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Gustavo Gutiérrez: «El teólogo del Dios liberador»

JJ Tamayo

Un texto muy actual pero escrito antes de que Gustavo Gutiérrez volviera a estar de actualidad

Arguedas y Gutiérrez

La teología cristiana ha sido con frecuencia una disciplina inocua en el conjunto de los saberes, beligerante frente a los avances científicos, legitimadora de los poderes establecidos, ajena a la marcha de la historia, poco sensible a los sufrimientos humanos, y muro de contención de las revoluciones sociales y políticas. La teología latinoamericana de la liberación ha venido a quebrar dicha imagen, situando el cristianismo en la vanguardia de los movimientos sociales que luchan por la transformación de la sociedad de todas las opresiones, también de la religiosa.

Todo comenzó con unas conferencias del sacerdote peruano Gustavo Gutiérrez en Chimbote (Perú) en 1968. A ellas asistió su compatriota el escritor y antropólogo José María Arguedas, que en El zorro de arriba y el zorro de abajo define a Gutiérrez como «el teólogo del Dios liberador» y lo contrapone al «cura del Dios inquisidor» de su propia novela Todas las sangres. En un texto fechado en Santiago de Chile el 20 de agosto de 1969, Arguedas recuerda a Gutiérrez que le había leído en Lima las «páginas de Todas las sangres en que el sacristán y cantor de San Pedro de Lahuaymarca, quemada ya su iglesia y refugiado entre los comuneros de las alturas, le replica a un cura del Dios inquisidor con argumentos muy semejantes a los de las lúcidas y patéticas conferencias pronunciadas, hace poco, en Chimbote». Llega, incluso, a establecer una similitud entre esas conferencias y las palabras y actitudes del sacristán y cantor de San Pedro de Todas las sangres. El propio Gutiérrez considera al sacristán de San Pedro «precursor de la teología de la liberación» y dedica a Arguedas el libro Teología de la liberación. Perspectivas (edición peruana de 1971; edición española de 1972), que se abre con el texto de Todas las sangres al que se refería el escritor peruano.

Arguedas afirma que quizá con él se cierra un ciclo y se abre otro en Perú: «se cierra el de la calandria consoladora, del azote, del arrieraje, del odio impotente, de los fúnebres “alzamientos”, del temor a Dios y del predominio de ese Dios y sus protegidos, sus fabricantes» y se abre el ciclo «de la luz y de la fuerza liberadora invencible del hombre de Vietnam, el de la calandria de fuego, el del Dios liberador».

En aquellas conferencias, Gutiérrez habló de la teología como inteligencia del compromiso. A Arguedas le dedica su obra más influyente en el panorama teológico cristiano de las cuatro últimas décadas, la ya citada Teología de la liberación. Perspectivas, que define la teología como reflexión crítica de la praxis histórica a la luz de la Palabra, como teología de la transformación liberadora de la historia de la humanidad, que no se limita a pensar el mundo, sino que es un momento del proceso a través del cual el mundo es transformado, abriéndose al don del reino de Dios.

Preguntas interpelantes

Estamos ante una nueva manera de hacer teología que tuvo repercusiones sociales y políticas desestabilizadoras para el sistema neocolonial latinoamericano y sigue teniéndolas hoy para la globalización neoliberal. Gutiérrez lleva a cabo una verdadera revolución en la teología, cuyo acto primero es el compromiso con los oprimidos y la experiencia religiosa del Dios de los pobres, y cuyo acto segundo es la reflexión, pero no desde la neutralidad social y la asepsia doctrinal sino desde el reverso de la historia y la opción ético-evangélica por los pobres. A estos les reconoce el teólogo peruano una fuerza histórica capaz de mutar el curso de la historia en dirección a la liberación. La teología de la liberación remite al compromiso de los cristianos en los movimientos de liberación.

Georges Bernanos afirmaba que los cristianos son capaces de instalarse cómodamente incluso bajo la cruz de Cristo. Gustavo Gutiérrez pretende corregir esa tendencia conformista activando las energías utópico-liberadoras del cristianismo. Su referente intelectual es Bartolomé de las Casas, defensor de los indios sometidos a esclavitud por los conquistadores y precursor del diálogo interreligioso y de la interculturalidad. Sobre él ha escrito uno de los mejores estudios: En busca de los pobres de Jesucristo. El pensamiento de Bartolomé de las Casas, que dedica al teólogo mártir Ignacio Ellacuría.

Las preguntas interpelantes que le queman en los labios a Gustavo y golpean su conciencia tienen que ver con el lenguaje sobre Dios: ¿cómo hablar de Dios desde el sufrimiento de los inocentes?, ¿cómo hablar de Dios Padre en un mundo donde los seres humanos no son hermanos?, ¿cómo hablar de la resurrección en un mundo donde los excluidos son carne de cañón? La pregunta que ahora le interpela con más radicalidad y urgencia es la que da título a uno de sus últimos ensayos: ¿Dónde dormirán los pobres?

Las preguntas dan una idea acertada de la orientación de su teología: no levítico-sacerdotal, sino samaritana; no de pensamiento único, sino crítica; en perspectiva de liberación y sensible a las nuevas esclavitudes que genera la globalización neoliberal. En la teología de Gustavo Gutiérrez vuelven a articularse armónicamente pensamiento y vida, teoría y praxis, rigor metodológico y talante profético, como sucediera en los misioneros, teólogos y obispos defensores de los derechos de los amerindios en el siglo xvi. El teólogo peruano acostumbra a decir que él no cree en la teología de la liberación, sino que esta es solo un camino para mejor seguir a Jesús de Nazaret y contribuir a la liberación de los pobres. Todo un ejemplo de modestia intelectual para los teólogos europeos que acostumbramos a conceder más importancia a la teología que a la vida y a la liberación.

¿Dónde dormirán los pobres?

Gustavo Gutiérrez ha sido el tercer teólogo que recibe el Premio Príncipe de Asturias. El primero fue Ignacio Ellacuría, a título póstumo, en reconocimiento a la coherencia entre su trabajo intelectual como teólogo y filósofo, y su compromiso social con las mayorías populares, que lo llevó al martirio en noviembre de 1989 junto con otros cinco jesuitas y dos mujeres. El segundo, el cardenal Martini, arzobispo de Milán, por toda una vida dedicada a los estudios de la Biblia en diálogo con las ciencias sociales y por su permanente actitud de diálogo con los sectores no creyentes, como ha demostrado en las obras En qué creen los que no creen, que recoge una serie de cartas cruzadas con Umberto Eco, y La oración de los que no creen. ¿Se puede rezar sin fe? Quizá llevara razón Ludwig Wittgenstein cuando escribía en su Noteboooks 1914-1916: «Rezar es pensar en el sentido del mundo.»

Gutiérrez recibió en el 2003 el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades junto con el periodista polaco Ryszard Kapuściński, por su compromiso ético con los sectores más desfavorecidos, y por haber iniciado e impulsado una de las corrientes de pensamiento cristiano más vivas y dinámicas de los últimos cuarenta años, la teología de la liberación, que se inicia en América Latina en la década de los sesenta y pronto se extiende por todo el Tercer Mundo y por ambientes de marginación del primero.

Gutiérrez ha dedicado su trabajo intelectual a desarrollar, fundamentar y difundir las grandes intuiciones de la teología de la liberación entre los públicos más plurales, desde los universitarios, primero como consiliario nacional de la Unión de Estudiantes Católicos (UNEC) de Perú, después como profesor de teología y ciencias sociales en la Universidad Católica de Lima, y ahora como profesor de la Universidad de Notre Dame en los Estados Unidos, hasta los sectores populares, con quienes convive y comparte experiencias de vida y sufrimiento, de esperanza y de luto.

Gustavo utilizó por primera vez la expresión teología de la liberación en 1968, poco antes de la celebración de la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, y enseguida adquirió carta de ciudadanía. Su Teología de la liberación. Perspectivas es, sin duda, una de las obras de más impacto de la teología posterior al Concilio Vaticano II, y cuenta con traducciones a numerosas lenguas y con decenas de ediciones en castellano. Ella, junto con la Teología desde la praxis de la liberación, del brasileño Hugo Assmann, son consideradas las más representativas de la primera etapa de la teología de la liberación. Ambas, reconocía en 1974 el teólogo uruguayo Juan Luis Segundo, «constituyen las dos únicas obras de la teología de la liberación que elevan el debate a un diálogo científico y bien documentado con la teología europea». A estas dos creo que hay que sumar Liberación de la teología, del teólogo uruguayo citado.

A partir de ellas, la teología en América Latina deja de ser sucursal o remedo de la llevada a cabo en Europa o Estados Unidos, como lo había sido desde la conquista, con apenas algunas excepciones, para convertirse en la primera gran corriente de pensamiento cristiano crítico-liberador nacida fuera del primer mundo con señas de identidad y estatuto metodológico propios. No en vano se considera una nueva manera de hacer teología. Una teología que pretende armonizar la dimensión crítico-profética de la fe y el rigor metodológico que le corresponde a esa disciplina. Una teología en la que vuelve a escucharse el grito de los pobres con la misma fuerza y pasión que en el Éxodo de los hebreos, en los Profetas de Israel, en Jesús de Nazaret el Cristo liberador y en Bartolomé de las Casas, defensor de los indios. Una teología con entrañas de misericordia, que no pasa de largo ante el sufrimiento de los seres humanos, como el levita y el sacerdote de la parábola del buen samaritano.

Ni Gutiérrez ni la teología que él cultiva pretenden hurtar el protagonismo a los pobres y oprimidos en el proceso de liberación. Su objetivo es devolverles la palabra, contribuir a que recuperen su protagonismo en la comunidad de creyentes y en la construcción de una sociedad más justa, fraterna y sororal, y ayudarles a descubrir su «fuerza histórica», como reconoce el propio teólogo peruano en uno de sus libros, que lleva precisamente ese título: La fuerza histórica de los pobres.

En contra de lo que algunos creen, la teología de la liberación tiene muy poco de ingenua. No se le escapan las mediaciones sociales y políticas a la hora de buscar los cauces para construir un modelo alternativo de sociedad. La salvación cristiana es salvación integral y no se queda en la esfera espiritualista, sino que pasa necesariamente por la liberación de todas las opresiones: socioeconómicas, culturales, étnicas, de género, y también por la liberación de la opresión religiosa, tan fuerte en América Latina. Sabe muy bien Gutiérrez que el Evangelio no ofrece instrumentos de análisis ni estrategias de cambio. Por eso recurre constantemente a la mediación de las ciencias sociales para un mejor conocimiento de la realidad y de los mecanismos que en ella operan, y para la búsqueda de alternativas.

La teología de la liberación no es obra de una sola persona, como reconoce el mismo Gustavo. Es fruto de la convergencia de una serie de factores: la toma de conciencia del Tercer Mundo como sujeto y protagonista de su propia historia; la teoría de la dependencia elaborada por un grupo de economistas y sociólogos latinoamericanos; los movimientos de liberación que se desarrollaron por entonces en América Latina en los que estaban comprometidos los cristianos sin renunciar a su fe; la pedagogía del oprimido de Paulo Freire; el fenómeno de las comunidades eclesiales de base; la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano de 1965, donde la Iglesia latinoamericana pasa del cristianismo primero colonial y después desarrollista a un cristianismo liberador.

Pero si importante y decisiva es la aportación de Gustavo Gutiérrez al nacimiento y desarrollo de esta nueva forma de hacer teología como es la teología de la liberación, no lo es menos su testimonio de vida y su aliento al compromiso de los cristianos y de las cristianas y a la vivencia de una experiencia religiosa de encuentro con el Dios de los pobres. Las preguntas que golpean su conciencia, como ya vimos, nada tienen que ver con las interminables cuestiones «bizantinas» en las que otrora se enredara la teología. Son preguntas existenciales, vitales, diría mejor.­

Este perfil está tomado de Juan José Tamayo, Cincuenta intelectuales para una conciencia crítica, Fragmenta, Barcelona, 2013, pp. 288-295, que reproducimos con permiso de la Editorial.

21 comentarios

  • Javier Renobales Scheifler

    en la última línea falta la palabra ‘no’ inmediatamente antes de la palabra ‘parece’

  • Javier Renobales Scheifler

    La ICR, como todo negocio, trata de aumentar y fidelizar su clientela,  inmensa en el caso de la ICR.
     
    Para eso han puesto al argentino Bergoglio al frente, en una operación de imagen, de marketing, porque se producen bajas en el catolicismo, algunas de las cuales se van a otras religiones, se vacían los templos poco a poco … al menos en Europa y América.
     
    http://www.periodistadigital.com/religion/mundo/2012/03/10/el-numero-de-catolicos-aumento-un-1-3-en-2010-hasta-los-1-196-millones-iglesia-religion-papa-vaticano-mundo-.shtml
     
    Vender la Liberación junto con la teología es hacer clientela católica. Es vender Liberación con ilusorias promesas de beatitud en un mundo celeste. Lo cual no parece muy solidario, a mi modesto modo de ver.
     
    La teología, por ser teología, y además católica, es rehén de la ICR, la cual sigue compartiendo y fortaleciendo el gran bloque hegemónico que promueve cotidianamente la opresión y la explotación de los débiles del mundo.
     
    Creo que está por ver cumplida en la realidad la afirmación que hace el post: que “la salvación cristiana pasa necesariamente por la liberación de todas las opresiones: socioeconómicas, culturales, étnicas, de género, y también por la liberación de la opresión religiosa, tan fuerte en América Latina”.
     
    El hecho cierto es que la ICR admite como cristianos y católicos a los opresores, tanto históricamente como en la actualidad. Si se pone a echarlos fuera, perderá clientela, de modo que podemos augurar que no los echará fuera de la ICR.
     
    Bergoglio quiere una ICR en la que estén cómodos todos, ricos y pobres, contradiciendo con ello la ética de Jesús.

    ¿Dijo Bergoglio antes de ser papa que él nunca había sido de derechas? Parece que no, pues que lo haya dicho ahora ha sido noticia resaltada por muchos medios. Creo que si lo hubiera dicho, no le habría nombrado papa los cardenales de los papas.
     
    Al declararse, ahora que es papa, como ‘no de derechas’ (¿acaso es de centro? no lo ha dicho el papa, calculadamente, por algo será), creo que Bergoglio pretende atraer a las izquierdas; pero sin espantar de ninguna manera a las derechas, que siempre son mucho más adineradas que las izquierdas.
     
    En España por ejemplo hicieron y ganaron la guerra por dios y por España para hacer la dictadura católica de Franco, y esa guerra (Santacruzada, y de Liberación, la llamaron los jerarcas católicos) nunca ha sido condenada por la jerarquía católica, ni la dictadura tampoco, pues las hicieron para obtener la ICR los privilegios que le proporcionaron la guerra y la dictadura, los cuales hoy mantiene, y parece que los vaya a soltar, pues incluso niega que sean privilegios …

  • ana rodrigo

    Tenéis razón quienes decís que no es Dios el agente solucionador de los problemas que nos creamos los humanos, sino que los agentes reales somos nosotros y nosotras. Lo que ocurre que cada cual actúa desde sus circunstancias: yo pienso, actúo y escribo desde: una persona mujer, de raza blanca, de cultura cristiano occidental, que he vivido en una época determinada del siglo XX y XXI, en países llamados desarrollados, en los que he pasado hambre cuando tocó y he vivido y vivo con bastantes comodidades cuando ha tocado, que he estudiado en una universidad determinada, que he trabajado en una actividad determinada, etc. etc. etc. Nadie nacemos, crecemos y somos aséptic@s en relación a nuestro entorno.
     
    Cuando hablamos de la teología de la liberación, pienso que es situarnos desde uno de estos accidentes-referentes a los que la vida nos ha llevado tras haber pasado por etapas muy oscuras y de teología aberrantes.Ya lo dice el autor al comienzo del artículo: la teología ha sido inocua en unas cosas y beligerante en otras, y quienes nos hemos encontrado envueltos en ese incongruente nubarrón nos hemos visto afectados.
     
    Pero la teología de la liberación ha venido desde las víctimas cual despertador de conciencias, eso sí, pienso que no debemos equivocarnos, no se trata de hacer más y mejor caridad con quienes no han sido tan privilegiados como nosotros, en plan proteccionista y jerárquico, de buenos, de protectores, de salvadores, de arriba abajo, sino, como dice el texto: “Ni Gutiérrez ni la teología que él cultiva pretenden hurtar el protagonismo a los pobres y oprimidos en el proceso de liberación. Su objetivo es devolverles la palabra, contribuir a que recuperen su protagonismo en la comunidad de creyentes y en la construcción de una sociedad más justa, fraterna y sororal, y ayudarles a descubrir su «fuerza histórica».
     
    Que en este quehacer de luchar contra las opresiones coincidimos creyentes y no creyentes, creyentes de una religión u otra, ateos y agnóstico, intelectuales con títulos e intelectuales sin títulos, ¡pues qué bien! ¿por qué impedirnos a los creyentes esta colaboración contra las injusticias sólo porque tenemos como referente a una teología que nos implica en ello? ¿Tan deleznables somos por ello? ¿Acaso, quienes escribimos en atrio, desacreditamos y deslegitimamos a quienes desde sus posicionamientos no cristianos luchan por la misma causa?.¿O es que ahora vamos a dividirnos entre buenos, los ateos, y malos, los creyentes cuando tod@ luchamos en el mismo frente?

  • Javier Renobales Scheifler

    Olvidé decir, Honorio, que más víctima que Ellacu fue la quinceañera Celina, y casi tanto como ella la madre de Celina, sirvienta de los curas asesinados dirigidos por Ellacu.
    Pero los católicos de izquierdas (al menos algunos)  recordáis a Ellacu y lo ponéis como referencia. No mencionáis a Celina ni a su madre, ambas sirvientas de los curas.
    Ya ves que en un primer momento yo también he olvidado a Celina y a su madre, al encontrame con tu cita de Ellacu. Pero creo que nos interpela mucho más la sangre de estas dos sirvientas de los curas, que los propios curas incluido el famoso Ellacu, aunque los siete fueran asesinados a tiros a la vez.

  • Javier Renobales Scheifler

    Honorio querido,

    Más que ser la sangre de Camilo Torres y Ellacu la que nos interpela, es la de las víctimas, la de los miles de millones que, a ritmo aproximado de uno cada cinco segundos, van desde hace siglos muriendo asesinados por hambre y miseria, mucho antes de llegar a la jubilación, también a manos de nuestro estado de bienestar (o lo que queda de él) que exige que mueran.

    Millones de ellos han malvivido sin vivir, y sin vivir han pasado a morir asesinados por hambre y miseria. Víctimas en el más estricto anonimato y ante la general indiferencia de los que vivimos en estados de bienestar.

    Camilo Torres (cura y doctor en sociología que estudió en la universidad católica de Lovaina y murió como guerrillero en su al parecer primer combate armado) y Ellacu, hombres ‘de dios’ (tú los has citado), vivieron bien, vivieron vidas plenas, bien alimentados, bien vestidos, bien considerados en vida, al amparo de su poderosa iglesia durante muchos años y no pueden ser considerados víctimas (al menos no en grado parecido al de los asesinados por hambre/miseria) más que a la hora de su asesinato/martirio en unos segundos, los últimos de sus vidas.

    ¿Se dejó Torres de teologías y se dedicó a la Liberación? Probablemente sí, tú dirás, que pareces conocer la acción de Camilo Torres. Ellacu no se dejó de teologías, que yo sepa.

    Decíamos Pepe Blanco y yo en este hilo que sería bueno dejar de lado la teología (es decir, a dios), si se trata de realizar la Liberación.

    Creo que contradecimos con ello el título del post, en el sentido de que entendemos que la Liberación no viene con ni por  la teología, ni con ni por dios, el cual –si fuera que existe- evidentemente no hace nada, ni puede hacer nada, por la Liberación.

    ¿En qué liga juegas tú, Honorio? Te agradecería lo expliques, quizá un día pueda tomar ejemplo …

  • ana rodrigo

    Honorio, tampoco hay que ponerse trágicamente pesimista, aunque la situación de la humanidad sea tan extremadamente trágica como para no cruzarse de brazos por mucha confusión que queramos crear entre unos y otros. Con dios o sin él, con religión y sin ella, los seres humanos sufrientes están ahí, y cada cual arrimaremos el hombro en la medida de nuestras posibilidades, con compromisos diversos, un@s con la acción, otr@s con la palabra, much@s con ambas cosas, dentro de su ámbito y circunstancias.
     
    Ya Pablo decía en ICor. 12, 8ss. “ A uno le da palabras acertadas, a otro palabras sabias, conforme al espíritu; a otro dones para curar, a otro, realizar obras extraordinarias, a otro un mensaje inspirado….Pero todo eso lo activa el mismo y único Espíritu….” Se crea o no sea crea en que estos dones vienen del Espíritu, sí es cierta la diversidad de cualidades y calidades de las personas, y si es para el bien común, siempre será válida la palabra y, por supuesto, las obras.
     
    Y, si bien, las obras son “la prueba del nueve” de los dones de la palabra, es ahí donde se marca la línea roja de juzgar a quien habla y/o escribe, sobre si sus palabras son palabrería hueca o si se corresponde con su compromiso personal, más o menos heroico. Y hacer esto es muy arriesgado, pues parece que si no nos pegan un tiro en la nuca, nuestra vida ha sido inane.
     
    Una persona nos podrá caer mejor o peor o directamente mal, pero decir: “No me gusta que algunos vivan de las rentas y alardeen de méritos de guerra y de legiones de honor en el ejército de Cristo”, me parece muy fuerte, cuando parece que este dardo está dirigido directamente al quien escribe el artículo, así como otra puyas no menos directas.
     
    Lo mismo que tú eres libre de escribir así de Tamayo, pienso que yo también soy libre de pensar que sus libros, sus artículos, sus conferencias han ayudado y están ayudando mucho a muchísimas personas así como a la evolución del pensamiento laico, religioso y liberador, en la larga trayectoria que este autor lleva trabajando sin descanso durante varias décadas.
     
    Ya dije en una ocasión que la palabra y, sobre todo, la escritura, hizo que la especie humana despegase de su estadio homínido e hiciese avanzar la historia. No menospreciemos tanto la palabra, el pensamiento, la reflexión, que, al fin y al cabo, es lo que hacemos aquí en atrio. Por otro lado, no sé porqué palabra y obras tienen que ser incompatibles. ¿Quién pone el baremo de la bondad de nuestras obras y de nuestra vida?

  • h.cadarso

      Ando yo erre que erre con mi obsesión por el acoso y derribo al estado del bienestar, con mi obsesión por el imperio de Wall Street y la City de Londres y de la Merkel sobre el planeta, y vas tú, Renobales, y dale que le das con la teología y con Dios…Y los otros con que si el Papa, que si Sánchez Dragó, que si la independencia de estos y de aquellos, que si nuestros intelectuales y nuestros teólogos…
      Al parecer, jugamos en ligas diferentes. Y el acoso y derribo se desarrolla sin demasiadas oposiciones, tal vez con demasiadas complicidades de gentes que prefieren mirar para otro lado…

  • Javier Renobales Scheifler

    Bueno Honorio, el título del post trata del teólogo DEL DIOS LIBERADOR.
     
    Fijémonos en el Maestro, en Jesús (que era un hombre, no dios): parece claro que Jesús confió en que dios intervendría para traer el reino de dios a Israel,

    Pero dios no intervino y Jesús acabó asesinado por los dirigentes de su iglesia judía que invocaban a Yavéh, y por los militares romanos invasores de Israel, que actuaban a las órdenes del divino Tiberio.
     
    Dios no hizo nada por la Liberación, Jesús lo vió, se convención de ello y exclamó, momentos antes de morir: Padre ¿por qué me has abandonado?
     
    Eso Honorio creo que debería enseñarnos que meter a dios (a la teología) por medio cuando se trata de conseguir la Liberación, es un craso error, amigo.
     
    La lección es pues: dios no interviene, el espiritusanto no sopla, ni dioses ni espíritus son medios para conseguir ni favorecer la Liberación, la cual es cosa de las personas humanas, como todo en esta vida de este mundo.

  • h.cadarso

      Con tantos carismas, Ana Rodrigo, y con tantos empeñados en que la ICR y la teología son un estorbo y un lastre, aquí andamos todos atascados en el acoso y derribo al estado de bienestar, en una alternancia PP-PSoe al estilo Cánovas y Sagasta, en el imperio de Wall Street y la City y la Merkel. 
      Eso sí, hacemos lo que podemos. O sea que no se puede hacer más, no hay solución. Vámonos todos a casa.

  • Javier Renobales Scheifler

    En realidad la teología es un estorbo para la Liberación,

    porque ha construido un ingente e imponente edificio especulativo para tratar de dotar de sustancia filosófico-teológica la idea de un dios infinito que es solo pensada, que no pasa de ser, en este mundo, una realidad mental, y nunca es en este mundo una realidad extramental.
     
    La teología es pues todo lo contrario de lo que es la Liberación, ya que la Liberación no es sólo mental, sino esencialmente extramental, ya que no existe Liberación si no se realiza se realiza en el mundo real fuera de lo mental,

    mientras que el ser divino, el objeto de la teología, no es más que un producto de la mente humana.

  • Javier Renobales Scheifler

    Sí, tienes razón Pepe, mucha gente se ha dado de baja de las religiones, y eso es buena noticia, pues las religiones son una rémora para el avance de la Humanidad.
     
    Es un avance que cuanta más gente se de de baja de las religiones.

    Sin embargo se ven denodados esfuerzos en este foro por mejorar la religión católica, por mejorar y favorecer la ICR.

    Bergoglio está constantemente en el candelero de Atrio, como si la Liberación fuera a venir con él, por él y en él, con, por y en Bergoglio.
     
    Y lo que va a venir con él, por él y en él, en lugar de ninguna Liberación, son centenares de canonizaciones o beatificaciones o como les llamen.
     
    Si por lo menos nos trajera Bergoglio una condena de la cruzada y la dictadura católicas de Franco …
     
    Pero en lugar de esa condena, que sería justa y necesaria, lo que nos trae Bergoglio son bendiciones de esa cruzada y dictadura católicas, con esas canonizaciones o beatificaciones y sus consiguientes ‘milagros’ tan falsos como la afirmación de Bergoglio de que él nunca ha sido de derechas …
     
    Estos nos van a seguir metiendo a Bergoglio y la religión católica hasta en la sopa, por mucho que mucha gente tenga el buen criterio de darse de baja del catolicismo, con el buen criterio de no darse de alta en ninguna otra religión, liberándose de la religión.

  • pepe blanco

    Hola otra vez, Javier.
     
    Creo que te equivocas al pensar que la gente no se rebela contra las iglesias. Bueno, si te refieres a una rebelión en plan 1789, toma de la Bastilla y guillotinas, pues no, en ese sentido no se rebela. Pero a mí me parece una gran rebelión lo que está sucediendo desde hace una década. Permíteme que recuerde un par de datos que ya cité otras veces.
    Las iglesias se están quedando vacías. En Alemania y en Holanda, por ejemplo, ya las están vendiendo al mejor postor. En España, en la última década, los matrimonios civiles ya son más que los religiosos. En España también, varios ayuntamientos han llevado a juicio a sus diócesis para que paguen el IBI. Los colegios “católicos” de católicos sólo les va a quedar el nombre, dentro de poco. Aquí en Ourense, por ejemplo, los colegios religiosos de toda la vida, apenas tienen en estos momentos uno o dos religiosos. Todos los demás son profesores laicos contratados; dirás que es lo mismo, pero yo creo que no lo es. Etc.
    Pienso que es una auténtica revolución. Silenciosa, sin aspavientos. Sin tomar ninguna bastilla ni emplear ninguna guillotina. De eso se encargará la historia.

  • Javier Renobales Scheifler

    Dices en tu comentario anterior, Pepe, que es absolutamente fundamental admitir que la teología no aporta nada a la liberación. Estoy de acuerdo.

    La teología no es sino darle vueltas y más vueltas a ese invento que la idea de dios, la teología es el estudio de dios, un tratado sobre dios.

    Dios no aporta nada a la liberación de los oprimidos, excluidos, pobres, desvalidos, disminuidos, enfermos, débiles, explotados, muertos de hambre … Ni impide que lo sean, ni es la causa de que lo sean, ni será la causa de que un día dejen de serlo, si es que llega a ser realidad algún día que dejan de serlo, que no llevamos camino de conseguir esa realidad, tal y como va este mundo que hacemos tan injusto.

    Recuerdo que Jon Sobrino decía que la Teología de la Liberación es pura y mera parábola del buen samaritano, y nada más. Ayudar al necesitado. Para eso no hace falta dios. En esa parábola dios no ni pincha ni corta, no tiene nada que ver con el llamado buen samaritano, ni con el herido tirado en la cuneta del camino.
     
    Creo que esa compasión por las personas hermanas que componemos la Humanidad, es la mejor espiritualidad que podemos tener.

    Dios (la teología) ni impidió que el herido fuera herido, ni le socorrió, ni hizo nada de nada, porque dios (si fuera que existe) no hace nada de nada, ni por la Liberación, ni por la paz (y mira tú que le ha rezado Bergoglio y los convocados por él para rezar por la paz hace unas semanas) ni por nada de nada.

    Respecto de la Liberación, la teología (o sea darle vueltas y vueltas a la idea de dios, divinizar a Jesús, y hablar de dios, a los pobres o a quien sea –evangelizar creo que le llaman-) no hace sino distraer de la Liberación, y no aporta nada a la Liberación, más que estorbo y más estorbo.

    La sucesión apostólica es esencial para los católicos: a través de ella sostienen que el papa es el vicario de Jesúsdios en la Tierra, el representante de dios en la Tierra. De ahí el poder del Jefe del Estado Vaticano, cuya autoridad viene de dios a través de la sucesión apostólica, porque se la dio Jesúsdios al papa de turno a través de la sucesión apostólica.

    Por eso este’ representante de diosJesús’, por pretender los católico que lo es, nombra a dedo a una pocas docenas de cardenales para que entre ellos salga el nuevo papa, y así endogámicamente vienen detentando el poder absoluto en la ICR estos impostores que son los papas, que han robado al pueblo católico su derecho a elegir democráticamente a sus representantes en su ICR.

    Pero las ovejas (los fielesovejas) no se pueden rebelar contra sus pastores, Pepe Blanco, pues lo que les importa es la salvación eterna de su almainmortal (el que cree en mí no morirá para siempre, puso el evangelista en boca de Jesús).

    No se pueden rebelar porque los católicos tienen que morir habiendo recibido los santossacramentos y la bendición apostólica de Su Santidad, dicen las esquelas que aparecen a diario en la prensa. Y los sacramentos ylas bendiciones, lo mismo que las indulgencias, plenarias o no, las reparten exclusivamente a través de la sucesión apostólica los jerarcas y sus curas.

    Así que el cambio que hará Bergoglio será el necesario para que nada importante cambie en la ICR, tratando de aumentar su clientela. en mi modesta opinión.

  • pepe blanco

    Hola Javier,
     
    Me parece que en otra ocasión aludí a algo que tiene que ver con esto: la lenta transformación de las ideas, de los afectos, de las aspiraciones, de los esquemas mentales de las personas. Entonces me refería a los derechos civiles. Pienso que algo análogo sucede con las cuestiones religiosas.
     
    No parece realista esperar que, que en unos pocos años, ni siquiera en unas pocas décadas, el alma de las personas pueda encontrar un mejor acomodo en una nueva espiritualidad. Se necesitarán varias generaciones, pero llegará esa nueva manera de estar en el mundo.
     
    En general, las personas van/vamos cambiando lentamente, poco a poco. No olvides, además, que este es un foro que, por sus características, se presta a que la mayoría de los participantes piensen lo que piensan, crean lo que creen, procedentes de la tradición cristiana, en su versión católica. Fuera de Atrio y de otros lugares por el estilo, a la mayor parte de la gente, el problema de la sucesión apostólica o de la virginidad de María, por poner un par de ejemplos, le importan un pimiento.

  • Javier Renobales Scheifler

    Para la Liberación que dices (decimos), amigo Pepe Blanco, es necesaria la idea (y sentir la necesidad) de una justa rebelión, idea que podemos tener como seres racionales que nos hacemos conscientes de una situación de indigna y triste servidumbre de la Religión y de los poderosos a los que sirve.

    Desgraciadamente son millones los que prefieren seguir viviendo como ovejas a las órdenes de un pastor (hoy el de turno es Bergoglio, que tantos fans tiene en Atrio, la gran esperanza blanca de Atrio).

    Mientras a Bergoglio, y a sus jerarcas y curas, les sigan atribuyendo imaginarios poderes divinos (inexistentes) que les habría transmitido Jesúsdios (el Jesús divinizado por la imaginación de unos listos que querían servirse de la Religión –Jesús nunca ha sido dios-),

    mientras sigan sosteniendo la falacia de la llamada ‘sucesión apostólica’ que conferiría esos imaginarios poderes divinos al papa/Jefe de Estado de turno y sus jerarcas y curas (v.gr. imaginarias infalibilidad, asistencia/iluminación/soplidos del diosespiritusanto, poderes de obligar al imaginario dios a perdonar o no perdonar los llamados pecados que al cura le parezca que debe perdonar o no perdonar, imaginario suministro de imaginarias gracias divinas santificantes o corrientes, las imaginarias llaves del imaginario reino de los cielos … etc.,

    mientras mantengan cosas así, no se rebelarán, Pepe Blanco, y seguirán viviendo como ovejas a las órdenes de su pastor de turno. Nos seguirán metiendo su catolicismo en España hasta en la sopa, por tierra mar y aire.

    Si se dejan quitar la teología (Liberación de la Teología, es decir, que nos liberemos de la teología de una vez por todas), es como si dejan quitar a su imaginario dios: entonces se les acaba el invento de la Religión, se les acaba la salvación eterna de su almainmortal, se les acaba la fe católica o cristiana, la fe en la llamada resurrección … Pues su fe es en ese imaginario invento que es dios.

    Cuando la fe debe ser en la vida que vivimos, la real, la de todos los seres humanos vivos.

    Así que seguiremos como hasta ahora, Pepe Blanco: no van a admitir que no necesitamos el invento imaginario de dios, de la vida eterna, de la vida sobrenatural, una gran adormidera, la droga de la Religión, un estupendo negocio para los que viven del invento de la Religión.

  • pepe blanco

    La reflexión que hace Javier me parece fundamental. Absolutamente fundamental: la teología no aporta nada a la liberación. Es más, incluso podríamos postular que la liberación solo se puede construir a partir de la no-teología.

  • Maite Lesmes

    Querido Honorio, el gran afecto  que te tengo  no me impide discrepar con el tono y el contenido de tu comentario. Y no sólo porque choca con la gran admiración, agradecimiento por lo que he aprendido de él y amistad hacia Juanjo, sino también porque encuentro lo tuyo desenfocado e impulsado por no sé qué tipo de animadversión ad hominem.
    Sin haber leído el libro, haces conjeturas sobre su contenido y una valoración que encierra prejuicios.
    Quizá para ti (solo) sean maestros de vida los revolucionarios, que por cierto hay pocos y muchos de ellos con grandes contradicciones en sus vidas. Así, Camilo Torres. Tanto Ellacu como Gustavo G. han alternado la docencia y escritura con la vida codo a codo con la pobreza, injusticia, etc. Gustavo vive, al parecer, en un suburbio a la vez que da clases en una universidad.
    ¿Acaso toda persona está llamada al heroísmo, a vivir con los marginados y empobrecidos sin serlo, a sudar la camiseta en el trabajo manual…?  Como docente de más de treinta años a mis espaldas, no puedo admitir que mi profesión haya sido inútil, que no haya podido sembrar desde ahí mis valores humanos y cristianos.  Los caminos de cada persona son diversos, es obvio que cada cual hace lo que puede desde la profesión que ha elegido o en la que le han colocado las circunstancias.

    Escribes: ” praxis acompañada de una reflexión y una oración, que yo creo que aquí no se recogen”. ¿Puedes afirmarlo con conocimiento de causa?
    “No me gusta que algunos vivan de las rentas y alardeen de méritos de guerra y de legiones de honor en el ejército de Cristo y de los que intentan domesticarlo”.  ¿Puedes explicarte? Si te refieres al autor del libro, te aseguro que conozco a pocas personas con parecida capacidad de trabajo y de estar en distintos frentes, donde muchas veces colabora sin percibir económicamente nada a cambio, si es a lo que te refieres.
    La anécdota del hotel que cuentas, tal como la cuentas, me parece poco creíble. Ni la persona de Miret M. ni su condición de intelectual  que saluda a un trabajador del hotel pueden ser único motivo de despido. Sobre todo de alguien tan sensible como tú a la injusticia y tan preparado para reivindicarla.
    No puedo rebatir más tus argumentos porque no conozco directamente el libro todavía. Un gran abrazo, Honorio.

  • Javier Renobales Scheifler

    Vaya preguntas:
    ¿cómo hablar de Dios desde el sufrimiento de los inocentes?,
    ¿cómo hablar de Dios Padre en un mundo donde los seres humanos no son hermanos?,
    ¿cómo hablar de la resurrección en un mundo donde los excluidos son carne de cañón?
    La pregunta que ahora le interpela con más radicalidad y urgencia es la que da título a uno de sus últimos ensayos: ¿Dónde dormirán los pobres?
    Esto de hablar de dios es una maldita y calculada evasión de los problemas que mencionan esas preguntas: una evasión del sufrimiento de los inocentes, de la falta de fraternidad entre los humanos, una evasión del crimen que supone que tengamos excluidos carne de cañón, una evasión del problema de dónde malduermen y malviven los pobres.
     
    Mejor sería dedicarse a resolver esos problemas de los pobres, de los que sufren, de los excluidos (si de verdad nos preocupan –lo cual es muy dudoso, que nos preocupen, al menos en muchísimos casos-, y dejarse de hablar de dios, que no sirve para nada ni sirve de ninguna manera para resolver esos problemas de los pobres, de los que sufren, de los excluidos, a los que aluden esas preguntas que se hace Gutierrez.
     
    Vivir como si dios no existiera (probablemente dios no existe, nadie lo sabe a ciencia cierta si existe o no) es dejar de hacerse preguntas de cómo hablar de dios –ninguna necesidad tenemos de dios, ni menos de hablar de él-, y dedicarse, si de verdad interesan –repito que es muy dudoso que así sea, o nos interesan sólo un poco para sentirnos buenos-, a resolver esos problemas humanos de los pobres, de los excluidos, de tantísimos que sufren a nuestro lado y en el otro lado del mundo.
     
    Claro que, si dejamos de hablar de dios, se les acaba el negocio a las iglesias, a la omnipresente en Atrio ICR, y se les acaba el trabajo a los teólogos …
     
    Sin teologías ¿no sería más fácil dedicarse a la Liberación, incluso más fácil que con la famosa Teología de la Liberación? Todo el tiempo que se pierde en hacer teologías (vidas enteras dedicadas a fabricar teologías …)
     
    ¿Acaso la teología aporta algo a la Liberación, que ésta no podría tener sin la teología?

    Yo creo que no, creo que no le aporta nada a la Liberación que ésta no pudiera conseguir sin la teología.

  • ana rodrigo

    Mi querido Honorio, últimamente me cuesta entenderte y desde   mi smart poco puedo escribir. Sólo decirte que los carismas son múltiples y q con la vida cada cual hacemos lo q podemos, sin juzgar la de nadie….Tampoco podemos pedir a todos el martirio.  Como sé q eres buen entendedor te bastarán mis pocas palabras.

  • h.cadarso

    Por lo que veo, se trata de un libro escrito como historia del pensamiento religioso en el siglo XX:  aguas pasadas que ya no mueven el molino.
    Pero además yo lo veo como una elaboración desde los despachos, más que desde la misma lucha diaria en la que se movieron Ellacuría, Gutiérrez, y tantos otros. Porque hubo una lucha de las bases del mundo de los creyentes, una prax is acompañada de una reflexión y una oración, que yo creo que aquí no se recogen, desde el momento en que la crónica se elabora en un despacho. De acuerdo, mejor es escribir sobre esto que sobre el Opus o los Legionarios de Cristo o el Neocatecumenado.
    La praxis de los ambientes cristianos populares viene de un encuentro codo a codo y paso a paso con todos los revolucionarios que en el mundo han sido, y que hoy, a pesar de tantas derrotas, siguen creyendo en la esperanza. La sangre de Camilo Torres y de Ellacuría nos sigue interpelando, los militantes cristianos de antaño que siguen en el mundo de los pobres como uno más, que haberlos haylos, nos siguen interpelando. Lo malo es que apenas los oímos. Oímos a los que se han encaramado a cátedras universitarias…No me gusta ver a Gustavo Gutiérrez en una universidad norteamericana; y podría poner muchos más ejemplos como este…No me gusta que algunos vivan de las rentas y alardeen de méritos de guerra y de legiones de honor en el ejército de Cristo y de los que intentan domesticarlo.
    Una vez conseguí un puesto de mozo de equipaje en un hotel…Nada más empezar vino a aquel hotel Miret Magdalena y me saludó en el hall. Fue suficiente para que el director me diese la carta de despido en el primer día de trabajo.
    Es lo que hay, un intelectual de prestigio es muy decorativo en la sociedad. Pero un mozo de equipaje que está a la altura de ese intelectual estorba. Supongo que Miret Magdalena lo pasó muy bien en aquel hotel. Yo me quedé en la calle recién llegado de la emigración, con dos hijos pequeños, y sin nada.
    !Cuán diferentes son los caminos del Señor!

  • Maite Lesmes

    Sobre el contenido del libro y entrevista:
    http://www.periodistadigital.com/religion/libros/2013/09/03/cincuenta-intelectuales-para-una-conciencia-critica-religion-iglesia-libros-dios-fragmenta-tamayo.shtml#inicioComentarios

    Hay escritores que se valoran tanto o más cuando han desaparecido, los llamamos “clásicos”. Entre ellos hay quienes, además de por su obra, nos han marcado por su compromiso vital y social.  Todavía muchos de ellos están entre nosotros. Aunque pocas veces alguien se acuerda de ellas, es de agradecer que en este libro varias intelectuales sean mujeres.  Releer a Camus, a  Hannah Arendt… permite entender mejor lo que somos y nos está pasando. 
    Una buena ocasión para recordar cómo fueron nuestros queridos Miret Magdalena, Díez-Alegría, Panikkar… y encontrar en todos ellos-as  un rasgo de carácter: su compromiso vital  y sociopolítico, que les llevó a ser discriminados y censurados por uno o varios tipos de autoridad.

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