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Soy nieto del Concilio

A mis treinta y cuatro años, y un buen cúmulo de sensaciones y experiencias vividas, recuerdo con un inusitado fervor, la conversación o ponencia de dos personajes, que causaron mella en mí, por el estrecho vínculo que le unen a otras personas o acontecimientos extraordinarios. Una de esas conversaciones fue con Monseñor Rosa Cháves, obispo de El Salvador y amigo personal que fue, de Oscar Romero.


Por otro lado, aun recuerdo las palabras del padre conciliar Giovanni Franzoni en el Congreso de Teología del pasado Septiembre, en las cuales admitía, la autoridad con la que hablan del tema algunas personas que sin estar en el concilio, nunca preguntaron por el, a los padres conciliares aun con vida. En definitiva, cincuenta años desde el comienzo del Vaticano II. A simple vista, me atrevo a decir que solo basta admirar las mordaces viñetas del hermano Cortés sobre el asunto, para acabar uno de contestarse a sí mismo, la pregunta de si efectivamente sirvió para algo el Concilio Vaticano II, además de para eliminar los atriles de los altares y suprimirlos por cojines de colores litúrgicos.


“Tremando un poco di commozione” (temblando un poco de conmoción), manifestó Juan XXIII la convocatoria del concilio. Un concilio que desde el punto de vista del papa, no consistía en condenar o anatematizar, sino en presentar renovado el mensaje del evangelio, adaptado a los días, “aggiornato” (apertura, airear), decía. Un concilio que dio a luz, máximas como; “la dignidad humana requiere que el hombre actúe siempre según su conciencia y libre elección”.

Pero un concilio que en la actualidad se desdibuja en los pasillos vaticanos, con los cuales jamás se familiarizó. Desde mi escueta experiencia teologal, comparo el concilio y su desarrollo con la actitud de León XIII, en la revolución industrial. Este papa, lanzó el 15 de Mayo de 1891 la Rerum Novarum, con el deseo de apropiarse exclusivamente para la iglesia, aquello que el socialismo de entonces defendía sobre la dignidad de la persona en el trabajo, y cuyos valores se fundamentan en el evangelio. Una encíclica de armas tomar y columna vertebral de la Doctrina Social de la Iglesia, aunque defenestrara al socialismo de aquellos tiempos. Una encíclica de cuyos capítulos, se desprendía una singular defensa de la dignidad obrera y trabajadora de entonces.

Hasta el punto de que para muchos fue causa de esperanza. Pero solo eso. Casi en papel mojado quedó la Rerum Novarum, pues no sirvió en aquella época, para mover efectivamente las conciencias de los poderosos y explotadores de entonces. Comenzando porque los obispos –primeros catequistas de las diócesis-, donde la revolución industrial se vivió más intensamente, y en muchos casos se negaron a la puesta en marcha de la encíclica papal, censurando a quien lo intentaba. (Daens, dirigida por el belga Stijn Coninx.1992)

Con el Concilio Vaticano II, casi paso lo mismo. Casi. Y lo digo así, porque considero que lo ideal hubiera sido una puesta en marcha del mensaje conciliar desde arriba, desde el solio pontificio, para solidificar el objetivo del papa Roncalli y perpetuar su deseo de apertura. Pero tras él, entre los titubeos de Pablo VI, la brevedad de Juan Pablo I, y el giro paulatino y conservador de Juan Pablo II en sus casi treinta años de pontificado, y el confirmado ultra conservadurismo de Ratzinger; hicieron que el grueso del Vaticano II, se halle olvidado en un cajón de la “sacristia mater” vaticana.

Pero el cambio fue posible en algunos estratos de aquella sociedad cambiante. Aquellas reuniones de juventudes ávidas de cambios, necesitadas del aire renovador y con ansias de comprometerse con la causa justa, fraterna, humana y quizás obrera de aquellos tiempos; fueron capaces de organizarse, de empaparse del mensaje conciliador de Juan XXIII y los padres conciliares, y llevar a cabo el comienzo de la renovación de las mentes cristianas, para aquellos que lo desearan, y desde la propia base de la comunidad cristiana y social.

Mis padres fueron hijos del concilio. ¡Hijos de verdad! No como los obispos conservadores, que admiten ser hijos del concilio cuando hacen de su ministerio un arma política de absoluta e incólume presunción de poder, a favor de la iglesia.

Esto no es posible desde el espíritu del Vaticano II. Pero claro, como se han llegado –aunque tarde- a la beatificación de Juan XXIII, ya todos consideran suyo el Vaticano II por haberle rendido honores a su impulsor. ¡Insensateces! El que es del concilio, pone en práctica desde su realidad más inmediata, el espíritu conciliar. El concilio es de los que fueron y se mantienen esperanzados.

El concilio es de aquellos, que con Floristán y Jesús Burgaleta gritaban a Dios en la eucaristía aquellas plegarias ahora prohibidas y en las cuales decimos: “en estos tiempos en los que por un sitio y otro se exigen fidelidades sin reserva y devociones sin límite, nosotros nos sentimos libres, relativizamos todo […], reconocemos que todo lo que ayuda a construir la persona y la sociedad viene de Ti y es inspirado por el Espíritu de Jesús, el único Mesías”.

Y mis padres creyeron en este mensaje y así lo vivieron. Nunca adoctrinaron políticamente ni ideológicamente a ninguno de sus cuatro hijos, pero todos supimos captar el sentido necesariamente aperturista de la evangelización, para llegar a los hombres y mujeres de cada tiempo. Por ello lo admito, soy nieto del concilio. Admito la capacidad de nuestra iglesia para tomar el pulso a la comunidad católica y a la sociedad en general, y escribirlo en un documento, sea exhortación apostólica, encíclica o cualquier otro medio. Pero igualmente reconozco su lentitud e incapacidad desde nuestros hermanos jerarcas, para poner en marcha esos documentos, y en determinar una evangelización que vaya más allá del espíritu de supervivencia, el mantenimiento de privilegios materiales, reconocimientos de la explicita moral católica y otras perlas que todos conocemos.

Ese no es el camino. Repito, ese no es el camino. La gente en general y los jóvenes, salvo el espejismo de las JMJ, se ríen de los sacerdotes cuando les hablan de Jesús previa confesión de sus pecados. No hace falta centrarse en los numerosos y recientes escándalos eclesiásticos, para admitir que como ejemplo de vida, la clase sacerdotal ha dejado de serlo. Y que por ello, y aunque casi nos dejemos la piel en el intento, a los laicos nos toca anunciar con las obras de nuestras manos, el mensaje de Jesús.

En el documento de la proclamación del concilio, se dice que “la iglesia quiere mostrarse amable con todos, benigna, paciente para con sus hijos” (Eclessia, nn.7). Y desde luego, esta frase no es reflejo de la actitud actual de la Iglesia Católica en España. Por ello, no cejemos en el intento de continuar como Jesús, la transformación de las personas desde el corazón. No dejemos de asistir a la presencia de Jesús en nuestras vidas, desde cada realidad cotidiana y eucarística. No dejemos de explorar y desmenuzar el evangelio cada uno, según sus luces y sus circunstancias concretas de su vida. No dejemos de amar y ser amados, por quien quiera y como quiera, “pues en el amor y el propio deseo encontramos igualmente a Dios como sacramento” (José Arregui).

En cada partícula de nuestro ser, Dios habita. Y nos llama a la renovación, desde dentro. Manteniendo el tipo y el ánimo, pues mientras un hijo o nieto del Concilio Vaticano II se mantenga con vida, será posible la imparable apertura y la renovación de la Iglesia de Jesús de Nazaret. Abrazos desde Andalucía.
Floren de Estepa- Estudiante de Teología Cristiana

P.D.: Os recomiendo el libro que he regalado a mis padres para reyes. “365 DÍAS CON JUAN XXIII” Ed. San Pablo.

Publicado por en 03:54

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NOTA DE ATRIO: Este extraordinario testimonio que Floren ha publicado en su blog Un cartujo con licencia propia puede completarse con los testimonios emocionantes que aparecen en los vídeos Diversidad en la Iglesia 1 y Diversidad en la Iglesia 2, puestos en el Tablón de ATRIO por Javier  Iglesias sobre la acogida cristiana a homosexuales, lesbianas y transexuales.  A quienes vivimos, fuera del aula, el Concilio en su desarrollo nos causa gran esperanza el que, a pesar del restauracionismo eclesiástico, el espíritu del Concilio siga tan vivo en sus “nietos”, como lo está en Floren y en la monjita carmelita del vídeo argentino. Aquí se pueden expresar comentarios a ese otro testimonio del Tablón.

6 comentarios

  • jmr

    Mucho gusto en conocerte. Yo soy de tus  “padres” (tengo hijos en torno a tu edad)…si tú supieras con qué ilusión vivimos la época del concilio sobre todo de la mano periodística de Martín Descalzo. Yo mantuve la ilusión hasta comienzos de los 80…luego he visto que tanto los de mi entorno como yo nos hemos ido desinflando, casi por completo. Tengo todavía un destello de esperanza en estos 50 años…¿será posible? ¿o será ya la desilusión total casi sin posibilidad de esperanza? Me sigue quedando la ilusión del evangelio de mañana. Un abrazo

  • oscar varela

    Hola!

    Que la Niñez viva desde el Magisterio socio-paterno
    es su saludable destino.

    Que la Juventud lo tome como Guía
    es repetir el Pasado
    y frustrar el Por-venir.

    Si echamos una miradita nomás
    al hiper-vejestoriazo Magisterio
    entonces:
    la frustración se vuelve sui-cidio.

    Aunque este año me diplomo de Viejo
    no me prendo al Asilo de Ancianos,
    mas que para ir de visita.

    Seguiré ¡Yendo todavía! – Oscar.

  • Pepe buenas noches, y gracias por tus palabras.
    Sí, “nuestra amada e imperfecta Iglesia” (S.Fco, Asís) siempre nos dejará claro que ella y solo ella, desde la autoridad apostólica que se delega en sus sacerdotes, es la encargada de marcarnos el sendero.
    Yo, desde luego soy joven pero no me considero iluso. Apuesto por un comienzo desde la vida y en derredor de cada uno. ¿A que voy a aspirar yo, sino a la inmediatez de los que viven junto a mi? Pueblo y jerarcas establecen cada día una brecha mas grande y localizada, y desde luego el magisterio -presente en el Vaticano II- tiene contradicciones para todo el mundo.
    Y Pepe, sobre el magisterio, acabo de escribir una colaboración en una revista cofrade, y oriento las letras desde el plano de la necesaria confianza en la juventud. Y digo así y con esto me retiro enviándote un abrazo cordial.
    “Además podéis ofrecer una garantía de paz, pues sois (por lo general) voluntariosos. La iglesia espera mucho de vuestra buena voluntad.” (Juan XXIII, discurso, 98) Y nosotros como el papa Juan, no debemos esperar menos, ni quizás desde mi opinión, llegarnos a los jóvenes con la dureza del magisterio de la Iglesia, censurando de ante mano ciertos comportamientos, actuaciones o modos de vida. En definitiva desarrollar en parroquias y hermandades, pastorales de inclusión y no de velada exclusión. Pues el magisterio eclesial es un formidable cúmulo de enseñanzas, que por ser interpretaciones apostólicas de la realidad de cada tiempo a la luz del evangelio, “esta sujeto igualmente a nuestra interpretación” (José Arregui-Teólogo), desde la realidad social de cada persona, en cuya vida Cristo se hace presente.
    Articulo EL SACRAMENTO DE LA JUVENTUD, en preparación.
     

  • pepe sala

    Admitiré que me ha gustado mucho el artículo. Y no me duelen prendas para dmitir el ímpetu juvenil que se desprende de este escrito. Mis felicitaciones por ello y mi reconocimiento en tu esperanza. ( yo ya la perdí hace muchos años. Estaba en el Seminario cuando se cerró el Concilio y pude comprobar que no era los mismo ” predicar que dar trigo”)
     
    Sin embargo ( ¡ qué raro!!…) permíteme hacer una pequeño inciso a un párrafo que me ha gustado sobremanera:
    Dices:
    “”No hace falta centrarse en los numerosos y recientes escándalos eclesiásticos, para admitir que como ejemplo de vida, la clase sacerdotal ha dejado de serlo. Y que por ello, y aunque casi nos dejemos la piel en el intento, a los laicos nos toca anunciar con las obras de nuestras manos, el mensaje de Jesús.””
     
    Y yo digo:
     
    Lo vas a tener realmente difícil desde una perspectiva de LAICO , considerando las directrices al respecto que el propio Concilio Vaticano II impuso al respecto.
     
    Desde tu actividsad de estudiante de treología cristiana, no dudo de que conozcas los Documentos del Concilio.
     
    Por si nos tienes a mano, vaya el simple PROEMIO respecto a los laicos-seglares:
     
    “” El Concilio en este decreto se propone explicar la naturaleza, el carácter y la variedad del apostolado seglar, exponer los principios fundamentales y dar las instrucciones pastorales para su mayor eficacia; todo lo cual ha de tenerse como norma en la revisión del derecho canónico, en cuanto se refiere el apostolado seglar.””
     
    También si indica, con claridad, que los ” pastores” encarguen a los laicos las actividades que han de llevar a cabo y SERÁ DESDE LA MAS EXTRICTA SUMISION al pastorado eclesiástico.
     
    Por lo tanto, vuelvo a manifestar mi satisfacción por tu ímpeti rebelde y juvenil ; pero creo que, desde tu postura religiosa, es un simple brindis al sol y no tiene ninguna posibilidad de poderse realizar.
     
    Saludos, pues.
     

  • Gabriel Sánchez

    Para un latinoamericano, es imposible al pensar en el Concilio Vaticano IIpara un latinoamericana sin  pensar en MEDELLIN, cuya herencia continua en Aparecida…

    |p22 Esta actitud de apertura favorece la necesaria libertad de expresión, indispensable
    dentro de la Iglesia, siguiendo el espíritu del Concilio Vaticano II. “La Iglesia…se
    convierte en señal de la fraternidad que permite y consolida el diálogo sincero. Lo cual
    requiere, en primer lugar, que se promueva en el seno de la Iglesia la mutua estima,
    respeto y concordia, reconociendo todas las legítimas diversidades, para abrir, con
    fecundidad siempre creciente…Medellín
     
    En nuestros trabajos, realizados en ambiente de ferviente oración,
    fraternidad y comunión afectiva, hemos buscado dar continuidad al
    camino de renovación recorrido por la Iglesia católica desde el Concilio
    Vaticano II y en las anteriores cuatro Conferencias Generales del
    Episcopado Latinoamericano y del Caribe. Aparecida…
     
    Fuimos formados en la Iglesia del Concilio Vaticano II y reconocemos en el una guía insoslayable en el camino de la praxis del seguimiento de Jesús de Nazareth…creemos que desde Aparecido, se recoge esa tradición de renovación…teniendo como fundamento esencial la presencia del Resucitado…en medio de nuestra historia…y la acción del Espíritu Santo en la misma…invitando a los hombres a vivir una experiencia comunitaria, que nos compromete con los procesos de liberación de los más pobres y los más pequeños, con Medellín repetimos no habrá continente nuevo sin estructuras nuevas y sin el hombre nuevo…
     
    Desde las ceb´s y desde muchas vertientes y experiencias eclesiales, insertas en la realidad, compartiendo los sueños, las aspiraciones y esperanzas, así como sus sufrimientos y fracasos, hemos intentado, remontar el difícil y a veces doloroso procesos de en Él ser hombres nuevos, de trabajar junto con todos los hombres, por crear estructuras nuevas y así poder gestar un continente nuevo, es un proceso, en el que caminamos…formando parte del pueblo…que vive y lucha…
     
     
    Con cariño Gabriel

  • Antonio Vicedo

    Gracias con corazón y mente emocionados de parte de este “abuelo del concilio” que recibió en su juventud el impulso arrollador de su Espíritu,  enredándome en las redes que Jesús desplegaba “con los suyos últimos”, también por este levante español.
    Juan XXIII y las aportaciones conciliares fueron los brazos con los que Jesús, El Maestro, me lanzó al campo humano de la libertad responsable fraterna, en el que he intentado mantenerme a pesar de los pesares,  siempre con gozosa y solidaria esperanza.
    Vuestros tiempos de nietos son, en cuanto a riesgos de violencias, menos turbulentos que los nuestros, pero ojo con la calma chicha de altamar, porque el sol y la sal,  lo mismo ayudan a la vida, que la resecan.
    Empuñad bien el timón de vuestra nave, porque no todo es ir montado en ella cuando la rodean tantos náufragos y cantos de sirenas.

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