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Eurídice: la no escuchada

Ha sido Oscar Valera quien nos ha enviado este capítulo de un libro de Ivonne Bordelois publicado en Buenos Aires. Como parte del mito griego de Eurídice y Orfeo, recomendamos leer antes el relato  del mito original en el portal feminista Solo nosotras.

LA PALABRA AMENAZADA

Ivonne Bordelois

Edición: Libros del Zorzal – 2003-

Cap. 2 – Eurídice: la no escuchada

Orfeo es el mito trágico que pone en escena, entre otras fisuras, el abismo entre los no-escuchantes y los hablantes. Es la variante brasileña del mito, el hermoso Orfeo Negro de Marcel Camus -realizado en los años cincuenta e inspirado en una obra de teatro de Vinicius de Moraes-, la que revela más claramente esta interpretación, que parece estar implícita, sin embargo, en el tejido mismo del relato. Orfeo desciende a los infiernos a salvar a Eurídice; la condición de su rescate (condición impuesta, no por azar, por una ley infernal invocada por Pluto) establece que hasta la salida del Hades Orfeo, que precede a Eurídice, no dará vuelta la cabeza para mirarla.

(Nota: La prohibición acerca del no mirar atrás no es exclusiva del mito de Orfeo: la reencontramos en el Antiguo Testamento, cuando se narra la maldición de la mujer de Lot, convertida en estatua de sal al mirar hacia Sodoma en llamas; y también aparece en el Evangelio: “El que pone su mano en el arado y mira hacia atrás no es digno de Mí”. Fin de la Nota)

Pero Orfeo no puede resistir la tentación y pierde definitivamente a Eurídice.

En la versión brasileña, Eurídice dice: “Si pudieras escucharme en vez de verme“. El regreso al infierno se cierne como amenaza para la pareja ante la imposibilidad de que el varón escuche a la mujer, que es para él ante todo presencia visible, física o sexual, antes que palabra portadora de sentido. Orfeo, mitad dios y mitad hombre, es el creador de la música, el supremamente escuchable, nunca el escuchante. La condición impuesta a Orfeo, en realidad, consiste en superar esta situación de ensordecimiento, y así responder al deseo más profundo de Eurídice: el ser oída. Una Eurídice invisible, que sólo puede ser escuchada, representa para Orfeo el infierno, porque trastorna todos sus poderes.

En la versión griega del mito, las Ménades, que representan las furias femeninas, descuartizan a Orfeo, el músico que carecía de espacio y tiempo para escuchar a otros, y que por no escuchar tampoco a Eurídice perdió la visión de ella, quedando así parcialmente ciego. Las Ménades descuartizan a Orfeo y el infierno de Eurídice se sella para siempre. El infierno devora la inaudible música de Eurídice, es decir, el infierno de Eurídice consiste precisamente en ser sacrificada al imperio exclusivo de la música órfica, que entraña la imposibilidad de ser escuchada en su propia palabra, en su propia música.

(Nota: 3 El gesto de Orfeo no es único: repica ilimitadamente en la tradición lírica occidental, que expresa que el silencio no sólo le es necesario a la mujer sino que constituye uno de sus rasgos eróticos definitorios.

Tres ejemplos al caso:

* Baudelaire: “Sois belle et tais-toi” ;

* Neruda: “Me gustas cuando callas porque estás como ausente / y me oyes desde lejos y mi voz no te toca / Parece que los ojos se te hubieran volado / y parece que un ángel te besara la boca.”;

* Vocos Lescano; “Dices, y mientras dices, lo que dices / vuelve las cosas claras y felices / y hasta donde llega el júbilo convoca. / / Pero callas, y entonces, cuando callas / se inclina el cielo al sitio donde te hallas / y se te llena de ángeles la boca.”

Por cierto que las teorías del silencio, tan proliferantes en nuestros ensordecedores días, podrían adjudicar una secreta superioridad, un escondido privilegio místico a la mujer en su enigmático silencio. Lo que me interesa mostrar aquí es que el lirismo raramente produce la imagen inversa del varón que seduce a partir de su silencio, y no debemos ni podemos engañamos acerca del significado de esta asimetría.

En su hermosa interpretación de Los Tres Cofrecillos, Freud muestra ejemplos muy persuasivos de la ecuación de la mujer con el silencio (y del silencio con la muerte). El silencio que se otorga como clave a la supuesta identidad de la mujer acaba por desembocar inevitablemente en el silenciamiento de la mujer en la cultura.

Baste considerar, entre nosotros, el tiempo y los esfuerzos que han sido necesarios para restituir a su auténtica estatura una voz poética como la de Alfonsina Storni (ignorada públicamente, en su tiempo, por la voz de los Orfeos imperantes: Lugones y Borges).

Explorar estos muy interesantes terrenos nos llevaría, con todo, muy lejos de nuestro propósito principal, de modo que dejamos el tema abierto para otra ocasión. Fin de la Nota)

Varios detalles confirman lo plausible de esta hipótesis. La voz de Orfeo no sólo excluye la de Eurídice a la salida del infierno, sino que en un episodio anterior, en su viaje con los Argonautas, el canto de Orfeo ha desplazado al de las sirenas para impedir que sus compañeros las escuchen. Ellas, despechadas, acaban suicidándose: otra instancia fatal de la supresión de la voz de las mujeres. Orfeo es también considerado sacerdote, el primero en haber escrito los dogmas y rituales de una religión hermética que excluía a las mujeres. Está vinculado asimismo con la sacralización de las relaciones homosexuales entre varones y es protegido de Apolo, que ama a mujeres y a varones. Las Ménades que lo destrozan son oriundas de Ciconia, de donde también era Eurídice. Es notable que los restos de Orfeo descuartizado vayan a desembocar a Lesbos, patria de la poesía lírica y territorio de Safo.

Según Ovidio, las Ménades, para matarlo, utilizan un arado, hecho que acaso represente la venganza matriarcal por el pasaje de la agricultura de la mano de las mujeres a la de los varones. Curiosamente, mientras el nombre de Orfeo significa “la gran voz”, el nombre de Eurídice puede analizarse en griego como eurys, amplio, y dike, la justicia que concierne, particularmente en caso de abuso, a personas implicadas en relaciones íntimas.

Podría significar, por lo tanto, una mirada más amplia -y profunda- en lo que concierne a los vínculos de la pareja. No se olvide que Eurídice es también el nombre de la mujer de Creón, quien se ahorcará cuando éste arrastre al suicidio al hijo de ambos, Hemón, el enamorado de Antígona (otro caso de mujer no escuchada).

Parece entonces que el mito encierra una pluralidad de mensajes, uno de los cuales, acaso el más prominente, es el enfrentamiento de culturas matriarcales y patriarcales. Orfeo es hijo de Calíope, una de las Musas -origen de la música- y su apoteosis final se ve refrendada cuando Zeus transporta su lira a la constelación de su nombre. Parece claro que su figura encarna la rivalidad con la voz femenina, evidenciada ya en el episodio de las Sirenas.

Pero lo que nos interesa aquí es que Orfeo -que pasó a la posteridad patriarcal como el héroe- víctima y músico supremo, venerado por poetas y músicos como Rilke y Glück, que se identificaban sin duda con su fascinante voz todopoderosa- es en verdad quien provoca la tragedia.

En efecto, ésta se desencadena por su incapacidad de escuchar al otro, que va pareja con su necesidad exasperada y exasperante de escucharse narcisísticamente sólo a sí mismo, y de ser escuchado a costa del silenciamiento ajeno.

El mito órfico es entonces también la representación de un monólogo delirante que, pretextando amor, desplaza al interlocutor y lo reduce a la nada de un silencio infernal. A la violencia que representa su negación de la palabra-música de Eurídice contesta la violencia vengativa de su descuartizamiento por las Ménades. La cólera de las Ménades, inspiradas por Dionisio, el dios rival de Apolo, representa la ira femenina por el rechazo de un espacio de amor y atención para la voz de la mujer.

(Nota: Como lo sugiere Ludovico Ivanssevich, acaso sea un eco de esa venganza el hecho de que Glück imponga a una intérprete contralto en el papel de Orfeo. Fin de la Nota)

Más allá de la disputa entre los sexos, sin embargo, lo que parece sugerir el mito, desde el fondo de los tiempos, es la trágica circunstancia que hace que los más dotados para la música y la palabra -y los poderes que de estos dones se derivan- sean con frecuencia también los menos dotados para la atención y la escucha. Una figura posible del mito, aquella que estamos explorando en este texto, representa la incapacidad de los seres humanos de escucharnos unos a otros, así como la contumacia de nuestra inconsciente negativa a escuchar aquello que precisamente nos permite hablarnos: nuestro lenguaje. Así, reducimos a nuestros interlocutores y a nuestro lenguaje a la nada del sinsentido y el olvido.

Cuando se habla de competitividad en el mundo contemporáneo se piensa en general en la capacidad de imponer masivamente pautas y productos culturales e industriales, así como ideas y formas de poder a lo largo y a lo ancho de todo el planeta. Pero lo que subyace a este alud de imposiciones y hace posible su efectividad es un lenguaje monotemático que busca sólo afirmarse y escucharse a sí mismo y desatiende implacablemente la escucha y la necesidad del otro.

La palabra fetiche de la propaganda comercial y política desaloja así fieramente a la palabra profunda de la tradición y al léxico del nuevo conocimiento; el jingle reemplaza a la canción de cuna, el cliché político a la reflexión original, el autismo mediático a las humildes e inspiradas formas de la estética popular o de las voces marginales.

Con razón dice Margaret Fuller que la literatura –y lo mismo vale para la cultura- no consiste en una colección de libros magníficos, sino en un ensayo de interpretación mutua. La cultura global es en gran medida un remedo de diálogo en el que poderosos Orfeos, embebidos narcisísticamente en su propia música, sumergen en el silenciamiento total a los que se supone deben ser rescatados. El cine contemporáneo, con sus megaproducciones, hazañas virtuales y falsos estrellatos, la industria musical de nuestros días, campo de batalla de los intereses del rock, llevan las señales claras -o más bien, exhiben las garras- de una empresa que aspira a imponer pautas de dominio unilateral y conducirnos al infierno del sinsentido -o al nirvana de los zombies- antes que proponer un diálogo abierto en el que despunte lo verdaderamente nuevo, lo no dicho, aquello que necesariamente conforma el porvenir- Y así se prolonga y consolida el infierno de Eurídice.

6 comentarios

  • Olga Larrazabal S

    Hola Oscar :  Mira lo que son las coincidencias ¿Sincronías? Acabo de mostrarle a una amiga este artículo, que me gustó mucho.  Vuelvo  a casa, pongo la TV en el canal argentino Europa Europa, y que crees tú que están dando…Orfeo Negro de Marcel Camus. 

  • Kaláa

    Sólo unas hojas, y  nos  quedamos  tan pletóricos que no nos importa la amenaza que encierran.
    No creo que que esta amenaza afecte unicamente al cuerpo de  las mujeres, los varones tambien sufren sus efectos .
    Al que se arriesga a leer…       http://es.scribd.com/doc/30522605/Bordelois-Ivonne-La-Palabra-Amenazada
    La entradilla de la autora  del  libro, es  el tallo  que lo comunica con  la raíz a partir de la que se sustentan estas hojas…
    Es que no me olvido  del rabáno y las hojas.
    Saludos.

  • Riurik

    Gracias Olga por evocar a Gabriela.

  • Olga Larrazabal S

    Me encantó el texto.  Los mitos griegos son insuperables porque reflejan el como es la humanidad, dejando al que escucha la posibilidad de interpretación. El caso de Alfonsina Storni me hizo recordar a Gabriela Mistral, mujer extremadamente telentosa, de gran pensamiento social, no solo poético, hacia la cual muchos chilenos tienen sentimientos ambiguos, debido  a que siendo mujer de origen humilde comandó la palabra con maestría y tuvo una sexualidad no convencional mantenida en forma muy discreta.  La prosa de Gabriela revela su gran talento y visión política y la poesía su ternura de madre que nunca fue.  Neruda es reverenciado, y Gabriela es opacada y relegada.  Neruda es conocido por su vida erótica múltiple y poco leal, Gabriela es condenada  por su vida erótica privada  fiel y durante muchos años ocultada y lejana.
    ¿Sabe alguien que Gabriela donó el derecho de uno de sus libros para los ayudar a los niños españoles que fueron enviados fuera de España durante la guerra Civil?

  • Carmen (Almendralejo)

    Querido Atrio, cuanto relata aquí la autora Ivonne Bordelois de este capítulo Eurídice del libro LA PALABRA AMENAZADA, en cuanto muchas mujeres venimos proclamando desde los tiempo inmemorables.
    En cada texto, libros que cogemos las mujeres para leer e indistintamente de la vejez de esos escritos,  importancia  del autor nos damos cuenta de cómo estamos apartada en sus personajes o otras veces porque ni siquiera sus tratados están tejidos para ser leídos o llevados a la práctica por el mundo femenino, porque nada de cuanto ahí reflejan se puede llevar a cabo si no es en contra nosotras misma.
    Por desgracias otras veces particularmente me he acercado más a autoras que por desgracias aún nos han visto o despertados sus úteros, ¿Cómo plasmar lo que no han o escuchado?  O simplemente porque ese rol mercantilista androcéntrico les interesa, puesto que el patriarcalismo vende y si te rodeas del varón que es quien manda será aún mejor que si te metes en ese grupo de feministas, no también visto y delimitado.
    Si vamos a las S.E, y pasando de los dos cap del Génesis ya vislumbramos como han manipulado a favor de los intereses del hombre, sigues y compruebas como ángel y Abraham hablan mientras Sara debe estar relegada de su  vida e historia, mientras ella escucha a la espalda del mensajero y una cortina entre ambos (Gn 18, 10).
    Y ¿Qué mujer no ríe de nervio o llora cuando escucha su felicidad o fatalidad sin que ella tengo voz ni voto?
    ¿Por qué ese mismo dios pregunta a Abraham sobre la risa de Sara, y no sabe de ella más que por la boca de un hombre, marido o no?
    ¿No sería por esto su risa, de entender que D*s sabe más de ella que ella misma y que el pobre Abraham cocheaba entre humos?
     Como dice la Autora la mujer de Lot, queda ya marcada en la historia de Sodoma y Gomorra como la indiscreta y la mujer que no obedece… Poco ha importado que no sepamos su nombre como el de tantas mujeres que aparecen en los textos religiosos  o profanos. La mujer que no escucha debe quedar como la mujer de Lot, tiesa como la mojama, para que aprendamos a obedecer, así sus hijas pasarán a ser la pérfidas hijas que violan a su padre previo una buena y opípara comida regada con un buen vino… Como si no tuvieran ellas presentes y bien presentes que les pasa a las mujeres de su casa cuando no obedecen.
    Pero nadie se percata que la sal, en aquel tiempo tiene otros simbolismo siempre nos quedamos con lo superficial sin llegar a las lágrimas derramada de aquella mujer que es capaz de secarse por cuantas personas inocentes morirán sin que ni dios cainita y vengativo  mismo tenga piedad de cuantas personas ella ama, y quedaron atrapadas entre fuego y llama por un pecado ajeno.
    Quizás si viviéramos la Palabra con el útero, y con la escucha de las mujeres que tuvieron que escuchar a escondidas tuviéramos más entendimiento a la hora de saber leer e interpretar la palabra revelada para ser compartida y no exigida.
    Sería interminable seguir rebuscando entre cada uno de los personajes bíblicos y las mujeres que permanecen escondidas entre ellos, y sobre todo entre ese lenguaje oscurantistas que las mata, porque les roba sus identidades, pero creo que si de verdad queremos Ir toda vía, deberíamos empezar por ir apartando a tantos dinosaurios que siguen aplastándonos con sus voces, y otras veces con lo que nos roban…Porque pocas veces dicen de donde han cogido esa luz que para nada con leerles las mujeres nos da la risa. Nuestras Matriarcas nos enseñaron a leer entre cortinas y dando la espalda a quien habla, porque en definitiva sabemos que para nuestro Diosa no hemos sido nunca desconocidas…
    Va siendo que hablemos con propiedad, hemos estado muchos años, siglos, milenios escuchando como los varones hablan de sus dios, nosotras tenemos voz, y tenemos Diosa pues hablemos con la misma propiedad que ellos hablaron y así quizás algún día aprendan a escuchar de espalda y con la cortina entre los interlocutores…

  • oscar varela

    Hola!
     
    CONTRATAPA
     
    “El lenguaje es un amenazante peligro para la civilización mercantilista, por su estructura única e indestructible, que
    ningún mercado puede poner en jaque.
     
    Por eso, para los sectores del poder es perentorio, dada la resistencia del lenguaje, volverlo invisible e inaudible, cortarnos de esa fuente inconsciente y solidaria de placer que brilla en
    * el habla popular
    * en los chistes que brotan como salpicaduras en las conversaciones entre amigos,
    * en las nuevas canciones hermosas,
    * en las creaciones auténticas que surgen todos los días
    * en el patio de un colegio,
    * en la mesa familiar,
    * en la charla de un grupo de adolescentes”.
     
    La autora sostiene que el rescate de la palabra no es ya un problema de crítica filológica o de talento literario, sino:
    * el requerimiento de una nueva conciencia ecológica,
    * una alerta contra el embate de las fuerzas que impiden nuestro contacto con ese lenguaje del que surgen:
    * la critica,
    * el júbilo,
    * la creatividad y
    * el contacto más profundo con los otros y con nosotros mismos.
    ·····················
    Ivonne Bordelois es poeta y ensayista. Se doctoró en lingüística (MIT) con Noam Chomsky
    y ocupó una cátedra en la Universidad de Utrecht (Holanda).
    Recibió la beca Guggenheim en 1983.
    Ha escrito varios libros, entre los cuales:
    – El Alegre Apocalipsis (1995),
    – Correspondencia Pizarnik (1998), y
    – Un triángulo crucial: Borges. Lugones y Güiraldes (1999, Segundo Premio Municipal de Ensayo 2003).

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