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La dualidad femenina

pontEste texto de Pascual, otro buen amigo con el que conecté profundamente mucho antes que existiese Internet, ha salido de su mente y de su corazón, tras muchas horas de informarse y pensar. Es muy largo y podríamos haberlo “tallerizado”. Pero, al final, preferimos ofrecerlo íntegro, sin cambiarle una coma. Léalo y coméntelo quien quiera, si es que logra conectar a través del texto con su buscador autor y llega con él hasta el final de la excursión intelectual. Hay material para seguir pensando después por nosotras y nosotros mismos. AD.

INDIVIDUO-ENTORNO

La capacidad del individuo de superar las más adversas circunstancias, no justifica el que algunos digan que se han hecho a sí mismo, pues un cambio radical de entorno le produciría rápidas e importantes transformaciones, mostrando la incuestionable incidencia del entorno.

En su obra El error de Descartes, Antonio R. Damasio muestra que el pensamiento más refinado está ligado al organismo biológico con el que forma un todo indivisible que, como tal, interactúa con el medio que lo envuelve. Conocer la estructura triuna del cerebro ha sido decisivo para colocar a los sentimientos en su debido lugar. Reconocer que la función vinculante del cerebro del corazón es el que debe guiar tanto la capacidad analítica del raciocinio, como los imperativos vitales de los instintos, tanto la profunda subjetividad del individuo como las exigencias objetivas del entorno, exige ensanchar nuestra mirada y contemplar la evolución como un inmenso proceso de mutualismo, de colaboración.

Somos hijos de la Tierra, de Gaia, como ésta lo es de las estrellas que la parieron junto con todos los astros que forman el Sistema Solar. Es mucho lo que ignoramos todavía sobre estos dos partos, pero el conocimiento de la evolución de la Tierra y en la Tierra está mejorando continuamente, lo que permite extraer conclusiones que, en su esencia y en virtud de la unidad subyacente en todo el Universo, quizá puedan ser extrapolables a la evolución estelar. Una primera cuestión a aclarar es en qué medida la Tierra ejerce a la vez de individuo y de entorno. La tremenda soledad que muestra la imagen que ahora recibimos desde el exterior, parece invitar a considerarla como individuo, pero su condición de indivisible dependerá de los vínculos establecidos entre sus componentes. La soledad lo que hace es mostrarla como entorno incuestionable de todos los procesos que se producen en su interior.

Procesos físicos, químicos, biológicos, culturales, muestran su progresión en complejidad y que a partir de los sistemas que le aportaron las estrellas, se van estructurando otros sistemas con crecientes y estables vinculaciones. Átomos, moléculas, polímeros, macromoléculas, protoplasma, orgánulos subvitales, organismos unicelulares y organismos pluricelulares, son algunos de los sistemas que nos muestran el proceso de complejización experimentado en la Tierra.

Los individuos humanos somos resultado de ese proceso y estamos llamados a continuarlo, lo que va a depender de la clase y del grado de vinculación que logremos establecer. Debemos distinguir dos clases de vinculación: inmanente y trascendente. Se ha debatido mucho sobre sus significados filosóficos y teológicos y se ha llegado a considerar como opuestos, cuando son profundamente complementarios. Aquí los vamos a considerar en relación a la dualidad individuo-entorno, por lo que inmanente señala lo que aporta el entorno al individuo, mientras que transcendente muestra la contribución del individuo al entorno. Esta doble interacción está sujeta a su propio proceso evolutivo, de tal forma que todo nuevo individuo inicia su existencia desde una absoluta inmanencia y alcanza la plenitud cuando desarrolla todo su potencial y lo entrega al entorno a través de un continuado progreso de la transcendencia.

Esta dialógica parece ser que es la que dinamiza toda la evolución aunque se va manifestando con mayor claridad a medida que avanza en complejidad. En la fase biológica tiene una especial relevancia la sexualidad, aunque debe completarse por otros conductos que no se presentan con tanta nitidez.

MITOSIS Y MEIOSIS

Hay que tener muy en cuenta que la sexualidad no responde a una exigencia de la reproducción, puesto que hay una larga, amplia y eficaz experiencia de reproducción asexual. Al sexo se le pueden reconocer dos funciones: 1) vincular a dos individuos de forma que se genere una nueva individualidad en la que estén comprendidos los dos; 2) al intercambiar sus características, contribuir a una mayor diversidad, incrementando las posibilidades de aparición de nuevas propiedades, y, sobre todo, avanzando en la tendencia universal a que todo esté vinculado con todo.

El sexo se manifiesta cuando tras la mitosis aparece la meiosis en la reproducción celular. Los protagonistas, en ambos casos, son los genes, es decir, los depositarios del patrimonio, de toda la riqueza vinculante desarrollada por la evolución hasta la génesis de su especie. Los genes están agrupados en cromosomas, que durante la mitosis se duplican para generar dos células iguales a la inicial. En la meiosis, los cromosomas de dos células diferentes se dividen por la mitad, para formar un nuevo cromosoma con la que formar una nueva célula que será diferente a las generadoras, pero las representará por igual puesto que contiene la mitad exacta del patrimonio de cada una de ellas.

La meiosis no anula la mitosis. Los individuos pluricelulares están formados por millones de células que se renuevan por mitosis para así mantener la identidad del nuevo individuo. Es necesario detenerse y reflexionar seriamente sobre el profundo y todavía misterioso significado creativo que contiene la meiosis. Los cromosomas de los gametos contienen la misma información que las demás células de sus respectivos individuos, puesto que ahí está la clave de su identidad, por lo que la diferencia reside en que cada gameto acepte renunciar a la mitad de ella para generar con la mitad del otro una nueva y diferente identidad. ¿Qué es lo que hace que a partir de ese encuentro la nueva identidad empiece a reproducirse y a diversificarse con el fin de generar los diferentes tejidos y órganos que conforman al individuo? Es posible que en esencia consista en la misma facultad creadora que generó nuestro Universo hace 13.500 millones de años. Lo que las diferencia es una cuestión de ritmo y de patrimonio. Los millones de años de entonces ahora son segundos, y los primeros encuentros entre cuantos de energía lo único que podían compartir era su afán de extender su colaboración generadora de sinergia a todos los cuantos que pueblan el vacío, mientras que ahora cada gameto es portador de todos los vínculos establecidos por la evolución desde aquel inicio universal hasta llegar a su especie.

La intensidad y densidad de los primeros momentos de transcreación ontogénica de la filogénesis exige asegurar que el nuevo individuo va a disponer de un entorno en el que encuentre los nutrientes necesarios para la rápida y compleja multiplicación celular que tiene que realizar. De esto se ocupa el gameto femenino que, además de contribuir con su patrimonio genético, aporta todo lo que se precisa para la satisfactoria realización de la primera fase de una nueva vida, de lo que se desprende que el componente femenino ejerce una doble función, la de individuo, idéntica al componente masculino, más la de entorno; una doble función en la que podemos reconocer la plena interiorización de la dinámica universal. Esta interiorización también se alcanzará en el componente masculino, pero de forma más tardía y compleja.

Dentro de la inmensa diversidad y complejidad de este aspecto evolutivo, nos debemos limitar, pos razones de tiempo y espacio, a distinguir cuatro etapas (vegetal, ovípara, mamífera y humana) pues son suficientes para distinguir lo que es esencial y se repite en todas ellas, y lo que es característico de cada una, lo que a su vez nos mostrará el progreso evolutivo en la sustitución del azar por la relación personal, entendiendo por persona el resultado inconmensurable de la interacción continuada y profunda entre cada individuo y su entorno.

REPRODUCCION VEGETAL

En las plantas angiospermas, que son la inmensa mayoría, las flores son sus órganos reproductivos, en la que el órgano femenino es el gineceo que está formado principalmente por el ovario y los óvulos, mientras que el androceo u órgano masculino lo componen los estambres y el polen. Hay flores masculinas, femeninas y hermafroditas. Las hermafroditas son las que en una misma flor hay óvulos y polen, por lo que podría fecundarse a sí mismas, pero eso equivaldría a una mitosis o clonación, puesto que los dos gametos tienen el mismo código genético y para eso no hacía falta el complejo desarrollo de la sexualidad. Para evitar incluso la endogamia, el androceo confía al viento una gran cantidad de polen, con la esperanza de que el azar ponga en su camino algún gineceo acogedor y una la información de que es portador, a la información femenina, iniciando, con esa unión, el proceso creador. En una fase evolutiva más avanzada, el colorido y belleza de las flores atrae a los insectos para que transporten, de forma más directa, el polen de unas a otras flores y fecunden algunos de sus óvulos. En cualquier caso, el androceo nunca sabrá cual ha sido el resultado de su esfuerzo por contribuir a la continuidad y mejora de la vida, aunque ha hecho todo lo que estaba dentro de sus posibilidades y el impulso evolutivo intentará superar esa ignorancia. El gineceo también confía en que el azar deposite en su seno un gameto que la complemente y ponga en marcha su capacidad creadora, transformando el ovario en matriz para formar una semilla con los nutrientes que tenía reservados para esa función.

Este proceso es la primera parte de la función reproductiva. La segunda parte es la transformación de la semilla en individuo plenamente desarrollado, para lo cual se necesita una nueva interacción individuo-entorno, en la que la función de individuo la ejerce la semilla, mientras que la función de entorno le corresponde a la tierra, al suelo en sazón. La formación del lenguaje recorre caminos que a veces obliga a repensar el contenido de ciertas palabras, como es el caso de la palabra tierra/Tierra. Pero ahora lo que hay que admirar es la enorme inventiva de las plantas para hacer que sus semillas fructifiquen. La gran cantidad de variantes se pueden agrupar en tres: las que dan a sus semillas formas aerodinámicas para incrementar al máximo su radio de difusión, las que le proporcionan la capacidad de enquistarse y así poder esperar a que el entorno reúna las condiciones adecuadas, las que las rodea de una importante cantidad y calidad de nutrientes de los que poderse abastecer en las primeras fases de su desarrollo.

ANIMALES OVÍPAROS

En ellos también hay que distinguir dos fases. La primera, consistente en lograr el encuentro de dos gametos procedentes de individuos diferentes, muestra grandes avances en sustituir el azar por la relación personal, dentro de importantes variantes, como la de los peces que dejan caer su semen sobre los óvulos que las hembras han depositado en el fondo de un lugar de aguas tranquilas, hasta las distintas especies que depositan el esperma en el interior de las hembras encarando la cloaca masculina con la femenina. El encuentro concreto que produzca la meiosis puede depender de la maduración de los óvulos. Algunas especies guardan el semen recibido y lo administran de forma que ellas mismas van fecundando sus óvulos a medida que van madurando.

En la conversión del óvulo en huevo, la doble función femenina llega al extremo de proveer al nuevo individuo de todo lo que precisa para desarrollarse plenamente hasta llegar, en algunos casos, a poderse desenvolver con total autonomía cuando rompe la cáscara del huevo y se tiene que enfrentar solo al entorno abierto. Eso no significa que no tenga lugar la segunda fase de la reproducción, fuera ya del estrecho ámbito de la matriz femenina, pero con dos notables progresos con relación a la segunda fase vegetal: 1) Que no precisa que el entorno abierto le aporte nutrientes, pues ya se ha ocupado la madre de que lo tenga todo. 2) Que la madre procura también de que ese tiempo de maduración fuera de ella, transcurra en un medio cálido y tranquilo, para lo cual uno de los recursos es enterrarlo en el suelo, a una profundidad que no suponga problema para salir, pero le proteja de los depredadores y de las inclemencias atmosféricas. La mayoría de las aves protagonizan un progreso muy significativo en la segunda fase, pues construyen un nido, es decir, un entorno ex profeso que acoja a los polluelos cuando eclosionen los huevos, y en el que los huevos dispongan de las condiciones adecuadas para completar su desarrollo interior, lo que aseguran además con la incubación, con el calor de su cuerpo. Otro progreso evolutivo de gran significación tiene lugar en las aves monógamas, pues significa la asunción masculina de la doble función de individuo y entorno, al participar el macho en la construcción del nido, relevando a la hembra en la incubación y contribuyendo activamente en la alimentación de los polluelos hasta que éstos son capaces de volar y procurar por sí mismos la supervivencia y el logro de su plenitud. Parece evidente que hay una relación directa entre la condición monógama y el aumento de la responsabilidad paterna y sería de gran valor conocer con precisión los mecanismos que intervienen en esta relación.

VINCULACIÓN MAMÍFERA

En los animales mamíferos las hembras dan un salto de gran significado en la interiorización de la interacción individuo-entorno, pero no así los machos, que en lugar de generalizar y profundizar en la responsabilidad que debería conllevar su participación en el proceso reproductivo, muestran un amplio abanico de comportamientos, desde los que desaparecen por completo, una vez han copulado, hasta los que asumen plenamente, incluso colectivamente, el cuidado de los miembros más jóvenes e indefensos. Esta diversidad no se corresponde con el gran cambio que se ha producido en la forma de aportar su patrimonio genético. Vale la pena recordar que en las plantas el polen es difundido lo más ampliamente posible, a la espera de que el azar facilite el encuentro con algún ovario al que fecundar. En los mamíferos el semen es enviado directamente al ovario de la hembra con la que el macho ha establecido una íntima unión física. El azar ha dado paso a la elección, aunque ésta pueda tener muy diferentes motivaciones. Esta falta de definición clara del comportamiento masculino hace que resalten más los cambios femeninos que conducen a que se acentúa la duplicidad de funciones de individuo y entorno.

En la primera fase, consistente en propiciar el encuentro entre el gameto masculino y femenino, la hembra alcanza en muchas especies, un incuestionable protagonismo como individuo, pues es la que con su estro o período de celo marca cuando se puede copular, y envía feromonas en todas direcciones que atraen a los machos de forma irresistible, reservándose el derecho de admisión, lo que obliga a los machos a mostrar su valía por diferentes métodos. En el resto de operaciones que tienen que culminar con el desarrollo de un nuevo individuo, la hembra asume plenamente la función de su entorno, tarea que realiza en tres espacios diferentes: la Trompa de Falopio, el útero y el exterior abierto.

En la Trompa de Falopio tiene lugar el encuentro entre los dos gametos, la meiosis o síntesis generadora del nuevo individuo y las primeras particiones y diversificaciones celulares. El hecho de que en este espacio no se produce aporte de nutrientes, significa que el óvulo contenía todo lo necesario para las primeras particiones celulares, pero no las suficientes para el desarrollo de todo el individuo, por lo que éste se desplaza al útero para adherirse a su pared y extraer del cuerpo de la madre todo lo que necesita. Esto plantea un problema al sistema inmunitario de la hembra que ejerce de entorno, pues en principio considera al nuevo huésped como un cuerpo extraño, puesto que tiene una identidad, un código genético diferente al de todas las células que constituyen el cuerpo de la hembra. Se suceden entonces una serie de intervenciones de diferentes compuestos en una especie de diálogo biológico que hace posible la compleja convivencia de dos individuos diferentes que aplican plenamente el principio solidario De cada uno según su capacidad y a cada uno según su necesidad.

Si los dos individuos gozan de buena salud y se dispone de los recursos necesarios, el embarazo llega a su término y se produce el parto. El nuevo individuo se sitúa en el entorno abierto que comparte con todos los que pueblan el planeta Tierra. Pero la hembra no ha terminado con su función de entorno. Los mamíferos se llaman así, porque amamantan a sus crías durante un tiempo que puede durar varios años, lo que hace posible que el nuevo individuo se desarrolle con creciente libertad sin menoscabo de su seguridad.

Es evidente que a medida que crece la función femenina de entorno, disminuyen sus posibilidades de atender sus necesidades como individuo inmerso en su propio entorno por lo que necesita encontrar en éste la adecuada ayuda, lo que no siempre sucede y queda como asignatura pendiente de la evolución.

LA VIA HUMANA

La especie humana siguió las pautas generales de los mamíferos pero con un cambio muy significativo en la hembra, y es que se diluye hasta prácticamente desaparecer la relación entre el período de fecundidad, su predisposición a la cópula y su emisión de feromonas con su irresistible poder de atracción del macho, desplazándose de esta forma el imperativo biológico hacia la cópula a un ámbito mayor de conciencia y libertad por ambas partes.

No es la única hembra que experimenta este cambio; también aparece en los bonobos y los chimpancés; los tres parecen proceder de un antepasado común, pues su código genético coincide en un 99 %, pero su conducta difiere notablemente. La diferencia entre bonobos y chimpancés fue magníficamente resumida por Frans de Waal: los chimpancés resuelven los conflictos sexuales mediante el poder, mientras que los bonobos resuelven los conflictos de poder mediante el sexo. El río Congo que los separa ha impedido todo intercambio, por lo que han mantenido sus diferencias. Entre los chimpancés los machos son agresivos con episodios frecuentes de enfrentamientos entre tribus y un fuerte sentido del territorio y del dominio sobre las hembras. Los bonobos por el contrario son pacíficos y tranquilos con una sexualidad que utilizan las hembras para dirimir cualquier conflicto. Su vida sexual no se reduce al apareamiento, sino que comprende una gran variedad de contactos entre individuos del mismo o de distinto sexo. También podemos resumir la diferencia diciendo que en los chimpancés domina el macho alfa, mientras en los bonobos lo hace el matriarcado.

El homínido parece ser que se mantuvo alejado de esos dos extremos pues su interés se orientó hacia el trabajo, entendiendo por trabajo la energía humana que no está dirigida a satisfacer una necesidad inmediata, sino a establecer las condiciones para satisfacerlas mejor en un futuro, tanto el trabajador como otros. La industria lítica y la designación de homo habilis y homo ergaster (trabajador) certifican claramente esta orientación.

Este desplazamiento en el tiempo y en el individuo confiere al trabajo un sentido netamente transcendente, que tiene una proyección directa en el cerebro cortical, aunque con incidencia en el cerebro reptiliano y en el límbico, así como en los correspondientes sentidos inmanente y transcendente, acorde con la dinámica triuna subyacente. El desarrollo del cerebro cortical que ha servido de guía a los paleontólogos para buscar el eslabón perdido con el que enlazar los diferentes fósiles encontrados, se complementa con el perfeccionamiento y diversificación de la industria lítica y otros signos de progreso, entre los que el control del fuego constituye un hito fundamental.

Esta complementación resulta decisiva para establecer las relaciones de causa-efecto. La burguesía liberal dominante durante los siglos XVIII y XIX abrazó la tesis de Darwin sobre la selección natural ninguneando la anterior de Lamarck de que la necesidad y la función crean el órgano, de la misma forma que consagró la función reguladora del mercado establecida por Adam Smith, marginando su principal, de que la riqueza de las naciones procedía de la naturaleza y el trabajo. Los lamentables resultados de la lectura sectaria de Adam Smith están pidiendo una inmediata y radical corrección, de la misma forma que el redescubrimiento de Lamarck están ayudando a comprender mejor el proceso evolutivo, especialmente en la fase humana.

La producción de herramientas tuvo como consecuencia la división del trabajo. El más hábil en dar forma a la piedra no era necesariamente el mejor cazador, pero facilitaba la labor de éste, al igual que quien seleccionaba y daba forma a la madera para hacer una pica o un arpón, podía no tener la rapidez de reflejos que requería el pescar con ellas. La importancia de mantener el fuego encendido podía requerir la dedicación exclusiva de alguien. La estructura comunitaria que se observa en los bonobos y chimpancés, alcanzó en los homínidos un sentido mutualista de creciente complejidad que planteaba problemas de comunicación, pues para coordinar la creciente diversificación no bastaban los gestos, miradas, chillidos y gruñidos, pues se requerían mensajes más sutiles y cargados de significados.

MUTUALISMO

En 1982 se descubrió el primer hueso hioides junto al resto de huesos de un neandertal, lo que ha permitido situar el momento en que se logró la emisión de palabras y contradecir al darwinismo en sus dos principales postulados: 1) Que la evolución avanza por la selección de los caracteres más ventajosos para el individuo. 2) Que esos caracteres aparecen por azar.

Respecto al primer punto, los cambios fisiológicos que acompañan al hueso hioides no aportan ninguna ventaja al individuo, sino todo lo contrario. Antes de este cambio, la laringe estaba ubicada en la cavidad nasal, con lo que quedaban claramente diferenciados los procesos de respiración y de alimentación. El cambio consiste en descender la laringe por debajo de la faringe que es por donde pasa la comida camino del esófago, por lo que, a pesar de que la epiglotis actúa como válvula, hay un riesgo de que la comida entre por la laringe a la tráquea, provocando un atragantamiento que puede incluso acarrear la muerte por asfixia. Pero gracias a ese desplazamiento se puede modular el aire que fuerzan los pulmones produciendo los sonidos altamente específicos que constituyen el habla humana.

Es evidente la naturaleza altamente transcendente del cambio. El individuo se arriesga con el fin de mejorar su interacción con el entorno, iniciando la generación de una nueva dinámica evolutiva, en la que el agente es la palabra. Atribuir ese cambio al azar, es ignorar la complejidad del mismo, el esfuerzo que ha sido necesario realizar para ir mejorando la emisión de sonidos y el que es necesario hacer para que esos sonidos tengan significado y que ese significado sea compartido por todos. Este proceso tiene que ir precedido de la realización de distinciones entre el torrente de sensaciones con que el entorno bombardea continuamente al individuo. Nombrar una cosa es separarla de todo el conjunto comprendido en el campo visual. Nombrar una acción es concretar entre todas las posibles opciones que nos da la libertad. El paso de los chillidos y gruñidos a las palabras debió ser un proceso difícil, lento y comunitario. No hay que olvidar que para poder hablar hay que escuchar primero y que los sordomudos son mudos porque son sordos una discapacidad que la actual tecnología puede superar mediante el implante cloquear.

El flujo comunitario de la palabra refuerza los vínculos de la tribu, así como su inmersión consciente en el entorno natural, pues el lenguaje de quien habita en una llanura tropical será diferente del que vive en la montaña mediterránea. Así mismo sitúa en un plano fundamental la neotenia humana. La genética transmite la capacidad del habla, pero su realización depende de su entorno. El niño que sobrevive aislado no logrará hablar. Biológicamente el individuo humano transcrea todo el pasado de la especie, pero culturalmente inicia un recorrido nuevo a partir de las vivencias de su entorno más inmediato.

SOCIALIZACIÓN FEMENINA

Los dos últimos apartados parecen alejarse del objetivo anunciado de este trabajo, la dualidad femenina, pero no es así, pues sus anotaciones son necesarias para situar adecuadamente la nueva interiorización

Hemos visto la soledad del gineceo vegetal y de la semilla lanzada al azar, la del embrión que crece en el huevo colgado en la arena, o de la osa que arrastra sola el embarazo y el parto, y sola tiene que afrontar la crianza del osezno. Vías de superación han abierto las aves que cubren los huevos con el calor de su cuerpo y alimentan a los polluelos en sus primeros días, y aquellos mamíferos que asumen colectivamente el cuidado de los nuevos miembros, pero en el caso de los humanos se da un paso más, pues el grupo, a través del trabajo y la palabra, se constituye en una nueva individualidad con la que sus miembros se identifican plenamente, de tal forma que es esa individualidad colectiva la que interactúa con el entorno común.

Esto no ensombrece el papel de la mujer, sino que, por el contrario, la trasciende, pues la vivencia colectiva hace consciente la intuición de la existencia de una fuerza creadora de la que todos procedemos. Una fuerza que sobrepasa el cuerpo limitado, inseguro y débil de la mujer, pero la ennoblece y para representarla crean diosas de grandes senos y manifiesta vagina o sacerdotisas y vestales que median entre esa fuerza y todas las hembras, entre las que se incluye la tierra, capaz de hacer brotar tan gran variedad de plantas que constituyen el sustento de todos los animales y de los seres humanos.

La sinergia desarrollada por la estrecha colaboración, entre el trabajo, la palabra, la maternidad y el fuego, hizo posible las largas marchas que llevaron al ser humano a poblar todos los lugares habitables del planeta, y lo que es más significativo, a desarrollar una cultura plenamente armonizada con su entorno geológico y biológico, como claramente reflejan sus respectivas lenguas y creencias animistas. La amplia presencia del matriarcado en las tribus primitivas refuerza este lugar central de la mujer en la tribu, que funciona como una familia ampliada y plenamente integrada en su entorno.

El sentimiento materno comunitario adquiere una nueva y superior dimensión con el cultivo de plantas y la domesticación de animales. No olvidemos que cultivar equivale a cuidar, y domesticar significa introducir en el domo, en la casa familiar. Ambas tareas exigen conocer las necesidades de la planta y del animal, y acondicionar y optimizar su entorno, estableciendo una íntima y profunda colaboración que genera una rica sinergia, lo que se traduce en una mayor disponibilidad de alimentos, un incremento de la población humana y una creciente diversificación del trabajo.

ENFERMOS DE ÉXITO. RECESIÓN

Estos incrementos provocaron la aparición de grandes urbes en las que se diluyeron los lazos afectivos entre los individuos humanos y también la de éstos con la naturaleza, rompiéndolos gravemente cuando el enfrentamiento entre ciudades derivó en el establecimiento de la esclavitud y el robo institucional. La sensibilidad femenina fue desplazada por la violencia viril y las diosas fueron sustituidas por dioses que con frecuencia blandían los rayos de la guerra. Pero estos dioses ya no eran resultado de la trascendencia cortical, ni de la vinculación límbica, sino de los instintos reptilianos en su versión más brutal del macho alfa.

Pero el desarrollo del pensamiento necesita justificar esas actitudes y dar al varón la titularidad de todas las cuestiones decisivas de la existencia, y una de las más fundamentales era la generación de un nuevo individuo humano, tarea que recaía en la mujer. La agricultura facilitó el cambio de esquema ideológico. En la agricultura, según sea la semilla que se introduce en la tierra es la planta que brota y se desarrolla; el suelo puede ser más o menos fecundo, pero no interfiere en la identidad de la planta. Cabía suponer que algo similar ocurría en la relación entre el varón y la mujer. Ésta era un receptáculo destinado a desarrollar los individuos que el varón implantaba en su seno, lo que la convertía en un instrumento de éste, un instrumento personal e intransferible, para evitar las dudas de la vieja y popular sentencia: Los hijos de mis hijas, nietos míos son. Los de mis hijos, lo son o no lo son. Había que evitar por todos los medios que su mujer le traicionara y le dieran por hijo a un bastardo. El cinturón de castidad fue quizá la solución más humillante, la ablación del clítoris, la más brutal, mientras el gineceo griego puede considerarse la forma más refinada de someter a la mujer a una función subsidiaria.

CAMBIO DE VALORES

Las funestas consecuencias de la estructuración machista de la sociedad, se extienden a todos los aspectos de la existencia y ha creado reflejos inconscientes, tanto en el varón como en la mujer, difíciles de superar. Es necesario revisar todo el pasado humano y recordar que la ciudad fue posible a partir del momento en que los humanos cambiaron su relación con el entorno, y pasaron de depredadores a cultivadores y de cazar a domesticar; que cultivar es cuidar, que no es sólo depositar la semilla, sino hacer que el suelo esté en sazón, esponjándolo, humedeciéndolo, abonándolo, y que domesticar es introducir al animal en nuestro domo, en nuestra casa, hacerlo de la familia. Es necesario reescribir la historia y llorar en lugar de cantar las gestas de los grandes guerreros, de las guerras contadas por los vencedores, de los imperios que destruían la singularidad de los individuos y de los pueblos, de las grandes, hermosas y absurdas construcciones levantadas sobre montones de cadáveres, de la ostentación vanidosa del lujo y el poder, que precisan de la miseria y servidumbre de otros. Es necesario valorar en toda su profunda significación y en sus gravísimas consecuencias el hecho de que la Tierra haya pasado de ser reconocida como Gaia, como madre, a una situación definida como Antropoceno, porque el hijo transforma a la madre, pero la transforma en negativo, en cuanto la degrada y la empobrece, hasta el punto de poner en serio peligro la supervivencia de las generaciones futuras.

Hay un amplísimo consenso en la necesidad de cambiar la actual dinámica humana, pero hay un gran desacuerdo en la naturaleza de ese cambio y en los pasos a dar. Quizás el acuerdo más extendido es la pretensión de las mujeres de tener los mismos derechos económicos, sociales, políticos y de cualquier otro tipo, que los varones. El siglo XX ha protagonizado grandes progresos en este sentido en algunos países, y en los que no, las mujeres han iniciado el siglo XXI destacando sobre los varones en su afán transformador. Pero con ser fundamental esta igualdad, resulta claramente insuficiente por varios motivos.

Conseguir los derechos de los varones cuando se están perdiendo los logrados después de una larga y dura lucha de los más desfavorecidos, parece invitar a unir los esfuerzos para recuperarlos y acrecentarlos de forma universal, especialmente en lo que se refiere a la supervivencia, la educación, la sanidad, la atención a la dependencia, y el derecho al trabajo y a una vivienda digna.

Igualarse al varón, para adoptar su discutible conducta, como hizo Margaret Thatcher, como hace Angela Merkel o como ha prometido Ana Patricia Botín de mantener la trayectoria de su padre, significa continuidad en unos tiempos en que se precisa cambio, al que la mujer tendría que contribuir desde su condición femenina, tan ampliamente reprimida durante casi cinco milenios. En cualquier caso la simple pretensión de igualarse tropieza en algunos países con una rotunda e incluso criminal oposición. Tal fue el caso de la niña paquistaní de 15 años, tiroteada por los talibanes por defender que las mujeres estudiasen. Muy significativa es la participación de las mujeres en los Juegos Olímpicos. En sus orígenes griegos las mujeres estaban excluidas incluso como espectadoras. En el siglo XXI algunos países mantenían esa tradición. En los Juegos Olímpicos de 2008 no se admitió a los países que excluían a las mujeres. En los juegos de 2012 Afganistán pudo participar porque llevó a una mujer, Tahmina Kohistani, que corrió los 100 metros con pantalones largos, mangas y velo. Algo similar tuvieron que hacer las dos participantes de Arabia Saudí, pero su actuación fue suficiente para despertar sueños de cambio en las mujeres del mundo musulmán.

Es incuestionable que hay que apoyar el esfuerzo de las mujeres para salir del estado de ostracismo, dependencia e infravaloración en que las ha situado el amplio predominio del macho alfa, pero el cambio no tiene que ir dirigido a situarse dentro de la dinámica competitiva, excluyente y dominadora que caracteriza el machismo, sino todo lo contrario; es necesario priorizar los valores que la maternidad ha conferido a la mujer, pues hay suficientes señales que llevan a la conclusión de que el cambio más profundo y personal que se precisa afecta a las características indicadas como machistas.

SALTO EVOLUTIVO

Hay datos suficientes para afirmar que nos encontramos ante un salto evolutivo que exige cambiar todos los parámetros actualmente vigentes, para lo que la dualidad femenina, su larga experiencia ejerciendo simultáneamente su condición de individuo y de entorno, pueda ser el parámetro aplicable tanto al conjunto del planeta Tierra como a las interacciones humanas, tanto en sí mismas, como las que mantienen individual y colectivamente con los individuos no humanos.

Considerar a la Tierra como entorno no parece que ofrezca ninguna dificultad, pero si es necesario preguntarse si sufre el mismo menosprecio que ha sufrido y sufre la tierra y la mujer, a raíz de considerarlas como mudos receptáculos al servicio de las semillas que son las portadoras de significado. Considerar a la Tierra como individuo es reconocer y aceptar que puede tener algo que decir y que hacer en tanto que individualidad, en cuanto ser vivo con su propia e intransferible pulsión en interacción con su correspondiente y singular entorno. Este reconocimiento implica ajustar nuestra conducta a sus necesidades y exigencias en tanto ente superior en el que puede justificarse la existencia de todos y cada uno de los individuos que lo conforman, de modo similar a como cada individuo pluricelular precisa que se comporten sus células constituyentes. Esto ayudaría, quizá de forma definitiva, a superar el problema de la transcendencia, que se ha tendido a fijar en un absoluto supremo accesible tan sólo mediante revelaciones no siempre coincidentes, lo que ha propiciado las guerras de religión, los diferentes ateísmos y las ambigüedades de los agnosticismos y panteísmos. Considerar a la Tierra como un absoluto relativo al que tenemos que referir necesariamente nuestra existencia, no puede pretender en ningún momento que ocupe el lugar del absoluto supremo, por cuanto se tiene clara conciencia de la pequeñez del planeta con relación al Universo, pero obliga a situar a la Tierra como vía de acceso a ese ser supremo, sin que su insignificancia en la inmensidad del espacio cósmico suponga inconveniente alguno, dada la mostrada preferencia de la evolución por lo sencillo y pequeño.

En cualquier caso, la actitud para con la Tierra no podrá alcanzar su plena significación si varón y mujer no logran liberarse de los condicionamientos conscientes e inconscientes que ha dejado la dominación masculina y definir mejor su condición de opuestos complementarios. Varios factores pueden contribuir a ese esclarecimiento.

Uno de ellos es el hecho de que en 2014 la humanidad esté constituida por 7.300 millones de individuos. En 1890 la población mundial era de 1.500 millones. En 1960 se había doblado y en 1999 volvió a doblarse. Se precisaron 70 años en el primer caso, mientras en el segundo bastaron 39, es decir, un poco más de la mitad. De seguir así, en 2020, seríamos 12.000 millones y aproximadamente en 2032, 24.000 millones. Es evidente que la Tierra no puede soportar este incremento de población y el hecho es que en los últimos años ha descendido notablemente el ritmo de crecimiento a pesar de que muchos gobiernos alientan la natalidad debido al concepto que tienen de poderío. A este descenso ha contribuido la mejora en los sistemas de control que ha permitido separar con creciente seguridad la actividad sexual de la reproductiva. Esto confiere a la natalidad un renovado valor al poderse corresponder con una decisión consciente y libre de la pareja generadora. El que esto no sea siempre así nos muestra lo mucho que nos queda por conocer de la dualidad sexual y más aún de la dualidad humana.

DUALIDAD HUMANA

La diferencia de género no siempre queda claramente definida. En los animales y tradicionalmente en los humanos, la diferencia la establecían los órganos genitales, pero en algunos individuos esta diferencia no es evidente. En agosto de 2013 el Parlamento Alemán aprobó una ley que permitía inscribir en el registro civil con el género de “sexo indeterminado” a los que nacían sin testículos u ovarios. Esto, que afecta anualmente a unos 400 recién nacidos en Alemania, evitará el que sean inscritos como hermafroditas o intersexuales, o el que los médicos lo resuelvan mediante intervención quirúrgica, y posibilita el que la persona pueda decantarse en cualquier momento de su vida por un sexo u otro, sin tener que afrontar presiones y trabas jurídicas o administrativas. La identidad individual en lo que respecta al género, precisa distinguir entre el sexo genético y el legal, el fisiológico y el hormonal, el subjetivo, el cultural y el asumido. La respuesta a estas situaciones, de las que evidentemente no es responsable el individuo afectado, depende de los criterios dominantes en las distintas culturas y puede derivar en conflictos que en algunos casos se resuelven con exclusiones, marginaciones e incluso duros castigos, debido a que rompe los fundamentos básicos del colectivo.

Liberados de la presión reproductiva, las parejas homosexuales tienen ocasión de mostrar el desarrollo de un amor entre iguales, cuyos roles no vienen determinados desde el nacimiento, pues aunque entre ellos puedan diferenciarse asumiendo funciones activas o pasivas, también pueden alternarlas o minimizarlas, y, en cualquier caso, es algo derivado de sus respectivas singularidades y de su necesidad de complementación, pero que ésta, en lo esencial, se realiza en la medida en que ambos asuman plenamente la condición de individuo para sí y de entorno para el otro. Este cruce de dualidades puede cambiar totalmente la interacción del individuo con el entorno abierto al infinito, pues se produce un efecto similar al cambio de la mitosis por la meiosis: ambos ceden parte de su identidad para formar juntos una nueva identidad con la que realizar su interacción con el entorno abierto, en el que debe haber cambiado su sentido de infinito, al pasar de un significado cuantitativo caracterizado por su continuidad indefinida, a la condición finita pero inaprensible, al no poder alcanzar el fondo de su ser.

Eso permite definir a ese otro, con el que se ha aceptado compartir su condición dual, como absoluto relativo, en un sentido complementario al utilizado para definir a la Tierra. En este caso el reconocimiento de su condición de absoluto significaba aceptar que la aspiración al infinito del individuo exigía compartir la existencia con todos los individuos que conformaban el planeta. Ahora, ese reconocimiento de la condición de absoluto exige aceptar la singularidad del otro y su dinámica evolutiva que le hace cambiar y ser diferente en lo accesorio de cómo era cuando se inició la relación, aunque no en lo esencial que da continuidad a la individualidad y en donde se resume y transcrea todo el pasado universal y toda la proyección hacia el futuro, que es lo que le da su carácter de infinito y lo que hace que esta vinculación dual sea totalmente diferente a las demás vinculaciones.

EL AMOR, EXPRESION SUPREMA DE LA VINCULACION UNIVERSAL

La degradación del proceso evolutivo experimentada durante los seis mil años de predominio de la opresión sobre la colaboración ha deformado el lenguaje para ocultar lo inhumano que había en las relaciones humanas. La palabra “amor” debería reservarse para aquellas vinculaciones cuya ruptura comporta un grave trauma para los vinculados. La expresión “hacer el amor” puede estar referido al encuentro sexual ocasional entre dos o más individuos que posiblemente apenas se conocen y tras el encuentro se ignorarán totalmente, y esto tiene efectos perversos sobre el lenguaje pues dificulta gravemente apreciar la enorme diferencia entre la cópula o los juegos sexuales entre dos individuos que se saben extraños y los que tienen lugar entre dos individuos que se aman. El placer físico que se alcanza en ambos casos puede ser igual o diferente, pues dependerá de muchos factores, pero en dos aspectos diferirán claramente. Entre los extraños lo habitual es que cada uno busque su propia satisfacción, a menos que hayan otros intereses en juego que hacen conveniente que el otro quede contento, pero lo más significativo es la sensación de vacío al concluir el encuentro, y es que el sexo es algo fundamental en la vida, pero es incapaz de llenarla como puede llenarla el amor.

Este sentimiento de plenitud que puede proporcionar el amor está ligado a la necesidad, y a la vez dificultad, de que en la interacción entre individuo y entorno esté comprendida la totalidad del ser y no sólo alguno de sus aspectos más externos o aprehensibles. Se trata de una cuestión que tiene una naturaleza universal, aunque parece ser que es en el ser humano donde alcanza la posibilidad de hacerse plenamente consciente, aunque en todos los rangos evolutivos obliga a preguntarse por aspectos que los caracterizan pero no están comprendidos en la formulación habitual utilizada. Así, por ejemplo, la ley de la gravedad de Newton define con precisión la fuerza interactiva entre dos masas, pero es incapaz de explicar, entre otras cosas, por qué los planetas del Sistema Solar mantienen una distancia con relación al Sol que responde a la ley de Titius-Bode.

El amor, como otros muchos aspectos de la existencia, se hace más manifiesto en las dificultades, y así, los desencuentros entre individuos que se aman producen un dolor que no sienten quienes simplemente conviven y se soportan.

Todo lo dicho, referido a los homosexuales, es totalmente aplicable a los heterosexuales, pero éstos, además, pueden decidir, de mutuo acuerdo, intentar engendrar un hijo. El que se trate de poder decidir, con total libertad, al margen de las relaciones sexuales que puedan mantener, es una facultad reciente, producto del progreso en el saber colectivo de la humanidad. El que su decisión no pueda satisfacerse, entra dentro de las posibilidades, pues la esterilidad, tanto masculina como femenina, ha estado siempre presente en todas las especies. También aquí el progreso científico ha permitido superar muchos casos, así como resolver muchos problemas del embarazo y lograr que la mortalidad infantil descienda notablemente.

El caso de la mujer que queda embarazada y por las causas que sean tiene que afrontar sola su condición de entorno debe desaparecer por completo en una Tierra que ejerza como absoluto relativo de toda la humanidad. La génesis de un individuo humano es la creación más importante de cuantas pueda acometer la especie humana y por lo tanto nadie puede quedar indiferente ante la posibilidad de que se malogre por falta de atención. El racionalismo ideológico intransigente, continuador de la dinámica de violencia y dominio, persigue con dureza el que una mujer impida la continuidad de una fecundación que ha sido realizada sin amor ni libertad, incluso cuando el proceso se encuentra todavía en la Trompa de Falopio, es decir, cuando todavía no necesita un útero que lo acoja.

La oposición radical al aborto no considera la doble condición de la mujer y la transcreación de la filogénesis por parte del feto, lo que significa que la mujer, además de entorno para el feto, es un individuo con pleno derecho a decidir sobre su cuerpo, mientras que el feto en las primeras semanas está transcreado la estructura fundamental animal, por lo que los únicos que podrían moralmente oponerse a su destrucción son los veganos. Los que se oponen por razones doctrinales transcendentes, muestran una gran ignorancia sobre lo que realmente está en juego, o una inadmisible hipocresía si no se movilizan para evitar que mueran de hambre, miseria y abandono los seres humanos ya nacidos.

El padre es el principal responsable de que esa desatención no se produzca, asumiendo plenamente la dualidad de individuo y entorno, aunque a diferencia de la madre se limite al entorno exterior. Los progresos en la comprensión de los complejos y decisivos procesos que tienen lugar durante el desarrollo fetal e infantil, insisten en la incidencia de la presencia o ausencia del padre en el feliz inicio en la vida del nuevo individuo. Aunque su desempeño de entorno se hará más visible después del nacimiento, cuando el padre puede cogerlo en sus brazos, y, menos darle el pecho, prestarle todos los cuidados que tradicionalmente se han asignado a la madre, también en el tiempo fetal debe ejercer de entorno cuidando de que la vida de la madre transcurra de forma satisfactoria y relajada, y, más directamente, abrazando el vientre materno para que el feto perciba que las vibraciones paternas van al unísono con las maternas; vibraciones que le llegan con gran claridad, pues hoy se sabe que el campo electromagnético del corazón tiene tal intensidad que se extiende alrededor del cuerpo entre dos y cuatro metros.

La creación de un nuevo individuo queda muy por encima de cualquier otra creación humana y por mucho que se diga sobre la dedicación que merece, nunca será excesiva, pero no tiene porque dificultar y, menos aún, impedir el desarrollo en plenitud de la vida individual de los padres y su complementación dual, ya que éstos se van viendo liberados por dos caminos diferentes. Por una parte porque el hijo o hija van cogiendo autonomía de forma progresiva hasta independizarse por completo, sin que eso signifique ruptura, y por otra, porque el entorno se va ampliando y enriqueciendo, con los familiares y amigos, los vecinos, la escuela, los servicios de salud, etc. que los ayudan y reemplazan con gran eficacia. Ahora es posible que varones y mujeres alcancen la plenitud de su potencial individual y de su complementación dual, pero para ello es necesario cambiar las estructuras económicas y sociales de forma que no sea posible los lamentos de una mujer que a sus 50 años lleva dos años en el paro y desconfía de encontrar nuevo trabajo: A mis hijos los tuvieron que criar mis padres porque mi larga jornada laboral me impedía atenderlos debidamente. Ahora, que ya no me necesitan, estoy en casa sin saber qué hacer. Pero los cambios económicos, sociales y culturales exigen estudios específicos, aunque todos tendrán que converger en el gran salto evolutivo que tendrá a la Tierra como referente absoluto.

DUALIDAD DE LA TIERRA

Situar a la Tierra como referente común de toda la humanidad nos obliga a considerarla desde la perspectiva universal del ser, en su singularidad emergente de la interacción individuo-entorno y analizar las características y condiciones de su naturaleza dual que hace que su condición de Gaia, de madre, no agote, como en toda madre, el sentido de su existencia, sino que constituya una parte, muy importante, pero sólo una parte, de su potencial creador.

Un potencial que necesita la contribución del entorno, en el que el Sol ejerce la función de padre que, entre otras cosas, aporte la energía que la Tierra transforma en vida y compensa la que se disipa en forma de entropía. La continuidad de ese aporte muestra su radical diferencia con la paternidad biológica que puede limitarse a una intervención puntual, pero esa continuidad parece determinante del devenir de la Tierra. De acuerdo con el proceso seguido por otras estrellas, se calcula que el Sol se extinguirá dentro de unos 8.000 millones de años, pero lo más fundamental no es tanto ese final como el proceso que conduce al mismo y que como todo lo existente está jalonado de creatividad y libertad. El conocimiento de este posible proceso ha sufrido grandes cambios durante el pasado siglo veinte y todo parece indicar que los seguirá sufriendo, pero un aspecto que cobra fuerza es que dentro de 4.000 millones de años, la influencia del Sol sobre el conjunto del Sistema Solar sería de tal naturaleza que haría imposible la vida en la Tierra, tal como la conocemos, mientras que es posible que la hiciera viable en otros astros, entre los que Titán, el supersatélite de Saturno, es uno de los que mejores condiciones reúne para ello.

Cabe preguntarse si puede haber una continuidad entre la vida de la Tierra y la de Titán, pero lo que parece incuestionable es que cualquiera que sea esa posible continuidad tiene que producirse por mediación de agentes que evolutivamente hayan superado el ámbito del individuo humano y por lo tanto la mirada antropocéntrica. La escala temporal así lo evidencia, como también la espacial. Los proyectos suicidas de colonizar Marte en un viaje sin retorno, muestra la enorme dificultad del desplazamiento humano en estas distancias que en el caso de Titán multiplica por 15 la que nos separa de Marte. Para valorar bien la naturaleza de estas relaciones, parece conveniente que nos situemos en el lugar de las bacterias y las supongamos soñando relaciones semejantes a las que mantenemos los humanos. Las interacciones entre los individuos interestelares es cuestión de éstos y tienen que seguir el mismo principio universal de solidaridad: De cada uno según su capacidad, a cada uno según su necesidad.

La pulsión que la Tierra, como ser vivo, emite por el espacio, es mucho más compleja y rica que la que envían los otros astros que conforman el Sistema Solar. Esta riqueza podría estimular y guiar la evolución de los otros planetas y satélites si fuera armónica y coherente, pero difícilmente aportará algo de interés si sus emisiones están llenas de contradicciones y enfrentamientos, como es la situación actual. Lograr que la Tierra pueda ejercer de paradigma vivo de cohesión y armonía, exige cambios estructurales globales que afectan a las instituciones de ámbito mundial, pero también hay que revisar las interacciones locales, allí donde se manifiesta la universalidad de la problemática humana dentro de la inmensa diversidad cultural que ha generado la singularidad de cada encuentro de una comunidad humana concreta con un entorno determinado que muestra las huellas de lo que allí ha sucedido durante millones de años.

31 comentarios

  • George R Porta

    Estimado Pascual: Gracias por dedicar algún tiempo a mi comentario. Llevas razón. Es desconcertante. El salmista debió ser alguien dividido como lo somos todos. Aunque se admita la “inspiración” y la “inerrancia” de la Biblia (y aunque no se admita) los salmos son poesías, si llenas de sabiduría y buenas ideas y sentimientos, como todo lo que pasa por la naturaleza de alguna manera refleja la división absurda que sufrimos.
     
    Pienso en la agonía de Oppenheimer  o la de Einstein cuando colaboraron en el proyecto de la bomba comúnmente llamada atómica aunque reservaban para sí los temores del uso que los militares y los políticos o la humanidad futura pudiera darle a la Física Nuclear y no obstante llevaron a término el proyecto.
     
    He observado como juegan los niños y niñas cuando se encuentran solos sin poder comprender que alguien les observa a través de un espejo. La destructividad movida por la curiosidad es parte de la naturaleza, precisamente la parte que cuestiona la paterninidad divina que arguyes. No me cuesta pensar que el salmista haya sido un cantor inmaduro y que haya mezclado su propio miedo proyectado en deseo de venganza o en odio pidiendo a su dios (la minúscula es intencional) porque en realidad no podía como no puedo yo comprender que sea lo divino o lo no humano o lo no material.
     
    La imagen absoluta de cualquier cosa o entidad o ser a la que atribuyamos la condición divina sigue siendo tan humana como lo era antes de que se la atribuyésemos.
     
    Tengo para mí que la “sentencia” judicial de cualquier juicio divino sea “Misericordia” (otra imaginación humana) que es un deseo legítimo porque es un deseo bueno y es consistente con la jurisprudencia de Jesús que exigía la “injusticia” del persón por parte de la víctima sobre su victimario/a a pesar de la convicción de culpabilidad por parte de éste/a. Eso es desconcertante pero he decidido inclinar mi textuz, mi orgullo ante el misterio y esperar que las promesas atribuidas a Jesús en los evangelios se cumplan en algún momento. Lo contrario, la desesperanza de ello me exigirá la eutanasia cuando se apodere de mi la demencia o la incontinencia urinaria o fecal o cuando el parkinsonismo que ya me ha comenzado me impida valerme por mí mismo en alguna medida mínima. A este respecto, reflejo de mi propia división me angustia la preocupación de saber que mi sufrimiento puede sacar compasión del corazón ajeno como el sufrimiento de otros la ha sacado del mío, pero como parece que sugirió Jesús hasta eso debe tener un límite.
     
    El Buen Samaritano de marras pagó a otro para que atendiera al necesitado que encontró en su camino. Actuó mejor pero afortunadamente tenía los medios para costear la atención médica del infeliz herido. Si alguien hace lo mismo conmigo cuando ya no pueda valerme lo aceptaré con gratitud pero admiré mucho a Martini cuando decidió no comer y no hidratarse más y esperar el final de la muerte como cualquier hijo de vecino.
     
    Te cuento todo esto y lo cuento en publico respetando la libertad de quienes piensen diferente, pero para confesar la parte de la división que cargo conmigo como me parece que cargamos todos. La ignorancia, la destructividad infantil, el desconcierto, la confusión esconden la comprensión y la sabiduría. Unos tienen tiempo de descubrirla otros moriremos desconcertados por falta de tiempo. Me gustaría desearte una larga existencia y todo el tiempo del mundo para que descubras bastante o suficiente sabiduría y conocimiento y que si llega el momento de rendir homenaje al Misterio, lo puedas hacer ofreciendo el tributo de un silencio preñado de esperanza no de desconcierto.
     
    Un abrazo agradecido.

  • Pascual Pont

    Estimado George: He leído y releído con atención tu comentario, pues contiene materia suficiente para extendernos ampliamente en su desarrollo. Me ha llamado especialmente la atención la imposibilidad de una teoría única, dada nuestra propia división interna, pero que no obstante tenemos que superar mediante la maduración. Pero me ha dejado desconcertado tu referencia a los salmos 138/139, pues los versículos 21 y 22 del 139 son una justificación del odio, a causa de Dios, cuando éste, necesariamente, tiene que ser padre de todos los hombres y mujeres y amarlos por igual cualquiera que sea su imperfección.

  • George R Porta

    A pesar de todas las filosofía, algo permanece invariable y es que a cualquier persona sin graves deficiencias o inconvenientes psicológicos le toma una buena parte de su existencia integrar o unificar su personalidad para lograr su individuación y hacerlo en un grado tal que aunque siempre incompleto, pueda abrazar el último tramo de su existencia con aslgún sentido de pecu;iaridad distintiva.
     
    La masculinidad y la feminidad como la sabiduría y la ignorancia, la responsabilidad de sus opciones y decisiones versus sus impulsos, son algunas de las “particiones” o secciones por llamarlas de alguna manera, que deben poder superponerse y al hacerlo trascender la inmanencia del ser quien se sea y convertirse en la persona que ha vivido su vida de una manera realmente distintiva si no en todo, al menos en suficiente medida.
     
    Por eso no se puede hablar por ejemplo del machismo sin hablar de la homosexualidad, o de la violencia contra la mujer sin hablar del miedo a la propia feminidad, o de hablar de la homosexualidad sin hablar del miedo a la masculinidad, o de la pretensión de sabiduría sin miedo a la propia ignorancia, e  de la victimización distinguiendo la victimización transitiva, la que se inflige en otra persona y la auto victimización de quien se rebaja a ser no más que una mera bestia a pesar de su condición humana.
     
    La dualidad es una realidad o cualidad que debe progresivamente integrarse a lo largo de la vida y desaparecer, como cuando se mira un cuadro de Bruegel desde Lejos y los detalles parecen integrarse o sobreponerse.
     
    No en balde en el mundo de lo religioso se planteó en su momento el problema de humanidad y la divinidad y, desde luego, la insuficiencia del lenguaje para expresar que algo pudiera ser lo mismo y diferente. La dualidad de la realidad es una necesidad cognitiva de quien realmente batalla con su ignorancia y su deseo de saber. Cuando hacia el final de la vida se puede disfrutar de la Belleza o la Verdad en silencio sin explicarlas o “formatearlas” o configurarlas, para utilizar términos en boga, toda esa compartamentalización deja de ser necesaria.
     
    Lo que siempre fallará es la ambición de una teoría única que explique todo. Ese mero sueño es la proyección de nuestra propia división interna que desaparece solo cuando la persona madura suficientemente aunque no lo haga completamenmte.
     
    El Salmo 138/139 es un buen texto para comprender que la vida solo consista en un movimiento dirigido a la completitud parcial, pero la máxima posible en cada individuo y que hacer el mal es el peor de los crímenes porque sabotea ese proyecto que el salmista atribuye a la divinidad.

  • Pascual Pont

    Amigo Isidoro: He leído tu comentario a L. Boff.  Cultura, cultura, cultura. ·El problema central  no es la ignorancia, sino el egoísmo. El que determinará las prioridades, pues no podemos llegar a todo, es el amor, la caridad, la misericordia, la compasión, la condolencia y en segundo lugar, la solidaridad, la cooperación, el mutualismo, la sinergia

  • Isidoro García

    Amigo Pascual:  Dices, “Antes de hablar del Cosmos, del que tanto ignoramos y que puede esconder una especie de panteísmo, creo que es necesario situarse en la Tierra, de la que procedemos y cuya continuidad está en nuestras manos”.

    El interés por el tema del Cosmos, no es un escapismo intelectual, para huir de los problemas de la Tierra. Todo lo contrario. Lo primero porque el 98 % de lo que sabemos del Cosmos, lo sabemos por inducción de lo que sabemos de la Tierra, que es donde podemos investigar. Solo que necesitamos saber el contexto general en que nos movemos, justo para saber cómo funcionan las cosas aquí, que es donde nos importan.

    Ya sabemos muchas cosas. Pero la realidad, es que los problemas nos acucian y muchos de ellos no sabemos cómo abordarlos y resolverlos, y en parte, puede ser quizás, porque al no verlos en perspectiva, los analizamos mal, y hacemos análisis erróneos, que se traducen en resultados no idóneos. (Para no ser pesado y repetirme, te remito a mi comentario de hoy en el hilo sobre el paradigma emergente de L. Boff).

    Y esto enlaza con tu segundo punto. A Jesús, San Juan lo denominó el “Logos”, que viene a ser algo así como si le hubiese llamado el “Significado”, el “Conocimiento”. Y eso unido a su frase de “Yo soy la verdad”, indica que Jesús era un hombre sabio, que lo sabía todo, y según sus palabras, lo sabía porque había aprendido del “Padre” que se lo había enseñado.

    Según mi opinión personal, la presencia en la historia de Jesús, como modelo de hombre sabio, inteligente, nos resitúa a todos nosotros potencialmente en su misma categoría, porque si Jesús es un verdadero humano, eso significa que la naturaleza humana, que todos compartimos con él, no es algo incompatible y de una substancia diferente de la “divina”.

    Dice Clemente de Alejandría: “EL Logos de Dios se ha hecho hombre a fin de que tú puedas comprender cómo el hombre puede llegar a ser dios”. (Protrepticus, I,9). Y lo mismo San Ireneo, San Agustin, San Gregorio Nacianzeno, San Máximo confesor. (citas de Panikkar, el silencio de Dios, pag.313-314).

    Y aquí es clave una auténtica definición de la naturaleza “divina”. Debemos olvidar la intoxicación neoplatónica de circunscribir exclusivamente la divinidad al Supremo Dios Creador, del que no sabemos ni si existe. Lo “divino”, es lo superior, lo más perfecto, lo más creativo, lo más inteligente. Y en este sentido la naturaleza divina es participar en la “inteligencia”. Y en ese sentido todos los miembros de la especie humana, han alcanzado evolutivamente el escalón de la “inteligencia”, y por eso todos participamos de la naturaleza divina. (Y ese es el sentido del “a imagen y semejanza”).

    El hombre que en su avance evolutivo ha pisado el reino universal de la Inteligencia, se mantiene a caballo entre el animal y el ser inteligente. Y por eso toda la ética predicada por Jesús, se puede resumir en llegar a conseguir alcanzar la categoría de ser inteligentemente sabios, pues eso conducirá a unos comportamientos individual y social adecuados. En resumen en utilizar lo mejor posible, nuestra naturaleza “divina”, aquello que nos hace “semejantes a Dios”.

    Este mismo principio ha sido descubierto por todas las espiritualidades, que promocionan la búsqueda de la “iluminación”, y de la “gnosis”, que no son otra cosa que el conocimiento pleno de la Realidad. Y eso nos conducirá a la bondad, pero no sucede así a la viceversa: la bondad ciega, no conduce al conocimiento. Las parábolas evangélicas del mayordomo infiel, y de las vírgenes necias y listas, son iluminadoras en este sentido.

    Respecto a tu tercer punto. Yo creo, que los papeles del hombre y de la mujer, según vaya avanzando nuestro proceso evolutivo, donde lo biológico irá disminuyendo, y lo intelectual irá aumentando, tenderán a converger definitivamente. Decía el logión 22 del Evangelio de Tomás: (…) y si establecen el varón con la mujer como una sola unidad, de tal modo que el hombre no se comporte (como) masculino y la mujer no se comporte (como) femenina (…) —entonces entraréis en [la Soberanía].

  • Pascual Pont

    1 Antes de hablar del Cosmos, del que tanto ignoramos y que puede esconder una especie de panteísmo, creo que es necesario situarse en la Tierra, de la que procedemos y cuya continuidad está en nuestras manos.
    2 Cuando Jesús dijo “Yo soy la verdad” se distanció claramente de una verdad filosófica, intelectual, textual, para situarse en una verdad encarnada que se manifiesta en el amor, en la solidad, en la aplicacion no excluyente del principio “de cada uno según su capacidad, a cada uno según su necesidad”
    3 La mujer, con su capacidad de ejercer de pleno entorno de un nuevo ser humano, se convierte con esa dualidad en paradigma de la dinámica existencial evolutiva basada en el encuentro entre el individuo limitado y el entorno abierto al infinito.

  • Santiago

    Isidoro,    yo tampoco critico ninguna actitud sincera con respecto a la verdad…..ni me veo colocado en ninguna organización política o religiosa que pueda suprimir mi libertad de expression…Como bien dices tu, cada cual es libre de tomar el camino en la vida que considere el correcto……
    Claro que Theilhard tiene el mérito de querer presentar a Jesus como el Omega…como el Cristo Cósmico…Yo mismo lo expresé claramente en mi comentario anterior…..No hay duda ninguna que la evolución forma parte de la Creación y del plan de Dios…..Por eso, el “Alfa y Omega” de la Revelación de Dios no puede contradecir a al conocimiento científico sino que está sobre toda definicion y conocimiento….Pero ni T. de Chardin, ni ningun teólogo, ni biblista, ni exégeta, ni científico y teólogo tienen la ÚLTIMA PALABRA con respecto a la verdad….porque nuestra vision HUMANA  de la verdad se encuentra fragmentada por nuestra deficiente naturaleza que no puede responder a todas las preguntas existenciales y universales….y cuanto mas avanzamos técnicamente y científicamente mas preguntas y misterios encontraros…ya que la VERDAD es de naturaleza infinita….y lo infinito solo pertenece a Dios…puesto que nosotros somos obviamente finitos….Cada uno de ellos y nosotros solo puede aportar “parte” de la verdad….ésta es una sola….nosotros vamos accediendo poco a poco a esta verdad…..de varias maneras en nuestra vida terrestre….Si buscamos con sinceridad esta verdad que instintivamente, consciente o incoscientemente, vamos buscando,…llegaremos a encontrarla…al menos a atisbarla por medio de la Revelacion externa….y de la “luz” interior que se nos dio a todos los seres humanos desde el momento en que fuimos creados….Esta gracia.es la…que nos va conduciendo….por diferentes caminos, incomprensibles a veces, hacia la LUZ VERDADERA..

    Por eso, cuando me refiero al consenso de la Iglesia, no solamente me refiero al magisterio de los Obispos….sino al consenso de los FIELES…de TODA la IGLESIA peregrina…que participa voluntariamente del carisma de la VERDAD..ya que una de las promesas de Jesus fue de darnos el Espíritu de la verdad….desde el día de Pentecostés….No se trata de rendir el juicio…sino de asentir a la verdad…que está basada en la razón..pero que se encuentra por encima de ella….Por eso, NO podemos con nuestras propias fuerzas llegar a este “sensus fidelium”…Es necesario una LUZ que se nos de…para acceder a la verdad supra-natural….puesto que existen cosas y seres que están por encima de nuestra naturaleza humana…y que se encuentran en otra dimension…..Es esto lo que percibimos al inquirir sobre nosotros mismos…que no somos solamente biología…sino personas…….El pensar que el creyente está “sometido” a la dictadura de la verdad proclamada por el consenso de la Iglesia, es sencillamente un grave error….Nadie mas felices que los mártires…que experimentaban un gozo indecible y una paz sobrenatural antes de morir por le FE en Cristo…..La FE verdaderamente nos hace LIBRES..y fue el mismo Cristo el que lo proclamó cuando vivía en este mundo: LA VERDAD OS HARÁ LIBRES….Por eso, la verdad, que yo siento, está presente en el Cristo evangélico junto con el consenso del Pueblo de Dios….No se pueden separar las 2 partes, como la ciencia no se puede separar de Dios…pero  la ciencia no es mas que una consecuencia de la sabiduría de la primera CAUSA…

    un saludo cordial   de Santiago Hernández. 
     

  • Pascual Pont

    Me alegra mucho que a M. Luisa las palabras de Dracir Abad le hayan situado ante el fondo de mi trabajo. Por lo que a mí se refiere, las encontré tan esenciales que me sentí necesitado de extenderme de forma especial.

    Hace ya mucho tiempo que me pregunto por el mundo interior de las personas con discapacidad, especialmente con las que tienen una discapacidad mental severa. Desde hace unos meses esta preocupación se centró en un caso de discapacidad, la de los sordomudos. Fue a raíz de saber la función del hueso hioides, el cambio anatómico que supuso y el hallazgo por primera vez, en 1982, de un hueso hioides fósil perteneciente a un Neandertal que vivió hace 60.000 años. Para entonces la industria lítica ya mostraba un gran desarrollo y especialización, resultado necesario de una fuerte, amplia y compleja colaboración que precisaba de una comunicación que no podía ser satisfecha por la mímica, las miradas, los gestos, los gritos y gruñidos de que disponían al igual que los demás antropoides. Yo sigo a Lamarck más que a Darwin en los intentos por comprender la dinámica evolutiva y por eso pude imaginar los esfuerzos de los homos que precedieron al Neandertal por dar un mayor contenido a sus gruñidos. La solución fue temeraria, casi suicida: descender la laringe de forma que liberaba la base de la lengua y desarrollaba las cuerdas vocales, de forma que podía modular los sonidos que emitía, corriendo el riesgo de que la comida se desviara hacia la laringe provocando una asfixia. Es evidente que el esfuerzo fue colectivo, no sólo en lograr ese cambio fisiológico, sino en dar significación a los diferentes sonidos formando palabras, y ese esfuerzo y los resultados obtenidos estrechó de forma portentosa los lazos comunitarios. No obstante hubo individuos que quedaron excluidos de ese proceso, no porque fueran rechazados por la comunidad, ni porque en ellos no se hubiera producido el descenso de la laringe, sino porque eran sordos y una cuestión fundamental que debería tenerse siempre presente es que para poder hablar primero hay que escuchar.

    Los sordomudos son mudos porque viven en un mundo de silencio en el que los gestos y las miradas ocupan el segundo lugar en las relaciones humanas, pues el primero es el afecto. La fuerza interior individual puede ser tan poderosa como la del que más, pero está condicionada por esta discapacidad que le impide tener una óptima interacción con su entorno fundamental, su entorno humano. Un intento por penetrar en ese mundo interior se puede encontrar en la película “Hijos de un dios menor” y un excelente y didáctico comentario de la misma en http://www.logopedaencasa.es/peliculas/hijos-de-un-dios-menor-1986/

    Millones de individuos, durante miles de años, han sufrido esta merma en sus ansias de plenitud. Pero hace pocos días Loles Sancho ha publicado un libro, “SOS. Mi hija es sorda”, en el que narra sus vivencias desde que, cuando la niña tenía un año, empezaron a sospechar que tenía problemas de audición, el mazazo recibido cuando los médicos dijeron que tenía sordera total, la encogida esperanza cuando, un año después, la operaron y le colocaron un implante coclear y la inmensa felicidad que ahora siente cuando con cinco años y medio le tienen que decir que se calle.

    El que ha hecho posible que esa niña oiga y hable, y el que puede hacer que lo mismo les ocurra a los miles de niños que sufren esa discapacidad, es el entorno humano, los innumerables individuos que a lo largo del tiempo y en los más diferentes lugares, que sin tener ese problema han buscado una solución para quienes lo tenían, bien directamente, mediante el desarrollo del lenguaje de signos o de la lectura de los labios, o indirectamente, con los estudios anatómicos del oído o el desarrollo de la tecnología electrónica que ha posibilitado el implante. Y es el entorno el que tiene que hacer posible que esa tecnología la reciban todos los niños, sin excepción, que en el mundo sufren ese problema. Y digo niños porque en los adultos no es aplicable esa solución debido a la dinámica irreversible de la ontogenia, lo que hace que uno pueda dar en consonancia con lo que recibe, pues inmanencia y trascendencia van profundamente unidas en el ámbito individual, pero también al conjunto de la humanidad, para la que lo inmanente reside en los inmensos, valiosos y diversificados recursos del planeta, y lo transcendente, en la disponibilidad de los humanos adultos a poner esos recursos al servicio del mejor desarrollo del conjunto de la vida, pero especialmente al servicio de los niños que son los que tienen que dar continuidad al proceso evolutivo.

    Esta relación entre recibir y dar ya lo traté en el artículo “Reforma laboral, teología y contabilidad” que Atrio me publicó el 25 de marzo de 2012 en el que decía: La dificultad para establecer un ideario en el que la economía se oriente fundamentalmente a una adecuada  redistribución de cargas y  frutos, no reside en la valoración de lo que cada uno aporta y recibe, en lo que cabe admitir un amplio margen de error y un ancho de banda generoso. La cuestión está en la brutal, inmensa diferencia entre los que no logran reunir siquiera las calorías que precisa su cuerpo para subsistir, y los que consumen y destruyen, directa e indirectamente, millones y millones de esas calorías. Los dos son seres humanos enfermos; la enfermedad de los primeros se puede designar como ASCE (Abandono Social Criminal Estructurado),  la de los segundos, como DAS (Derroche Absurdo Sicópata). El problema está en que todos los que se encuentran en la amplia zona intermedia, sienten más aversión que compasión hacia los que sufren ASCE, y envidia y admiración hacia los que padecen DAS, lo que hace que se tome a éstos como referencia ideal, incluso por parte de aquellos que son conscientes de que las penurias que sufren son producidos por el DAS, pues están afectados de una especie de Síndrome de Estocolmo, que hace que el oprimido se adhiera al opresor.

    En este mismo artículo ya planteaba que para eliminar las inmensas y criminales desigualdades que además de su inherente maldad están en la raíz de la progresiva y suicida degradación del planeta, disponemos de un instrumento fundamental: el desarrollo de una contabilidad mundial que las modernas computadoras pueden realizar con precisión, rapidez, detalle, análisis, valoración y trasparencia. El problema es que esta inmensa capacidad de administración justa y racional, está siendo utilizada por los 737 actores principales que nos mostró Leonardo Boff el pasado día 21, para controlar los principales flujos financieros del mundo, con lo que están agravando el estado de los enfermos de DAS, con grandes borracheras de armamento entre otras patologías, mientras se incrementa a grandes pasos el número de los que sufren de ASCE .

     
    El problema es que quienes gobiernan y hacen posible esta situación se justifican aduciendo que han recibido democráticamente el mandato del pueblo, por lo que será necesario investigar por qué los pueblos ponen al zorro a cuidar del gallinero. El último paso en este sentido ha sido la elección de Jean-Claude Juncker como presidente de la Comisión Europea, desde el 1 de noviembre de 2014 y para cinco años. Procede de Luxemburgo, del Partido Popular Social Cristiano, y como presidente de su país, (1995-2013) estableció un acuerdo con más de 300 multinacionales, para que fijaran allí su sede social a cambio de quedar prácticamente libres de impuestos. El fraude fiscal institucionalizado al más alto nivel, mientras se persigue al obrero en paro que hace algún trabajo esporádico sin declararlo. La raíz de esta situación puede estar en la falta de un paradigma adecuado de colaboración humana, y elegimos siglas que falsean su contenido y actitudes contrarias a nuestros comunes intereses, por lo que sería conveniente que todos revisáramos en qué medida podemos estar afectados por el Síndrome de Estocolmo, pues es muy sutil y difícil de apercibirse por uno mismo.

  • mª pilar

    Copio esto pequeño párrafo de Isidoro:

    ...”Será un lenguaje nuevo, quizá totalmente arreligioso, pero liberador y redentor como el lenguaje de Cristo; los hombres se espantarán de él,…”

    También me confieso ¡Enamorada del Proyecto hermoso de Jesús! pero en mi  larga andadura y constante búsqueda… hago mía la reflexión de Isidoro:

    Solo hay una fidelidad posible: “La escucha de cuanto la vida me va presentando, y desde ahí, el Mensaje de Jesús, para mí… “Base, principio y fundamento”
    Ha ido cambiando mi mirada, abriéndola a nuevas expectativas, me ha “empujado” a quitar muchas “cosas” que a través de los siglos cada personaje con poder, ha ido añadiendo a la fuente primera.

    La mayoría de las veces, estos cambios son “empujados” por temores, por conciencias “alteradas” por su propia incapacidad,  de darse por completo a la fuerza y rotundidad del Mensaje primero.

    Se le ha añadido tanta “parafernalia” totalmente fuera de lugar hoy… empezando por el leguaje; que si no estamos abiertos a experimentar libremente, por encima de lo enseñado, mandado, escrito como revelación etc…
    Sin tardar mucho tiempo, estarán fuera de toda realidad y perderán el tren, porque se quedarán solos…
    Bueno, siempre acompañados por ese sector, que para que su vida no se tambalee… siguen viviendo una religión fuera de todo sentido común.
     

    Llaman santos a todas las personas que la iglesia ha decidido “subir” a los altares, se han hecho imágenes que llenan de ellas las iglesias, se “adora” y se  pide, todo aquello que cada cual siente como necesario… ¿Seguro no habrá más santos que los seleccinados por las altas fuerzas de la iglesia?

    Jesús, en lo poquito que de verdad Él dijo… encontramos una manera de vivir clara y concreta; no anda con filosofías ni teologías, ni componendas…

    Y esto es más exigente, que seguir unos mandatos dictados por  los santos padres…  por que:

    ¿No pueden equivocarse?

    Al final, resulta, que toda esta fe, ya no bebe de la fuente… no quita la sed… y nos conformamos con el agua “bendita” bendecida  por hombres buenos… malos… mediocres, incluso con grandes lagunas en su mente y corazón.

    Jesús nos dejó un Proyecto de Vida, que sigue vivo y vigente en todas las épocas  y designado para:
    ¡¡¡todas las personas!!!
    que lo quieran hacer suyo, se confiesen o no  religiosos de cualquier religión, o incluso ateos.

    ¿Por qué esta iglesia católica, se empeña una y otra vez en hablar de Dios?

    Esto es funesto para la humanidad, porque convierte le convierte en un “dios” injusto, si solo sirve para un minúsculo grupo, que no es precisamente, el que sobre sale por llevar una vida ejemplar; y me estoy refiriendo a todas las personas que nos llamamos cristianos.

    Lo de católicos es otra cosa… Aquellas personas que más confiesan su identidad de creyentes… y se pavonean al rededor de esos srs….Vestidos de seda y púrpura, que comen en la misma mesa, acuden a los mismos fastos…
     
    ¿Qué les iguala  a Jesús?

    ¿Dónde pueden encontrar en ellos… los sencillos, los siempre apaleados, los esclavizados por estos mismos sers. la justicia de un Dios que predican
    Amor?

    En ningún sitio. Si hay un Dios, una Fuente de la abundancia, una Esencia que da Vida:

    O es bueno y justo para todas las personas que se sientan llamadas a seguir y vivir su Proyecto… o es agua de borrajas, que no nos lleva a ninguna parte, ni a un mundo mejor.

    mª pilar

  • Isidoro García

    Imaginemos que vamos en un  tren por una vía, y vemos que llega un momento en que esa vía se acaba, y que cerca de ella hay otra vía mucho mas moderna, que continua hasta donde alcanza la vista. Lo que hay que hacer es, con mucho esfuerzo y trabajo, bajar el tren de la primera vía y recolocarlo en la segunda, y continuar el trayecto.

    Teilhard no solo fue un teólogo más. Un teólogo expone unas hipótesis, sobre la naturaleza de las relaciones entre el humano y lo “sagrado”.  Eso también lo hizo Teilhard. Pero antes de eso recolocó el tren de la teología en unas vías nuevas, apoyadas en la concepción moderna del Universo, (y de la humanidad, dentro de él). Una concepción que quizás sea la definitiva, o como mínimo será la del tercer milenio.

    Por eso la crítica a Teilhard, puede ser de dos tipos distintos: de naturaleza científica, y de naturaleza teológica. La primera es la de aquellos que encastillados en sus concepciones filosóficas tradicionales del mundo, no pueden (o no quieren) comprender la realidad de la nueva cosmovisión. Oyen, pero como el que oye llover, miran pero no ven, leen pero no interiorizan: no han transmutado la información y el conocimiento en sabiduría. Es humano, “perro viejo no aprende trucos nuevos”, por eso todo avance significativo y revolucionario del conocimiento es un asunto de generaciones.

    Esta crítica que es acientífica, y en algunos caso anticientífica, es una parte más de la actitud arracional  o irracional ante la vida, aunque se envuelva en muchos sofismas y circunloquios. Y no es racional, porque la actitud racional reflexiona para encontrar las verdades a adoptar como creencias. Mientras que la no racional, asume primero unas creencias, y luego utiliza la razón para tratar de justificar esa decisión previa.

    Dice Santiago: “la lectura de estas fuentes primordiales del cristianismo tienen que ser interpretadas en todo el contexto histórico….en una exegesis ecléctica y holística completa…En y con el consenso de la Iglesia como Pueblo de Dios que peregrine…”. Pero Santiago: ¿si tu interpretación no está en consenso con la Iglesia, (dictaminada por su jerarquía), ¿qué harás, te mantendrás en ella, o renunciarás por obediencia y fidelidad a la autoridad?.
    Como ejemplo de esa postura adjunto cita significativa: «Hijo mío, convéncete de ahora para siempre, convéncete de que salir de la barca es la muerte. Y de que, para estar en la barca, se necesita rendir el juicio. Es necesaria una honda labor de humildad: entregarse, quemarse, hacerse holocausto». (San J. Mª. Escrivá, Meditaciones, IV, pág. 84 y ss. 1987).

    Se haga lo que se haga, no critico ninguna actitud: cada uno es muy libre de adoptar la que considere mas conveniente para él. Pero no se puede estar repicando y en misa. Si decides, (pienses lo que pienses), ser fiel al magisterio, (que por cierto se ha equivocado históricamente, cientos de veces), serás fiel y buen católico, pero no asumirás una postura racional, por muchas lecturas que hagas, y por muy bien que intentes explicarte.

    Teilhard, en cuanto teólogo, es criticable, discutible y mejorable. Pero su gran mérito, es haber colocado la teología en una vía científica nueva. Vía que hay que seguir recorriendo hasta el final, y queda mucho trecho. Y la realidad científica es la que es.

    Por eso Teilhard era contundente respecto a la realidad científica de la evolución y de la nueva concepción del Universo evolutivo y sus consecuencias. Teilhard, en “El Fenómeno humano”, decía: “La Evolución… ¿Una teoría, un sistema, una hipótesis?… No, en absoluto; sino, mucho más que eso, una condición general a la que deben plegarse y satisfacer, desde ahora, para ser pensables y verdaderos, todas las teorías, todas las hipótesis, todos los sistemas…”. Aquí hablaba el Teilhard  científico, y nos sigue interpelando hoy día.

    Porque de esa nueva visión científica del Universo se desprenden unas consecuencias, que hay que tener en cuenta. Teilhard también decía: “Si se aplica a la Historia del mundo esta ley de recurrencia (llamada de Complejidad-Conciencia), se ven dibujarse una serie creciente de puntos críticos y de desarrollos singulares”. (Un sommaire de ma Welt anschauung, 1954).

    Este reconocerse en un punto crítico histórico, exige un desarrollo singular del discurso. Quizás por ello, otro profeta como Bonhoeffer, predijo:
    “No nos toca a nosotros predecir el día –aunque el día vendrá- en que los hombres serán nuevamente llamados a pronunciar la Palabra de Dios de tal modo que el mundo quede transformado y renovado por ella. Será un lenguaje nuevo, quizá totalmente arreligioso, pero liberador y redentor como el lenguaje de Cristo; los hombres se espantarán de él, pero a la vez serán vencidos por su poder. Será el lenguaje de una nueva justicia y de una verdad nueva, el lenguaje que anunciará la paz del Señor con los hombres y la proximidad de su reino”.
     

  • Santiago

    gracias por vuestros comentarios sobre el tema…..Muy interesante los diferentes puntos de vista….A ti, Pascual, mis felicitaciones por tu artículo y por tu análisis sobre Theilhard de Chardin a Crusafont Pairó….Valioso tambien su elegante y bien elaborada respuesta a tu carta….
    Yo como tu tambien fui un converso a Jesus de Nazaret al terminar el Bachillerato en Cuba…Desde entonces he leído como tu muchas biografía de Jesus y siempre he encontrado que lo mejor de El se encuentra en Las Memorias de los Apóstoles como llamaba S. Justino a los 4 Evangelios escritos por los testigos de la tradición en el siglo I…En ellos, en estas 4 vesiones de estilos diferentes pero con una unidad básica, he encontrado veracidad y genuinidad. En ellos se encuentran y concuerdan testimonies objetivos…y esa misma palabra escrita ha trascendido los siglos…y nos ilumina desde dentro a cada uno encontrando cada vez mas coherencia y sentido…cada vez que volvemos a leerlos y re-leerlos…..pues LA PALABRA cobra vida y se vuelve activa…..en una dualidad:   una revelación externa….y otra interna…..La una transmitida desde lo oral a lo escrito…La otra la luz interior que nos lleva a la verdad….y a armonizar todo lo que nos propone una fe histórica…puesto que la fe está basada a una PERSONA REAL que nació y vivió en el tiempo de la historia….Por eso, la lectura de estas fuentes primordiales del cristianismo tienen que ser interpretadas en todo el contexto histórico….en una exegesis ecléctica y holística completa…En y con el consenso de la Iglesia como Pueblo de Dios que peregrine…como vue propuesto en el siglo XX por el Vaticano II…

    El esfuerzo de Theilard de Chardin ha sido el querer presentar al Jesus Cósmico…..el mismo que Juan el Apostol y sus discípulos revelan como el que dijo: “Yo soy el Alfa y Omega, el principio y el fin” (Apoc. 21,6)…Chardin fue ademas de jesuíta un paleontólogo average….major que teológo, científico o filósofo fue un visionario….que supeditó toda realidad a esa evolución cósmica que el intentó explicar sui generis….en un lenguaje a veces difícil de entender y ser entendido…..Para el la evolución tenía que explicarlo TODO…Pero la realidad no es solamente evolutiva…sino que presenta diversos aspectos…en una amplia gama de posibilidades y de lo puramente existencial……Dios no se puede reducir simplemente a las matemáticas….ni puede ser encajado en un “panteísmo superior” ni puede ser co-dependiente del Universo…porque su naturaleza íntima es el misterio del amor que es inmedible….ademas de su libertad íntrinseca….capaz de dar a la Creación posibilidades infinitas….y comunicarle esta misma facultad a sus criaturas……
    Sin embargo, Theilard ha sido positivo en cuanto a a su concepto del Universo como grande y glorioso y que es un deber religioso admirar y apreciar….Que la evolución y el desarrollo de los recursos naturales ha sido el plan magistral de Dios “desde el principio” y que Cristo debe ser aceptado no solamente como el Omega-Dios, sino como Señor del Universo y de su historia y como Creador….pero que está “forzado” a crear evolutivamente….
    Sin embargo, prescinde en absoluto del mal personal y de sus consecuencias….enfatiza solamente en la culpa colectiva…..y al relativizar el mal….lo presenta como algo necesario y por ende inevitable hasta cierto grado…”Salvar al mundo” es salvar la comunidad humana para mejoras materiales..y esto es mas importante que la salvación del nuestro yo anímico personal…
    Sin embargo, la vision cósmica de Jesus es lo que “salta a la vida eterna”….es una visión escatológica de la realidad humana….Estamos de paso…..incoando el comienzo de la verdadera vida aquí en la tierra…pero simplemente peregrinando porque cuando la “casa de esta terrena morada” desaparece, lo corruptible se trasnforma en “incorruptible”…y se adquiere “eterna morada” en la eternidad…..Es pues el dualismo en la unidad de nuestra misma humanidad…..porque al final lo que va a penetrar transformando lo material en “otra realidad”, es el mismo espíritu infundido en nosotros por el Espíritu primero de Dios…..y no al reves

    Un saludo cordial de Santiago Hernández 

  • Pascual Pont

    La rápida contestación de Isidoro García y su condicionada aceptación de mi corrección sobre el determinismo, me ha impulsado en un primer momento a contestarle puntualizando algunas ideas y expresiones, pero no sé si este es el camino adecuado, teniendo en cuenta la necesidad que tenemos de una renovación profunda del lenguaje.
    Por eso, para no retrasarme en mi respuesta, y teniendo en cuenta su admiración por Teilhard de Chardin mostrada en sus anteriores comentarios, le transcribo la carta que el 4 de octubre de 1981 dirigí a M. Crusafont Pairó, traductor e introductor en España del pensamiento de Teilhard de Chardin, así como la contestación que recibí:

    Me tomo la libertad de dirigirme a Vd. para plantearle mis preocupaciones y problemas, porque, por una parte, es Vd. con sus escritos, responsable de ellos en cierta forma, y por otra, porque lo considero la persona idónea para comprenderme y ayudarme.
    La lectura de “El Fenómeno Humano” allá por los años 65 ó 66, me obligó a un profundo replanteamiento de mi forma de pensar, que produjo el segundo gran cambio de mi vida.
    El primero ocurrió cuando llegué a la adolescencia. Educado en un ambiente irreligioso, a los 16 años descubrí casualmente a Jesús de Nazaret. Me enamoré de él. Intenté conocerlo lo más profundamente posible. Leí las distintas vidas que sobre él se han escrito y hasta tengo una medio escrita, de dudoso valor, pero que a mí me ha exigido penetrar en todo el contexto político, social, cultural, de los textos evangélicos. Cuando más he conocido a Jesús, más seguro he estado del lugar único, decisivo, exclusivo, que en la historia humana le corresponde.

    Cuando leí a Teilhard de Chardin y tuve conversaciones y disputas sobre sus textos, hubo una cuestión que dejó en mí una preocupación especial. Algunos compañeros opinaban que la obra de Teilhard era interesantísima, pero encontraban que la inserción en la misma de la cuestión cristiana resultaba totalmente forzada.

    Y los mismos textos de Teilhard, en cierta forma, inducían a pensar así. No basta con decir que “Dios actúa inmergiéndose parcialmente en las cosas, convirtiéndose en elemento… y desde el corazón de la Materia, tomando las riendas y la cabeza misma de la … evolución”. Ni basta con resumir la situación con que “el movimiento cristiano presenta los caracteres de un phylum. Este phylum progresa en la dirección supuesta por la flecha de la Biogénesis. Esta flecha implica la conciencia de hallarse en una relación actual con un Polo espiritual y trascendente de convergencia universal” Si esto es así, el lugar para decirlo no está en el epílogo. Debería haber estado a continuación del Neolítico, entroncado en el Totum, en la triple unidad de estructura, de mecanismo y de movimiento.

    No se trata de un reproche. La obra de Teilhard es demasiado genial como para reprocharle nada. Pero él en ningún momento ha mostrado pretender ser exhaustivo y definitivo. Es más, toda su obra tiene el aspecto de ser una muestra de visión personal, que invita a compartirla, a desarrollarla, a completarla.       Lo peor que podría ocurrirle a la obra de Teilhard sería caer en el olvido. Es necesario madurarla, discutirla, desarrollarla, y más aún, en este año de su centenario.

    Un aspecto de este desarrollo es intentar una explicación científica al hecho de que Jesús de Nazaret es piedra angular del desarrollo de un nuevo nivel de evolución. Este es un problema que me lleva preocupando muchos años; del que he querido desasirme, pues carezco de unos conocimientos básicos para poderle hacer frente, pero que no he podido, pues continuamente me lo estaba devolviendo el oleaje del pensamiento.

    Problema difícil, por cuanto la teología, demasiado celosa de asegurar la divinidad de Jesús, no acaba de sacar todas las consecuencias que se derivan de que fue VERDADERO HOMBRE, y por otra parte, la ciencia sigue durando en “reconocer que existen una orientación precisa y un eje privilegiado de evolución” y precisamente esas van a ser las dos premisas necesarias: la plena humanidad de Jesús y la existencia de un sentido de la evolución.

    Empecemos por intentar situar previamente los factores que determinan esa evolución. Para Teilhard  la cuestión está clara. El factor es el AMOR-ENERGÍA como “propiedad general de la Vida”, “capaz de dar plenitud a los seres como tales, al unirlos”, capaz de “personalizar totalizando”, capaz de armonizar las dos energías: “la tangencial, que hace al elemento solidario de todos los elementos del mismo orden que él en el Universo, y la radial, que le atrae en la dirección de un estado cada vez más complejo y más centrado, hacia delante”.

    Pero ¿cómo traducir el amor-energía a términos utilizables en los niveles atómico, molecular o celular? Cuando Teilhard se pregunta ¿en qué momento llegan a adquirir dos amantes la más completa posesión de sí mismos, sino en aquel en que se proclaman perdidos el uno en el otro?, he imaginado que ese momento era cuando, unidos en un coito, les llegaba a los dos amantes el orgasmo, y he sentido la grandeza de que sea en ese momento cuando se manifieste la potencia creadora del hombre y me ha recordado la cita de Théo Kanan en “Las partículas elementales” pag. 118: “Todas estas partículas son estructuras dinámicas en el sentido de que representan un delicado balance de fuerzas, ya que, en efecto, deben su existencia a las mismas fuerzas que las hacen interaccionar entre sí… los hadrones son criaturas de la interacción fuerte, y cada hadrón ayuda a engendrar otros hadrones que, situados a su alrededor, lo engendran a su vez”.

    En los dos extremos de la evolución, el amor se puede llamar interacción creadora, dándole a estas palabras un sentido amplísimo, un significado de relación interpersonal, opuesta tanto a la individualización disgregadora como al totalitarismo despersonalizador. Pero la interacción no se produce entre abstracciones, sino entre individualidades concretas y, por lo tanto, depende la realidad individual, de la historia personal, de la forma como cada ser resuelve la síntesis de los elementos que lo constituyen y acierta a insertarse en una unidad superior, sin renunciar a su individualidad.

    Como dice Jacques Rueff en “Visión quántica del universo”, pag. 43: “todo existente puede ser descompuesto en una serie de existentes de orden inferior, siendo cada existente una sociedad para los individuos que le preceden y un individuo para la sociedad que le sigue”. Si además aceptamos la recapitulación ontogénica de la filogénesis, el individuo se nos presenta como un todo crucial en la evolución, pues el salto hacia un nuevo nivel, no se da desde una situación indeterminada, sino como depositario de todos los logros que ha alcanzado la evolución hasta llegar a su nivel, pues como dice François Jacob: “los biólogos fueron dándose cuenta de que, bajo la diversidad de los organismos, todo el mundo vivo empleaba los mismos materiales para efectuar reacciones similares… Lo inesperado fue comprobar que la mayor parte de las veces sólo existía una solución para todos los seres vivos. Fue necesario admitir que una vez hallada la solución mejor, la naturaleza se atiene a ella en el curso de la evolución”.

    Debe existir un mecanismo que indique y fije el logro alcanzado, y todo parece indicar que debe situarse en el terreno básico de la energía, sobre todo de su conservación o empobrecimiento, a través de lo que alguien ha llamado “la flecha del tiempo”: la entropía, o su contrario, la negentropía.

    H. Laborit, en el libro “Del Sol al hombre”, cuya traducción Vd. ha corregido y prologado, admite la existencia de niveles negentrópicos en la materia viva. En la pag. 95, dice: “A cada nivel de su organización la materia viva está sometida a dos tendencias opuestas: una tendencia al nivel termodinámico, al desorden, al aumento de entropía, de donde nacía por retroacción la segunda tendencia a la organización, al orden, a la disminución de entropía”.

    En su libro “El fenómeno vital”, en la pag. 89, Vd. llega a plantear una distinción radical al decir: “La materia inerte tiende a la entropía, a la muerte entrópica… Los sistemas vitales… escogen el camino de una negentropía cada vez mayor… con una marcada tendencia convergente que les llevará hasta la consecución de un “télos”, un fin en el bloque espacio-tiempo”. Y en la pag. 90 concreta: “Toda esta febril busca de las máximas eficacias, a lo largo de los phyla o líneas evolutivas, se halla entretejida de variables factores de adaptación. Muchos sistemas que fueron eficaces… dejaron de serlo… y entonces el sistema negentrópico, se halla condenado a la extinción…”
    Jagjit Singh, en su libro sobre “Información, lenguaje y cibernética” llega a aventurar: “Hay pocas dudas de que la existencia de fases disentrópicas en la materia viva, es decir, de fases que conducen a la disminución de entropía, se debe a una especie de selección de los electrones ricos en energía realizada por una gran diversidad de enzimas especiales, que parecen ser cierta especie de demonios de Maxwell que hacen disminuir la entropía por medio de una actividad mucho más compleja que la que llevaba a cabo su precursor de 1871… La actividad de las enzimas celulares, análoga en cierta forma, sugiere que hay seres umbrales intercambiando información (conocimiento) por negentropía (potencia) demostrando así que el conocimiento es poder tanto DENTRO de la vida molecular como FUERA, en la vida humana”.

    Todo pues parece indicar que, cuando un determinado individuo desarrolla su existencia de tal forma que el balance energético interior resulta positivo, es decir, cuando la materia encuentra una situación en la cual la “operatividad” precisa un mínimo consumo de potencial, o no lo precisa, o incluso resulta potenciadora, quizá al llegar a un determinado nivel o en función de ese nivel, se produce una reacción o una desencadenación de reacciones, que fija o patenta el resultado alcanzado en condiciones de transmitirlo a las nuevas generaciones. La evolución ha dado un paso.

    Pero si el resultado no ha sido sólo una cuestión de eficacia interna del individuo, sino que el éxito se ha logrado en la interacción entre distintos individuos, se está asistiendo al nacimiento o consolidación de un nuevo nivel. Jacques Rueff señala los siguientes niveles: de las partículas fundamentales, nuclear, atómico, molecular, cristalino, de los virus, de los organismos de la célula viva (orgánulos, mitocondrios) de las células, de los órganos, de los seres vivos.

    Si la evolución tiene que continuar, tiene que hacerlo a partir del nivel último alcanzado. Lo que está en juego en la actualidad, es el lograr un nivel plurianimal. En este terreno, los éxitos logrados por ciertos insectos (hormigas, abejas, etc.) o algunos mamíferos en el ámbito familiar o de manada, resultan muy pobres al lado del gran éxito alcanzado por el hombre. Porque el hombre, a pesar de todas sus insuficiencias y vaivenes, ha logrado ya una interacción en el ámbito planetario, en el que la humanidad está ya en condiciones de dejar de ser un conjunto de hombres, para transformarse en una individualidad, en un ser fuertemente interaccionado, lo que según Haldane, Comte llamaría “Gran Ser superhumano”, o Teilhard llama la Noosfera.

    Incluso se podría aventurar que la construcción de ese ser macrohumano, está en la actualidad en un momento crítico, pues se encuentra en condiciones, tanto de dar un paso hacia su plena realización, como de caer en el más completo fracaso y en plena neurastenia destrozarse a sí mismo. Tres son, a mi parecer, las señales de esa criticidad:
    * El riesgo nuclear, que puede estallar por error o accidente, o por un chispazo inesperado que surja no importa donde, pues las consecuencias podrían ser igualmente funestas para todos.
    * Las exigencias tecnológicas de producción, que precisan trabajar a niveles mundiales. La división del trabajo y el automatismo permiten ya que una determinada fábrica se plantee el suministro mundial de un producto.
    * La limitación de los recursos naturales, la comprobación de que la Tierra es un patrimonio común limitado y el que el consumo de las materias primas, el agotamiento de las energéticas, nos atañe muy directamente. Cualquier despilfarro, en cualquier parte, nos empobrece. Cualquier envenenamiento de las aguas o de la atmósfera, en cualquier parte de la Tierra, amenaza nuestra salud.

    Como se puede ver, el problema reside fundamentalmente en que el nuevo ser macrohumano, encuentre el equilibrio energético, lo que exigirá nuevas fórmulas de equilibrio y ordenación jurídicas, económicas, sociales, políticas y culturales, pero sobre todo desarrollar una energética humana que reemplace las fuerzas brutales de la selección natural, como dice Teilhard, de forma que a todo ser humano le llegue el alimento necesario y él pueda aportar sus impresiones a la realización de una síquica unitaria y total. Porque el logro de un determinado nivel está en la interacción creadora de los elementos que lo integran y en el nivel macrohumano esto no puede realizarse mientras dos tercios de la humanidad no llegue siguiera ser un elemento real, pues el hambre le impide la plenitud humana y gran parte del otro tercio al consumir mucha más energía de la que aportan resultan entrópicamente decadentes.

    El nuevo nivel macrohumano solo podrán realizarlo aquellos hombres cuya existencia presente un balance positivo de plusvalía, aquellos que por generar más energía de la que consumen disminuyen la entropía, incrementan el potencial. La valoración matemática de cada realidad individual, resulta inimaginable que pueda ser realizada, dada su complejidad y la cantidad de factores que intervienen. Pero eso no significa que el organismo no lo pueda realizar. El organismo debe tener algún sistema para valorar la energía consumida y la generada y poder detectar el momento en que se produce el equilibrio o el salto de la entropía a la negentropía, para realizar las mutaciones adecuadas que fijen y patenten el logro, insertándolo en la lenta y amplia cinta evolutiva.Ciertamente, el proceso no es simplemente metabólico, ni siquiera económico y productivo. Debe abarcar todo eso, pero mucho más. Debe implicar toda la estructura sicosomática, los procesos mentales de síntesis, la vida afectiva y de relación.

    Tampoco se pueden establecer patrones, pues cada situación personal es tan diversa que resulta de difícil comparación, aunque pueden darse casos extremos de evidente inclusión en uno u otro grupo. Posiblemente, en una determinada época, se hayan dado abundantes casos dentro de una burguesía tremendamente activa e innovadora, o en una clase obrera consciente, que no sólo aportaba el excedente energético de su trabajo agotador, sino el impulso revolucionario de un cambio histórico. Pero el prototipo, el elemento primogénito de ese nuevo tipo de hombre negentrópicos, es Jesús de Nazaret, en quien se manifiesta una triple plenitud.
    En primer lugar plenitud física y moral, como el común de sus conciudadanos. No hay ningún mérito particular en ello, pero si interesa resaltarlo, porque el futuro del hombre no habrá que esperarlo en un superdesarrollo del cerebro ni en una granja de genes seleccionados. El hombre, en los tiempos de Jesús, en la “plenitud de los tiempos” dispone ya de los medios para otro tipo de desarrollo. Dispone de unas manos capaces de moldear la obra más sutil; de un cerebro, generalmente infrautilizado, pero capaz de abarcar y relacionar todo el universo y de un lenguaje que le permite comunicarse los más profundos pensamientos, las sensaciones más complejas y extrañas. El hombre está en condiciones de iniciar un nuevo nivel de evolución.

    Y es ese nivel el que Jesús inicia de una forma plena, total, pero difícil de comprender. Quizá sólo San Pablo llega a entenderlo. Jesús es el primero en reconocer y proclamar la igualdad intrínseca de todos los hombres. Los sabios griegos negaban valor a los esclavos. Los antiguos profetas se apoyaban en una preferencia divina hacia su pueblo, con perjuicio de los otros, a los que no importaba ni dolía someter o exterminar. Jesús va incluso mucho más allá de una simple proclamación. Intenta realizar esa igualdad empujando a los poderosos a ceder sus privilegios a compartir su riqueza, ayudando a los más desheredados a conseguir la plenitud física, mostrando su preferencia, tributándoles honores y poniendo por delante de los demás, a los marginados. Y esa igualdad la lleva hasta el extremo de que cuando la propia dinámica del cambio que propugna le lleva a un enfrentamiento mortal, prefiere morir antes que matar.

    En sus últimos años de vida, Jesús realiza una fortísima interacción, estableciendo los lazos de una nueva trama, que le llevan a una plenitud de negentropía. Antes que él, otros tuvieron una existencia que arrojó un balance positivo de potencial energético, como podría ser el inventor de la rueda, el primer domesticador de animales o los que contribuyeron al desarrollo del lenguaje. Pero es posible que no llegasen a un grado suficiente para producirse un cambio cualitativo, como no se produce en el mono que coge un palo, o en el que chilla para alertar a los otros. En Jesús se produce ese cambio y por eso tiene derecho a llamarse “el hijo del hombre”, porque representa una nueva generación.

    Pero esta misma plenitud tiene otra implicación fundamental. Para evitar connotaciones abstractas o metafísicas, repitamos las ya citadas palabras de François Jacob: “Una vez hallada la solución mejor, la naturaleza se atiene a ella en el curso de la evolución”. La solución Jesús es la única viable para lograr la Macrohumanidad. A ella pues se atiene la naturaleza, y por ello Jesús sigue actuando entre los hombres, confirmando sus palabras: “Yo he vencido a la muerte”. Los términos vida y muerte, cuando se contempla el conjunto de la evolución, resultan difíciles de precisar. Llamamos un valle fértil, lleno de vida, aquel que tiene una buena capa de humus. Pero el humus no es más que una acumulación de cadáveres. El hecho de que haya una cierta continuidad después de la muerte, a través de la utilización de las partes elaboradas, no parece que pueda ser discutido por nadie. Lo que parece más difícil de admitir es la prolongación del yo, de mi individualidad consciente, más allá de la muerte, como se produce en Jesús, con su resurrección. Pero esto aún no estamos en condiciones de abordarlo sin recurrir a la fe. Y eso por varias razones: En primer lugar porque no se sabe exactamente que es ese yo, en segundo lugar, porque aún sabiendo que la materia tiene una naturaleza corpuscular ondulatoria, poco sabemos de la proyección ondulatoria de los organismos complejos y finalmente porque la parapsicología aún está muy incipiente y llena de fantasmas. Pero lo que sí podemos comprender ya hoy, es el alcance real y literal de sus palabras: “Mi cuerpo es verdadera comida y el que come de mi carne, vivirá eternamente”.

    Intencionadamente he dejado de lado los aspectos de fe y de trascendencia. Esto es totalmente lícito, pues aunque en la vida esté todo íntimamente relacionado, es corriente estudiar facetas aislada para posteriormente intentar sintetizarlas. Así mismo le ruego vea en todas estas ideas, un intento de situarme personalmente ante la vida. No es desde luego, el estudio frío y objetivo de un especialista. Yo soy mecánico, y sé que en mis anteriores palabras habrán muchos fallos de forma y de fondo. No me preocupa la forma, pero si el fondo, y sobre él le agradecería mucho me diera su opinión.
    Atentamente le saluda Pascual Pont

    PD.- Como no sabía su dirección, la he buscado en la guía telefónica. Pero allí hay tres direcciones. Le envío el original de esta carta a una de ellas y fotocopia a las otras dos.

    A finales de octubre recibí la siguiente respuesta del profesor Crusafont:

    Mi distinguido amigo:
    El solo hecho de haberme escrito una carta tan larga e interesante y además a tres direcciones distintas, creo que me da derecho a nombrarle amigo mío. He leído con mucho interés su carta –que bien merece ser llamado escrito—y, desde luego, la creo de suma importancia. Creo además que tanto por su fondo como por su forma muy bien cuidada, merece ser publicada como artículo. Se plantea Vd. varias cuestiones de interés para el lector que se considere interesado en las cuestiones teilhardianas.

    Para mí, el papel de Jesús de Nazareth, es de ser el punto Omega de Teilhard, es decir Cristo que en nombre del Padre dirige toda lo existente en el Universo y por su convergencia, atrae hacia él toda la evolución. Es el punto Omega donde se rigen todas las cuestiones que tienen que ver con la existencia de todas las cosas. Desde este punto se rigen todas las leyes de lo existente y es Jesús de Nazareth, con su bondad quien rige todas las cosas hacia el bien y por su convergencia hace caminar a la Humanidad hacia unos senderos nuevos en busca de una anagénesis nueva buscando a una Humanidad que sea como un ente superativo por convergencia gracias a la energía de un amor universal. Un ente superior en el cual encontraríamos como un superorganismo en el que los hombres serían las células y las sociedades los órganos.

    Creo de verdad que su escrito merece ser publicado y aunque sea Vd. mecánico, demuestra conocer el pensamiento de Teilhard como si fuera un filósofo. Yo de Vd. le arreglaría en forma de escrito y lo haría publicar.

    Por mi parte no me queda sino felicitarle por sus ideas y por el magnífico contenido de su carta a la que no contesté antes por motivos de salud que aún ahora no anda muy bien. Esto quizás pueda explicarle el porqué mi respuesta sea corta, en comparación con su carta. Pero de verdad no ando muy bien de salud y he de cuidarme y no realizar ejercicios demasiado fatigosos. Por lo demás, Vd. no me pedía más que mi opinión que yo le he dado con suma franqueza.

    Escríbame Vd. con entera franqueza y libertad y yo le contestaré aunque sea con retraso como ha sido en esta ocasión.
    Puede Vd. disponer de mi y yo aprovecho la oportunidad de haberme mostrado su confianza, para mandarle mis más cordiales saludos y una intensa felicitación, suyo affmo. amigo M. Crusafont

    Rehice mi carta dándole forma de artículo como Crusafont me indicaba e intenté, sin lograrlo, publicarla por varios medios, a pesar de que Crusafont hizo también algunas gestiones al respecto. La salud de Crusafont fue empeorando haciendo imposible la continuidad de esta correspondencia que quedó definitivamente cerrada cuando murió poco después.
     

  • M.Luisa

    Gracias Pascual por tus aclaraciones. En una primera lectura  cuando nos dices que     Dracir Abad nos da la clave y subrayas  la frase que la contiene; “ El servicio a otra persona que necesite algo, convierte lo que era considerado inmanente, en el momento que yo no sabía que lo necesitase alguien, en trascendente, en el momento que deseo desprenderme de ello y satisfacer la necesidad de otro, compartiéndolo” Yo también, como tú que dices que ahí queda resumido todo el contenido de tu  trabajo, puedo  decir lo mismo respecto a mi línea de pensamiento. Coincido plenamente, porque como dije días atrás  en el proceso evolutivo intramundano no cabe desligar la inmanencia de la trascendencia, y ahí en esa frase   se le da cumplimiento.
     
    Sin embargo,  la  alteridad que se produce  en ese acto de   versión a lo “otro”  es un acto  de realidad humana. Por tanto, a mi modo de ver,  no sería  esperable que se produjera  si esta, la realidad humana, se      contemplara    tan sólo en tanto  individuo.  Pues  la alteridad  tiene su momento  inscrito  en  la realidad humana como algo propio  de su estructura.  Dicho esto,  no  tengo ninguna dificultad     si consideramos,  en este trabajo,   al individuo como   una estricta unidad internamente cualificada.
     
    Claro! Me doy cuenta que mientras  Pascual sitúa la dualidad en el binomio  individuo- entorno,  yo  la registro, en cambio,    con anterioridad como  algo  que recae  primero en el ámbito    de  lo orgánico y lo psíquico  como ya expresé en mi primer comentario. Entonce,  en la  superación unitaria de esta dualidad  es  en donde surge  más tarde, haciendo frente al entorno, la posibilidad del   acto humano por excelencia, lo cual posibilita, revela, al mismo tiempo la no discontinuidad entre lo inmanente y la trascendencia.
     
    Por último, y muy brevemente,  con respecto a la frase evangélica “creced y multiplicaros”  que es tan  recurrente y tan frecuente que se lea en su literalidad por personas  antiabortistas y componentes, por cierto,  de  familias numerosas,   después de leer los puntos que le dedicas a este apartado,  estoy completamente de acuerdo contigo, por lo que ,  a esta persona lo que le  vine a decir  en resumen  fue  algo así como  “multiplicaros no  en tanto   especie ni en espaciosidad, o extensión,  sino en dignidad creciente”  que la dignidad rija en   todos los rincones de la tierra.
     
    ¡Se me ha venido la mañana encima!!
     
    Un cordial saludo
     

  • Isidoro García

    Estoy muy de acuerdo con lo que dice Pascual. Sólo en lo que decía del determinismo, quizás no me ha comprendido bien.
    Porque ese determinismo cósmico, que impulsa a la formación en el Universo de organismos cada vez más complejos, y en este caso cada vez más inteligentes, no tiene por qué ser lineal. Caben los altibajos, los errores y las catástrofes parciales.

    Y este determinismo cosmológico no es incompatible con la libertad humana. Sería algo así como un río que marcha hacia abajo, y en el que podemos remar o nadar incluso contracorriente. Pero al final, más tarde o mas temprano el río nos acabará arrastrando. De nuestro esfuerzo y de la dirección correcta que utilicemos para nadar o remar, dependerá el tiempo que tardemos en llegar a la desembocadura, y con ello el esfuerzo, el cansancio y el sufrimiento que acumularemos.

    Incluso aunque la humanidad por su mala cabeza, o por azar, sufriera un a extinción, no quiere decir que una siguiente evolución no lo consiga. Igual que al extinguirse los dinosaurios, se dio paso a la evolución de otra rama, los mamíferos, si nos extinguiéramos los mamíferos humanos, se abriría paso a una nueva especie evolutiva. Nuestro triunfo actual, no es por mamíferos, sino por inteligentes. (Este concepto podría ser la base de la teoría hindú de los ciclos temporales).

    El determinismo cosmológico nos asegura, que si no es en esta oportunidad, será en otra siguiente. Por eso nuestra labor debería ser acelerar al máximo este proceso, reduciendo dolores y tragedias a la humanidad.

    Y por ello en el buen término de este proceso de evolución de la especie hacia un estadio superior, es importante el aumento del nivel de lucidez filosófica, y cultural en general, que nos consiga buenas decisiones y un buen discernimiento general.

    La humanidad tiene que tomar una serie de decisiones importantes, y tomarlas acertadamente. Y más aún cuando la actual gran aceleración histórica tanto en las innovaciones culturales y científicas como en la población de la humanidad, nos están abocando a afrontar graves problemas que hay que resolver adecuadamente.

    Por eso la extensión y calidad del nivel de conocimientos, es siempre importante, pero es trascendental en estos momentos
     

    El conocimiento nos libera del error, de la irracionalidad, y ello nos potencia como humanos, hasta alcanzar las cotas que nos merecemos en función de nuestra naturaleza. Este proceso nos magnifica. Nunca el hombre es más humano que cuando conoce.

  • Pascual Pont

    La intervención de María Luisa a las 7:49 del día 23, ha coincidido exactamente con el inicio de la siguiente aclaración, que no sé lo que tardará en publicarse porque soy muy lento escribiendo.
    El comentario de Dracir Abad nos sitúa ante una realidad que exige clarificar mejor algunos de los conceptos que estamos utilizando. Dracir Abad trabaja con enfermos que no pueden proyectar su vida un tramo muy largo. He supuesto que se trata de personas que sufren alguna discapacidad y que por lo tanto nunca podrán alcanzar el éxito personal que logran algunos individuos que no las sufren. Pero ¿qué lugar ocupa el éxito personal en la razón de ser de la existencia? Dracir Abad nos da las claves para la respuesta: El servicio a otra persona que necesite algo, convierte lo que era considerado inmanente, en el momento que yo no sabía que lo necesitase alguien, en trascendente, en el momento que deseo desprenderme de ello y satisfacer la necesidad de otro, compartiéndolo,
    Ahí queda resumido todo el contenido de mi largo trabajo, aunque su síntesis se encuentra en la primera parte del mismo en que expongo la interacción entre individuo y entorno. Una interacción que la mujer asume totalmente durante la maternidad por cuanto se convierte en entorno absoluto del nuevo individuo sin dejar ella de ser individuo con su entorno abierto a otros absolutos. Aunque esa dualidad de la mujer es sólo una fase del proceso universal que ya intenté clarificar-clarificándome  el pasado 25 de mayo, con “El hilo conductor = la dinámica triuna” y el 9 de septiembre con “La evolución dialógica”, y a los que, con toda probabilidad tendrán que seguir otros, dada la dificultad de dar a las palabras nuevos contenidos acordes con los cambios fundamentales que estamos viviendo y necesitando en estos momentos y a la propia complejidad de la interacción en la que el individuo asume la función de libertad y creatividad y el entorno la de continuidad.
    Intentando no extenderme demasiado simplifiqué algunas expresiones y así, donde he dicho Somos hijos de la Tierra debería haber escrito “Somos hijos de la Tierra y del Sol” porque sin la energía que continuamente nos suministra nuestro padre Sol, no sería posible la vida en la Tierra. Igualmente cuando digo que ésta es hija de las estrellas que la parieron, soy consciente de que las estrellas, por si solas, no han generado el Universo, como tampoco lo ha hecho la partícula de Higgs por mucho que la hallan calificado de divina, y que por cierto va asociada al espacio de Higgs, del que apenas se ha hablado pues hasta ahí llega el individualismo que nos invade. Tiene razón Santiago cuando dice que la materia… no tuvo el poder de darse a sí misma la existencia, pero hablar del Creador en la actualidad exige mucho análisis y reflexión para superar los reflejos condicionados que nos han inculcado los poderosos durante unos 4.000 años, gracias a su control de la escritura estática y su pretensión de que las reglas que establecían se las había dictado dios personalmente, como sin tapujos mostró Hammurabi en lo alto de la columna de basalto en que grabó sus leyes, o bien manipulando escrituras consideradas sagradas, e ignorando sus claras llamadas a la fraternidad universal para justificar interesadas guerras de religión.
    La crisis desencadenada por Copérnico y que llevó a la hoguera a Bruno y al silencio a Galileo, se cerró en falso con el paradigma del reloj y el relojero de Newton. No se si algún día se zanjará la polémica determinismo-indeterminismo que enfrentaron entre otros a Newton con Leibniz, y a Einstein con Bohr, Heisenberg y Pauli y nos dejó el demonio de Laplace que reduce al ser humano a la condición de robot. Yo no creo en el determinismo y por eso, aunque coincido en la mayor parte del comentario de Isidoro García, no comparto su conclusión de que inevitablemente, lo queramos o no, el Universo conspira en silencio, y nos impone el camino que nos llevará a la meta, eso sí, a empujones, como un borracho que no sabe por dónde va, Yo creo en la libertad y creatividad humana, que le viene dada, pero que es responsabilidad suya el desarrollarla en la medida de sus posibilidades. Pero se trata de una creencia, una cuestión de fe, que me obliga a respetar a los que creen diferente.
    La cuestión está en que nos encontramos en un nuevo tiempo, del que debemos destacar tres aspectos fundamentales. 1) La humanidad ha llegado a sobrepasar los siete mil millones de individuos, mostrando la imposibilidad de mantener el ritmo de crecimiento seguido en los últimos años. No se lo que respondió M. Luisa a quien le planteó lo de “creced y multiplicaros”. Lo que sí sé es que ahora no es cuestión de crecer sino de reordenar lo existente. 2) Porque la segunda cuestión es el tremendo desorden en que estamos sumidos que hace que, por una parte, se agoten y degraden los recursos naturales debido a los obscenos y absurdos consumos y, por otra, millones de inocentes mueran de hambre, de enfermedades curables y de guerras ajenas. 3) Y por último, el cambio radical que se está produciendo en la comunicación y que Oscar Varela en parte ha mostrado con sus destilados sobre la computadora.
    Un nuevo tiempo, en el que, como ya dije en mi artículo, en el apartado “Cambio de valores”: Es necesario reescribir la historia y llorar en lugar de cantar las gestas de los grandes guerreros, de las guerras contadas por los vencedores, de los imperios que destruían la singularidad de los individuos y de los pueblos, de las grandes, hermosas y absurdas construcciones levantadas sobre montones de cadáveres, de la ostentación vanidosa del lujo y el poder, que precisan de la miseria y servidumbre de otros.
    Pero no sólo eso, hay que esbozar y desarrollar alternativas, entre las que puede figurar una adecuada preparación del Sínodo tal como plantea Antonio Duato a la que aporto dos apuntes: 1) Los ecologistas han acuñado el término “glocal” para referirse a la necesidad de abordar lo local con perspectiva global. Esto hay que aplicarlo a la condición humana tratando la célula familiar desde una óptica solidaria con toda la humanidad. 2) Actualmente está plenamente admitido que la ontogénesis transcrea la filogénesis. Pero así como la filogénesis es un proceso único, la ontogénesis tiene lugar en miles y miles de millones de individuos, de tal forma que se ha podido establecer un patrón de desarrollo evolutivo que ayude a orientar el desarrollo conjunto de la especie.
    Este patrón pivota sobre la interacción individuo-entorno en una dinámica inmanente-trascendente de tal forma que expresada mediante el binomio (I+T) elevado al infinito y desarrollado mediante el binomio de Newton, nos daría la siguiente expresión:
    (I+T)∞ = I∞ + I∞-1T + …. + I∞/2T∞/2 + …. + IT∞-1 + T∞
    Es evidente que se trata de una fórmula simbólica que nos permite analizar su dinámica global y detenernos en tres términos: los dos extremos y el centro, aunque antes conviene considerar los diferentes ritmos temporales.
    Una característica de la dinámica global es la notable diferencia en el transcurso del tiempo individual y el tiempo del entorno. El transcurrir del entorno parece invariable debido a que sus ritmos fundamentales operan sobre millones de años, lo que ha permitido al ser humano construir relojes con los que sincronizar sus diferentes colaboraciones. El tiempo individual va cambiando continuamente, más deprisa en el inicio y más despacio en el final, lo que en relación con el ritmo del entorno produce un efecto inverso. El niño no percibe el cambio de ritmo, mientras que el viejo ve como el tiempo se le escapa cada vez más deprisa. Esto hace que el centro vital o biológico no coincida con el cronológico y que en un individuo que viva 100 años, ese centro no esté en los 50 sino alrededor de los 20 y que en los 9 meses de tiempo fetal se transcreen los millones de años que la evolución a tardado en generar nuestra especie.
    En el desarrollo del binomio no he incluido los coeficientes, que son la unidad en los extremos y el valor más alto en el centro. Eso significa que la vida se inicia con una total inmanencia, con un radical egoísmo en cuanto que todo el entorno, todo el universo primigenio, se transcrea en el nuevo individuo, cualquiera que sea su especie, mientas que culmina cuando el individuo desaparece, se trasciende plenamente para dejar todo el protagonismo al entorno. En el centro, en torno a los 20 años en el ser humano sano actual, es cuando el encuentro entre lo inmanente y lo transcendente se equilibra, el coeficiente alcanza el máximo valor, la combinatoria se expande y ofrece las máximas posibilidades de libertad y creatividad. Hasta entonces el predominio inmanente hace que el individuo mire hacia sí, hacia su propia formación, pero ese desarrollo no es para sí, sino para mejorar el entorno, por lo que quien continúa buscando su propio beneficio después de traspasar el umbral central, se degrada y empobrece pues llega al final de su existencia sin nada que trascender.
     
    Es evidente que todo esto hay que desarrollarlo más, pero eso dependerá del diálogo que se abra en Atrio, y, sobre todo, de que se logre establecer una especie de guión global para esa maduración del Sínodo propuesto por Antonio Duato.

  • Isidoro García

    La actitud adecuada con todo maestro, es preguntarse: ¿Qué pensaría hoy día, con los conocimientos nuevos que hoy tenemos?.
     
    Por eso a Teilhard, como a todos los maestros, no basta con leerlos y comprenderlos, sino que hay que continuarlos y adaptarlos a las nuevas circunstancias, lo cual es una labor difícil y peligrosa. Y más aún, hay que hacerlo con los eclesiásticos. A un intelectual normal se le supone que escribe lo que en verdad piensa. Cuando ese intelectual es clérigo y más aún católico, hay que tener en cuenta que sus escritos y enseñanzas estarán mediatizados por su disciplina eclesiástica, que en muchos casos anula toda la libertad personal, y en los mejores casos la limita y reprime parcialmente.
     
    Teilhard nos abrió el camino en la búsqueda de una cosmovisión espiritual moderna, al ser un pensador adelantado a su tiempo, sufrió por ello el problema, de ser considerado un heterodoxo cultural, y religioso. Pero no hay nada más poderoso que una idea cuando le llega su hora. Y esta hora esta ya iniciándose.
     
    Teilhard, con su obra intentó resituar al hombre en su lugar en el cosmos, aunque la época histórica en que vivió, no le ayudaba mucho, sino todo lo contrario. Por ello Teilhard, fue el último gran profeta del tiempo anterior, y aunque su genio intuitivo le permitió vislumbrar la respuesta, se quedó como Moisés, sin poder entrar en la Tierra Prometida, justo en la frontera.
     
    Es muy significativo que murió en 1955, solo dos años antes del primer gran hito simbólico que iniciaba el gran camino de descubrimiento de la situación real del hombre en el Cosmos: el lanzamiento del primer satélite artificial, el Sputnik ruso. También murió solo dos años después del descubrimiento de la estructura química del Adn, que dio el pistoletazo del inicio simbólico del imparable proceso de autoevolución que llevará a nuestra especie humana, hacia una nueva especie más perfecta y evolucionada.
     
    Asimismo la época de su muerte coincide justo con el inicio del gran despegue de la cibernética y de la informática, que está revolucionando el devenir de la humanidad.
     
    El cristianismo, hijo del judaísmo helenizado, y helenizado él mismo en su génesis y en su desarrollo histórico, siguió también el camino griego de la sobrevaloración del destino religioso individual. Teilhard, influído culturalmente por el evolucionismo, da un giro de 180 º en la evolución ascendente espiral de la cultura humana, (el yin y el yang), y empieza de nuevo a replantearse un destino común de la humanidad, como colectividad global, como especie biológica.
     
    Se empieza a comprender que existe en el hombre un poderoso instinto, una intuición clamorosa de que en el despliegue del cosmos, las que tienen verdadera importancia y cuentan son las especies y que por ello, más que el destino individual, lo importante está en el destino de la especie, representada por nuestra descendencia.
     
    Con Teilhard, se plasma un nuevo pensamiento, de que más importante del destino del hombre, lo es el de la especie en su globalidad. Se cambia el hombre individual, por la Humanidad. Y apoyándose en la evolución de las especies, reflexiona sobre el futuro destino de la Humanidad. Intuyó que existe una ley general de la evolución del Universo, en el sentido de ir siempre hacia la formación de estructuras cada vez más complejas, que se podría llamar la Ley del Universo de la contraentropía, o neguentropía, y que ha dado como resultados, primero la emergencia de la Vida y posteriormente la de la Inteligencia.
     
    No intuyó, (o quizás no se atrevió a publicar pues era demasiado avanzado para su tiempo, e incluso lo sigue siendo actualmente), el que muy probablemente no somos la única especie inteligente en el Universo. Pero intuyó que después del suceso evolutivo que nos ha traído a este planeta, inevitablemente más tarde o más temprano sucederá un nuevo escalón en ese proceso cósmico-evolutivo, del surgimiento de estructuras inteligentes cada vez más complejas y sofisticadas.
     
    Teilhard, desde su cosmovisión cristiana, contempló el próximo escalón futuro, el de la constitución progresiva de una Gran Mente Humana global, que denominó “la Cristo-génesis”, considerándolo el escalón final, haciendo el gran esfuerzo intelectual y teológico de compatibilizar los conocimientos de la ciencia de su época, con la cosmología y la ontología tradicionales cristianas, de origen grecorromano.
     
    Como este esfuerzo ya era suficientemente arduo, no pudo considerar que ese próximo escalón evolutivo, probablemente no sea el escalón final, sino solo uno más hacia la consumación final del despliegue del Universo. Pero eso no obscurece su gran hallazgo, que fue el de situar la aparición del “homo sapiens”, dentro del contexto evolutivo general, de la Gran Ley General que viene guiando el despliegue del Universo desde su momento inicial.
     
    Dedujo por inducción las líneas generales de la evolución del Cosmos desde su inicio y lo más importante, dedujo el futuro hacia el que le encaminará, y nuestro papel en él. Por eso Teilhard fue un gran profeta que construyó el primer escalón que hoy transitamos penosamente.
     
    En los 60 años que han pasado desde su muerte, el conocimiento de nuestra situación ante el Cosmos ha evolucionado extraordinariamente. Aunque aún torpe y modestamente, hemos empezado a viajar por el espacio, conocemos que solamente en nuestra galaxia, debe haber millones de planetas alrededor de los cientos de miles de millones de estrellas que la forman, sabemos de la universalidad de las leyes físicas en todo el Universo y por todo ello, sospechamos muy fundadamente que el Universo debe estar pletórico de vida y seguro que en bastantes casos de vida inteligente.
     
    Sabemos que nuestra vocación es viajar y conocer el Cosmos, y sospechamos que muy posiblemente a nuestros probables vecinos les pasa lo mismo. Y en resumen ya sabemos que casi seguro que no somos la cima inteligente del Universo, sino que solo lo somos, en este planeta, y eso solo por ahora.
     
    Por eso es preciso admirar al maestro Teilhard, pero intentando superarlo y adaptarlo a los nuevos tiempos. Teilhard prefiguró la teología del siglo XXI, pero en estos momentos es preciso dar un paso adelante, y prefigurar las ideas que configurarán la teología del siglo XXII.
     
    Teilhard de Chardin, es el modelo de investigador global, holístico, del futuro. Por una parte científico y por otra parte hombre espiritual. Por una parte conociendo bien de donde venimos, del pasado, (era paleontólogo), y por otra parte permanentemente avizorando hacia el futuro de la humanidad.
     
    Fue un pionero en  juntar las dos ramas del conocimiento, las ciencias de la naturaleza, y las del espíritu, (hoy separadas y divergentes). Y para su integración se precisa de estudios interdisciplinares, y más aún de hombres multidiciplinares.
     
    El día 7 de Abril de 1955, tres días antes de su muerte, sobre la mesa de su despacho dejó una cuartilla autógrafa, la ultima página de su diario. En ella se encuentra escrita una poliecuación que tiene la fuerza de un testamento y figura encabezada con estas palabras:
    “Lo que yo creo”: Cosmos = Cosmogénesis = Biogénesis = Antropogénesis = Cristogénesis.
     
    Si se quiere que las ideas de Teilhard, permeen en la sociedad, lo mismo que a todos los grandes innovadores, hay que clarificarle, seguirle y superarle, no solo adorarle en un pedestal. Hay que trascender los condicionantes que él tuvo en su vida, su adscripción a la férrea y anquilosada Iglesia Católica de la primera parte del siglo XX, justo en la época final de la Modernidad, a la que se resistía ferozmente.
     
    Hoy día cuando ya incluso esa Modernidad está claramente superada, hay que recrear al Teilhard del siglo XXI, y hacer el esfuerzo de preguntarse: ¿Qué pensaría Teilhard hoy día?.
     
     

  • M.Luisa

    Hola Isidoro, no quisiera que pensaras que  pretendiera evadirme  de la objeción que me planteas, estaba en la espera de que se produjeran más intervenciones sobre todo las del autor.
    Sólo te comento lo siguiente.  Leí a Teilhar  de Chardin hace bastantes años y a mi modo de ver, pienso, que él no es que contemplara la evolución  desde el punto de vista espiritual sino a la inversa,  la evolución como una flecha  en dirección  hacia el espíritu.
     
    un cordial saludo

  • Isidoro García

    Un añadido adicional:
    Teilhard de Chardin, esperanzadoramente profetizaba:  “Visiblemente, no será por los caminos actuales como se establecerá el reino de Dios, sino mediante algún renacimiento, alguna “revelación” que se difundirá en la masa humana como el agua como el fuego”.

  • Isidoro García

    No acabo de ver, M. Luisa, donde está el problema de contemplar el suceso real de la evolución del Universo, desde el punto de vita espiritual. Es lo que hizo Teilhard.

    Tú dices, muy bien que “la evolución, como despliegue dinámico  constaría  de un  proceso  de transformación  puramente material  primero y de sistematización después”. Todo lo que sucede dentro del Universo es “material”, (con un concepto amplio de materia = “materia/energía” + “información”, como el que dice, hardware y software).

    Y ese proceso evolutivo “material” podría explicar perfectamente la existencia del Universo, tal y como es, sin intervención alguna de un “Dios”. Pero eso no excluye la posibilidad de que todo sea fruto de la acción de un Dios-Uno creativo, desconocido y desconocible, exterior al Universo. Por eso es cuestión de fe personal.

    Pero bajando de las alturas metafísicas, que no nos sirven de nada, lo que a nosotros nos interesa es el presente y futuro de la Humanidad, y (a los cristianos), el papel que Jesús, el Cristo, tiene en toda esta situación. Y ambas cosas nos las explican las distintas Revelaciones que se han dado, (especialmente la cristiana). Pero para encontrar unas explicaciones coherentes con lo que sabemos de la realidad, hay que reinterpretar esas revelaciones, sabiendo que todo debe ser coherente con el proceso de despliegue evolutivo sucedido desde el Big Bang. Y por eso explicaba en mi primer comentario, el análisis de las fases de ese proceso.

    Venía a decir que todo desde el principio ha funcionado mediante la acción de una fuerza conectiva, que ha unido, primero a las partículas y átomos, luego a las diferentes células en organismos pluricelulares, y por fín, en la etapa de la Inteligencia, (en la que estamos), nos llevará hacia una humanidad unificada dentro de la libertad personal.

    Acabo con un trozo de un texto que tengo escrito:
    “Si se pretende que el cristianismo sea la revelación total y plena, y tenga un alcance universal, “católico”, válida y dirigida a todos los hombres del planeta entero y de todas las épocas, no puede ser considerada fruto de un fenómeno histórico puntual que se da en un momento y en un sitio concretos, (como fue el caso posterior del islamismo), que necesariamente estará impregnada con la filosofía del tiempo y del lugar en que ocurre el suceso.

    Igual que los contemporáneos de Jesús, le interpretaron en función de su cultura particular, todos los humanos de la historia tenemos el mismo derecho y hasta diría que la obligación de hacer lo mismo. Por ello esa revelación debe adaptarse y complementarse con una nueva mirada cultural, como profetizaba Teilhard. Eso significará sobre todo, una “cosmificación” de la doctrina cristiana, o sea dirigirla a un hombre que se encuentra en medio del cosmos, con todo lo que eso significa.
     

    Esta “nueva mirada” no significará necesariamente adicionar nuevos elementos doctrinales distintos de los antiguos, sino entenderlos éstos mucho mejor y con una nueva perspectiva. Será como poner unas gafas a un miope: verá las mismas cosas, pero le parecerá que ve un mundo nuevo. Porque da la impresión de que lo que se necesita es una clave para ser bien entendido. Una llave para abrir la cerradura del arcón del tesoro. Porque se intuye que el tesoro está ahí.
    Y los cristianos contamos con un gran tesoro. Porque decía Jung, que el cristianismo ha desarrollado unas imágenes religiosas, y una perfección de sentido que apenas admiten parangón con las otras religiones”.

  • M.Luisa

    Mal vamos, Isidoro, si el carácter evolucionista del cosmos lo interpretamos  desde el punto de vista  espiritual. No escarmentados se  caería de nuevo  a comenzar la casa por el tejado.  Es desde la materia elemental inestable  en donde  cabe hallar el punto de partida, pasando por la vitalización de la materia hasta alcanzar lo humano.  La evolución,  entonces como despliegue dinámico  constaría  de un  proceso  de transformación  puramente material  primero y de sistematización después.

  • Isidoro García

    Pascual en un comentario de 12 de junio del presente, sobre su artículo “El hilo conductor = la dinámica triuna”, habla  de “mis esfuerzos por definir el hilo conductor con el que construir el nuevo paradigma o Suma que la humanidad necesita”. (Yo aún en ese mes, no os leía, y lo he visto en el archivo).

    Es verdad que en este último artículo, no queda clara esa búsqueda, que se supone que permanece implícita y sin expresar, como muy bien indica M. Luisa. Sin perjuicio de que Pascual complemente su artículo con algún comentario explicatorio, yo como “evolucionista” en ejercicio, daré mi opinión meramente personal, aún a riesgo de desviar el sentido del artículo.

    El sentido que tiene conocer plenamente la actuación de la naturaleza, desde el punto de vista espiritual, es el de conseguir encontrar una base firme y un fundamento para interpretar adecuadamente las enseñanzas espirituales de los maestros del pasado.

    La desmitologización de dichas enseñanzas, concretamente también las del Nuevo Testamento, ha hecho claro, (al que lo quiera ver y no cierre los ojos, por miedo o sumisión clerical), que todo el Nuevo Testamento y con ello los textos evangélicos, deben ser interpretados. Con la letra de los Evangelios en la mano se puede demostrar cualquier cosa y la contraria. Eso no los invalida, sino que exige de nosotros una hermenéutica creadora, una reinterpretación imaginativa, pero lógicamente basada en una clave de acceso, firme y fuerte. Y esa clave de acceso, ese “hilo conductor con el que construir el nuevo paradigma o Suma que la humanidad necesita”, está escrita en el Universo y sus Leyes Generales, que para los creyentes, proceden del Creador.

    Por ello es tan importante conocer las maravillas concretas del Universo, para intentar inducir de ellas, esas Leyes del Universo. Teilhard, fue un pionero, (a lo que yo conozco), de este difícil proceso. Y de eso trata el “evolucionismo espiritual”.

    Porque si no se hace así, seguiremos diciendo que Jesús era así y asado, o dijo esto o lo otro, cuando ya todos sabemos que sabemos muy poquito concreto y a ciencia cierta de las enseñanzas de Jesús. Son esas “máscaras” que ponemos a Jesús, en función de nuestras cosmovisiones personales.

    Leí el otro día que un ídolo es algo que el hombre crea, y luego se olvida de que ha sido creado por el hombre. Pues eso hacemos con la figura de Jesús: creamos la figura que a nosotros nos gusta, se nos olvida que la hemos creado, y luego apoyamos todo nuestro razonamiento sobre esa idea.
     

  • M.Luisa

    Sería bueno, pienso, que el autor  del artículo  interviniera para que,  dados los primeros comentarios   éstos pudieran ser  conducidos, corregidos o matizados  antes  de, sin pretenderlo, tergiversar  el sentido del mismo.  Considero que  es fácil errar o desviar la temática  de  un texto tan largo.   Creo que  además de avanzar nos permitiría  adentrarnos mejor  en  la  línea de pensamiento que lo articula.

  • Dracir Abad

    Definitivamente, he de confesar con cierta verguenza, que me superan todas estas opinions sobre la realidad, la dualidad, Dios y su ser o modo de ser y actuar. Quiz’as sea que trabajo con enfermos que no pueden proyectar su vida un tramo muy largo ni siquiera cuando son j’ovenes. Mi ignorancia de los temas filos’oficos es grande y me parece que el character dialogico de la experiencia relacional es de mayor y major calidad cuando produce algo Bueno o beneficioso para otro con el minimo de beneficio propio. El servivio a otra persona que necesite algo convierta lo que era considerado inmanente en el momento que yo no sabia que lo necesitase alguien en trascendente en el momento que deseo desprenderme de ello y satisfacer la necesidad del otro comparti’endoloo cedi’endoselo. Por lo demas, la esperanza parace una ilusi’on intrascendente porque la esperanza no la puedo compartir except cuando la explico y quien me escuche se identifica con la misma imaginacion pero siempre se quedara en cada uno/a “a la espera” desde la inmanencia de la propia historia.

    Quiz’as escribo algo que no tiene sentido o que sea absurdo y pido perd’on por ello si tal es el caso por malgastar el espacio de Atrio.

  • M.Luisa

    Voy a seguir un poco el tema ya que después de haber leído el comentario del amigo  Santiago y puesto que,  en el mío anterior  echaba en falta  la referencia a la realidad, él que,  sí la alude con frecuencia en el suyo,    no quisiera que se pensara que es a la concebida como tal realidad por Santiago la misma que yo reclamo,  si es que se me permite decirlo así.
     
    NO, no,  ya llevo dicho en muchas ocasiones que la que él predica y la actualizada por la nueva idea de naturaleza  a partir del pasado siglo es otra.
     
    Subrayemos, por ejemplo,  de mi anterior comentario este párrafo


    “Sin embargo  en esta conceptuación donde se   incluye  el concepto de realidad es fundamental  para que, desde  la perspectiva de la evolución, en su momento (procesual)  no se desvincule la trascendencia de la inmanencia, ya que, entonces sí que  este dualismo nos remitiera a esquemas  ya superados”
     
    Pues bien, yo entiendo que esta desvinculación es la que nos lleva a situar la trascendencia en el más allá, lo cual ahí se ve el gran esfuerzo sostenido en el tiempo,  por Santiago,  para explicar lo ininteligible.
     
    Bien, ahora  lo  he de dejar ahí, pero creo que  la idea la  tengo bien enfocada para seguir en otro momento.
     
    saludos

  • M.Luisa

    Tenía pendiente pronunciarme  sobre este extenso artículo sin que por el momento y muy a pesar mío, tal vez por mi deformación filosófica,  haya logrado en toda la diversidad de perspectivas que lo define, hallar su horizonte o  su hilo conductor desde el  cual  parte.
     
    Parece ser que la perspectiva de la cual se parte es la de la dualidad,  y a eso no tengo nada que decir pues,  dos subsistemas el orgánico y el psíquico constituyen la realidad unitaria del ser humano. Sin embargo  en esta conceptuación donde se   incluye  el concepto de realidad es fundamental  para que, desde  la perspectiva de la evolución, en su momento,  no se desvincule la trascendencia de la inmanencia, ya que, entonces sí que  este dualismo nos remitiera a esquemas  ya superados.
     
    El discurso sobre la evolución, a mi modo de ver, ha de ser  contemplado tanto como ejecución cósmica (primaria-orgánica) como decantación ascensional en grados de realidad.
     
    Es muy interesante y también yo  suscribo lo que dice Antonio  D.
    sobre la condición femenina. En este sentido recuerdo, no hace mucho, alguien con quien conversaba  estos días, una de estas personas  que, como dice Pascual  muestran una radical oposición al aborto  por cuestiones doctrinales y sin embargo  no   se movilizan para evitar el hambre y el abandono de los ya nacidos,  bien, pues, como digo, esta persona sacó  a relucir, en medio de nuestra   enfrascada conversación     la frase bíblica,  “creced y multiplicaros” ¿entonces?
     
    Todo un clásico! situado en estos contextos. Si viene al caso más adelante reproduciría  la reflexión que  transmití a dicha persona  y que al parecer la dejó  algo pensativa.
     
    Gracias, Pascual

  • M.Luisa

    En efecto, Antonio, lo he leído con mucho interés  y pronto volveré a él  para ver qué es lo que me suscita a partir de un contenido tan denso. Pero es que, muy a pesar mío,  me he visto atrapada  estos días  por  incitaciones  políticas  de  viejos compañeros!  A las que, pienso, mal me guste,  debo responder.
     
    Gracias Antonio por estos estupendos artículos que nos ofreces!

  • Santiago

    Aclarando que la discriminacion basada en razas etc. es lo que constituye un atentado a la dignidad humana. Vale.  SA

  • Santiago

    EL PROBLEMA reside, en realidad,  en presuponer que la materia tiene “en si misma” la capacidad de adquirir una suma perfección. Sin embargo, ella no tuvo el poder de darse a si misma la existencia….Para eso tendría que haberse pensado primero y luego crearse a si misma…pero esto es absurdo….La ciencia cada vez está mas segura de que los procesos cósmicos del Universo y la vida necesitaron de una super inteligencia …puesto que si existen procesos complejísimamente inteligentes en el Universo es porque tambien existe una fuente inteligente que dió origen a ellos….La información que dió origen a la existencia y desarrollo del Cosmos no es íntrinseca a la materia-energía, sino que procede de afuera…Si fuera así hubiéramos ya llegado a la perfección suma…Pero somos solamente un pequeño planeta perdido entre trillones de galaxias…y nuestra imperfección y capacidad es gigantesca comparándolo todo con las infinitas posibilidades que nosotros solomente podemos adivinar…sin siquiera poder penetrar, ni abarcar
    ..

    Por otro lado, nuestro poblema existencial principal no ha cambiado mucho a traves de la evolución de nuestra especie….Nuestros deseos siguen siendo infinitos…Puedo ser un superdotado en matemáticas, física, en incluso metafísica pero tácitamente siempre voy a sentir que no voy a lograr una explicación satisfactoria de todo; siempre ha
     de faltar algo…Siempre va a existir una pregunta por hacer…Siempre existirán mas preguntas que respuestas…Nuestra inteligencia es limitada….y restringida….El cerebro no puede abarcar y llegar mas allá de lo meramente biológico…ni la neuroquímica puede satisfactoriamente explicar procesos que van mas alla de éstos
     límites….Si todo fuera biología pura no tendríamos la conciencia de que existe algo mas allá de nosotros mismos…que es la fuente de esta realidad trans-material o trans-física…..que va mas allá de lo simplemente material…Es pues esta realidad en mi que es inmaterial -este acto ilimitado del entendimiento que constituye la base de la idea de una inteligencia ilimitada o infinita- lo que sería la fuente verdadera de mi conciencia tácita de que algo
     existe mas allá de mi mismo…que explica totalmente la realidad que yo no puedo abarcar por mi mismo…por mi humana imperfección….Si esta conciencia de lo ilimitado no estuviera presente esencialmente en mi ser, mi curiosidad abarcaría solamente  los peligros y las oportunidades de la biología, por ejemplo, detectar como huele una flor, cuando una criatura está en peligro..Sin embargo, para poder querer penetrar en la naturaleza de las cosas, en el que, por qué y como son las cosas y los seres, para eso, la mera biología cuantitativa no basta….Se require poseer en nuestro ser una noción completa de lo que es inteligible…Sin esta “noción” cualitativa infundida en nosotros desde fuera nos satisfaríamos completamente con la mera contemplación de las cosas materiales…Entonces nuestras preguntas existenciales actuales estarían demás…Sin embargo, somos fundamentalmente seres espirituales que se dirigen a un objeto o realidad espiritual que supera todas nuestras limitaciones humanas….Por lo mismo, experimentamos deseos infinitos e insaciables de amar y ser amados, de justicia, de belleza y de completa estabilidad….

    Por eso, en cuanto a las excepciones, o las variantes o a lo que NO constituye la mayoría en nuestra especie, no pueden ser ellas la norma….pues la norma es por lo que ordinariamente vivimos  la forma de nuestra vida. ya que es lo mas común…Esto no quiere decir que pueda ser lícita y aceptada la discriminación humana basada en razas, origen, orientacion sexual, posicion social etc…..pues básicamente éstas constituyen un atentado a la dignidad del ser humano….que nos viene del amor de Dios…que es el principal motivo de toda existencia cósmica y vida
     humana….A los ojos del Creador la imperfección humana que de cierta manera todos poseemos, en grado menor o
     mayor, no es un impedimento que limite el amor de Dios y hacia Dios….y hacia los demás….Nosotros tenemos la
     capacidad de transformar nuestra vida en algo útil y productivo para nosotros y para todos los que no rodean…Es un
     mandamiento divino….”que todos los seres humanos” lleguen a la salvación, meta y gol supremo de nuestra vida spiritual

    Un saludo cordial de Santiago Hernández    

  • Isidoro García

    El artículo de Pascual es enciclopédico y toca muchísimos temas. pero todos bajo la óptica del proceso evolutivo en el que estamos inmersos los humanos actuales, (homo sapiens sapiens), hacia un futuro incierto.

    Ese es mi meta. Y por eso, como primera contribución, aprovecho para “encasquetaros”, un trocito que ya tenía escrito sobre las Leyes generales de la Evolución en el Universo, que rigen ese proceso.

    1. El estudio de los pormenores que se han producido en el largo proceso de evolución del Universo, que ha transcurrido desde su inicio hace 13.700 millones de años, es muy importante, no solo por curiosidad académica y erudita, sino porque si encontramos las pautas que ha seguido esa evolución, sus leyes internas, podremos deducir así por donde se encamina esa evolución, en el momento presente, y en el próximo futuro, con nuestra propia evolución. Las leyes generales, al ser generales, se repiten una y otra vez, aunque con distintas circunstancias concretas en cada momento.

    Se podrían visualizar las Leyes generales del Universo, como unas líneas de fuerza o energía, que existen desde el inicio del mismo, (y que para un creyente, “convergerían en un punto que podríamos llamar “Dios” o el “Vacio – porque no sabemos que es”), y que tienen la capacidad de atraer hacia ellas todos los elementos de ese Universo. En un momento determinado algún elemento pueden alejarse de ellas, pero su acción contínua e implacable acabará atrayéndole hacia ellas.

    La evolución se realiza mediante un proceso continuo de complejificación de la organización de la materia. Las leyes generales empujan a la interacción aleatoria continuada de los elementos en cada nivel evolucionario, produciendo muchos cambios con un fuerte nivel de irreversibilidad, con lo que se produce un “efecto trinquete”, mediante el cual las interacciones aleatorias cuando alcanzan un mayor nivel de complejidad, ya no retroceden.

    Ha habido tres grandes saltos en la evolución. El primero, en el origen del Universo, cuando se inició el reino de la Materia inanimada. El segundo, se dio cuando esa materia inanimada, adquirió la Vida biológica, consiguiendo reproducirse  sus elementos. Y el tercero, que en este planeta, se ha dado con nosotros, se ha dado cuando hemos entrado en el reino de la Inteligencia, en el que la materia viva, ha adquirido capacidad de realizar una actividad intelectual creativa y de aprendizaje continuo de conocimientos.

    Pero durante el proceso de evolución continuada en cada uno de esos tres grandes reinos, se han producido a su vez tres grandes momentos cruciales, que han supuesto un gran escalón de complejidad, hasta el punto que esos tres reinos se pueden subdividir cada uno a su vez en dos periodos: un antes y un después de esos puntos cruciales. Y todos esos momentos cruciales, tienen un denominador común: en ellos se ha incrementado significativamente el grado de “Conectividad”, y ese incremento continuo, al final ha ocasionado la emergencia de algo completamente nuevo: el salto hacia un estado superior completamente inesperado.

    En el mundo de la materia inanimada, el punto crucial se produce cuando dos átomos de carbono, se empiezan a enlazar entre sí, mediante un enlace compuesto por dos electrones, uno de cada uno de los dos átomos, que se forma entre un orbital híbrido de cada uno de los átomos de carbono. Y cada átomo de carbono se puede enlazar con uno, dos y hasta tres átomos de carbono más. Así se da inicio a la creación de unas grandes cadenas de átomos, dando origen a una gran variedad de macromoléculas, que estudia la química orgánica o del carbono. Esto es el origen de un incremento enorme y acumulativo de complejidad en la dinámica química, con la aparición de moléculas complejas como las proteínas, que son el escalón previo para el surgimiento de la vida.

    En el mundo de la vida, el punto crucial, es el del surgimiento hace 500 millones de años, de los seres pluricelulares, diferenciándose de las células simples. Esto se produce, inicialmente por la unión de dos células por simbiosis para colaborar mutuamente, cada una con funciones diferentes. El primer paso se produjo, cuando después de la captura de una célula por otra, en lugar de absorber e incorporar sus componentes, la célula captora decide mantener la autonomía y funciones propias y hasta su propio código genético, estableciendo la cooperación mutua de una célula con otra. Esto da lugar al gran salto de las células con mitocondrias y cloroplastos.

    Posteriormente se fue perfeccionando el sistema, y cuando una célula se dividía y daba lugar a otra célula, la nueva en vez de quedar autónoma, quedaba coordinada con la primera, cooperando las dos mutuamente, y surgiendo así los organismos pluricelulares, con unos niveles muy superiores de complejidad y de capacidad de supervivencia.

    Nosotros, que hemos traspasado hacia el nuevo Reino, el de la Inteligencia, nos encontramos ante un tercer punto crucial, que constituirá también un antes y un después, éste en el mundo de la Inteligencia. Y como los puntos cruciales anteriores, y este punto crucial nuestro se producirá en el mismo sentido, aplicando la ley general de la Conectividad, o del Amor, (nombre más poético, pero mas confuso), por integración y cooperación mutua entre las inteligencias individuales, hasta constituir una inteligencia colectiva, integrada por múltiples inteligencias individuales.

    El Universo, para los que saben leer en su gran Libro, enseña el camino por el que transita. Lo que quiero señalar es que nosotros los cristianos hemos interpretado mal a Jesús. En realidad, no nos da un mandamiento nuevo: la fraternidad, la cooperación mutua, la común unión. Jesús, como indudable sabio que era, y que por ello conocía la realidad del Universo, (en eso consiste en ser sabio), nos está indicando con el dedo, el camino, que, queramos o no, vamos a seguir.

    Lo que sucede es que es mejor conocer el camino por el que vamos, que ir por un camino sin conocerlo. Los tropezones son más abundantes, y con ellos, los retrasos y el consiguiente sufrimiento. Por ello la clave está en conocer el camino, por ello la “gnosis” salva.
     

    Por ello hay que ser optimistas. Aunque el futuro parezca muy negro, y de hecho lo está, inevitablemente, lo queramos o no, el Universo conspira en silencio, y nos impone el camino que nos llevará a la meta, eso sí, a empujones, como a un borracho que no sabe por dónde va, se le lleva de vuelta a casa.

    En próximos comentarios, si procede, seguiré tocando temas más concretos.

  • Antonio Duato

    Solo he leído una referencia a este artículo, la de María Luisa diciendo que estaba leyéndolo.

    Ya lo suponía. Que no es fácil de leer. Yo, a pesar de que me falta tiempo, lo he leído dos veces. Una por encima. Otra reposadamente. Necesitaría otra más al menos, subrayando, anotando y sacándole la savia y los frutos. Espero que alguien lo haga. No para añadir más palabras, sino para decir lo mismo con menos para sacar lo que, con su peculiar estilo, razona Pascual.

    Entre tanto, permitidme algunas consecuencias que yo saco:

    1. Sobre la condición femenina: muy interesante la relación con la tierra, uniendo la explotación viril de la mujer a la explotación de la tierra. Y hemos llegado al límite En adelante sólo ha de valer inteligencia, libertad, cuidado y amor. Los rigorismos intelectuales antiabortistas siguen tratando a la mujer como los proyectos extractivos y contaninadores de las multinacionales tratan a la tierra. ¡Basta ya a las dos cosas!

    2. Sobre amor y sexualidad. Hay en lo de Pascual muchos elementos no solo para aceptar la homosexualidad sino para entender cómo puede ser un laboratorio de verdadera fuerza unitiva de amor que es en definitiva lo que más necesita el mundo, más aún que nuevos individuos, aunque la “creación de un nuevo ser humano sea la más maravillosa creación que puede hacer una persona”. Pero si esa nueva criatura va a tener un entrono, una tierra de amor. ¿No se abre por ahí una veta para hacer una nueva teología de la sexualidad y del amor? ¿No sería bueno que dentro de un año los que acuden al Sínodo tengan materiales para saber que en este tema no nos dejamos influir por lobbys o teorías demoníacas sino por el progreso del espíritu creador en el mundo?

    3. Apasionante las visiones de futuro y de continuidad de la gran aventura de la evolución a nuevas situaciones e incluso planetas, si se consigue que la minúscula tierra sea un “paradigma de cohesión y armonía”. Tal vez los individuos humanos actuales somos las bacterias llamadas a evolucionar a ser los individuos pensantes que necesitará el futuro sistema planetario. En Pascual Pont la ciencia bien asimilada se proyecta en ficción o esperanza infinita. Aunque ya preveo críticos inmisericordes. Bueno. Pero a mí me gusta. Y me quita los miedos a los que aludía en otro comentario Isidoro sobre cómo la ciencia puede cambiar al ser humano. “Si hay amor y fuerza de cohesión…” Que se repitan, Pascual, engendros como éste…

  • Alberto Revuelta Lucerga

    Coñe, Pascual, ¡cuanto sabes¡. Acabo de terminar la lectura y casi me han dado ganas de aplicarme el principio precautorio: “Jamás hagas algo por primera vez”. Un fuerte abrazo desde la calle Reina hasta aquï.

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