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El crash del 2010

Resumen del libro El crash del 2010 de Santiago Niño Becerra     

Por Cristóbal Cervantes

 Nota previa: Este es un resumen personal de algunas de las principales ideas del libro El crash del 2010, escrito por Santiago Niño Becerra, editado por Los libros del lince. Niño Becerra es uno de los economistas más citados en el blog Espiritualidad y Política, y la razón es muy sencilla, hasta ahora es uno de los economistas que más ha acertado en sus previsiones sobre la crisis,, por eso su libro es uno de los más vendidos en España en este momento. Recomendamos activamente su lectura para comprender el mundo que viene, pero queremos hacer dos precisiones. El profesor Niño Becerra expone en su libro que estamos en fase de precrisis y que la crisis de verdad comenzará a mediados del 2010, en nuestra modesta opinión la crisis puede llegar en cualquier momento entre junio de este año, el mes que viene, y el verano del año que viene. Por otro lado, el profesor ha escrito su libro con una neutralidad exquisita, puede ser duro leer sus proyecciones, pero el futuro no está escrito. En este blog hemos publicado cientos de artículos que hablan de otro mundo posible, este es el momento de experimentarlo, de plantar nuestras propias semillas de un modelo de sociedad alternativa, porque el mundo va a cambiar seguro, en nuestras manos está escribir el futuro.

      Para terminar esperamos que el resumen genere debate y comentarios, que se difunda en la red y que todos y todas participemos en el debate, ha llegado el momento.

 

      Resumen del libro El crash del 2010, de Santiago Niño Becerra

      ¿Qué va a pasar con la crisis?

      Desde hace un tiempo, en concreto desde septiembre del 2007 y, sobre todo, desde septiembre del 2008, no paramos de recibir noticias de que las cosas no van bien, cada vez mayor desempleo, creciente número de empresas que cierran, bancos y cajas con problemas, bajada de la Bolsa, poder adquisitivo a la baja, casi imposible conseguir un crédito, grandes empresas y bancos que se tambalean, gobiernos que caen por culpa de la crisis, etc.

      Esta situación está avanzando aceleradamente hasta conducirnos a una crisis de proporciones gigantescas que explotará, probablemente, a mediados del 2010. Desde los años 50 hemos vivido cada vez mejor, y desde el año 2000 el crecimiento económico mundial y español se ha disparado. Eso se ha acabado, a partir de ahora tenemos que mentalizarnos a vivir cada vez peor, no mejor. Será una crisis dura, de alrededor de 10 años, pero se superará, como todo, no será el fin del mundo, nunca lo es, pero las cosas, nuestras cosas, nunca volverán a ser como fueron. Las cosas serán hechas de otra manera. El modo de producción habrá cambiado.

      El desencadenante de la crisis será probablemente un hecho que afecte gravemente a la capacidad de obtener recursos, como un tipo de desastre natural o provocado. Hasta ese momento la ciudadanía seguirá pensando en que hay salida a la crisis, será una sensación, la versión oficial.

      En el año 2007 comenzó a gestarse una crisis sistémica, que se aceleró en septiembre del 2008, y que comenzará realmente dentro de unos meses. Una crisis sistémica es una crisis del sistema, el sistema económico que rige el mundo desde hace siglos, el sistema capitalista (lo que hemos conocido como países comunistas o soviéticos no era comunismo real, era capitalismo de estado). No será el fin del capitalismo, pero sí de este tipo de capitalismo.

      En los últimos 2000 años ha habido 18 crisis sistémicas, la última en 1929, por lo que no es algo habitual. Esta crisis durará unos 10 años, como casi todas las crisis sistémicas que ha habido. Los años 2008 y 2009 son de precrisis, lo más duro de la crisis serán los años 2010, 2011 y 2012, a partir de ahí se estancará, para iniciar la recuperación lentamente a partir del 2015, aproximadamente, y salir del todo sobre 2018.

      Este tipo de capitalismo que tenemos ahora surgió tras la Gran Crisis de 1929, de la que se salió 15 años después, después de la II Guerra Mundial. España llegó más tarde, en el año 59.

      La institución familiar comenzó a perder importancia para potenciar al individuo. Comienza el imperio norteamericano como centro del sistema capitalista. Búsqueda del pleno empleo como forma de que todos puedan comprar de todo. Comienza el periodo de crecimiento económico más largo y estable de la historia. Hay que matizar que España no entró realmente en el sistema hasta 1959, desde 1812 nuestros gobernantes estaban entretenidos con un montón de cuartelazos, un golpe de Estado, una guerra civil, muchísimos muertos, mucha hambre, y poco más.

      Estos últimos años han sido de bonanza, se nos decía que todo iba bien, años de crédito asegurado, de dinero barato, de deuda creciente, de consumo al alza, de boom inmobiliario, de empleo en aumento (de mala calidad), de beneficios pujantes, de lujosos automóviles, restaurantes atiborrados, de viajes exóticos, caprichos caros, de teléfonos móviles que se cambian cada pocos meses. Años de tipos de interés a la baja, de especulación inmobiliaria, de segundas residencias, de comprar sobre plano y vender sobre obra. Todo eso se va a acabar.

      Ir a más es fácil, ir a peor, decrecer, empeorar el estándar de vida, es mucho más difícil. Esta crisis hará que el concepto de responsabilidad personal sea uno de los ejes fundamentales del nuevo sistema, las personas tienen que ser responsables, actuar con responsabilidad. Los apoyos exteriores a la persona, como los procedentes del Estado, serán casi inexistentes. Es muy probable que a lo sumo y a nivel individual, se instaure una especie de subsidio de subsistencia que garantice la supervivencia con unos mínimos, hoy inimaginables e inaceptables, y a fin de que sus perceptores se impliquen activamente en la búsqueda de alternativas, es decir, se responsabilicen de su propia existencia.

      La crisis traerá también una nueva filosofía que habla del individuo como parte de un colectivo, no separado de la colectividad, como estableció el sistema capitalista. Un colectivo modelado por una productividad creciente, con una tendencia a usar más que a poseer, un colectivo cada vez más influido por la necesidad de comunicación en todos los ámbitos, también en el productivo.

      El consumo de recursos insostenible actual cambiará con la crisis que traerá imposición de limitaciones al uso y consumo de recursos, bien a través del aumento de precios, bien a través de la restricción o denegación de su consumo, lo que llevará consigo la muerte de muchas actividades económicas que se revelarán ineficientes cuando se les impida el desperdicio, porque el desperdicio, como concepto, se va a acabar. La falta de disponibilidad energética (petróleo y gas) así como de la mayor parte de los recursos esenciales para la actividad económica, acelerarán políticas tendentes a la determinación de las necesidades esenciales. Por lo que muy probablemente se implante la regulación en el consumo, el racionamiento, de muchos bienes. El objetivo último será el ahorro de recursos. La idea de ilusión, en el sentido de querer algo sólo por desearlo, por capricho, se acabará.

      Hay que tener en cuenta que la escasez de petróleo incide en numerosas actividades económicas, aparte de su función energética, es utilizado en plásticos, fibras textiles no naturales, gran número de componentes en medicamentos, lubricantes industriales, fluidos para circuitos hidráulicos, abonos y un largo etcétera.

      La crisis va a imponer conceptos como utilidad, eficiencia, no desperdicio, aprovechamiento, aunque ello supongo cambiar cosas que hasta ahora eran impensables. A la vez, los conceptos colectivo, coordinación, colaboración, irán tomando cada vez más importancia, será el principio del fin del pensamiento en singular, en individual, para empezar a pensar a nivel grupal, no tanto en la perspectiva de el conjunto de todos hacen un todo, sino la suma de cada uno forma un colectivo. Es una nueva forma de entender el sistema, un cambio en el sistema.

      Las políticas y actuaciones económicas estarán orientadas a la supervivencia, en una situación de escasez generalizada de recursos productivos como de capacidad de compra de la población, acabando con el concepto de seguridad. Los empleos fijos, indexación de salarios a la inflación, la responsabilidad social de las empresas, los contratos indefinidos, etc., ya no serán importantes, lo único importante será la supervivencia, por lo que el mantenimiento de la protección social, crediticia, laboral… entorpece las actuaciones para lograrla, aunque los políticos seguirán hablando de mantenimiento de la protección social, pero en realidad las políticas se centrarán en lo básico, y lo que ahora son servicios básicos gratuitos entrarán en crisis de recursos (sanidad, educación…). También por falta de recursos públicos el modelo de protección social (pensiones, subsidio por desempleo, etc.) empeorará de manera importante, así como su grado de cobertura que no será total, generalizándose además el pago por los servicios públicos recibidos, el llamado copago, que ya existe en varios países europeos. La nueva forma de hacer las cosas que traerá las crisis provocará que los gobiernos promulguen un gran número de normativas regulatorias que serán el embrión de una nueva estructura económica y social.

      Las empresas que sobrevivirán en la crisis serán las muy grandes, gigantescas, o las muy pequeñas, locales. Las empresas pequeñas tienen la ventaja de la gran flexibilidad y adaptabilidad. Las muy grandes tienen el acceso a enormes recursos aunque a costa de ir realizando constantes recortes y en permanente reorganización. Se va a producir, se está produciendo, una oleada de absorciones empresariales que concentrarán el poder económico en las pocas y grandes empresas que sobrevivan, que tendrán un gran poder. Uno de los sectores que crecerá espectacularmente los próximos años, promovido también por este nuevo poder corporativo será la biotecnología y la genética, con el objetivo último de aumentar la utilidad, la eficiencia y la productividad.

      Esta tendencia hará que disminuya la renta de las personas. De hecho, sólo las personas altamente especializadas en tareas verdaderamente útiles y de alto valor añadido y capaces de desarrollar una alta productividad tendrán en los próximos años garantizado el acceso a un empleo a tiempo completo. Se irá aceptando la idea de que un título no es garantía de empleo, ya que en realidad lo fundamental son los conocimientos (adquiridos de la forma que sea) orientados hacia lo útil, es decir, que sirvan para hacer cosas útiles y con eficiencia. La especialización y la profesionalización serán muy valoradas, al igual que los inventos o las creaciones orientadas a la eficiencia y la optimización de recursos. En un extorno como el descrito se exprimirán hasta el límite los recursos, incluido el factor trabajo, por lo que la sensación de “explotación” reaparecerá.

      Esta situación descrita nos lleva a un problema nuevo y muy grave que traerá la crisis: el excedente laboral. Millones de trabajadores y trabajadoras de, sobre todo, media, baja o muy baja cualificación que en estos últimos años han desarrollado trabajos de muy bajo valor añadido y que, en gran medida, pero no de forma exclusiva, se halla personalizado en los millones de inmigrantes que hay en España. Serán trabajadores sin empleo y lo que es peor, sin prácticamente ninguna posibilidad de volver a conseguir un empleo en su vida. No serán considerados parados, ahora serán excedente laboral, trabajadores que el nuevo sistema no necesita. No es aventurado decir que esto provocará tensiones entre la población autóctona y la inmigrante debido a la escasez de recursos y empleos.

      La tasa de paro alcanzará en el 2011 o 2012 a casi la tercera parte de la población activa española.

      Esta crisis traerá también como consecuencia el agotamiento del espíritu de competición, algo básico en el capitalismo, y la razón ya la hemos dicho, si el objetivo último es la supervivencia, ¿contra quién competir?, el concepto de emprendedor desaparecerá, ¿qué riesgo tomar para hacer algo nuevo si el reto consiste en sobrevivir?.

      Con el objetivo de que los ciudadanos no sean conscientes de la realidad, puede que las informaciones oficiales sean ocultadas o falseadas para dar optimismo a la población, el control público aumentará limitando la libertad de expresión (se puede hacer con la excusa de la lucha contra el terrorismo), lo que facilitará la censura en los temas considerados políticamente sensibles.

      Pueden regularse también la conversión de ciertos barrios en lugares vigilados en los que aislar personas no necesarias, el excedente laboral que hemos citado, y catalogadas como potencialmente conflictivas y donde llevarán una existencia marginal. No es extraño que la mayoría de la población acepte estas políticas, ante las tensiones sociales que aumentarán (protestas sociales, tumultos y procesos reivindicativos), el espectacular auge de todo tipo de delincuencia, robos, secuestros, violencia en las calles, creación de guerrillas urbanas, etc.

      Cuando comience la crisis se vivirá al día, y el que “cada palo que aguante su vela” será la ley. Lo necesario es lo único importante. Se implantará una economía de subsistencia, en la que los intercambios se reducirán a un nivel muy primario y cercano, y se recurrirá al trueque. Habrá una sensación generalizada de carencia y es probable que se legalice la marihuana, al igual que se hizo en 1933 cuando se legalizó el alcohol para sobrellevar “mejor” la crisis del 29. Incluso es probable que sea gratuito el acceso a múltiples canales de televisión para entretener a una población en gran medida desocupada.

      La recuperación vendrá dentro de unos años, pero no como hasta ahora, el crédito fácil, dinero fácil, consumo fácil. Vendrá de una política basada en la recuperación de la eficiencia, es decir, de la productividad, y las ingentes cantidades de excedentes laborales serán mantenidos con un subsidio mínimo, como hemos dicho antes. La recuperación deberá sustentarse en una reestructuración de las relaciones productivas, en el desarrollo de nuevos recursos energéticos y materias primas, más los espectaculares avances en genética.

      En este punto hay que decir que la mayor parte de actividades que han sido generadoras de riqueza hasta ahora no podrán seguir siendo las mismas que garanticen la supervivencia en un ambiente de carencias generalizadas. Las actividades que han vivido gracias al crédito fácil, el dinero barato y un endeudamiento galopante no tienen mucho futuro tras la crisis. Para concretar en España, hablamos de construcción, automóvil, turismo, hostelería y restauración, fundamentalmente, lo que afectará a su vez a los sectores económicos que dependen de ellos: aseguradoras de automóviles, suministradores de carburante, talleres de mantenimiento y reparación, concesionarios, empresas de construcción y venta de elementos para el hogar, mayoristas de elementos de hostelería, etc.

      Por otro lado, las actividades vinculadas al aprovechamiento y a la optimización van a tener mucho futuro. Profesiones relacionadas con la rehabilitación de todo tipo de elementos, que hasta ahora eran desechados, así como el reciclaje de artículos que hoy son considerados desperdicio y desaprovechados, en general todo lo que conocemos como el sector R: reciclaje, reutilización, rehabilitación, etc.

      Esto quiere decir que primará la idea de reutilización, el concepto de barato, de mercadillo, de útil, en definitiva, tanto porque los recursos disponibles van a ser escasos, como porque las rentas individuales medias van a sufrir un importante retroceso, a la vez que la capacidad de endeudamiento personal casi desaparecerá.

      Lógicamente todos los trabajos relacionados con la logística van a ser esenciales, fundamentalmente porque una muy buena logística es la base de la mejora productiva.

      En este tiempo que has leído este documento tal vez pienses que a España, al planeta ya ha llegado la crisis, pero no, nada más lejos de la realidad, lo peor, verdaderamente está por llegar. Si miras a tu alrededor verás muchas empresas en funcionamiento, los bares llenos, que camiones, trenes y autobuses siguen transportando mercancías y personas, que la mayor parte de los suministros llegan a las tiendas y a los supermercados, y que todo ello sucede con regularidad, señal de que aún no nos encontramos en crisis. La crisis cuando estalle, a mediados del 2010, será tremenda, paralizante, una auténtica caída a plomo, nada comparable a lo que has vivido.