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Ecosocialismo, espiritualidad y religión

fuhem-educacion-ecosocialLos sábados ATRIO suele ofrecer textos más extensos, para leer con calma, aprovechando el ocio de fin de semna, para iluminar los temas sobre los que vamos tratando semana tras semana. Hoy tenemos oportunidad de conectar, a través de Rafael Díaz Salazar y  de FUHEM, Fundación de Hogar del empleado, con un pensador marxista francés que sabe reconocer el valor revolucionario del cristianismo y de la Teología de la Liberación. Por cierto, hace grandes elogios del pensamiento ecosocialista de Leonardo Boff, nuestro colaborador semanal.

Entrevista a Michael Löwy por Por Rafael Díaz-Salazar.

Publicada en Papeles de relaciones ecosociales y cambio global, nº 125

Michael Löwy, director de investigación emérito del CNRS en París, es un importante intelectual y activista del ecosocialismo. Ha escrito una amplia obra centrada en los clásicos del marxismo, el romanticismo revolucionario, la sociología de la religión y el anticapitalismo ecologista. Para el tema cen­tral de este número de Papeles dedicado a ecologismo y religiones de libera­ción, sus obras principales son Guerra de dioses. Religión y política en América Latina, Marxismo y teología de la liberación, Sociologías y religión. Su último libro traducido al español es Ecosocialismo.

Rafael Díaz Salazar (RDS): Michael, tú eres un pensador marxista y un militante que desde tu juventud has estado insertado en el área polí­tica del trotskismo y en los últimos años en el ecosocialismo anticapita­lista. ¿Por qué has trabajado con tanta intensidad en el análisis de la reli­gión y, muy especialmente, has estudiado el “cristianismo de libera­ción”?

Michale Löwy (ML): Mi cultura es judía, pero no soy creyente, y nunca tuve una educación religiosa. A través del camino de la filosofía política y de las luchas de liberación que me di cuenta de la importancia de las formas religiosas emancipadoras. Empecé a interesarme por la religión por dos hechos que me marcaron mucho a finales de la década de los años seten­ta: la lectura de las tesis Sobre el concepto de historia de Walter Benjamin, que proponen asociar la teología y el materialismo histórico, y por el gran acontecimiento de la revolución sandinista en Nicaragua, en la cual el “cris­tianismo de la liberación” jugó un papel esencial, incluso en la dirección del FSLN. Empecé a interpretar a Walter Benjamin a la luz de las revoluciones latinoamericanas y vice-versa. Me di cuenta a partir de este momento que también en otros países de América Latina, empezando por Brasil, los cris­tianos revolucionarios están en el corazón de todos los movimientos de emancipación social. Me impactó, desde el punto de vista ético y político, el sacrificio de la vida de tantos cristianos liberacionistas, en especial en El Salvador, desde monseñor Romero hasta Ignacio Ellacuría y los profesores jesuitas de la UCA. Me pareció importante tratar de entender este movimiento desde una perspectiva marxista. Para esta investigación, Ernst Bloch y Lucien Goldmann me fueron más útiles que Leon Trotsky (con todo el respeto a esta histórica figura revolucionaria).

Tuve también el deseo de acercarme a los teólogos y luchadores del cristianismo de la liberación por la admiración que tenía por su integridad moral y su compromiso consecuen­te con la causa de la auto-emancipación de los pobres. Se crearon lazos de amistad que duran hasta hoy con personas como Leonardo Boff, Frei Betto, François Houtart y otros.

RDS: En uno de tus textos afirmas que el ecosocialismo ha de «buscar inspiración en la diversidad de las culturas revolucionarias». ¿Consideras que las religiones de liberación son “culturas revolucionarias”? ¿Piensas que son fuentes de inspiración para el ecosocialismo y tienen que ser incorporadas a sus fundamentos en pie de igualdad con otras corrientes no religiosas?, ¿por qué?

ML: Los fundamentos del ecosocialismo son “profanos” y no tienen identidad religiosa. Pero muchas culturas revolucionarias pueden llevar al ecosocialismo: el marxismo, el anar­quismo, la ecología crítica, el indigenismo, y por supuesto, el cristianismo de la liberación. Por consiguiente, encontramos en el amplio arco de sensibilidades políticas y culturales del ecosocialismo estas diversas corrientes, entre las que se incluyen, como te acabo de decir, el cristianismo de liberación.

RDS: ¿Qué relación estableces entre el ecosocialismo y el cristianismo de libera­ción? ¿Qué aportaciones realiza este tipo de religión al pensamiento y a las luchas ecosocialistas?

ML: La cuestión del medio ambiente ocupa un lugar cada vez más importante en la refle­xión de los teólogos de la liberación, en particular en Brasil. Su aportación es relacionar la ecología, y para algunos de ellos, el ecosocialismo, con la tradición cristiana, con el francis­canismo, con la Biblia. Por otro lado, muchas pastorales populares, que son una compo­nente importante del cristianismo de la liberación, están en la vanguardia de luchas socio­ecológicas; por ejemplo, el CIMI (Consejo Indigenista Misionero de la Iglesia) en Brasil, que lucha con los indígenas en la defensa de sus bosques, en especial en la Amazonia, que se enfrenta a la voracidad destructora del agro-negocio o de las empresas mineras.

RDS: Estás dirigiendo una tesis doctoral sobre el pensamiento ecologista de Leonardo Boff. ¿Qué elementos de la ecoteología de la liberación consideras que deberían ser asumidos por otras corrientes intelectuales ecosocialistas que no tienen una matriz religiosa?

ML: El brillante autor de esta tesis, Luis Martinez Andrade, podría contestar mejor que yo a esta pregunta. Creo que Leonardo Boff ha planteado, de manera muy impactante, la convergencia de la causa de los pobres y la causa de la Tierra en contra de su enemigo común: el sistema capitalista, explotador y destructor. No se puede defender a los pobres sin luchar por la Madre Tierra, y vice-versa. El compromiso de Leonardo Boff con los Pobres y con la Tierra tiene sin duda una matriz religiosa, pero cualquier ecosocialista puede acep­tar sus argumentos y sus tesis, sea o no creyente.

RDS: En tu libro Guerra de dioses replanteas el tema weberiano de las relaciones entre la ética de una religión y el espíritu de un modo de producción. Analizas el «anti­capitalismo católico», sus fuentes y modalidades históricas y actuales. Concre – tamente te refieres a la «tradición religiosa anticapitalista de izquierda». ¿Dónde detectas actualmente un anticapitalismo de inspiración cristiana y en otras religio­nes?, ¿qué potencialidad tiene para las resistencias anticapitalistas y para la transi­ción al ecosocialismo?

ML: Existe un anticapitalismo de izquierda en todas las confesiones cristianas, pero de forma más desarrollada en el catolicismo. Creo que tenía razón Max Weber al destacar una hostilidad permanente de la ética católica hacia el espíritu del capitalismo. Es una profunda antipatía que tomó durante mucho tiempo más bien un matiz conservador, incluso reaccio­nario. Sin embargo, en el siglo XX, a partir de Charles Peguy aparece un catolicismo socia­lista. Existió también algo semejante en el judaísmo, pero más como manifestación de inte­lectuales que como movimiento social. Sin duda existen también formas de anticapitalismo de izquierda en otras religiones, pero me falta competencia para hablar de ello.

En Francia y, en menor medida, en otros países de Europa existió en los años cincuenta hasta finales de los setenta del siglo XX una importante corriente católica anticapitalista, pero perdió mucho de su influencia en las últimas décadas. En América Latina ha sido al revés. Con el cristianismo de la liberación se mantiene hasta hoy una presencia activa del anticapitalismo católico de izquierda, a pesar de la represión del Vaticano. Con el nuevo papa Francisco, un jesuita latinoamericano, es posible que se creen condiciones más favo­rables para el desarrollo del cristianismo de la liberación.

RDS: Existe una importante conexión entre el denominado “ecologismo de los pobres”, las comunidades cristianas populares y grupos de base de diversas religiones, ¿cómo ves este fenómeno, qué valor le das? ¿Hay algunas personas y movimientos en este ámbito que consideres que son especialmente significativas para el ecosocialismo?

ML: Las comunidades cristianas de base son uno de los principales componentes del “ecologismo de los pobres” en América Latina. Me falta conocimiento para hablar de otras partes del mundo. Chico Mendes, el dirigente brasileño de las grandes luchas campesinas e indígenas en defensa de la Amazonia, asesinado en 1988, era un socialista de origen cristiano, militante de las comunidades cristianas de base.

Hoy en día se desarrollan en toda América Latina luchas eco-sociales campesinas, muchas veces indígenas, en contra de los proyectos destructores de multinacionales del petróleo, o de latifundistas del agronegocio. Tienen un carácter implícitamente anticapita­lista, y por eso son de una gran importancia desde el punto de vista ecosocialista. El modo de vida de las culturas indígenas, el buen vivir, y su manera de relacionarse con la Madre Tierra, son una referencia importante para el ecosocialismo. Como decía el peruano Hugo Blanco, uno de los más importantes dirigentes indigenistas de América Latina, en un encuentro ecosocialista internacional en Belem do Para (Brasil) en 2009: «nosotros los indí­genas ya practicamos el ecosocialismo desde hace siglos».

RDS: Diversas Iglesias cristianas están realizando desde hace tiempo importantes iniciativas para el reconocimiento y la restitución de la deuda ecológica, ¿qué rele­vancia le das a este tema dentro de la estrategia del ecosocialismo?

ML: La deuda ecológica se refiere a la deuda de los países ricos e industrializados del Norte hacia los países del Sur por el pillaje durante siglos de sus recursos naturales, por la destrucción de sus bosques, la polución de sus ríos, el empobrecimiento de los suelos, la reducción de la biodiversidad. Es un tema importante desde el punto de vista ecosocialista que la cuestión de la deuda ecológica no se plantee por estas Iglesias cristianas como filan­tropía o caridad, sino como una cuestión de justicia social. Es uno de los argumentos de la importante campaña contra el pago de la deuda externa –contraída con el Banco Mundial o con los bancos del Norte– por los países del Sur. La obligación que demandan a multinacio­nales del petróleo para que indemnicen a poblaciones indígenas y campesinas por los terri­bles estragos en el medio ambiente, después de muchos años de explotación, es otro ejem­plo positivo, a condición de no caer en la trampa de ponerle un precio a la naturaleza.

RDS: En un texto tuyo sobre el gran marxista peruano José Carlos Mariátegui, planteas el tema de la «mística revolucionaria». Existen diversas místicas y espiritua­lidades de la liberación en las religiones que tienen una estrecha conexión con la acción de los sujetos que realizan luchas ecologistas. En el Foro Social Mundial hay un eje sobre éticas y espiritualidades. Pensando tanto en ateos, como en personas religiosas, ¿consideras que el ecosocialismo tiene que plantearse el tema de la espi­ritualidad y la mística?, ¿de qué tipo?, ¿por qué y para qué?

ML: En un fascinante articulo de 1925, El Hombre y el Mito, Mariátegui escribía lo siguiente: «La burguesía se entretiene en una crítica racionalista del método, de la teoría, de la técnica de los revolucionarios. ¡Qué incomprehensión! La fuerza de los revolucionarios no está en su ciencia; está en su fe, en su pasión, en su voluntad. Es una fuerza religiosa, mística, espiritual. Es la fuerza del Mito. La emoción revolucionaria, como escribí en un artí­culo sobre Gandhi, es una emoción religiosa [ … ]».

La mística aquí no es una relación con el divino, sino «fe, pasión, voluntad», compromi­so hasta el sacrificio de la vida. El Movimiento de los Sin Tierra (MST) tiene una concepción semejante de la «mística».

La espiritualidad se refiere más bien a un amplio conjunto de valores ético-religiosos. El ecosocialismo en cuanto tal no tiene que plantearse la mística o la espiritualidad, pero cada uno de sus militantes puede asumir o no estas dimensiones en su combate por un nuevo mundo posible. Presenté junto con Frei Betto un documento titulado «Ecosocialismo y Espiritualidad» en el Forum Social Mundial de Belem (2009). Las reflexiones sobre la espi­ritualidad fueron un aporte de mi amigo Frei Betto.

RDS: En el texto al que hacía referencia anteriormente, destacas un escrito de Mariátegui sobre Gandhi, una de las grandes personas religiosas del siglo XX. La perspectiva analítica de Mariátegui constituye una comprehensión de la personalidad religiosa y la acción política de Gandhi que difiere sustancialmente de otras aproxi­maciones marxistas, como, por ejemplo, la realizada por Gramsci. ¿Qué componen­tes gandhianos debería tener el ecosocialismo?

ML: En el artículo de Mariátegui sobre Gandhi, escrito en 1924, encontramos este plan­teamiento: «El socialismo y el sindicalismo, a pesar de su concepción materialista de la his­toria, son menos materialistas de lo que parecen. Se apoyan sobre el interés de la mayoría, pero tienden a ennoblecer y dignificar la vida. Los occidentales son místicos y religiosos a su modo. ¿Acaso la emoción revolucionaria no es una emoción religiosa? Acontece que en Occidente la religiosidad se ha desplazado del cielo a la tierra. Sus motivos son humanos, son sociales; no son divinos. Pertenecen a la vida terrena y no a la vida celeste».

Se trata por tanto de una mística y religiosidad “profana”, terrena. Su significación es la que traté de definir anteriormente.

La figura de Gandhi tiene varios componentes que interesan al ecosocialismo: la “místi­ca”, la espiritualidad, la no-violencia, la critica a la civilización industrial, la organización colectiva de los oprimidos en la lucha contra el colonialismo. No se trata de ser “gandhia­nos” de manera dogmática, sino de recuperar de su mensaje los aspectos que correspon­den a las necesidades de la lucha ecosocialista en el siglo XXI.

RDS: En tu texto Marxisme et religión: la figure du Christ analizas la relevancia que tuvo Jesucristo en algunos pensadores y corrientes del marxismo clásico. ¿Consideras que su vida y su mensaje pueden tener también hoy relevancia para el ecosocialismo?

ML: Los profetas bíblicos, Cristo, San Francisco, son portadores de un mensaje utópico –en el sentido noble de la palabra– ético, humanista, anti-autoritario, de rebelión contra la injusticia, de amor a los seres humanos y a la naturaleza que nos interesa a los ecosocia­listas, seamos creyentes o no.

RDS: En tus libros abordas la crisis de civilización y planteas la necesidad de ir construyendo una nueva civilización. Piensas que hay que unir «transformar el mundo» y «cambiar la vida». También haces referencia al antagonismo entre la «eco­nomía moral de la plebe» y la «economía capitalista del mercado». Estas cuestiones plantean temas muy de fondo que tienen que ver con una nueva ética y una nueva antropología anticapitalistas. Considero que para la constitución del sujeto ecosocia­lista es fundamental la cultura de la autocontención. Como persona que has dedica­do gran parte de tus energías a la sociología de las religiones, ¿qué dimensiones de las culturas religiosas de liberación pueden nutrir una cultura ecosocialista?

ML: Más que la “autocontención” me interesa en las culturas religiosas de liberación la critica intransigente, “profética”, de la idolatría de la mercancía, de la falsa religión del con­sumismo, de la adoración del Becerro de Oro y del dinero como dios Mammon. Con otra terminología, pero con sentido equivalente, los ecosocialistas marxistas rechazamos el patrón de consumo irracional y la insustentabilidad del capitalismo, el culto del mercado, el consumo ostentoso, la obsolescencia programada, el predominio del “tener” –la acumula­ción de bienes– sobre el “ser”, es decir, la auto-realización humana.

RDS: Las culturas y religiones indígenas están teniendo una gran influencia en nuevos paradigmas políticos de una nueva izquierda revolucionaria en América Latina, especialmente en Bolivia y Ecuador, ¿qué significado le das a esta activación cultural y política de culturas religiosas ancestrales?

ML: Tenemos mucho que aprender de estas culturas y religiones indígenas. Ellas están en total contradicción con el espíritu del capitalismo. Representan tradiciones colectivistas, lo que ya apuntaba Mariátegui al hablar del «comunismo inca». Propugnan formas de vida sencillas, sin obsesión consumista (el kawsay sumak, o buen vivir), y una relación de pro­fundo respeto con la Madre Tierra. Estas culturas inspiran las luchas indígenas en contra de las empresas multinacionales y los mega-proyectos destructores del medioambiente. Superando el contexto local, impulsaron la consigna de la lucha en contra del capitalismo y la defensa de la Pachamama en la Conferencia de los Pueblos sobre el Cambio Climático, celebrada en Cochabamba en 2010. El ecosocialismo en América Latina se ins­pira en estas culturas, en las cuales reconoce las fuentes de un socialismo ecológico indo­americano.

RDS: Has estudiado con profundidad el judaísmo libertario en tu libro Redención y Utopía. ¿Hay elementos importantes para el ecosocialismo en algunas corrientes de la religión judía emancipatoria y profética?

ML: Nos interesa en los pensadores judíos libertarios –Martin Buber, Gustav Landauer, Erich Fromm, Ernst Bloch, entre otros– la crítica aguda, de inspiración romántica, a la civili­zación industrial, a la tiranía del capital y del Estado, a la destrucción de la naturaleza por las “fuerzas productivas” capitalistas.

RDS: Walter Benjamin es uno de los grandes autores que has estudiado. En su obra hay un peculiar y original acercamiento a la cuestión religiosa dentro de sus advertencias sobre la desorientación de la civilización capitalista y las reacciones ante ella. ¿Qué hemos de incorporar de su enfoque a la cultura ecosocialista?

ML: Walter Benjamin es una especie de precursor del ecosocialismo. De entrada, por su crítica de la ideología del progreso lineal. Si Benjamin rechaza las doctrinas del progreso, no por eso deja de plantear una alternativa radical al desastre inminente: la utopía revolu­cionaria. Las utopías, los sueños de un futuro diferente, nacen –escribe en París, capital del siglo XIX (1935)– íntimamente asociadas a elementos venidos de la historia arcaica (Urgeschichte); es decir, de una sociedad sin clases primitiva.

En el ensayo sobre Bachofen de 1935, Walter Benjamin desarrolla de forma más con­creta esta referencia a la pre-historia. Si la obra de Bachofen sobre el matriarcado interesó tanto a Friedrich Engels como al pensador anarquista Elisée Reclus, es por su «evocación de una sociedad comunista en la aurora de la historia», una sociedad sin clases, demo­crática y igualitaria, implicando una verdadera «subversión del principio de autoridad».

Las sociedades arcaicas son también aquellas en las que existe una mayor armonía entre los humanos y la naturaleza. En el libro sobre Los pasajes parisienses (1938), Walter Benjamin cuestiona el “dominio” (Beherrschung) de la naturaleza y su “explotación” (Ausbeutung) por los seres humanos. Como Bachofen lo había mostrado, Walter Benjamin también llama la atención sobre «la concepción asesina (mörderisch) de la explotación de la naturaleza». La concepción capitalista/moderna dominante a partir del siglo XIX no había existido en las sociedades matriarcales, porque la naturaleza era percibida como una madre generosa (schenkenden Mutter). Estos pensamientos tienen una gran similitud con las reso­luciones de la Conferencia de los Pueblos, celebrada en Cochabamba en 2010. No se trata para Walter Benjamin –como tampoco para Engels, o para el socialista libertario Elisée Réclus– de volver al pasado pre-histórico, sino de plantear la perspectiva de una nueva armonía entre la sociedad y el medio ambiente natural.

Decenas de años antes del surgimiento de la teología de la liberación, Walter Benjamin ya había propuesto una alianza entre la teología y el materialismo histórico. Encontramos en las Tesis Sobre el concepto de historia del año 1940 una correspondencia –en el sentido que le da Baudelaire a este término en su poema Les correspondences– entre teología y política, entre el paraíso perdido del que nos aleja la tempestad llamada «progreso» y la sociedad sin clases en armonía con la naturaleza, situada en la aurora de la historia. Plantea una correspondencia entre la era mesiánica del futuro y la nueva sociedad sin clases, así como una nueva armonía del socialismo con la Madre Tierra generosa.

Entrevista a Michael Löwy

Por Rafael Díaz-Salazar

Michael Löwy, director de investigación emérito del CNRS en París, es un importante intelectual y activista del ecosocialismo. Ha escrito una amplia obra centrada en los clásicos del marxismo, el romanticismo revolucionario, la sociología de la religión y el anticapitalismo ecologista. Para el tema cen­tral de este número de Papeles dedicado a ecologismo y religiones de libera­ción, sus obras principales son Guerra de dioses. Religión y política en América Latina, Marxismo y teología de la liberación, Sociologías y religión. Su último libro traducido al español es Ecosocialismo.

Rafael Díaz Salazar (RDS): Michael, tú eres un pensador marxista y un militante que desde tu juventud has estado insertado en el área polí­tica del trotskismo y en los últimos años en el ecosocialismo anticapita­lista. ¿Por qué has trabajado con tanta intensidad en el análisis de la reli­gión y, muy especialmente, has estudiado el “cristianismo de libera­ción”?

Michale Löwy (ML): Mi cultura es judía, pero no soy creyente, y nunca tuve una educación religiosa. A través del camino de la filosofía política y de las luchas de liberación que me di cuenta de la importancia de las formas religiosas emancipadoras. Empecé a interesarme por la religión por dos hechos que me marcaron mucho a finales de la década de los años seten­ta: la lectura de las tesis Sobre el concepto de historia de Walter Benjamin, que proponen asociar la teología y el materialismo histórico, y por el gran acontecimiento de la revolución sandinista en Nicaragua, en la cual el “cris­tianismo de la liberación” jugó un papel esencial, incluso en la dirección del FSLN. Empecé a interpretar a Walter Benjamin a la luz de las revoluciones latinoamericanas y vice-versa. Me di cuenta a partir de este momento que también en otros países de América Latina, empezando por Brasil, los cris­tianos revolucionarios están en el corazón de todos los movimientos de emancipación social. Me impactó, desde el punto de vista ético y político, el sacrificio de la vida de tantos cristianos liberacionistas, en especial en El Salvador, desde monseñor Romero hasta Ignacio Ellacuría y los profesores jesuitas de la UCA. Me pareció importante tratar de entender este movimiento desde una perspectiva marxista. Para esta investigación, Ernst Bloch y Lucien Goldmann me fueron más útiles que Leon Trotsky (con todo el respeto a esta histórica figura revolucionaria).

Tuve también el deseo de acercarme a los teólogos y luchadores del cristianismo de la liberación por la admiración que tenía por su integridad moral y su compromiso consecuen­te con la causa de la auto-emancipación de los pobres. Se crearon lazos de amistad que duran hasta hoy con personas como Leonardo Boff, Frei Betto, François Houtart y otros.

RDS: En uno de tus textos afirmas que el ecosocialismo ha de «buscar inspiración en la diversidad de las culturas revolucionarias». ¿Consideras que las religiones de liberación son “culturas revolucionarias”? ¿Piensas que son fuentes de inspiración para el ecosocialismo y tienen que ser incorporadas a sus fundamentos en pie de igualdad con otras corrientes no religiosas?, ¿por qué?

ML: Los fundamentos del ecosocialismo son “profanos” y no tienen identidad religiosa. Pero muchas culturas revolucionarias pueden llevar al ecosocialismo: el marxismo, el anar­quismo, la ecología crítica, el indigenismo, y por supuesto, el cristianismo de la liberación. Por consiguiente, encontramos en el amplio arco de sensibilidades políticas y culturales del ecosocialismo estas diversas corrientes, entre las que se incluyen, como te acabo de decir, el cristianismo de liberación.

RDS: ¿Qué relación estableces entre el ecosocialismo y el cristianismo de libera­ción? ¿Qué aportaciones realiza este tipo de religión al pensamiento y a las luchas ecosocialistas?

ML: La cuestión del medio ambiente ocupa un lugar cada vez más importante en la refle­xión de los teólogos de la liberación, en particular en Brasil. Su aportación es relacionar la ecología, y para algunos de ellos, el ecosocialismo, con la tradición cristiana, con el francis­canismo, con la Biblia. Por otro lado, muchas pastorales populares, que son una compo­nente importante del cristianismo de la liberación, están en la vanguardia de luchas socio­ecológicas; por ejemplo, el CIMI (Consejo Indigenista Misionero de la Iglesia) en Brasil, que lucha con los indígenas en la defensa de sus bosques, en especial en la Amazonia, que se enfrenta a la voracidad destructora del agro-negocio o de las empresas mineras.

RDS: Estás dirigiendo una tesis doctoral sobre el pensamiento ecologista de Leonardo Boff. ¿Qué elementos de la ecoteología de la liberación consideras que deberían ser asumidos por otras corrientes intelectuales ecosocialistas que no tienen una matriz religiosa?

ML: El brillante autor de esta tesis, Luis Martinez Andrade, podría contestar mejor que yo a esta pregunta. Creo que Leonardo Boff ha planteado, de manera muy impactante, la convergencia de la causa de los pobres y la causa de la Tierra en contra de su enemigo común: el sistema capitalista, explotador y destructor. No se puede defender a los pobres sin luchar por la Madre Tierra, y vice-versa. El compromiso de Leonardo Boff con los Pobres y con la Tierra tiene sin duda una matriz religiosa, pero cualquier ecosocialista puede acep­tar sus argumentos y sus tesis, sea o no creyente.

RDS: En tu libro Guerra de dioses replanteas el tema weberiano de las relaciones entre la ética de una religión y el espíritu de un modo de producción. Analizas el «anti­capitalismo católico», sus fuentes y modalidades históricas y actuales. Concre – tamente te refieres a la «tradición religiosa anticapitalista de izquierda». ¿Dónde detectas actualmente un anticapitalismo de inspiración cristiana y en otras religio­nes?, ¿qué potencialidad tiene para las resistencias anticapitalistas y para la transi­ción al ecosocialismo?

ML: Existe un anticapitalismo de izquierda en todas las confesiones cristianas, pero de forma más desarrollada en el catolicismo. Creo que tenía razón Max Weber al destacar una hostilidad permanente de la ética católica hacia el espíritu del capitalismo. Es una profunda antipatía que tomó durante mucho tiempo más bien un matiz conservador, incluso reaccio­nario. Sin embargo, en el siglo XX, a partir de Charles Peguy aparece un catolicismo socia­lista. Existió también algo semejante en el judaísmo, pero más como manifestación de inte­lectuales que como movimiento social. Sin duda existen también formas de anticapitalismo de izquierda en otras religiones, pero me falta competencia para hablar de ello.

En Francia y, en menor medida, en otros países de Europa existió en los años cincuenta hasta finales de los setenta del siglo XX una importante corriente católica anticapitalista, pero perdió mucho de su influencia en las últimas décadas. En América Latina ha sido al revés. Con el cristianismo de la liberación se mantiene hasta hoy una presencia activa del anticapitalismo católico de izquierda, a pesar de la represión del Vaticano. Con el nuevo papa Francisco, un jesuita latinoamericano, es posible que se creen condiciones más favo­rables para el desarrollo del cristianismo de la liberación.

RDS: Existe una importante conexión entre el denominado “ecologismo de los pobres”, las comunidades cristianas populares y grupos de base de diversas religiones, ¿cómo ves este fenómeno, qué valor le das? ¿Hay algunas personas y movimientos en este ámbito que consideres que son especialmente significativas para el ecosocialismo?

ML: Las comunidades cristianas de base son uno de los principales componentes del “ecologismo de los pobres” en América Latina. Me falta conocimiento para hablar de otras partes del mundo. Chico Mendes, el dirigente brasileño de las grandes luchas campesinas e indígenas en defensa de la Amazonia, asesinado en 1988, era un socialista de origen cristiano, militante de las comunidades cristianas de base.

Hoy en día se desarrollan en toda América Latina luchas eco-sociales campesinas, muchas veces indígenas, en contra de los proyectos destructores de multinacionales del petróleo, o de latifundistas del agronegocio. Tienen un carácter implícitamente anticapita­lista, y por eso son de una gran importancia desde el punto de vista ecosocialista. El modo de vida de las culturas indígenas, el buen vivir, y su manera de relacionarse con la Madre Tierra, son una referencia importante para el ecosocialismo. Como decía el peruano Hugo Blanco, uno de los más importantes dirigentes indigenistas de América Latina, en un encuentro ecosocialista internacional en Belem do Para (Brasil) en 2009: «nosotros los indí­genas ya practicamos el ecosocialismo desde hace siglos».

RDS: Diversas Iglesias cristianas están realizando desde hace tiempo importantes iniciativas para el reconocimiento y la restitución de la deuda ecológica, ¿qué rele­vancia le das a este tema dentro de la estrategia del ecosocialismo?

ML: La deuda ecológica se refiere a la deuda de los países ricos e industrializados del Norte hacia los países del Sur por el pillaje durante siglos de sus recursos naturales, por la destrucción de sus bosques, la polución de sus ríos, el empobrecimiento de los suelos, la reducción de la biodiversidad. Es un tema importante desde el punto de vista ecosocialista que la cuestión de la deuda ecológica no se plantee por estas Iglesias cristianas como filan­tropía o caridad, sino como una cuestión de justicia social. Es uno de los argumentos de la importante campaña contra el pago de la deuda externa –contraída con el Banco Mundial o con los bancos del Norte– por los países del Sur. La obligación que demandan a multinacio­nales del petróleo para que indemnicen a poblaciones indígenas y campesinas por los terri­bles estragos en el medio ambiente, después de muchos años de explotación, es otro ejem­plo positivo, a condición de no caer en la trampa de ponerle un precio a la naturaleza.

RDS: En un texto tuyo sobre el gran marxista peruano José Carlos Mariátegui, planteas el tema de la «mística revolucionaria». Existen diversas místicas y espiritua­lidades de la liberación en las religiones que tienen una estrecha conexión con la acción de los sujetos que realizan luchas ecologistas. En el Foro Social Mundial hay un eje sobre éticas y espiritualidades. Pensando tanto en ateos, como en personas religiosas, ¿consideras que el ecosocialismo tiene que plantearse el tema de la espi­ritualidad y la mística?, ¿de qué tipo?, ¿por qué y para qué?

ML: En un fascinante articulo de 1925, El Hombre y el Mito, Mariátegui escribía lo siguiente: «La burguesía se entretiene en una crítica racionalista del método, de la teoría, de la técnica de los revolucionarios. ¡Qué incomprehensión! La fuerza de los revolucionarios no está en su ciencia; está en su fe, en su pasión, en su voluntad. Es una fuerza religiosa, mística, espiritual. Es la fuerza del Mito. La emoción revolucionaria, como escribí en un artí­culo sobre Gandhi, es una emoción religiosa [ … ]».

La mística aquí no es una relación con el divino, sino «fe, pasión, voluntad», compromi­so hasta el sacrificio de la vida. El Movimiento de los Sin Tierra (MST) tiene una concepción semejante de la «mística».

La espiritualidad se refiere más bien a un amplio conjunto de valores ético-religiosos. El ecosocialismo en cuanto tal no tiene que plantearse la mística o la espiritualidad, pero cada uno de sus militantes puede asumir o no estas dimensiones en su combate por un nuevo mundo posible. Presenté junto con Frei Betto un documento titulado «Ecosocialismo y Espiritualidad» en el Forum Social Mundial de Belem (2009). Las reflexiones sobre la espi­ritualidad fueron un aporte de mi amigo Frei Betto.

RDS: En el texto al que hacía referencia anteriormente, destacas un escrito de Mariátegui sobre Gandhi, una de las grandes personas religiosas del siglo XX. La perspectiva analítica de Mariátegui constituye una comprehensión de la personalidad religiosa y la acción política de Gandhi que difiere sustancialmente de otras aproxi­maciones marxistas, como, por ejemplo, la realizada por Gramsci. ¿Qué componen­tes gandhianos debería tener el ecosocialismo?

ML: En el artículo de Mariátegui sobre Gandhi, escrito en 1924, encontramos este plan­teamiento: «El socialismo y el sindicalismo, a pesar de su concepción materialista de la his­toria, son menos materialistas de lo que parecen. Se apoyan sobre el interés de la mayoría, pero tienden a ennoblecer y dignificar la vida. Los occidentales son místicos y religiosos a su modo. ¿Acaso la emoción revolucionaria no es una emoción religiosa? Acontece que en Occidente la religiosidad se ha desplazado del cielo a la tierra. Sus motivos son humanos, son sociales; no son divinos. Pertenecen a la vida terrena y no a la vida celeste».

Se trata por tanto de una mística y religiosidad “profana”, terrena. Su significación es la que traté de definir anteriormente.

La figura de Gandhi tiene varios componentes que interesan al ecosocialismo: la “místi­ca”, la espiritualidad, la no-violencia, la critica a la civilización industrial, la organización colectiva de los oprimidos en la lucha contra el colonialismo. No se trata de ser “gandhia­nos” de manera dogmática, sino de recuperar de su mensaje los aspectos que correspon­den a las necesidades de la lucha ecosocialista en el siglo XXI.

RDS: En tu texto Marxisme et religión: la figure du Christ analizas la relevancia que tuvo Jesucristo en algunos pensadores y corrientes del marxismo clásico. ¿Consideras que su vida y su mensaje pueden tener también hoy relevancia para el ecosocialismo?

ML: Los profetas bíblicos, Cristo, San Francisco, son portadores de un mensaje utópico –en el sentido noble de la palabra– ético, humanista, anti-autoritario, de rebelión contra la injusticia, de amor a los seres humanos y a la naturaleza que nos interesa a los ecosocia­listas, seamos creyentes o no.

RDS: En tus libros abordas la crisis de civilización y planteas la necesidad de ir construyendo una nueva civilización. Piensas que hay que unir «transformar el mundo» y «cambiar la vida». También haces referencia al antagonismo entre la «eco­nomía moral de la plebe» y la «economía capitalista del mercado». Estas cuestiones plantean temas muy de fondo que tienen que ver con una nueva ética y una nueva antropología anticapitalistas. Considero que para la constitución del sujeto ecosocia­lista es fundamental la cultura de la autocontención. Como persona que has dedica­do gran parte de tus energías a la sociología de las religiones, ¿qué dimensiones de las culturas religiosas de liberación pueden nutrir una cultura ecosocialista?

ML: Más que la “autocontención” me interesa en las culturas religiosas de liberación la critica intransigente, “profética”, de la idolatría de la mercancía, de la falsa religión del con­sumismo, de la adoración del Becerro de Oro y del dinero como dios Mammon. Con otra terminología, pero con sentido equivalente, los ecosocialistas marxistas rechazamos el patrón de consumo irracional y la insustentabilidad del capitalismo, el culto del mercado, el consumo ostentoso, la obsolescencia programada, el predominio del “tener” –la acumula­ción de bienes– sobre el “ser”, es decir, la auto-realización humana.

RDS: Las culturas y religiones indígenas están teniendo una gran influencia en nuevos paradigmas políticos de una nueva izquierda revolucionaria en América Latina, especialmente en Bolivia y Ecuador, ¿qué significado le das a esta activación cultural y política de culturas religiosas ancestrales?

ML: Tenemos mucho que aprender de estas culturas y religiones indígenas. Ellas están en total contradicción con el espíritu del capitalismo. Representan tradiciones colectivistas, lo que ya apuntaba Mariátegui al hablar del «comunismo inca». Propugnan formas de vida sencillas, sin obsesión consumista (el kawsay sumak, o buen vivir), y una relación de pro­fundo respeto con la Madre Tierra. Estas culturas inspiran las luchas indígenas en contra de las empresas multinacionales y los mega-proyectos destructores del medioambiente. Superando el contexto local, impulsaron la consigna de la lucha en contra del capitalismo y la defensa de la Pachamama en la Conferencia de los Pueblos sobre el Cambio Climático, celebrada en Cochabamba en 2010. El ecosocialismo en América Latina se ins­pira en estas culturas, en las cuales reconoce las fuentes de un socialismo ecológico indo­americano.

RDS: Has estudiado con profundidad el judaísmo libertario en tu libro Redención y Utopía. ¿Hay elementos importantes para el ecosocialismo en algunas corrientes de la religión judía emancipatoria y profética?

ML: Nos interesa en los pensadores judíos libertarios –Martin Buber, Gustav Landauer, Erich Fromm, Ernst Bloch, entre otros– la crítica aguda, de inspiración romántica, a la civili­zación industrial, a la tiranía del capital y del Estado, a la destrucción de la naturaleza por las “fuerzas productivas” capitalistas.

RDS: Walter Benjamin es uno de los grandes autores que has estudiado. En su obra hay un peculiar y original acercamiento a la cuestión religiosa dentro de sus advertencias sobre la desorientación de la civilización capitalista y las reacciones ante ella. ¿Qué hemos de incorporar de su enfoque a la cultura ecosocialista?

ML: Walter Benjamin es una especie de precursor del ecosocialismo. De entrada, por su crítica de la ideología del progreso lineal. Si Benjamin rechaza las doctrinas del progreso, no por eso deja de plantear una alternativa radical al desastre inminente: la utopía revolu­cionaria. Las utopías, los sueños de un futuro diferente, nacen –escribe en París, capital del siglo XIX (1935)– íntimamente asociadas a elementos venidos de la historia arcaica (Urgeschichte); es decir, de una sociedad sin clases primitiva.

En el ensayo sobre Bachofen de 1935, Walter Benjamin desarrolla de forma más con­creta esta referencia a la pre-historia. Si la obra de Bachofen sobre el matriarcado interesó tanto a Friedrich Engels como al pensador anarquista Elisée Reclus, es por su «evocación de una sociedad comunista en la aurora de la historia», una sociedad sin clases, demo­crática y igualitaria, implicando una verdadera «subversión del principio de autoridad».

Las sociedades arcaicas son también aquellas en las que existe una mayor armonía entre los humanos y la naturaleza. En el libro sobre Los pasajes parisienses (1938), Walter Benjamin cuestiona el “dominio” (Beherrschung) de la naturaleza y su “explotación” (Ausbeutung) por los seres humanos. Como Bachofen lo había mostrado, Walter Benjamin también llama la atención sobre «la concepción asesina (mörderisch) de la explotación de la naturaleza». La concepción capitalista/moderna dominante a partir del siglo XIX no había existido en las sociedades matriarcales, porque la naturaleza era percibida como una madre generosa (schenkenden Mutter). Estos pensamientos tienen una gran similitud con las reso­luciones de la Conferencia de los Pueblos, celebrada en Cochabamba en 2010. No se trata para Walter Benjamin –como tampoco para Engels, o para el socialista libertario Elisée Réclus– de volver al pasado pre-histórico, sino de plantear la perspectiva de una nueva armonía entre la sociedad y el medio ambiente natural.

Decenas de años antes del surgimiento de la teología de la liberación, Walter Benjamin ya había propuesto una alianza entre la teología y el materialismo histórico. Encontramos en las Tesis Sobre el concepto de historia del año 1940 una correspondencia –en el sentido que le da Baudelaire a este término en su poema Les correspondences– entre teología y política, entre el paraíso perdido del que nos aleja la tempestad llamada «progreso» y la sociedad sin clases en armonía con la naturaleza, situada en la aurora de la historia. Plantea una correspondencia entre la era mesiánica del futuro y la nueva sociedad sin clases, así como una nueva armonía del socialismo con la Madre Tierra generosa.

6 comentarios

  • Ecosocial

    Una entrevista muy esclarecedora para comprobar, por ejemplo, la sintonía entre ecosocialismo y cualquier religión interpretada en clave autoemancipadora. Creo que el ecosocialismo alienta el desarrollo moral posconvencional y está en sintonía con una religión mundicéntrica y transpersonal, que evite la falacia pre/trans de la que habló Ken Wilber.

  • Ecosocial

    Una entrevista muy esclarecedora para comprobar, por ejemplo, la sintonía entre ecosocialismo y cualquier religión interpretada en clave autoemancipadora. El ecosocialismo alienta el desarrollo moral posconvencional y está en sintonía con una religión mundicéntrica y transpersonal, que evite la falacia pre/trans de la que habló Ken Wilber.

  • Nacho Dueñas

    A lo mejor, Pepe, no se trata tanto de refutar como de analizar, para ver cuánto de razón pudieran tener.
    No sólo esto estresaria menos, sino que tal vez nos pondria en la onda que hizo que se superaran la teocracia, el feudalismo, la monarquía absoluta y el cientificismo positivista decinomónico (esto último no del todo aun)
    Saludos.
    Nacho.

  • pepe blanco

    Querría aclarar que lo que me va haciendo sentir más alejado de Atrio, es la proliferación de artículos encuadrables en lo que yo llamo “la ideología del lobby de la Pachamama”: ese revoltijo de ideas pseudocientíficas, políticas, medioambientales, religiosas, misticas, jesuánicas, pachamámicas, antropológicas, económicas, antitecnológicas, cuánticas y heissembergianas. En fin, ese tipo de escritos que, además de parecerme muy desatinados, me ponen muy nervioso porque no sé por dónde empezar a refutarlos. Son un auténtico estrés.

  • Gonzalo Haya

    Creo en una radical sintonía entre socialismo, cristianismo, religiones de la naturaleza, y movimiento ecológico. Todos estos movimientos están impulsados por el espíritu, y no se propagarían si ese entusiasmo que trasciende los miopes intereses individuales.

  • pepe blanco

    “El compromiso de Leonardo Boff con los Pobres y con la Tierra tiene sin duda una matriz religiosa, pero cualquier ecosocialista puede acep­tar sus argumentos y sus tesis, sea o no creyente.”

    O este señor no ha leído a Boff o yo no soy ecosocialista. En cualquier caso, a medida que pasa el tiempo me voy sintiendo más alejado de la linea editorial de Atrio.

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