata LA CRISIS es que “se tiene dolor de muelas en el corazón“.

    2.- El “viejito” Ortega tiene esta frase: “La ciencia física es el órgano de la felicidad
    ¿Hay que desecharla porque es del viejo?
    ………………………

    3.- volvés a tenés razón:
    – “la Ciencia ha corrido y avanzado mucho en estos años“.

    Entre otras cosas la leche puesta en las góndolas suele tener un 8% de leche de vaca. Casi todo el resto es mierda blanca con vitaminas que nadie pidió y suelen volver loquitas a las polaridades de las células.

    Supongo que entre esas “otras cosas” habrás sentido hablar de la MONSANTO cuyo historial viene de antes de la guerra de Vitnam y su “químca naranja”.
    …………….

    4.- otra vez más volvés a tenés razón:
    – “(la Ciencia ha corrido y avanzado mucho en estos años),
    sobre todo en sus implicaciones “metafísicas” y antropológicas.

    Siempre que acordemos que:
    a) la metafísica no se sabe bien qué rueda del carro sea a esta altura de las Ciencias.
    b) la antropología es una Ciencia de LAS COSAS DEL SER HUMANO, pero no de la “VIDA HUMANA”, que es “lírica”.

    P.e. las Emociones son “cosas del ser humano” pero “mi vida” es “lo que me pasa y hago con ellas”; casi casi como el estómago y la digestión.

    Las Ciencias son funciones de la vida humana en su ámbito cultural (histórico).
    Las Ciencias SIRVEN PARA ALGO. (avanzan p’alante)

    En cambio la Filosofía NO SIRVE PARA NADA. (avanzan p’atrás: dándonos cuenta de lo que nos pasa y hacemos). Casi se podría decir que su función es una secresión interna.
    ………………………….

    En fin, es en esta CRISIS de por lo menos un siglo que el entusiasmo salvífico que prometía la cara de la Ciencia nos ha ido pasando y ya se le está viendo la espalda y el culo. Su “razón-científica” sigue en pie, pero los náufragos no podemos esperar a que la Ciencia-tecnológica suspenda la Ley universal de la atracción de masas (o de Gravedad). Tenemos que bracear, Para ese náufrago esa es la “razón vital“: el bracear (una praxis).
    ……………………

    Tal vez ¿no?

    ¡Voy todavía! – Óscar.

  • Isidoro García

    Oscar, me gustaría saber si las frases en negrita son de Ortega, y las normales, tu comentario. Porque si fuese así, piensa que Ortega es de hace setenta u ochenta años atrás, y la Ciencia ha corrido y avanzado mucho en estos años, sobre todo en sus implicaciones “metafísicas” y antropológicas.
    Aparte de que si fuese así, (aunque yo desconozco mucho el tema), me da la impresión de que Ortega, fué un poco clásico y conservador en estos temas, mientras que gente de su época como Whitehead y Bergson, miraban más hacia el futuro, y ya no digamos Teilhard, que era antropólogo. (Según leo en el libro “Evolucionarios” de Carter Phips, altamente recomendable para los interesados en este tema).

  • oscar varela

    TERCER HOLA!
     
    La situación actual de la ciencia o razón física resulta bastante paradójica.
     
    Si algo no ha fracasado en el repertorio de las activida­des y ocupaciones humanas, es precisamente la Ciencia cuando se la con­sidera circunscrita a su genuino territorio, la naturaleza.
     
    En este orden y recinto, lejos de haber fracasado, ha trascendido todas las esperanzas
    y, por vez primera en la historia, las potencias de reali­zación, de logro, han ido más lejos que las de la mera fantasía.
     
    La ciencia ha conseguido cosas que la irresponsable imaginación no ha­bía siquiera soñado.
     
    No se le niega ni desconoce su maravilloso poder, su triunfo sobre la natu­raleza;
    pero, al mismo tiempo, se cae en la cuenta de que la natura­leza es solo una dimensión de la vida humana, y
     
    el glorioso éxito con respecto a ella
    no excluye su fracaso con respecto a la totalidad de nuestra existencia.
     
    En el balance inexorable que es en cada ins­tante el vivir, la razón física, con todo su parcial esplendor, no im­pide un resultado terriblemente deficitario.
     
    El desequilibrio entre la perfección de su eficiencia parcial y su falla para los efectos de totalidad, los definitivos, ha contribuido a exasperar la desazón universal.
     
    La paradoja se resuelve en una advertencia sobre­manera sencilla.
    * Lo que no ha fracasado de la física es la física.
    * Lo que ha fracasado de ella es la orla de petulancia, de irracionales y arbitrarios añadidos que suscitó. Un «terrorismo de los laboratorios»; un “utopismo científico”.
    …………………
     
    Hace muchos años dio una conferencia el fisiólogo Loeb sobre los tropismos. El tropismo es un concepto con que se ha intentado describir y aclarar la ley que rige los movimientos elementales de los infusorios.
     
    Al final de su conferencia Loeb agrega algo muy parecido a lo que nos cuenta el Cumpa Isidoro:
    – «Llegará el tiempo en que lo que hoy llamamos actos mo­rales del hombre se expliquen sencillamente como tropismos.»-
     
    Entonces uno piensa …_
    – «De modo que un concepto como el tropismo, capaz apenas de penetrar el secreto de fenómenos tan sencillos como los brincos de los infusorios, puede bastar, en un vago futuro, para explicar cosa tan misteriosa y com­pleja como los actos éticos del hombre.»
    – ¿Qué sentido tiene esto?
     
    El Método científico emanado de Descartes es una gloriosa “calendas griegas”.
     
    Por el contrario, la idea de la vida como realidad radical piensa al conocimiento como función interna a nues­tra vida y no independiente o utópica. Porque la vida es lo contrario que estas calendas.
     
    La vida es prisa y necesita con urgencia saber a qué atenerse
    y es preciso hacer de esta urgencia el método de la verdad.
     
    El progresismo que colocaba la verdad en un vago mañana ha sido el opio entontecedor de la humanidad. Verdad es lo que ahora es verdad y no lo que se va a descubrir en un futuro indeterminado.
     
    El señor Loeb, y con él toda su genera­ción, a cuenta de que en el porvenir se va a lograr una física de la moral, renuncia a tener él en su día presente una verdad sobre la moral.
     
    Era una curiosa manera de existir a cargo de la posteridad, dejando la propia vida sin cimientos, raíces ni encaje profundo. El vicio se engendra tan en la raíz de esta actitud, que se encuentra ya en la «moral provisional» de Descartes. De aquí que al primer empellón sufrido por la armazón superficial de nuestra civilización: ciencia, economía, moral, política, el hombre se ha encontrado con que no tenía verdades propias, posiciones claras y firmes sobre nada importante.
     
    Lo único en que creía era en la razón física, y esta, al hacerse urgente su verdad sobre los problemas más humanos, no ha sabido qué decir.
     
    Y estos pueblos de Occidente han experimentado de súbito la impresión de que perdían pie, que carecían de punto de apoyo, y han sentido terror pánico y les parece que se hunden, que naufragan en el vacío.
    ……………………..
     
    Y, sin embargo, basta un poco de serenidad para que el pie vuelva a sentir la deliciosa sensación de tocar lo duro, lo sólido de la madre tierra, un elemento capaz de sostener al hombre.
     
    Como siempre ha acaecido, es preciso y bastante, en vez de azorarse y perder la cabeza, convertir en punto de apoyo aquello mismo que engendró la impresión de abismo.
     
    La razón física no puede decirnos nada claro sobre el hombre.
     
    ¡Muy bien! Pues esto quiere decir sim­plemente que debemos desasirnos con todo radicalismo de tratar al modo físico y naturalista lo humano. En vez de ello tomémoslo en su espontaneidad, según lo vemos y nos sale al paso. O, dicho de otro modo:
     
    el fracaso de la razón física deja la vía libre para la razón vital e histórica.
    ………………………

  • Isidoro García

    (Perdonad mi insistencia, pero creo que la importancia del tema la justifica. En este cuarto comentario explico, como siempre, simplemente mi idea personal, (sin “pontificaciones”, ni otros malos rollos), por si a algún lector/a le puede ser útil un nuevo punto de vista sobre la actual crisis humana, que es discutible, naturalmente).

    En esta cuarta entrega, expongo la historia del individualismo que ha provocado la crisis: Cómo hemos llegado aquí.

    El individualismo es poner el foco en mi persona, en mi bienestar personal y el de mi familia y como casi todo en esta vida, no es ni bueno ni malo, tiene grandes efectos positivos, como el esfuerzo personal, la creatividad y la curiosidad cultural, y otros negativos, como la tendencia al acaparamiento y uso exclusivo de recursos.

    El individualismo es un valor generalizado, casi diríamos que consustancial con el estado evolutivo actual, y esto es así, porque no es algo moral, que se decide o no, sino que es algo que nos viene con la estructura mental y neurológica que recibe el nacido, y que se reafirma con la cultura aprendida.

    Pero no ha sido siempre así. El ser humano, desde sus inicios hace unos 200.000 años, viene evolucionando culturalmente, lo que se traduce en la incorporación y modificación de una serie de circuitos neurológicos cognitivos y comportamentales, que constituyen el conjunto de nuestra actividad mental.

    Después de toda la época de la prehistoria, paleolítica y neolítica, la historia de la cultura humana se puede cifrar en 6.000 años. Se inició con la protoescritura, (hacia el 4.000 a.C.), que disparó en el hombre el surgimiento de nuevos circuitos neuronales.

    Un segundo hito tecnológico-cultural se produjo al cabo de unos 3.000 años, hacia el 1.000 a.C., parece que como fruto de la introducción del hierro, muy duro pero muy maleable en caliente, (el cobre es muy maleable pero muy blando, y el bronce es duro, pero muy poco dúctil), y por ello capaz de crear una enorme panoplia de nuevas herramientas. El uso de estas posiblemente desencadenó la creación de otros nuevos circuitos neurológicos, que potenciaron el individualismo, (ver Jean Gebser https://es.wikipedia.org/wiki/Jean_Gebser ), y fué el detonante de la fase media de nuestro progreso cultural.

    Este individualismo, potenció las funciones de introspección y reflexión del hombre, que ya, por fin, se liberó parcialmente de su condición de integrante de una horda, o grupo humano, para empezar a tener cada vez más vida individual.

    Esta tendencia se ha ido potenciando acumulativamente, hasta llegar a la situación actual en que parece claro, que el individualismo impregna culturalmente toda la humanidad. (Y lo mismo que te cura, te puede matar).

    Ahora nos encontramos ante el tercer, (y quizás último) gran hito tecnológico, (después de la escritura y del hierro), que sería la tecnología informática-cibernética, que transforma todo el panorama ante nosotros, y que exige una nueva conciencia, o sea un nuevo equipamiento cognitivo y de valores, para poder navegar por estas nuevas aguas que nos son desconocidas.

    Por ello la crisis actual, no es un asunto de Grecia, de Rajoy, de Podemos o de Europa: es una crisis axial, que inaugura una nueva época, (quizás final), que puede constituir el inicio del triunfo final de la HUMANIDAD o su fracaso, con el mucho dolor y sufrimiento que traería por medio.

    ¿Cómo cambiar la estructura de la conciencia humana, adaptándola a la nueva situación?, ¿Cayendo en el moralismo de increpar a todo el mundo por su comportamiento egoísta?. Aquí es de utilidad el refrán del sabio: “¿Si se para el carro, azotarás al carro, o por el contrario azotarás al caballo?”.

    Habría que descubrir las causas de ese individualismo generalizado. Mi opinión personal es que se debe a la perspectiva cultural. Si la persona no es consciente de que se encuentra inserto en un proceso de la especie, (la Humanidad), en el Universo, o sea si no tiene un sentido trascendente de su vida, (en el sentido de ser exterior a él), caerá en el “comamos y bebamos que al final son cuatro días”.

    Es verdad que se puede proyectar el individuo incluyendo a todo los demás, lo que constituye el individualismo progresista y solidario, o sea un humanismo existencialista. Y entonces el lema sería “que coman y beban todos, todo lo que puedan, que al final son cuatro días”.

    Por supuesto que es mejor que el otro individualismo, pero al final este individualismo solidario no va a resolver los problemas de la nueva época porque en ella han surgido problemas gravísimos, que expuse anteriormente, que exigen una subordinación clara de los intereses y el bienestar personal actual de los individuos, con decisiones globales.

    Esta nuevo sentido cósmico de la vida, la conciencia de que estamos en un proceso imparable, pues las leyes del Universo así lo son, se debería divulgar idealmente por la vía del conocimiento o sea de forma científica, pues como dije anteriormente, es el único lenguaje útil ya en esta época.
     

    Pero quizás para la gente menos abierta a este nuevo lenguaje, la vía religiosa es también útil para lograrlo, una vez depurada de todas las gangas y supersticiones que se han ido añadiendo al supuesto mensaje original.

    Porque la buena noticia para los cristianos, es que su “Buena Noticia”, es plenamente integrable y compatible, con este nuevo planteamiento de la ciencia moderna.

  • Santiago

    La crisis del mundo es existencial…Siempre ha existido y ha tenido que existir desde la pre-historia, puesto que el ser humano no se ha podido explicar nunca a si mismo….Ha sido siempre una incógnita y una pregunta…Una pregunta trascendente.  Ya Agustín de Hipona, aun siendo maniqueo, ante la muerte de su amigo, reflexionaba sobre este problema fundamental existencial…

    Por eso la reducción de lo humano a lo puramente mecánico, a lo físico y a lo biológico, no ha conseguido resolver las preguntas sobre el origen y el destino de la humanidad que es la felicidad…Creíamos que el desarrollo del saber científico experimental nos iba a dar la clave sobre la realidad, y sin embargo, vemos que nos hemos alejado mas de ella…Y a pesar de esta explosión de la información y la aplicación de la física cuántica no estamos mucho mejor que antes, aparecen mas misterios cósmicos y mas y mas preguntas sin respuestas aparecen….Y tampoco …con respecto a lograr un mundo mejor, mas justo y mas compasivo…Es todo lo contrario, queriendo minimizar el vida del espíritu los seres humanos no estamos mas satisfechos, mas alegres, mas realizados…Y la violencia, el odio, la venganza, la envidia…y todas las pasiones humanas inordinadas parece como si se estuvieran concentrando cada vez mas….y no sabemos a ciencia cierta como se resolverá la presente crisis mundial…Crisis de valores, crisis de la realidad..crisis de fe y de esperanza.

    La dialéctica del mundo pues es falsa…ni riqueza, ni pobreza, ni sabiduría ni ignorancia, ni la ley, ni la injuria, ni la salud, ni enfermedad, ni honor, ni deshonor…nos dará la felicidad…Ignacio de Loyola reflexiona en este tipo de dialéctica..de estos contrarios…y nos invita a a pensar que todo esto son “puros medios”….Y los medios  solo conducen al fin….Y el fin real del ser humano trasciende todo esto….Como dice Francisco en su reciente bula sobre la misericordia…el ser humano es puramente viador…está solamente “en tránsito”….nuestra vida es como una sombra “que pasa”….y la verdadera identidad humana se encuentra por encima de lo natural..aunque es a través de nuestra humanidad como llegamos a nuestro destino final….que se encuentra por encima de nuestra vida física…y que mientras mas nos volvamos a nosotros mismos….como centro de la Creación….mientras mas nos queramos transformar en  dioses….mientras mas rechacemos algo o alquien que esté por encima de nosotros….tanto mas infelices seremos….

    La filosofía de Jesus evangélica se dirige a esta crisis exisencia universal….y El mismo nos dice que de nada nos servirá ganar “todo el mundo” si perdemos lo esencial que son los valores y la vida del espíritu…..y que el que quiera ganar la vida para si mismo, la perderá irremisiblemente….mientras el que la done al mundo y a los demás la ganará..para siempre….ya que lo importante es la primacía del amor

    Parece que al desviar el objeto de la filosofía y reducirlo y concentrarlo todo en nosotros mismos, hemos perdido de vista el norte que señala la brújula…ya que el objeto de la felicidad se identifica con el bien..que es la esencia de Dios….Francisco habla muy profundamente como este objeto primario del ser humano no nos abandonó   Dios ….”es paciente y misericordioso”….y está en continua espera para recibirnos en su misericordia infinita…Es esta misericordia el único medio de salvación universal en que los seres humanos podemos pensar…y es por la que vamos a salir de la ilusión falsa de los espejismos de nuestra vida….y entrar en la vida verdadera que es  perdurable.

    Un saludo cordial de Santiago Hernández   

  • oscar varela

    Bueno, no todo es CRISIS.

    También se la puede “bailar en una baldoza”
    https://www.youtube.com/watch?v=DKtQyoahE98
    https://www.youtube.com/watch?v=U5IRWCV6YI0

    ¡Vamos todavía! – Óscar.

  • oscar varela

    Hola!
     
    Me voy a referir al Comentario del cumpa Isidoro García 29-Julio-2015 – 11:09 am
    ……………………………
     
    1.- Parece acertar Isidoro aconsejando no recurrir
    * ni a “intuición” (creo que lo dice por su halo de “im-precisión”)
    * ni a “especulaciones filosóficas
    * ni, peor aun, a “revelación religiosa”.
     
    2.- Y expone su YO CREO:
    * en el determinismo tecnológico,
    * en que los cambios científicos y tecnológicos, determinan nuestra organización social y nuestro comportamiento, (nuestra ética) individual.
     
    Lo expone y lo Canta: Este es su Himno al Conocimiento:
    – “Conocemos la dirección y la orientación constitutiva
                    * del Universo,
                    * de sus leyes, y
                    * de nosotros como integrantes del mismo.
    Y por ello, esa Ciencia nos puede proporcionar, unos cimientos sólidos sobre los que reconstruir nuestra cosmovisión envejecida y obsoleta.
     
    Ahora ya no podemos decir que estamos desorientados, mas que si no queremos aceptar esa realidad, que la Ciencia ha puesto a nuestro alcance.
     
    3.-  Pero ¡de golpe! nos comunica una averiguación (no ya “dis-sonante” sino “estrepitosa”):
    – “nuestro actual progreso científico amenaza provocar un colapso en nuestra organización social”-
    ………………………
     
    No estoy seguro que el mismo Isidoro se haya dado cuenta que, tal vez sin quererlo, haya narrado el “Esquema de la Crisis”: UNA FE QUE SE TAMBALEA. Ocurre, quizás, que en Isidoro el “científico” le ocupa casi todo el espacio al “corriente humano”. Es un Carisma que aporta y es de agradecer que nos lo comparta!
     
    ¡Vamos todavía! – Óscar.
    …………………………..
     
    PS.: El tanguito imprescindible que hay que corregir porque en él se trata de crisis de la fe religiosa, cosa que ya se dio en el siglo 17. Ahora estamos en la Crisis de la RAZÓN especulativa.
    https://www.youtube.com/watch?v=av1_qJcIgvA
     

  • M.Luisa

    No, amigo Isidoro, en el siglo XIX, el pensamiento de Marx ya introdujo por influencia   de Brentano,  una recepción renovada del aristotelismo procedente de su estudio sobre la psicología, que por cierto también aprovechó Ortega, es decir,  de la psicología introducida por Brentano entre el siglo 18 y 19,   de manera  que las categorías aristotélicas, como así  señalé días atrás,  fueron liberadas ya en esta época  de  las tradiciones escolásticas. Por lo que  en  este nuevo aporte   se descubre el significado ontológico y no puramente lógico del término ”categoría” en Aristóteles y con ello, por tanto,   un replanteamiento del conocimiento que nos lleva a tener en cuenta los dos términos, los dos polos del mismo,  pero no  tanto como una contraposición de órdenes sino de una inversión de ellos. Lo que hace posible esta inversión, aunque pienso que no pueda  interesar,  me la  reservo para explicitarla en otro momento.

  • M.Luisa

    A pesar de que se ha ido incorporando elementos nuevos para reflexionar sobre  el  concepto crisis, como núcleo principal, yo, todavía, por no haber podido disponer del ordenador, seguiré analizando  de  los parágrafos  que seleccioné  para ello,  uno que me quedó pendiente en mi entrada anterior.
     
    “Diríase que cuanto hacemos y nos pasa, en suma, esta vida, está ahí sólo para ocultarnos como una máscara nuestra auténtica realidad, la que tenemos en absoluto, en Dios. De suerte que lo que parecía real-la naturaleza y nosotros como parte de ella- resulta ahora irreal, pura fantasmagoría, y lo que parecía irreal, nuestra preocupación por lo absoluto o Dios, eso es la verdadera realidad”
     
    Si nos atenemos a la inversión de órdenes que denuncia este planteamiento además de la  intención que encierre el mismo,  podemos de algún modo extraer de él una explicación del porqué de  tantas  opciones irreflexivas tomadas   en el pasado por  la vida religiosa, en sustitución de la vida natural. Cosa que al  no ocurrir  tanto en el presente  se divisa   ya   el cumplimiento  del primer punto de la estructura de la crisis, según Ortega



    “(1) el orden dominante (en este caso el frenesí por la vida religiosa)deja de tener un sentido evidente” y se abre así un nuevo orden (la secularización) , se supera la crisis.
    Y todo como consecuencia de  haber   antepuesto  lo ideal a lo real.
     
    Esta trasposición de órdenes aboca a  lo paradoxal de la cuestión. Pero esta paradoja no es sino producto de la mente. Por eso el otro día, al decir aquello de que la gnosis hubiera tenido que haber cedido,  históricamente, la primacía al saber práctico, lo dije pensando en que si  de lo que se trata es  evitar esta   interferencia que envuelve para nosotros el concepto crisis se trataría de hallar, entonces,  un tipo  de conocimiento que sirviera para preveer. Sin embargo,   a estas alturas  del problema lo mejor es considerar que  la crisis es  algo necesario ofrecido por la  realidad misma en su alteridad y tomado como  para  un crecer en nuestro estar siendo.
     
    Por qué olvidar ahora, aquí, a propósito del concepto crisis, lo que tantas veces  hemos convenido  en reconocer que no es sino  mediante  las cosas y con  ellas cuando en la vida nos realizamos? Este reconocimiento nos abre a la comprensión de que,   por tanto,  la crisis es vivida en la vida aun sin pertenecerle ya que  es traída por  las cosas que hay en ella y no por la vida misma. Con lo cual todo dependerá de  nuestro modo de   afrontarlas,  si en cuanto meramente  cosas, o,  en tanto   que  reales. Dependiendo de ello dependerá el factor crisis en nuestra vida. Si en la vida no hubiera cosas que afrontar se esfumaría la razón de ser de la crisis.
     
    Todo este análisis me lleva a decir lo siguiente: No hay que salir de la vida, la de cada cual, mirando  de  ver, pues, fuera de ella las cosas  y volver  según sea la repercusión en nosotros de éstas   diciendo  luego que esta vida está ahí sólo para ocultarnos, como una máscara, nuestra auténtica realidad. Considerarlo así  es huir del problema de fondo,   ya que a nuestra auténtica realidad  entramos en reciprocidad con la realidad de las cosas en tanto reales y no cerrándonos en la objetivación de ellas.  Precisamente desde esta mera perspectiva objetivista es cuando  posibilitamos una preocupación por lo absoluto  y facilitamos a que  así mismo nos lo vendan.

  • Isidoro García

    (Continuo aquí, la tercera parte de mi reflexión sobre la crisis actual, y la generación de una esperanza para el futuro),

    Y ante esta situación, ¿qué podemos hacer?. Eso es lo que se está buscando, desde hace ya muchos años. Ese es el gran reto histórico de la socialdemocracia moderna, y también del comunismo reflexivo.

    Es preciso dar el salto a una nueva concepción científica del hombre en el Universo, para contemplar ante sí, todo un campo nuevo de actuación.

    Es lo mismo que hizo Marx, en el siglo XIX, y por ello pensó el socialismo científico. Lo que pasa es que Marx tuvo que hacerlo con la ciencia de 1850, y en medio de unas categorías mentales y filosóficas aristotélicas, con 2.200 años de antigüedad.

    Hoy, 150 años después, Marx, hubiese sido igual de científico, pero con la ciencia de hoy día, que ha puesto patas arriba, todo el conocimiento del hombre, (psicología), de la sociedad, y del Universo, (cosmología, biología genética, física cuántica, cibernética e informática, etc.), subiendo un escalón, que invalida todo el escalón de abajo.

    Según mi opinión la actuación política de un amante del progreso de la Humanidad del siglo XXI, (con la esperanza puesta en que la humanidad llegue mas o menos entera, al siglo XXII), pasa por volver al internacionalismo primitivo.

    Este, paulatinamente, y presionado por las dinámicas emocionales-caritativistas de tantas personas bienintencionadas que existen en el mundo, y por la visión cortoplacista de los políticos democráticas de turno, se ha transformado en un individualismo progresista asistencialista: su mantra es “Estado de bienestar”, cuando debería ser “Supervivencia de la humanidad, para que tenga tiempo de llevar a cabo su metamorfosis triunfal”. (Lo que para los cristianos tiene una resonancia clara para el que la quiera ver).



    Pero en vez de vivir para nuestros hijos y nietos, vivimos para nosotros, y les dejamos una deuda-hipoteca, para que se apañen como puedan. (“Detrás de mí el diluvio”, dijo mientras tiraba de la cadena).

    Actualmente la Humanidad es el conjunto de los individuos humanos, y deberíamos pasar a que cada individuo somos un integrante de la Humanidad. Parece lo mismo, pero es totalmente distinto.

    Se podrá argüir que son perspectivas personales, igual de válida una que otra, pero la realidad nos está indicando claramente, que la perspectiva adecuada es la global, la que enfoca en la Humanidad, como especie.

    Hoy día, el lenguaje científico es el único que tiene futuro en las comunicaciones humanas. Un lenguaje anticientífico o acientífico, le recluye a uno en un gueto cultural. Y mas aún sucederá en el futuro.

    Y en el Universo evolutivo que conocemos, los individuos son integrantes de las especies, que son las categorías de entes que tienen historia, que en realidad son algo.

    (Como excursus diré que el cristianismo está plenamente dentro de esta línea de pensamiento: el hombre, después de su anecdótica vida biológica individual, (a escala cósmica), sólo hipotéticamente alcanzará un sentido en el proceso del Universo, como integrante de una gran Comunidad humana, del Cuerpo de Cristo o Comunión de los Santos, realizada de una forma misteriosa para nosotros).

    Pero además de esta consecuencia de nuestros conocimientos de la Ciencia evolutiva, la misma realidad histórica, nos los está enseñando imperativamente. Ya el inicio de la era nuclear, nos indicó que aquí nos estamos jugando el ser o no ser global.

    Pero los problemas actuales, y que se agudizarán en el futuro, indican claramente, que la realidad es como un tren: o los reconoces y te apartas, o te arrolla. Según el progresismo clásico actual, vamos a acabar todos con muchos derechos y mucho estado del bienestar, pero sin agua para beber y aire para respirar. Y de trabajo, ya ni hablar. (Ver http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2015-07-29/sufriremos-un-gran-terremoto-economico-y-el-47-del-empleo-desaparecera_946281/)

    Y el que eso también les vaya a suceder a los ricachones, aparte de dudoso, es muy escaso consuelo.
     
     

  • Isidoro García

    Los dos “Holas” de Oscar, de hoy, (que no sé si son suyos, o de Ortega, o son un destilado mixto), son muy iluminativos del desconcierto y la perplejidad que nos infectan en situaciones de crisis general del sistema, con una  sensación de asfixia cultural y de necesidad urgente de encontrar nuevas ideas fuerza con las que dirigir nuestra vida.

    Y entonces, sin una guía estable a la que poder agarrarse, el hombre ante la crisis, debe acudir a la intuición, a la especulación filosófica, o peor aún a la revelación religiosa de su cultura. Y esa es la causa del desconcierto y la perplejidad, ante la multiplicidad de ideas y escuelas filosóficas diversas a su disposición.

    Pero yo creo que a diferencia de la época romana en la que la Ciencia estaba en sus primeros inicios, y no podía sostener una cosmovisión viable para el hombre, en la actualidad, ya conocemos la columna vertebral de la realidad del hombre, y del Universo.

    Conocemos la dirección y la orientación constitutiva del Universo, de sus leyes, y de nosotros como integrantes del mismo. Y por ello, esa Ciencia nos puede proporcionar, unos cimientos sólidos sobre los que reconstruir nuestra cosmovisión envejecida y obsoleta.

    Ahora ya no podemos decir que estamos desorientados, mas que si no queremos aceptar esa realidad, que la Ciencia ha puesto a nuestro alcance.

    El hombre pertenece a una especie en plena evolución hacia otra especie superior que nos sustituirá, evolución o metamorfosis que se caracterizará por un domino pleno de la naturaleza y sus leyes, mediante el uso intensivo de nuestra inteligencia, que mediante la psicotrónica, logrará autoperfeccionarse.

    Eso acabará con los actuales falsos problemas “eticos”, y que no son más que la consecuencia de la acumulación de errores cognitivos y de disfunciones neurológicas, que se producen a lo largo de la biografía de cada individuo.

    Ahora bien, ese desarrollo, en cuya fase final estamos, llevará aún un tiempo, y lo malo es que el mismo desarrollo científico y tecnológico que lo acabará consiguiendo, está produciendo unos problemas “secundarios” colaterales, que amenazan con hacer colapsar ese proceso.

    Por eso necesitamos con urgencia conseguir una prórroga de tiempo, para “no morir en el intento”, y acabar ahogándonos a un metro de la playa.

    Y para ello necesitamos diagnosticar primero, y proponer soluciones después a los graves problemas urgentes actuales.

    Yo creo en el determinismo tecnológico, en que los cambios científicos y tecnológicos, determinan nuestra organización social y nuestro comportamiento, (nuestra ética) individual. Y nuestro actual progreso científico amenaza provocar un colapso en nuestra organización social.

    La crisis actual del mundo, es una crisis de crecimiento. Todo progreso tecnológico, además de grandes ventajas en nuestro dominio sobre la naturaleza, produce unos efectos secundarios negativos, que el mismo desarrollo tecnológico acaba solucionando tiempo después.

    El grave problema que tenemos es que esos efectos secundarios negativos, amenazan con no dar tiempo a solucionarlos por las buenas, con el menor dolor y daño consiguiente, pues  la aceleración histórica es de tal calibre que amenaza resolver la crisis de forma  catastrófica, con un gran dolor de la humanidad.

    Los problemas de la humanidad, provienen de un doble efecto-pinza del desarrollo económico y tecnológico.

    Por una parte está cebando la explosión demográfica, pues unas condiciones mínimas de sanidad y de alimentación, no otorgan una vida digna y verdaderamente humana a muchas capas de indigentes, pero si disminuye radicalmente la mortalidad, (especialmente la infantil), produciendo generaciones muy numerosas, que acaban frustrándose en un mercado laboral insuficiente.

    Por otra parte el desarrollo tecnológico cada vez necesita menos personas para producir lo mismo, y ese es un proceso continuo y acumulativo.
    (Con una mejora de la productividad tecnológica de un 2 % anual, cada treinta y cinco años se produce el doble, (con las mismas personas), a los setenta el cuádruple, y a los 105 años, ocho veces más).

    Sin tener en cuenta el pasado, llevamos setenta años de crecimiento económico y tecnológico ininterrumpido, desde el final de la segunda guerra mundial, cuando había unos 2.500 millones de habitantes, cuando hoy hay 7.500 millones: hay 3 veces más de población, al tiempo que la productividad media ha crecido no menos de cuatro veces.

    Y de aquí a 2050, (otros 35 años), como mínimo se volverá a duplicar la productividad, y la población crecerá en 3.500 millones de habitantes, hasta los 11.000 millones.

    Y los problemas ecológicos que se anuncian son desastrosos. Además el progreso global de las comunicaciones y los transportes, hace que la tendencia a la homogeneización de todos los  problemas sea imparable.

    Es claro que los problemas que se anuncian a nivel global son inabordables, a nivel nacional o regional, exigiendo un gobierno mundial con fuerza coercitiva, para obligar, (si fuera necesario, que lo será), el cumplimento de normas generales indispensables para la supervivencia de la humanidad.

    ¿Qué ese gobierno mundial, presenta peligros varios?. Es claro, y por ello habrá que solucionarlos. Pero si no ponemos lo más pronto posible el foco en el peligro de la humanidad, y sigamos en una políticas de bienestar individual, por muy justas que sean, acabaremos todos en el precipicio.

    Las posturas de ir pa’lante, sin saber a dónde, son el súmun del voluntarismo estéril, y peor aún, muchas veces perjudicial para lo mismo que queremos conseguir.

  • oscar varela

    SEGUNDO HOLA!
     
    Vivir es siempre estar en alguna convicción, creer algo acerca del mundo y de sí mismo.
     
    La vida, como crisis, es no sentirse en lo cierto sobre nada importante; impide al hombre decidir lo que va a hacer con precisión, energía, confianza y entusiasmo sincero: no puede encajar su vida en nada, hincarla en un claro destino.
     
    Todo lo que haga, sienta, piense y diga será decidido y ejecutado sin convicción positiva, es decir, sin efectivi­dad; será un espectro de hacer, sentir, pensar y decir, será la vita mínima, una vida vacía de sí misma, inconsistente, inestable.
     
    Como en el fondo no está convencido de nada positivo, por tanto, no está verdaderamente decido a nada, con suma facilidad pasará el hom­bre y pasarán las masas de hombres de lo blanco a lo negro.
     
    En las épocas de crisis no se sabe bien lo que es cada hombre
    porque, en efecto, no es nada decisivamente; es hoy una cosa y mañana otra.
     
    Imagínense
    un individuo que en el campo pierde por completo la orientación; dará unos pasos en una dirección, luego otros en otra, tal vez en la opuesta. La orientación, los puntos cardinales que dirigen nuestros actos son el mundo, nuestras convicciones sobre el mundo. Y este hombre de la crisis se ha quedado sin mundo, entre­gado de nuevo al caso de la pura circunstancia —en lamentable des­orientación.
     
    Estructura tal de la vida
    abre amplio margen para muy diversas tonalidades sentimentales como cariz de la vida; muy diver­sas, pero todas pertenecientes a una misma fauna negativa; el hombre sentirá
    * escéptica frialdad o bien
    * angustia al sentirse perdido o bien
    * desesperación (y hará muchas cosas de aspecto heroico que, en verdad, no proceden de efectivo heroísmo, sino que son hechas a la desespe­rada), o bien
    * sentirá furia, frenesí, apetito de venganza por el vacío de su vida que le incita a gozar brutalmente, cínicamente de lo que encuentra a su paso —carne, lujo, poderío.
     
    La vida toma un sabor amargo (acedía).
     
    Pero en torno a ese estado efectivo de negación, de ausencia de convicciones, fermentan gérmenes oscuros de nuevas tendencias positivas.
     
    Es más; para que el hombre deje de creer en unas cosas, es preciso que germine ya en él la fe confusa en otras.
     
    Esta nueva fe, aun imprecisa como luz de madrugada, irrumpe de cuando en cuando en la superficie negativa que es la vida del hombre en crisis y le proporciona súbitas alegrías y entusiasmos inestables que, por contraste con su tono habitual, toman el aspecto de ataques orgiásticos.
     
    Estos nuevos entusiasmos comienzan pronto a estabilizarse en alguna dimensión de la vida mientras las demás continúan en la sombra de la amar­gura y la resignación.
    —————

  • oscar varela

    PRIMER HOLA!
     
    Hay dos formas de cambio vital histórico:
    1.a Cuando cambia algo en nuestro mundo.
    2.a Cuando cambia el mundo.
     
    ¿qué tiene de especial el cambio de mundo que llamamos crisis histórica?
     
    Lo normal es que a la figura de mundo vigente para una generación suceda otra figura de mundo un poco distinta. Al sistema de convicciones de ayer sucede otro hoy —con continuidad, sin salto; lo cual supone que la armazón principal del mundo permanece vigente al través de ese cambio o sólo ligera­mente modificada.
     
    Pero hay crisis histórica cuando el cam­bio de mundo que se produce consiste en que al mundo o sistema de convicciones de la generación anterior sucede un estado vital en que el hombre se queda sin aquellas convicciones, por tanto, sin mundo.
     
    El hombre vuelve a no saber qué hacer
    porque vuelve a de verdad no saber qué pensar sobre el mundo. El cambio se superlativiza en crisis y tiene el carácter de catástrofe.
     
    El mundo en que se vivía se ha venido abajo. No se sabe qué pensar de nuevo —sólo se sabe o se cree saber que las ideas y normas tradicionales son falsas, inadmisibles.
     
    Se siente profundo desprecio
    por todo o casi todo lo que se creía ayer; no se tienen aún nuevas creencias positivas con que sustituir las tradicionales.
     
    Aquel sistema de convicciones o mundo era el plano que permitía al hom­bre andar con cierta seguridad entre las cosas; ahora carece de plano.
     
    El hombre se vuelve a sentir perdido, azorado, sin orientación.
    Se mueve de acá para allá sin orden ni concierto; ensaya por un lado y por otro, pero sin pleno convencimiento, se finge a sí mismo estar convencido de esto o de lo otro.
     
    En las épocas de crisis son muy frecuentes las posiciones falsas, fingidas.
     
    Generaciones enteras se falsifican a sí mis­mas, se embalan en estilos artísticos, en doctrinas, en movimientos políticos que son insinceros y que llenan el hueco de auténticas convicciones.
     
    Cuando se acercan a los cuarenta años esas generaciones quedan anuladas, porque a esa edad no se puede ya vivir de ficciones: hay que estar en la verdad.
    ……………..

  • George R Porta

    A la pregunta de Oscar: “La pregunta que nos hace la situación en que nos encontramos (CRISIS) es: – “¿Pa’dónde mierda tenemos que ir, metidos en este Caos catastrófico?”

    Solo se me ocurre una propuesta: “Pa’lante” aunque nunca se ha sabido lo que hubiera al final del camino y ahora tampoco, pero de cualquier forma como va el cuento cubano a la pregunta atribuida a Fidel Castro (dirigida a Camilo Cienfuegos) en uno de los primeros discursos masivos que hizo “Voy Bien Camilo? -Vas bien Fidel?” aunque Camilo no sabía que su avión se perdería en circunstancias nunca aclaradas muy poco después y por lo tanto al menos él, Camilo, iba mal.

    Una “breve” nota (en serio) acerca de la originación del Cristianismo. A parecer el Mundo ha vivido en una situación ebullente, recalentada pero Jesús se preocupaba por los pobres y los oprimidos y parece que esa área de la vida haya sido la que originó su prédica y sus andaduras y gestiones. Cómo se convirtió eso en movimiento liderado por una organización imperial parece más bien atribuible a una especie de “coup d’Etat” de los nuestros en Latinoamerica y otras partes. Un generalife lo decide y zas! por arte de birlibirloque el Cristianismo pasa a ser una empresa en desarrollo. La crisis en cuyas coordenadas se situó Jesús, la de la opresión no puede haber sido tal porque ninguna crisis puede ser indefinida y esa de la opresión y la miseria es una situación que nunca ha cesado y que la propia Iglesia (jerarcas eclesdiásticos y capitalistas seculares) participant como gestores y beneficiaries y hasta tienen que obligarse a la transparencia estableciendo leyes y auditorías externas.

    Bueno, prometí por una vez ser menos verborreico y breve y casi lo olvido.

  • M.Luisa

    La desesperación, en que la crisis consiste, lleva en una primera etapa a la exasperación,
     
    ¿Dónde está dicho que la crisis consiste en desesperación? El otorgarle a la crisis esta designación es lo propio de un proceder unilateral de perspectiva. Se juzga la crisis por lo que tiene de afectante, es decir, a partir de  aquello que nos convulsiona y perturba. Pero  es a  ese nivel de superficialidad desenfrenado, cuando  el hombre se embota  y se alcoholiza, por lo que se priva de experimentar su propia capacitación, su llegar a ser.  Y es en este incapacitarse, en esta incapacitación, cuando se percibe aquel gran equivoco de haber, tan sólo, considerado la crisis en un único  sentido. Pues el haber pasado por “alto” en aquella unilateral consideración la realidad de la crisis, el hombre ha “anulado” la suya propia y es cuando la desesperanza halla un lugar,  “se acepta y reconoce lealmente que no hay esperanza, que esperar algo de sí mismo es desconocer la propia realidad”
     
    Pero otra vez, ¿Dónde está dicho esto?
     
    La desesperanza recae, precisamente, no en el “sí mismo” entendiendo este sí mismo  como  aquel nivel ya  encontrado por realización de nuestro ser  sustantivo y plenamente  autónomo, sino que  recae  la desesperanza en aquel yo al que aludo al principio  que se ha sentido objetivamente afectado (no realmente) por la crisis y en  esta mera afección, al cerrarse  en ella es cuando  necesita salvación. Es aquí donde se ha aprovechado  el cristianismo entendido éste  como salvación. Pero la salvación es realización interna y en ella el concepto  crisis,  para esta realización cobra  un papel fundamental, por eso decía ayer que el caracter de  dicho  término  era algo perteneciente a la realidad,  un problema antológico, donde  por un lado  está la crisis y por el otro la  alteridad . Pero ojo! no se trata de  metafisica tradicional alguna…creo que esto es obvio.

  • Isidoro García

    Se plantea aquí el tema de la gravísima crisis del sistema, del planeta y de la humanidad, que ha sido el tema de la reciente carta del Papa, y que exige una declaración urgente de crisis global.

    La cosa yo la veo así. El diagnóstico clásico en sus dos variantes, la religiosa y la política es que estamos ante un problema moral. La culpa de todo la tienen los malos, muy malos, que cegados de codicia y de ambición acaparan los recursos, creando una sociedad cada vez más desigual e injusta.

    Y la solución entonces es clara: El cambio moral de esta minoría, ya mediante el convencimiento, la autoconversión religiosa, o mediante la fuerza, la revolución política.

    Pero el mismo planteamiento de la presente alerta de grave crisis, significa una cosa: esos métodos no funcionan, y como consecuencia vamos directos al precipicio.

    ¿Y por qué no funcionan?. Con la clásica perspectiva moralista está claro: por la codicia, la perfidia y la malicia de los “malos”, que defienden sus privilegios. (“Porque es tan grande la insidia, la perfidia y la falsidia de este mundo, que casi envidio, al que apelando al suicidio, toma un arma y se suicidia” – La Venganza de Don Mendo – Muñoz Seca).

    Pero ¿no será que confundimos los efectos, con las causas?. ¿No estaremos poniendo la carreta delante de los bueyes?. ¿Y no será por eso, por lo que la carreta está atascada y no anda?. ¿No será que esa codicia sea el efecto de otra causa primera, y no la causa principal?.

    Grandes mentes de los siglos anteriores han logrado proveernos del arsenal de ideas necesarias para resolver esta crisis. Nos urge  cambiar el modelo, la perspectiva, y los actuales conocimientos del hombre y del mundo, nos lo permiten.

    Y ¿dónde encontraremos esa nueva perspectiva?. No podemos dirigir nuestra mirada más que hacia la ciencia.
    Dice Diego Bermejo, en http://www.tendencias21.net/Un-cientifico-melancolico-busca-el-reencuentro-entre-ciencia-y-humanismo_a40805.html:
    “La teoría de la evolución darwiniana ha transformado radicalmente el ámbito del saber sobre el ser humano, la vida y el mundo. Ya no se puede hacer filosofía, ni teología ni ética, (ni política, ni economía, señalo yo), sin tener en cuenta la revolución darwiniana que naturaliza definitivamente la realidad, cualquier realidad, incluida la humana.
    Las cuestiones “humanísticas” también se pueden explicar desde las ciencias de la vida. Las cuestiones “científicas” son las auténticas cuestiones, dignas de ser pensadas; porque la ciencia ya no es simplemente ciencia “positiva”, sino también interpretación, ciencia “hermenéutica”, que genera una nueva visión de la realidad, una nueva cosmovisión, que entra en competencia con otras cosmovisiones no científicas”.

    El que no tenga imaginación, o valor, o piernas para andar por terrenos nuevos y quebrados, que siga martilleando en frío, quejándose y llorando por los rincones.

    Entrar en una nueva perspectiva es como conocer el Tibet o Mongolia: no se puede hacer desde el sofá de casa o desde la sede del partido o el sindicato.
     

  • mª pilar

    De momento… ¡¡¡No pierdo la esperanza!!!
     
    Cada día, hay seres humanos que nos despiertan ofreciéndonos nuevos caminos para “mejorar” avanzar, crecer, arreglar lo que está de verdad estropeado.


    Y como a lo largo de la historia, como el art. lo refleja; hay un tiempo de mejora… pero a su sombra, crecen en silencio, personas ladinas, que tienen un poder de adormecimiento sobre las voluntades, comos esas serpientes que… “dicen”… si las miras fijamente, caes en sus redes, y van manipulando la voluntad de muchas voluntades.
     
    Nos salva de estos entuertos de los… “iluminados de la tierra”.. que sigue habiendo personas  firmes en sus ideas y conocimientos, que juzgándose la vida, siembran en el silencio y la lejanía del ruido popular, otra manera de mirar, ser, vivir.


    Lo cierto es, que si alguien es manipulable hasta decir ¡¡¡Basta!!! Somos los humanos.
     
    No pierdo la esperanza a pesar que la realidad que nos acompaña a lo largo de la historia, nos demuestra…
     
    Lo despacio que avanzamos en el conocimiento de cada cual, para poder poner en marcha, en común, la mejora de esta vida sin pensar que… si acá sale mal… ya vendrá la otra y se remediará el dolor presente.
     
    Y mientras… ¡¡¡La casa sin barrer!!!


    mª pilar

  • M.Luisa

    Mi reflexión sobre el presente artículo enlaza de alguna manera con mis posiciones ya expuestas a las que ahora sólo me quedaría señalar que si bien en ellas el concepto de alteridad lo vengo adscribiendo como un carácter de la realidad, el concepto de crisis por lo que tiene de  relación con ella tendría, entonces carácter ontológico.
     
    Si esto es así se desprende , según la lectura del artículo,  que de lo que se trata  es de un tipo de conocimiento que sirva para preveer: savoir pour prèvoir. Esto quiere decir que la gnosis, ha de ceder la primacía al saber práctico. Esto, dicho así,  nos deja frente a la perspectiva según la cual se ha   basado   la filosofía contemporánea.
     
    El único problema que plantea esta visión positivista ha consistido en la falta de fundamentación ontológica. Hecho que ha quedado subsanado a partir de la nueva recepción en el siglo XIX de un Aristóteles liberado de las tradiciones escolásticas, y a  cuyo  intento por entrar le  dediqué, en días pasados, un aspecto sólo uno,del grave problema que plantea esta nueva situación y era  aquella distinción que hacía sin más desarrollo  entre el pensamiento latino y el pensamiento griego.
     
    A mi modo de ver, es pues, este nuevo aporte  aristotélico cuando se descubre el significado ontológico y no puramente lógico del término”categoría” y con ello, por tanto,   un replanteamiento del conocimiento  pero no  tanto como una contraposición de órdenes sino de una inversión de ellos.

  • h.cadarso

    Pues yo me atengo a lo que dice Duato, que después de lo que dice Boff o Varela solo nos quedaría acudir a Hegel y Marx en nuestro discurso.
    El señor Abadía parece que se empeña como otros muchos en buscar la solución en España, por España y para España. Pero la crisis es mundial, señor Abadía, ni siquiera es solo europea. Se necesitan recetas de alcance mundial.
    Se necesita, además, creo yo, iniciar un procesode reflexión entre todos los habitantes del planeta…En otro lugar he sugerido que las aportaciones de la lejana Asia, del pensamiento chino y árabe, no las tenemos susficientemente en cuenta. Es más, a árabes y chinos les hacemos desde nuesro mundo occidental la guerra a muerte…Pero la crisis nos afecta a todods, deberíamos buscar soluciones pensadas entre todos y consensuadas.
    El caso es que cuando aquí se intenta plantear lo que pasa en China, la evolución de Irán, casi casi no se nos ocurre nada. El caso es que cuando habla Francisco me da la impresión de que no tiene en cuenta los caminos de solución que intentan los chinos, y a lo mejor le interesa más la respuesta que daría el Dalai Lama, ese señor feudal de una teocracia tiránica que gobernaba el Tibet.
    Francisco ha dicho en Nuestramérica que las soluciones tienen que venir del mundo de los pobres, que los pobres tienen que asumir un protagonismo esencial en la búsqueda de soluciones. Lo cual dicen también en el Himno de la Internacional: “ni en dioses, reyes, ni tribunos…nosotros mismos realicemos el esfuerzo redentor” Y dice también una págin del evangelio, la de los penes y los peces ;”dadles vosotros de comer”.
    A mí me gusta, a pesar de su viejísimo medievalismo, el esfuerzo salvador de Marco Polo: en vez de guerras que se nos llevan al 80% de nuestro trabajo y mano de obra y tecnología, comercio fluido, caminos nuevos donde se han olvidado los caminos viejos…
    Señor Leonardo, por qué no trasciende usted su Brasil y comienza a pensar y escribir en clave planetaria? Le digo lo mismo que al señor Abadía
    Pero bueno, a lo mejor estoy regando fuera del tiesto. Perdónenme.

  • Gonzalo Haya

    Creo muy acertado este esquema de la crisis, y también muy apropiado para interpretar nuestra situación cultural en estos momentos. Estamos en la crisis de un cambio de época, de nuevos paradigmas en confuso estado naciente. No sabemos lo que nos pasa; se nos han caído los puntos de apoyo que han cohesionado nuestra actitud ante la vida, y todavía no nos sentimos seguros ante las nuevas interpretaciones que nos ofrecen. Los jóvenes quizás se sienten más cómodos en este ambiente, aunque no hayan verbalizado las explicaciones que lo justifiquen. Por mi parte creo que podemos acudir a experiencias básicas de nuestra propia conciencia. Un punto de apoyo indiscutible es la justicia y la solidaridad universal, aunque no sepa cómo cumplirla. Creo que en eso consiste el reino de Dios que anunciaba Jesús (y el lema de la Revolución francesa: libertad, igualdad y fraternidad). En cuanto a la explicación de cómo surgió el cristianismo, desconfío de esas grandes síntesis tan simplistas.

  • oscar varela

    Hola ELOY!

    Ok, ok!

    En tiempos de CRISIS no se ve muy claro qué camino seguir.

    Los adultos preferirán “componer” con poxi-pol los platos rotos de la guerra.

    Los vejetes no nos hacemos una idea de lo que está pasando ahí afuera, en el mundo. Optamos por cualquier cosa no siempre con-secuente; para luego optar por otra no muy clara tampoco. Y en eso coicidimos con la GENERACIÓN JOVEN (entre los 15 y 30 de edad).

    Los jóvenes se sienten en la periferia existencial  y comulgan con los desclasados extra-muros. De ahí lo acertado de tu cita pulina: “Y las cosas viles y despreciables del mundo escogió Dios, y aquellas que no son, para destruir las que son.

    El tipo no se viene con chiquitas, sino con ¡Guerra!

    ¿No te suena que Pancho pega el mismo o parecido GRITO (GRITO es la única PALABRA in-sensata que le queda al acorralado): -“¡¡¡HAGAN LÍO!!!“-?

    La semana pasada escuchábamos a panchito vociferar (al estilo eclesiástico ¡claro!) ante los “des-clasados” de los Mov. populares: Uds. son la Esperanza del Mundo futuro.

    Y la fundamentación de ese GRITO no tenía ninguna RAZÓN lógica, sino una RAZÓN vital: ¡¡¡Esto ya no lo aguanta nadie!!!
    …………………….

    Uno se puede preguntar si esta Iglesia EN SALIDA es a la que deberíamos optar.

    ¿Estamos a las puertas de una re-novada CRUZADA de la Fe contra la Razón?

    Así son los tiempos de CRISIS ¿qué se le va a hacer, no?

    Tal vez Pancho, como yo, del Barrio del Riachuelo de Bs. As. se haya abrevado en el tanguito afamado de Enrique Santos Discépolo:
    https://www.youtube.com/watch?v=vH6_jzFlkFg

  • oscar varela

    Hola!

    Conviene aclarar que lo “sesudo” de lo que ahora es un Post de Atrio, es decir desde
    – “No sabemos lo que nos pasa, y esto es precisamente lo que nos pasa, no saber lo que nos pasa: el hombre de hoy empieza a estar desorientado con respecto a sí mismo, dépaysé, está fuera de su país, arrojado a una circunstancia nueva que es como una tierra incógnita.

    y hasta el final es un arregladito del texto de Ortega cuyo ensayo citaba Boff; y se encuentra en la Lección VIII: EN EL TRÁNSITO DEL CRISTIANISMO AL RACIONALISMO, sito en OCT5.

    ¡Buen provecho! y ¡Cuidado con las indigestiones! – Óscar.

  • ELOY

    Recuerda Oscar un texto de  Pablo:

    Y así, hermanos, ved vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, no muchos poderosos, no muchos nobles.

    Mas las cosas locas del mundo escogió Dios para confundir a los sabios, y las cosas flacas del mundo escogió Dios para confundir las fuertes; “Y las cosas viles y despreciables del mundo escogió Dios, y aquellas que no son, para destruir las que son; “Para que ningún hombre se jacte delante de él.
    Para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor
    ”.

    No sé lo que a cada  uno de los lectores  dirán estos textos de Pablo . A mí me traen a la memoria momentos esenciales de mi vida en que gracias a ellos pude soportar y “zafarme” de la “cordura” de un mundo circundante de opresión que pretendía subyugarme. 

    Y los relacioné con la admonición a los jóvenes estudiantes que hacía Jacinto Martín en “Jóvenes de Hoy” (Editorial ZYX):

    “(…) os pondrán puentes de plata parar que os paséis al campo del Sultán”  
     

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