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La marginación de la mujer la gran blasfemia

A Juan José Tamayo le prohibieron una conferencia en la parroquia de San Medín de Zaragoza. Y la pronunció en un local adjunto que la misma parroquia ha arrendado a una asociación civil. El martes pasado estuvo en el Aula de Cultura de la Universidad de Valencia y el miércoles habló en Burgos, en el salón de Cajacírculo, del Círculo Católico. Como en el caso Pagola, los obispos son los grandes difusores de teologías que les molestan pero que responden a lo que pide el sensus fidei del pueblo de Dios. Como dice en esta entrevista que reproducimos, decir que Jesús de Nazaret no quiso que, en el siglo XXI, las mujeres pudieran asumir las máximas responsabilidades en la comunidad de sus seguidores es una auténtica blasfemia.

«La marginación de la mujer es el mayor escándalo y la gran blasfemia del Cristianismo»

R. Pérez Barredo / Diario de Burgosjueves, 18 de octubre de 2012

Si, como escribiera León Felipe, la palabra es un ladrillo, con las de Tamayo (Amusco, Palencia, 1946) podría levantarse la más alta torre. Una torre de titulares, de palabras como puñetazos. Alma libre, proscrito para la jerarquía de la Iglesia, este hombre lúcido y valiente habló ayer en Burgos, invitado por Iglesia Viva, sobre la utopía de una Iglesia laical.Acaban de vetarle en Barcelona por una charla como ésta. ¿Tanto miedo tiene la jerarquía a quienes se salen del guion oficial?

Está muy bien utilizada esa palabra: miedo. En este momento, la jerarquía tiene miedo a lo nuevo, a lo creativo, a aquello que supone aportar respuestas nuevas a los problemas nuevos. La jerarquía se encuentra siempre más cómoda en general -la mayoría- mirando al pasado que ubicada en el presente; con añoranza a lo que sucedió, a la tradición, más que respondiendo a los desafíos de la sociedad. Por eso que cuando determinados teólogos o personalidades del mundo religioso cristiano proponen alternativas, se asustan y recurren al báculo no para pastorear a las ovejas sino para golpearlas.

Ese empecinamiento, ese anclamiento en el pasado, ese pensamiento único ¿no hace daño a la Iglesia?

Claro. Si algo ha caracterizado a la Iglesia en estos 2.000 años de historia ha sido la diversidad: organizativa, teológica, litúrgica, de respuestas a los problemas morales… Una pluralidad de modelos a todos los niveles. Por eso sorprende la uniformidad y el pensamiento único que se quiere imponer hoy.
¿Sería más necesario hoy que nunca un nuevo Vaticano II?

No. Sería una mirada retro. El Vaticano II fue una excelente iniciativa de Juan XXIII, que se dio cuenta de que la Iglesia estaba anclada en el pasado y vivía, desde el punto de vista cultural, en el paradigma de la Edad Media. Se dio cuenta de que era necesario adaptar la Iglesia a la nueva sociedad, al nuevo tiempo histórico, a los cambios culturales.El Concilio Vaticano II respondió de manera muy acertada a los problemas que entonces tenía planteados el mundo. Y hoy hay que responder de otra manera, más creativa. No hay que volver la mirada al Vaticano II salvo para recuperar lo mejor de aquella herencia, una herencia que hay que activar y mejorar.

¿Qué podría plantearse?

Quizás un Concilio, pero no al modo clásico, y desde luego no en el Vaticano. Creo que todo lo que tiene que ver con el Vaticano refleja centralismo, autoritarismo, verticalidad, falta de respeto al pluralismo… Hoy se necesitaría un Concilio pero no al modo clásico, que es aristocrático, en el que solamente participarían los mitrados, los jerarcas. Y yo creo que es necesario ahora mismo una asamblea universal de todo el Pueblo de Dios, de toda la comunidad cristiana. Y el lugar de celebración no podría ser el Vaticano, que no refleja la universalidad de la Iglesia.Si tiene que haber un nuevo Concilio tendría que celebrarse en el Tercer Mundo, donde el cristianismo demuestra más vitalidad y más compromiso con los pobres.

¿Cómo es posible que se haya vivido una involución; que, lejos de avanzar con los tiempos, la Iglesia haya retrocedido y se haya hecho más conservadora? ¿O habría que decir neoconservadora?

Creo que la expresión neo refleja muy bien la situación actual de la Iglesia. Todas las tendencias que llevan delante el término nuevo suelen ser peores que la marca original. Es correcto decir neoconservadurismo porque la Iglesia en este momento está haciendo una restauración del pasado; la elaboración de un pensamiento tradicional que no se corresponde con este momento histórico. Por tanto, es un elemento más negativo todavía de lo que ha sido el conservadurismo, al que añade unos planteamientos integristas con una cierta tendencia fanática.
Hay quienes no entienden que la jerarquía se haya alejado tanto del verbo de Jesús, de estar al lado de los preteridos de la tierra. La Teología de la Liberación es eso y, sin embargo, ha sido perseguida de manera inquisitorial.

De nuevo volvemos a la palabra que usted utilizó al principio. Y es miedo. Cuando se condena la Teología de la Liberación no se condena una desviación doctrinal o una herejía. ¿Qué subyace a esas condenas?

El miedo a los pobres, al alejamiento de los pobres.Los que condenan, los inquisidores (que siguen existiendo) están ubicados en situaciones de poder, en ámbitos de privilegios, en un lugar social poderoso. Cuando ven que un sector de la Iglesia cambia de ubicación social están denunciando esa instalación en el orden establecido que tiene la jerarquía en su mayoría. Ahí está la gran traición al Evangelio de Jesús.
Usted ha denunciado el papel humillante de la mujer en el seno de la Iglesia. ¿Cómo podría invertirse esa situación?

Es el mayor escándalo que está dando al mundo la Iglesia católica. Veinte siglos después del nacimiento del Cristianismo, dos siglos y medio después del feminismo como teoría de la igualdad y movimiento social de lucha por la emancipación de las mujeres, me parece escandaloso que la Iglesia no solamente no se haya movido en dirección a la igualdad, sino que está dando pasos cada vez más rápidos hacia la desigualdad.Las mujeres son en la Iglesia la mayoría, y curiosamente una mayoría silenciosa y silenciada. Son las que se llevan la peor parte. No son considerados sujetos morales, ni religiosos, ni visibles, ni sacramentales, ni eclesiales, ni teológicos. Son marginadas en todos los sentidos.La marginación de la mujer es la gran blasfemia del Cristianismo. Pero curiosamente se da un fenómeno muy peculiar.Pese a todo lo dicho, las mujeres son las más fieles seguidoras de las orientaciones jerárquicas. La teología feminista es una de las grandes esperanzas del futuro de la Iglesia. Sin embargo, la jerarquía reacciona y acaba por ahuyentar a las mujeres, igual que ha hecho con los jóvenes y los intelectuales.De seguir así, el catolicismo se convertirá en una zona desértica.
¿Pasa el futuro del Cristianismo por frenar ese éxodo y recuperar a la gente, por una Iglesia laical, que es la utopía que usted propugna?

Claro. Sin laicos no hay Iglesia. La Iglesia clerical es una de las grandes traiciones contra el Evangelio de Jesús. El principio no fue la Iglesia, sino el movimiento igualitario de Jesús, movimiento de hombres y mujeres. La regeneración de la Iglesia debe hacerse a través de esa utopía de Iglesia laical, porque su base es el pueblo.

8 comentarios

  • olga Larrazabal

    Si Carmen, la mujer está en contacto con el Creador, porque es ella la que tiene el poder de fabricar la carne de la que estamos hechos, siendo el varón solamente el portador de cierta información que enriquecerá a la especie.  Y es la variedad primigenia, así vemos  que un hombre sin Testosterona se feminiza, y una mujer sin estrógenos no se masculiniza, más bien pierde gracia o juventud.

  • Carmen (Almendralejo)

    El mayor escándalo fue permitir que se hiciese una religión donde solo hubo una intención de CAMBIO SOCIAL …  e INVERTIR  todo los modelos hasta entonces conocidos, desde aquel principio de concepción de aquel dios del A.T, al D*S que siente y sufre nuestros dolores y aislamiento con dolores de partos descritos ya en el A.T por unos de sus profetas.
    El pilar era un total fraternidad y el compartir todo, la comunidad de Jesús ya tenían mujeres emancipadas y libres, que lucharon por estar en ella como mujeres sin amos, dueños, y claros ejemplos tenemos con la hemorroisa, la suegra de Pedro, Marta y María, la Cananea, María de Magdala, de Betania, la de Samaría etc.
    Pero cuando hay libres pensadores se les mata y el androcentrismo metido incluso dentro del grupo vuelve a lo mismo, claro está lo que hizo Pedro y los discípulos, luego Pablo y la quema de documentos de comunidades en la entrada de Roma para hacer un estado-religión o religión de estado.
    Ahora en estos tiempo aún ni tan siquiera quienes dicen hablar y luchar por nosotras nos mientan, nos hacen invisibles en sus vocabularios ¿Podremos ser visibles del todo si no somos nombradas ya desde la palabra? “No son considerados sujetos morales, ni religiosos, ni visibles, ni sacramentales, ni eclesiales, ni teológicos”
    No, no somos sujetos, seriamos “sujetas” (pero esto suena mal, es como aquello de zorro o zorra) o personas que no consideradas ni moralmente, ni religiosamente, invisibilidades también en los sacramentos, eclesialmente y teológicamente.
    Las mujeres a la vez, somos también mujeres con edad infantil, juvenil, maduras, ancianas, es decir cuando se va la juventud, estamos dentro. Cuando se van “los intelectuales” también nosotras estamos dentro de ese grupo, o es que ¿la mujer no es intelectual?
    Cuando se darán cuenta que unos y otros siguen haciendo “casi” lo mismo, nos solapan y ocultan dentro de un lenguaje sexista anti- femenino, jerárquico y androcéntrico.
    La mujer que le guste ser humillada, pues que siga siendo participe de esas religiones y cultos… para gusto colores.
    La mujer que ha descubierto de verdad a D*S sabe que no necesita ni libros, ni santones, ni devocionarios, ni vírgenes ni trinidades… Porque lo más sagrado habita dentro de ella… No hay otro D*S mejor que el que llevamos dentro, lo demás es pagar a vago y algún que otro maleante que nos hacen mucho, pero que mucho daño.
    Hay que vivir de nuestro trabajo, no del trabajo de los demás para decir que existe un dios que luego te premia con creces… sí a ellos que han caído en el cielo de los… Cada cual que ponga el adjetivo, haberlos hay un montón…

  • ¿Miedo a que? ¿a que también la mujer sea ordenada? ¿a que los curas se casEn y sigan celebrando actos litúrgicos? ¿ a  una iglesia Democrática? ¿ a que no haya una verdad absoluta? Si es así, aún  así, NO  TIENE MIEDO.
    La Iglesia es mucho mas grande que sus problemas.
    Saludos
    Lucho

  • ana rodrigo

    Lo que cuenta Celso, es pa mear y no echar gota…. ¡Un estado en el mundo sin mujeres…!
     Quizá lo peor es lo que dice el autor del post :” No son considerados sujetos morales, ni religiosos, ni visibles, ni sacramentales, ni eclesiales, ni teológicos. Son marginadas en todos los sentidos”. Yo añadiría, estos machistas empedernidos nos consideran meros objetos a su servicio.  ¡Qué lástima que haya tantísimas mujeres que le sigan la cuerda! Esa nunca seré yo, por supuestísimo.

  • ana rodrigo

    Debo comenzar mi reflexión afirmando que la iglesia-institución me preocupa en el mismo nivel en que me preocupa la ONU, la UNESCO, el FMI, o cualquier otra institución con influencia sobre innumerables individuos a nivel mundial. Por tanto mi crítica a la Iglesia tendría el mismo objetivo que si lo hiciese a cualquier otra institución, es decir, condenar aquello que hace daño a colectivos o a individuos desde estas instituciones.
     
    Lo de la Iglesia tiene una gravedad específica añadida, puesto que  fundamentalmente traiciona el proyecto inicial del fundador en muchos aspectos, y en particular en el tema de la mujer.
     
    Por otro lado, porque prescinde y rechaza, margina y desprecia al 80 o 90% de los componentes de la misma.
     
    Se hace desde un grupo reducido de hombres, con ideología patriarcal, androcéntrica y machista.
     
    Y lo peor, específico de la Iglesia, es que lo hacen en nombre de lo más sagrado para la misma, es decir, lo hacen en nombre de Dios. Además de una herejía, es una osadía en clave de prepotencia, no sólo hablando por el mismo Dios (al que nadie ha visto ni oído), sino traicionando a Jesús que fue hombre, que habló, actuó y dejó el mensaje de igualdad entre los seres humanos.
     
    Y finalmente, este grupo de hombres, actúan de forma estúpida, ridícula, anacrónica. Además de injusta y  mendaz respecto a los argumentos utilizados poniendo en la intencionalidad de Jesús lo que nunca Jesús pensó al respecto, haciendo una exégesis honesta de los textos neotestamentarios.

    Por supuesto, estoy completamente de acuerdo, además de compatir, con lo escrito por Olga, respecto a mis hijas y nietas. Es otra generación y no necesitan de la iglesia, con mujeres o sin mujeres. Es la Iglesia la que tiene un problema que, al igual que con la juventud, tiene que mirárselo.

  • Celso Alcaina

    Doy testimonio. Cuando entré en la Curia romana, ninguna mujer en el “Palazzo”. Sólo las “domésticas” en los domicilios de algunos monseñores. Ni siquiera conserjes o limpiadoras femeninas. Años después, ante la dificultad de que frailes aceptaran la labor de simples “escritores”, fueron admitidas, como tales, dos monjas, de edad tridentina. Esa situación es aplicable, aún hoy, a toda la Curia. Impensable una “miembra”  en  la “Consulta”. No digamos en la Plenaria de Cardenales. ¡Herejía!

  • Antonio Vicedo

    Ninguna de ellas habla de religión, si de la vida. ..  Sencillamente no necesitan de la religión para ser felices.”
     
    Podríamos cuestionarnos cómo hablamos de la vida y cómo la entendemos: si como algo exclusivo propio; o como algo que compartimos relacionalmente con la Humanidad y demás  seres vivos de la naturaleza. Y lo mismo cuando nos referimos a la felicidad.
     
    Porque , si vida y felicidad son constitutivas de identidad y sociabilidad, el disfrutar de ellas y compartirlas es lo que nos humaniza y plenamente coincide con el testimonio y mensaje de Jesús.
     
    Con lo que bien podríamos considerar que, quienes así viven y se sienten felices (sin librarse de  la conciencia práctica  sobre la imposiblidad de vivir y ser felices de quienes no pueden serlo) están aventajando en pertenencia, más o menos inconsciente, al discipulado de Jesús, sobre quienes, con más práctica religiosa, se evadían de lo que comporta la vitalidad humana y su rentabilidad en niveles de la verdadera y real felicidad del AMOR.
    Si Jesús fuera considerado el Referente Fundamental de lo que intenta considerarse Iglesia y Religíon desde la perspectiva del Reino por Él vivido, buscado, proclamado y presentado  como proyecto a realizar por sus seguidores, entenderíamos que este progresivo laicismo, si es también humanismo, es un avance hacía aquello que Jesús le descubre a la Samaritana como verdadero deseo del Padre sobre como quiere ser, desde aquel ya,  reconocido y adorado.
     
    Esa vida y felicidad, primordialmente valoradas y cuidadas por las actuales generaciones menos religiosas, tiene mucho que ver con el valor y sentido de aquella AGUA VIVA que Jesús ofrece para calmar adecuada y definitivamente  la sed humana.
     
    Es curioso el que, este modo de presentar Jesús la dimensión vital humana de su Misión , nos la presente el Evangelio de Juan en el coloquio con una MUJER y SAMARITANA.

  • olga Larrazabal

    La familia que deja la Iglesia, no suela volver.  La ideología religiosa la manejan las mujeres en el hogar.  Las mujeres como mi hija y mis nietas, teniendo ciertas inquietudes espirituales, no buscan en el Catolicismo, ni siquiera en el Cristianismo las respuestas. Son mujeres de esta época, no de post guerra como yo.  Buscan colegios laicos, buscan respuestas que les permitan vivir en paz y tolerancia con los que son diferentes a la “moda”, que  en la disciplina  estadística  es la característica más repetida en una población y que pasa en las sociedades no plurales a ser la “norma”, “lo natural” y por supuesto “lo bueno” y “lo que Dios quiere”.
    Mi hija tiene una enorme imagen de la Virgen de Guadalupe que yo le regalé.  La tiene porque es bella, es mestiza, es americana.  Lo que le enseñaron en el colegio de religión, le entró por una oreja y le salió por la otra. Y nos mandó, a los de la generación anterior, el mensaje que no la molestáramos con eso de bautizar a su hija menor, porque no pensaba hacerlo.
    Y veo que las hijas de mis amigas, son del mismo toque, y no soñarían con irse a confesar y menos preguntarle a  un cura si algo de la intimidad de su matrimonio es pecado. Ninguna de ellas habla de religión, si de la vida.  Y no son ni especialmente progresistas, ni consumen drogas, ni militan en partidos de izquierda.  Sencillamente no necesitan de la religión para ser felices.
    Y claro, si volvieran y se encontraran que habiendo sido ciudadanas de primera llegan a una institución donde automáticamente pasan a ser de segunda clase, creo que saldrían arrancando a perderse.

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