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Harari: ¿somos libres?

       Yuval Noah Harari, brillante historiador y escritor judío, es también un pensador clarividente, muy informado de los últimos avances científicos y tecnológicos. En cada uno de sus libros (Homo Sapiens, Homo Deus, 21 Lecciones) exhibe una extraordinaria capacidad de análisis y de síntesis de la historia de nuestra especie y de nuestros retos de futuro, enormes, inminentes retos. Es un centinela atento que enciende señala peligros y las alarmas: ¿qué queremos que sea nuestra especie humana dentro de 50 o de 100 años?

        Uno de nuestros mayores retos es la libertad. Pero ¿qué es la libertad? Casi siempre la identificamos con el “libre albedrío”, entendido como capacidad de tomar decisiones sin estar determinado por nada. Desengañémonos, esa libertad del libre albedrío es una quimera, insiste Harari, y todos los datos –psicológicos, sociológicos, biológicos, neurológicos– me inclinan a darle la razón en eso. Tiendo a pensar, como él, que todas nuestras decisiones son producto de mecanismos bioquímicos, de una cadena de reacciones químicas que determinan el desarrollo de un organismo vivo.

        Cuando en la cabina de los colegios electorales, a solas y sin testigos escogemos la papeleta de un partido y la introducimos en un sobre que nadie podrá identificar, pudiera parecer que lo hacemos por libre albedrío. No es así. Nuestro voto es en realidad el resultado de infinitos factores –ideas, sentimientos, hormonas y todas nuestras decisiones anteriores– que hacen que mis neuronas se inclinen por este partido más bien que por otro. Lo que no equivale a decir, cosa que Harari no explicita, que nuestras decisiones se reduzcan a mecanismos bioquímicos o a una serie de operaciones matemáticas llamadas algoritmos. Pero esa es otra historia: cómo todo lo que emerge es más que las condiciones –átomos, moléculas, neuronas, hormonas…– de las que emerge. De menos sale más, aunque el menos y el más son categorías nuestras más que discutibles. Digamos que de lo viejo brota lo nuevo, y así sucede sin fin.

        Pues bien, todos los vivientes toman decisiones, y todas sus decisiones son el resultado de una complejísima red de causas, entre los que cuentan las decisiones anteriormente tomadas. Cada decisión es una especie de “efecto mariposa”, como lo es siempre el tiempo meteorológico, como esta fina lluvia fría que cae en Aizarna, efecto final del vuelo entrelazado de miles de millones “mariposas” o causas desde la Amazonía hasta el Cantábrico. Así es como toma decisiones la bacteria, procesando la información que es capaz de recabar. En su aparente simplicidad, se trata de una operación muy compleja. Pero mucho más complejas son las decisiones que adopta el ciclamen fucsia de la ventana. Y muchísimo más las del petirrojo que viene a picar las migajas de la terraza. Y mucho más aun las del perro: puede ladrar, atacar, acercarse y jugar, o huir…. Decidirá según le dicte el cerebro de acuerdo al sinfín de informaciones que procesar en un instante.

        Nuestras decisiones son incomparablemente más complejas todavía, pero nuestro libre albedrío como tal es tan irreal como el de la bacteria, el ciclamen, el perro o el chimpancé. Solo que nuestras decisiones dependen de un conjunto infinitamente mayor de factores que en buena parte no hemos elegido nosotros. Yo no elegí a mis padres, ni mi ADN, ni a mis 13 hermanos, ni el caserío ni la tierra en que nací, ni la educación que recibí, ni una sola de mis neuronas, ni a ninguna de las personas cuya relación más me ha marcado, ni los pensamientos y emociones que brotan en mí mientras escribo esto. Mis 86.000 millones de neuronas conectadas a través de 430 billones de sinapsis procesan una ingente información en una fracción de segundo –es increíble– y “yo” decido; se puede decir que es mi cerebro, mi unidad central de información, el que decide.

        No decido, ciertamente, por libre albedrío, aunque es verdad que también mis decisiones de hoy, al igual que actúan sobre mi cerebro y su organización concreta, determinan lo que soy y lo que seré, lo que decidiré mañana. ¿Por qué decidimos? Supongo que algún día se podrá construir el algoritmo matemático que da razón de cada decisión. Solo por nuestro desconocimiento seguimos pensando al ser humano como dotado de libre albedrío, a diferencia de los demás animales, aunque no es así en verdad. Nos diferencia el grado de complejidad, si bien cada grado de complejidad constituye un salto de “cualidad”: del átomo a la molécula, de la bacteria a la planta, de la planta al animal, etc. Pero pensar que el grado de complejidad actual del Homo Sapiens es la cima de la evolución y la finalidad última de todo el universo es un simple prejuicio o una presunción. Lo que es cierto es que todo está abierto, que la evolución sigue y que algún día el Homo Sapiens quedará atrás, muy atrás. Y con él todo lo que pensamos sobre nosotros mismos, sobre la realidad en su conjunto o sobre Dios.

        Que el Homo Sapiens es una forma pasajera me parece indiscutible. La cuestión es el modo como eso sucederá. ¿Quedará atrás, por ejemplo, como tantas víctimas de la historia o de la evolución han quedado atrás al haber sido cruelmente exterminadas por los más poderosos, o como tantos humanos han sido exterminados por los más poderosos de nuestra propia especie? Aquí se plantea la tremenda cuestión sobre la que insiste Harari con mucha razón a propósito del libre albedrío: ¿qué pasará cuando alguna empresa o gobierno pueda disponer del algoritmo o del conjunto –aunque no sea absoluto– de las complejísimas operaciones que determinan mis emociones y decisiones? Alguien o algo podría conocer los motivos más ocultos de todas nuestras decisiones, y podríamos acabar siendo meros títeres en manos de no sabemos quién o qué. ¿Lo vamos a consentir? ¿No está pasando ya que los fake news –difundidos por los grandes medios, elWhatsApp, Facebook…– están determinando como nunca hasta hoy la decisión de los electores y haciendo que sean presidentes enemigos de la libertad, la libertad y la fraternidad? He ahí nuestra responsabilidad humana epocal y global.

        Ahora bien, ¿tiene sentido apelar a la responsabilidad si acabo de negar el libre albedrío? Me parece que sí, en la medida en que, como pienso, libre albedrío y libertad no son de ningún modo sinónimos. Harari tampoco explicita esta diferencia, aunque no la niega. Justamente, apelo a una libertad entendida como responsabilidad, independientemente del libre albedrío.

        La libertad no consiste en decidir sin condicionamientos que nos determinen, sino en ir aprendiendo a decidir mejor: por la educación, la vida sana, la reflexión y la meditación, la música y el silencio, la transformación de las estructuras sociales, y también, ¿por qué no?, la neuroterapia y las pastillas… La libertad no consiste en no estar determinado en nuestras decisiones, sino en ser conscientes –aunque sea parcialmente– de las condiciones que nos determinan, y en saber adoptar una buena decisión, “buena” en el sentido de aquella que nos permita ser más buenos y felices. La libertad no consiste en la facultad de elegir entre el bien y el mal sin determinismo, sino en querer y poder obrar el bien estando determinados.

        La libertad consiste, diría San Agustín, en querer el bien y hacerlo porque lo queremos. La libertad no consiste en poder elegir entre el bien y el mal sin que nadie ni nada nos empuje o coaccione, gracias a un supuesto “libre albedrío” neutro o gracias, al menos, a un supuesto resquicio no condicionado de dicho libre albedrío: eso no existe. Cuando deseamos algo pernicioso para nosotros mismos o los demás, no somos libres. Solo somos libres, seguiría diciendo con San Agustín, cuando deseamos lo bueno y el deseo del bien nos determina. Cuanto más positivamente estemos condicionados y determinados, más libres somos.

        En conclusión, no poseemos el libre albedrío, pero podemos ser “libres”, no a pesar de los condicionamientos, sino a través de ellos. La libertad es la facultad de ser, de avanzar hacia la realización cada vez más plena de nuestro ser, nuestro ser bueno, en la incertidumbre y a tientas, en medio de todos los condicionamientos determinantes que ni siquiera conocemos. La libertad es el poder de ser más plenamente desde los propios condicionamientos o, dicho de otra forma, sin libre albedrío. La libertad es el Espíritu o la energía material-espiritual que habita en todos los seres, también en nosotros, y nos mueve a guiar nuestra vida en medio de los innumerables condicionamientos que somos y que en una medida que también desconocemos podemos transformar, de modo que nos ayudemos a nosotros mismos y ayudemos a los demás a ser más libres, a ser más.

        No poseemos, pues, libre albedrío, pero aspiramos a ser libres, a realizar cada vez más nuestro ser verdadero, es decir: a ser más felices siendo más hermanos, prójimos, buenos. Es un aprendizaje vital. Esa libertad es nuestra vocación, y nos va en ello la vida común de la humanidad y de todos los vivientes.

39 comentarios

  • Santiago

    ES por ser inteligente, pues, que el ser humano es libre…y por tanto, a pesar de los atenuantes y agravantes, en último término puede decidir…puede escoger de acuerdo a las circunstancias, en un juicio indiferente, los objetos que el entendimiento propone como aceptables en aquel momento..Por esto, esta conciencia de la realidad, el “darnos cuenta” de lo que creemos que nos conviene o no, es lo que nos separa cualitativamente de todos los demás seres creados…Es la diferencia entre las “máquinas” y nosotros…en que ellas no poseen conciencia per se…no tienen la vivencia subjetiva propia de la realidad directa…sino que actúan artificialmente por medio de la estructura que nosotros le comunicamos…Pueden simular la conciencia que nosotros le ordenamos, pero no tienen la capacidad consciente por “si mismas”,,

    Por tanto conciencia y libertad es lo que nos define como “personas humanas”…Por eso podemos los humanos especular conscientemente cuyo resultado va a ser  indeterminado…..Es por eso que las decisiones conscientes no pueden estar sujetas a leyes científicas ni pueden ser medidas…no son, pues, mecánicas, ni determinadas por proceso alguno, sino que escapan a las matemáticas.

    La experiencia consciente, pues, no es medible simplemente por la actividad neuroquímica cerebral. Existe claro está un sustrato biológico y una interacción instrumental pero esta “unidad de trabajo” ES  altamente coordinada y  se encuentra en el YO personal UNO, que es capaz de decidir “por si mismo”. Esta libertad se encuentra en un plano de principios mas sofisticados. Por eso a mayor calidad de consciencia mayor libertad y viceversa…

    Hasta ahora hemos hablado del Homo Sapiens el cual, en cuanto ser biológico, tiene la capacidad física de escoger, el bien o el mal…Pero moralmente nuestra libertad consiste en escoger el bien…porque el bien se identifica con nuestro último fin…el fin de nuestra creación…Todo lo que nos aparta de este último fin nos esclaviza y nos encadena a la adicción de lo que es desordenado, que es el mal moral…que nos aleja del “fin” y el propósito de nuestra existencia en el planeta tierra…

    Un saludo cordial

    Santiago Hernández

  • Iñaki SS

    Que nivel esta diálogo, para mi tan enriquecedor, entre M.Luisa e Isidoro. Como me quedo tan embelesado con sus comentarios, no me cuesta nada leerlos media docena de veces, si hace falta, para intentar captar el fondo de la cuestión.

    Personalmente, como lector más de periódicos que de otra cosa, soy menos elevado y no puedo evitar los aguijonazos del día a día. Total que la realidad es tozuda y te da de narices con la justicia, la moral, el deber el sufrimiento, el pecado de omisión, etc. De ahí quizá mi inclinación hacia preguntas carentes de sentido. Y es que el….todo funciona así …o el que en la vida humana , todavía quizá más animal que inteligente, las limitaciones en nuestro libertad nos hagan tan exageradamente irresponsables en demasiadas ocasiones, me descoloca. No puedo evitar el sentirme un poco culpable.

    Por ejemplo… ¿La solución del conflicto politico-social venezolano, tendrá que pasar forzosamente por un baño de sangre? ¿Hasta cuando ha de seguir siendo, el mar Mediterraneo, un cementerio de miles de migrantes más o menos desesperados?. ¿Y que decir de la procesión de latino-americanos hacia un sueño americano, mil y una veces imposible? Y podemos seguir con Siria, Irak, Afganistan, Yemen Somalia, Sudandel Sur, Libia, República Saharaui, ….. Y junto a ello podemos colocar a los veintiseis personajes que , al parecer, controlan el mismo patrimonio que casi media humanidad. O, a escala más local, los millones que se mueven en la Liga de balonpié española, contratando a las estrellas de tan popular deporte.

    Duele pensar que, quizá, no hemos hecho y no hacemos, todo lo posible para paliar tanto sufrimiento.

    • M.Luisa

      Hola Iñaki! Por todo lo que llevamos dicho en este apartado y en honor tuyo por ese seguimiento que le has dedicado, quiero detenerme aunque sea sólo para aclarar una pequeña cuestión que considero importantes. Pero además también porque quiero que sepas que todas esas preguntas que te haces sobre el sufrimiento y el mal que tanto se padece en nuestro mundo me las formulo yo también constantemente.

      Lo que de momento quiero aclarar, es aquella diferencia que hice entre mezcla y combinación la cual desde una perspectiva emergentista fue lo que le plantee al amigo Isidoro trás su citación de autores pues reconozco que fui con él demasiado escueta.

      Pues bien, si todo, como dije respecto a la teoría emergentista gira en torno a la “unidad estructural del sistema” las notas emergentes no forman un mero conjunto, un mezclado,por así decir, sino que entre ellas existe una combinación del todo coherente,es decir, cada nota tiene una posición de-terminada en el conjunto. Por ejemplo, cada nota es “nota-de” las demás, o sea del conjunto entero, las físicas y las psíquicas y todas ellas forman el sistema que es lo que tiene en la naturaleza humana capacidad de acción. Ese esquema es lo que le llevó a Zubiri al concepto de “Inteligencia sentiente” como contrapartida al racionalismo que ha sido en la historia promotor de tantos males.

      Un saludo lleno de afecto!

  • M.Luisa

    Veo, Isidoro, que aportas más datos pero en mi opinión y  resumiendo  un poco el sentido que nos traen para lo que aquí estamos tratando,  yo diría que a donde nos llevan no es precisamente  en  aquello que más caracteriza   al emergentismo tal como lo hemos ido exponiendo en el debate.

    Pienso que lo propio del emergentismo no es síntesis (  E. O. Wilson)   ya que lo obtenido en él  es más que la suma de los elementos que lo hicieron posible.  Por otra parte respecto a la autocatalasis que dice  Kauffman  ser la clave del emergentismo,  pienso que podría serlo si lo obtenido es producto no de una mezcla (complicación) sino de una combinación pero él no lo dice. Lo que define el emergentismo es la unidad estructural del sistema.  Aquí es donde nos sale al paso la complegidad

    Siempre he procurado evitar transcribir escritos directos de la Obra zubiriana  pues prefiero según los temas que se traten aquí intentar darles acomodos a ella con máxima fiabilidad interpretativa. Sin embargo en esta ocasión   sucumbiré a esta idea transcribiendo unos párrafos de él que el biólogo Diego Gracia  cita en su libro “El poder de lo real, leyendo a Zubiri” y dice así:

    “ En el curso sobre  la libertad humana, de los años 1951 y 1952, Zubiri se enfrentó directamente con la tesis, tan cara de autores como Klaatscha, Scheler, Plessnes o Huelen, de que la especie humana se caracteriza por su condición biológicamente deficitaria e inmadura. Y frente a ellos defiende que la especie humana no puede definirse por lo que tiene de menos, por sus carencias, sino por lo que tiene de “más” por su “hiper”, es decir, por la “hiperformalización”

    En la lección 29 del curso sobre la libertad, Zubiri comienza haciendo un resumen de los resultados logrados en las anteriores. El animal, dice, tiene un sistema en el que el estímulo asegura la respuesta. Por el contrario, en el ser humano no sucede eso. “El hombre queda en suspenso ante su propia estimulación. Esta suspensión es un acto de “darse cuenta” que lleva al ser humano a hacerse cargo de la situación. Es la consecuencia de la “versión a la realidad” que le es propia surgida por “emergencia” desde las estructuras biológicas del ser humano y además exigida inexorablemente por ellas. El órgano que lleva a cabo esta función es el cerebro. Él “formaliza” el sentir animal, e “hiperformaliza” en el ser humano el inteligir. La inteligencia convierte el medio en mundo y hace de la humana una realidad abierta, libre y moral.

  • Isidoro García

    Para estudiar el origen de la moral humana, con su ideal de bonhomía y fraternidad, habría que considerar la “consiliencia” general de las leyes de la Naturaleza.

    La “consiliencia”, término popularizado por E. O. Wilson,  expresa la idea de que al irse desarrollando  evolutivamente, las Leyes de la Naturaleza, de una forma paralela a la evolución general del Universo, su estudio y conocimiento debe hacerse basándose siempre en las leyes del escalón inferior.

    S. Kauffman considera que el secreto de la vida y su evolución se basaría, en un fenómeno químico trivial: la autocatálisis. Esa es la clave del emergentismo

    El requisito principal para la existencia de un proceso autocatalítico es la presencia de una pluralidad de compuestos –es decir, de complejidad–, así como la suficiente energía para superar un umbral supracrítico donde se consolide el proceso de autocatálisis.

    De esta forma se produce la apariencia de que la complejidad misma es autoorganizativa, y produce «orden gratis».

    De esta forma, en cada escalón evolutivo de la materia, tanto las formas como las leyes de ese escalón, evolucionan en nuevas formas y nuevas leyes del escalón siguiente: eso es el “emergentismo”, y las leyes son consilientes con las del escalón inferior.

    Esta consiliencia se da en los escalones intermedios, (las leyes de la Química se explican mediante la Física, y las de la Biología, mediante las de la Química).

    Y en el tercer gran escalón está el hombre como primer ser (en la Tierra), que está entrando en el nivel de la  Inteligencia-Consciencia.

    De esta forma las ciencias del Hombre individual, Psicología, y Antropología, deben entenderse apoyándose en la biología del pensamiento y de la acción humana, mediante el estudio de la Neurobiología.

    Las ciencias del hombre colectivo, la Antropología social y la Sociología, deben apoyarse fundamentalmente en la psicología humana, devenida en el proceso de evolución, o sea en la Psicología evolutiva.

    Y en el tercer escalón de las Ciencias del hombre, en lo referente a la Organización social idónea, para el hombre, la Política, debe estar apoyada en todos los escalones anteriores, reflejada en la Economía, tanto en su versión micro, (humano individual, hombre psicológico), como en su versión macro, (instituciones sociales colectivas).

  • M.Luisa

    En el poco espacio del que dispongo en este momento sí que te diría  Iñaki que es posible en este mismo contexto abordar el tema de la justicia  y la moral  que resaltas y que a todos nos preocupa.

    Por esto para resumir voy a expresar mi idea valiéndome de estos últimos parágrafos de Ernest Bloch  que nos ha trascrito Isidoro al final de su comentario
    “La sustancia, la materia humana, (la naturaleza), no está todavía, ni determinada, ni completa sino que se halla en un estado utópico abierto, un estado en el que todavía no ha aparecido su auto-identidad.
        

    Por consiguiente, no sólo el existente específico, sino toda la existencia dada y aún el mismo ser tiene márgenes utópicos que rodean la actualidad con posibilidades reales y positivas». (Ernst Bloch)

    Pues bien, la moral, el sentido de la justicia, el sentido del bien, el sentido del deber etc.,  todo ello recae en lo que Ernest Bloch expresa en el segundo parágrafo.  Por eso la naturaleza humana capacitada así sólo lo es por superación.  No es la sustancia material lo que opera en ella sino el sistema entero de la realidad humana… acéptame, al menos, de momento, Iñaki, estas  breves pinceladas.

  • Isidoro García

    Amiga M. Luisa, sí que coinciden tu visión y la mía, fundamentalmente porque es la visión del mismo fenómeno desde dos perspectivas distintas.

    Maslow, (a diferencia de Wilber, por ejemplo), fue un psicólogo de campo, no meramente un teórico. Y sus ideas sobre la naturaleza psicológica del humano y sus necesidades, y sobre las características del hombre auto realizado, las hizo, mediante encuestas y entrevistas personales a muchas personas concretas en su consulta y en grupos de investigación en la Universidad.

    Se dedicó a discernir la auténtica naturaleza humana. Pero él solo respondió al ¿qué?, y no entró, (hasta donde yo sé, que tampoco es mucho), en el ¿cómo?, ni en el ¿por qué?.

    (Muy posiblemente sí que se planteó la filogénesis de esa naturaleza humana, lo que pasa, es que no hay nada peor, para que la gente te entienda, que querer decirlo todo al mismo tiempo).

    La naturaleza psicológica del hombre, con su parte genética heredada, y con su parte cultural aprendida, ha sido tema de reflexión desde Platón, (en esto también seguimos rumiando los mendrugos de Platón).

    Platón ya hablaba de que disponíamos de un conocimiento natural, compuesto de una serie de imágenes e ideas primordiales, enterradas en el fondo de nuestra mente, que deberíamos recordar para conocer la realidad, y que suben a la conciencia, de vez en cuando en forma de intuiciones. Por eso son un hecho recurrente a lo largo de la investigación científica y creativa.

    Y esta idea presentida, ha sido recurrente a lo largo de la historia. Por ejemplo, Ken Wilber, en “Cuestiones Cuánticas”, señala como el gran físico teórico “Wolfgang Pauli buscaba el lazo de conexión entre las percepciones sensoriales y los conceptos. 

            El puente que conduce desde los datos experimentales, inicialmente desordenados, hasta las Ideas, lo ve Pauli, en ciertas imágenes primigenias que preexisten en el alma, los arquetipos de que ya hablaba Kepler y también la psicología moderna.

        Esas imágenes primordiales, (aquí Pauli está de acuerdo en gran medida con Jung), no están localizadas en la conciencia, ni están relacionadas con ideas concretas formulables racionalmente.

         Son más bien formas que pertenecen a la región inconsciente del alma humana, imágenes dotadas de un poderoso contenido emocional, y que no brotan a través el pensamiento, sino que son contempladas, por así decir, imaginativamente, (intuitivamente)”.

    Jung, volvió a poner ese planteamiento en el mundo cultural y psicológico con sus “arquetipos”, que son núcleos de esas ideas preimplantadas neuronalmente, y de un origen genético-evolutivo.

    Porque, ¿cuál es el origen, de todo ese bagaje de sabiduría con la que afrontamos cada uno la vida?. La explicación evolutiva clásica darwiniana, de que todo eso se produjo por mutaciones aleatorias, es difícil de aceptar. Todo apunta a que el motor de toda evolución, tiene unos condicionamientos, que van llevando esa evolución hacia donde hemos llegado, condicionamientos que es lo que llamamos emergentismo. Ese quizás sea el ¿por qué?.

     

    Iñaki: Respecto a tus problemas morales respecto a la indiscutible “injusticia” que sufren los individuos e incluso muchas especies, en el Universo, es un planteamiento que no procede. Hay preguntas que no tienen sentido: Todo funciona así.

    Lo carnívoros viven matando y comiendo herbívoros. Los herbívoros, se comen mutilando y matando a los vegetales, (seres vivos también), y los vegetales, “roban y secuestran”, apropiándose e incorporándolos a ella, las moléculas de agua y nutrientes, que “estaban” tan ricamente, independientes en el sustrato.

    En el reino de la vida, no hay libertad y por ello responsabilidad alguna de nadie. Es en el reino de la inteligencia, donde empezamos a tener conciencia de la realidad, cuando podemos y debemos alcanzar dicha conciencia y ya jugamos a otro juego, con otras reglas.

    Hoy por hoy, la humanidad, estamos en el camino de entrar en ese reino de la Inteligencia, y hay una minoría más cercana a conseguirlo. Los demás van más retrasados, pero no importa, porque la vanguardia abre paso, y los demás entrarán con facilidad, gracias a la tecnología que descubrirá la vanguardia, que está constituída por científicos investigadores.

    Así ha sido desde siempre. Un humano inventó el cuchillo, otro el fuego, otros las ropas, etc. y luego sirvieron para todos.

    Y los que como nosotros nos quedamos en el camino, ¿qué?. Pues en principio, tendremos la satisfacción de que serán nuestros tataranietos los que lleguen. Y la familia es la extensión de uno mismo en el tiempo.

    Si luego, además hay algo más, mejor. Y si no, igualmente habremos ganado.

    «La sustancia, la materia humana, (la naturaleza), no está todavía, ni determinada, ni completa sino que se halla en un estado utópico abierto, un estado en el que todavía no ha aparecido su auto-identidad. 

         Por consiguiente, no sólo el existente específico, sino toda la existencia dada y aún el mismo ser tiene márgenes utópicos que rodean la actualidad con posibilidades reales y positivas». (Ernst Bloch)

     

    • M.Luisa

      Sí, Isidoro, desde luego yo también creo que nuestras posiciones se van acercando porque aunque lo comentado hasta aquí no sea suficiente para desentrañar el problema de la libertad humana sí que nos ha situado de forma más comprensiva ante el fenómeno del emergentismo que, como dije, es actualmente el más aceptado tanto por científicos como filósofos.

      Respecto a él pienso que tienes razón al asignarle el ¿por qué? filogenético de la naturaleza humana y a él también incluso se le ha de añadir el ontogenético. Son los dos aspectos de un mismo fenómeno y el incipiente procesual de aquellos dos niveles a los que me referí días atrás: uno específico y otro formalmente inespecifico, lo cual éste explicaría “el como”.

      Por tanto reconocer esta doble dimensión es como nos adentramos a una perspectiva estructural e interna de la realidad humana.

      En tal fenómeno recuerda lo que ya dijimos, que los saltos cualitativos que emergen explican las nuevas propiedades y con ellas las innovaciones evolutivas. La vida, por ejemplo, es una de esas propiedades y lo que llamamos vida del espíritu o cualidades espirituales como la inteligencia específicamente humana también, por tanto es razonable pensar que la libertad surgiera de la misma manera. De ahí que este enfoque no soporte las diferentes concepciones que al paso de la historia la filosofía le ha concedido a la inteligencia, bien como pura (idealismo) o como instrumental (racionalismo) o lo que es peor sensibilizándola (empirismo).

      Bien, de momento lo dejo aquí pues como tu dices para que se nos entienda necesitamos ir pausadamente y ahora no dispongo de tiempo. Gracias por tu interés!

  • M.Luisa

    Lo que veo en el planteamiento de Isidoro  influenciado por el psicólogo Abraham Maslow es que aun presentándolo como un modelo ascendente que bien podría parecerse,  en teoría,  a la   del emergentismo  al cual,  me referí días atrás,  no creo que coincidan ambas ya que esas necesidades de las que habla Maslow a diferencia de la teoría emergentista, esas necesidades, digo,  son detectadas desde fuera, es decir,  desde una perspectiva  psicológista-conceptista  y no desde la interioridad estructural de la persona en tanto realidad que es.

    Porque de lo que se trata, a mi modo de ver,  es de considerar  estas necesidades  como formando parte   constitutiva de ella y por tanto en sí mismas experienciables.  No se trata pues de unas supuestas necesidades que ascienden en forma de pirámide,  sino que si lo son, si son ascendentes es porque liberan.

    Se trata  pues de necesidades liberadoras  internas, fisiológicas y por tanto esta liberación procede por,  o mediante emergencia.  La libertad, así pues, comienza desde lo fisiológico.

  • Carmen

    Posiblemente sea una tontería lo que voy a decir. No me importa. He estado leyendo un poquito y ya sé lo que es la doxia. Soy la mismísima encarnación de ella. Pero también nosotros, los dóxicos o como se nos llame, en el siglo XXI , podemos opinar, valga la redundancia.

    Pues en mi modesta y doxica opinión, los que huyen de un país buscando una vida mejor, es un acto de libertad. Ya sé que lo hacen empujados por, pues por todo. Pero no están dispuestos a aguantar más. Prefieren la muerte. No es eso un acto de libertad?

    Creo que no hablo de lo mismo que la mayoría de ustedes. Ya he hecho referencia otras veces a la película V de Vendetta. Recurro muchas veces a personajes de cine y de novela porque los escritores, actores , guionista y directores de cine, expresan mucho mejor que yo lo que pienso. Pues en esa película, cuando la prota está encarcelada, torturada, desesperada…. encuentra un manuscrito escondido en su celda, escrito por la persona que la había ocupado antes, donde decía: nunca dejes que atraviesen ese centímetro de tu mente que te permite seguir siendo tú misma. El dia que lo consigan habrán ganado. Muchisimo mejor dicho y en una escena absolutamente mágica.

    Para mí eso es la libertad. Y creo que muchos de los que salen huyendo de su país, los migrantes, aún conservan ese centímetro.

    No lo sé explicar mejor.

     

  • Juan A. Vinagre Oviedo

    Amigo José Arregi: He leído con interés y atención tu artículo, así como las reflexiones que hacen los distintos y distintas comentaristas acerca de él. Y tengo que decir que tú -y los demás- me habéis hecho volver a repensar un tema que sí es capital, pero también complejo y profundo, que requiere mucho matiz y finura conceptual, y tal vez un replanteamiento de supuestos tradicionales e incluso actuales.

    Hoy conocemos mejor la fuerza de los factores psicológicos, culturales, sociales, religiosos, e incluso político-económicos (por mucho que éstos actúen en la oscuridad), y  que tanto condicionan nuestra mente, nuestros valores, nuestros intereses y nuestras conductas. En suma, nuestro modo de pensar y de actuar…

    Por otra parte, hoy también conocemos mejor la gran plasticidad de la mente humana, que se acomoda con bastante facilidad al medio, y muchas veces con poco sentido crítico asume valores que en realidad son más bien contra-valores que someten y degradan…

    En esta línea de reflexión -siempre revisable, dada la complejidad del tema- añado un apunte más:

    Cuando leo o escucho algo sobre la libertad, pienso en primer lugar en la LIBERTAD INTERIOR. Ésta me interesa más que las libertades exteriores, algunas más superficiales, aunque también importantes. Por ejemplo la libertad de expresión (a la que siempre pido ética.)

    Y cuando hablo de “libertad interior” hablo de liberación de apegos excesivos que me impiden ser objetivo, hablo de dependencias íntimas o de servidumbres íntimas etc., que son constatables, al menos por uno mismo en su intimidad (aunque para verlas y reconocerlas se necesita ya cierta libertad.) Pues bien, este tipo de libertad o de alienación…, me parece INNEGABLE.

    Y añado que este tipo de libertad es una CONQUISTA -no nacemos libres, como tampoco inteligentes…-, y para desarrollarla es preciso una buena dosis de ASCESIS y de finura cognitiva para poder discernir bien… y optar con acierto.

    Esta es la reflexión que quería aportar. Un saludo cordial a la comunidad atriera, que conocí hace poco tiempo.  Juan

    • Mª Pilar

      Me alegra mucho, encontrarle por estos lares; y afirmo la idea del Libertad = conocimiento interior; sin ellos, apenas podemos llegar siquiera a caminar hacia ese deseo de… ¡SER!

      Un abrazo.
      mª pilar

    • Carmen

      Ve usted? Aunque las personas tengamos muchas ideas en las que no coincidimos, siempre se encuentra alguna en común.
      Me alegro de leerle. A veces me encuentro un poco solica. Siempre apetece que alguien comparta lo que piensas. No es necesario, pero, ya le digo, apetece.
      Hasta la próxima.

    • Asun Poudereux

      Muchas gracias, Juan. Creo que este compartir es muy a tener muy en cuenta. Lo que nos hubiéramos perdido…
      Seguramente todos los atrieros deseamos que se produzcan más reflexiones como estas.
      ¡Feliz semana!

  • oscar varela

    Gracias Isidoro por estos dos últimos Comentarios:

    1- Busca AMANECER

    en un escenario

    2- de CREPÚSCULO

    de la “RAZÓN“.

    …………………..

  • Isidoro García

    Señala Abraham Maslow como “está naciendo una nueva concepción acerca del hombre y de su destino. Y cuando cambia la filosofía del hombre, (su naturaleza, sus objetivos, sus potencialidades, su realización), entonces todo cambia.

         No solo cambia su filosofía política, ética, y su filosofía de la historia, sino también la filosofía de la educación, de la psicoterapia, y del desarrollo personal, la teoría de cómo ayudar a las personas a llegar a ser aquello que pueden y necesitan profundamente llegar a ser”.

    El mismo Maslow, señalaba en su pirámide de las necesidades humanas, todo un abanico de valores, que necesitaba el humano para conseguir su maduración psicológica normal, desde las más básicas de subsistencia hasta unas necesidades más elevadas.

    Y estas necesidades, básicas, (fisiológicas, de seguridad), psicológicas y emocionales, (sociales, de estima y reconocimiento), y de autorrealización, no son escalones rígidos, que no se empiezan a necesitar hasta no haber superado totalmente el escalón inferior.

    Así por ejemplo, unas personas en la más pura hambruna, necesitan un casi 100 % las de subsistencia. Pero cuando van resolviendo poco a poco dicha urgencia, ya empiezan a sentir las necesidades superiores, cada vez en mayor medida.

    Por ejemplo si suponemos esos tres escalones de necesidades en una persona, a lo largo de su proceso de evolución, sus necesidades se podrán representar por un polinomio, en el que paulatinamente, irán disminuyendo el esfuerzo por las necesidades más primarias, e irán aumentando los esfuerzos por las necesidades superiores.

     

    La humanidad actual es muy heterogénea. De los casi ocho mil millones de personas que ya somos, una parte está en situación de mera subsistencia, en la que las necesidades primarias básicas, (comida, agua, techo), ocupan más del ochenta por ciento, (los porcentajes son estimativos), de sus esfuerzos existenciales.

    A esta bolsa de la población humana, el asistencialismo material les es urgente, y una política adecuada es muy necesaria. Porque además se necesita empleo, seguridad personal y de sus propiedades, salud, educación básica, etc.

    Pero luego existen otras amplias capas de la humanidad, en las que aun manteniendo problemas sobre esas necesidades primarias, ya su esfuerzo existencial estimativo, podríamos decir que es menor del 50 %, y ya se van abriendo cada vez más a las necesidades superiores, (amor familiar y sexual, afecto, reconocimiento social, confianza, respeto, y una cierta sensación de éxito o sentido de su vida).

    En los países ya medianamente desarrollados, esas capas que podríamos llamar de clase media, (media-baja, media, y media alta), estas necesidades se sienten muy fuertemente, y el fracaso en satisfacerlas, por poner solo el acento en el dinero y el consumo material, se sufre en forma de endemias y pandemias de crisis psicológicas, con sus corolarios, de adicciones y conductas autodestructivas.

    Los que mejor o peor, han ido superando esas necesidades emocionales, entran ya  más fuertemente en las necesidades de autorrealización, (moralidad, creatividad, afán de aprendizaje, buen discernimiento, con disminución de prejuicios y aceptación de la realidad, lo que conlleva una alta capacidad de resolución de problemas).

     

    Como decía Maslow, en la frase citada al principio, una moderna concepción de la naturaleza del humano, está cambiando todo el panorama de su antropología y psicología, y esto conlleva “una nueva teoría de cómo ayudar a las personas a llegar a ser aquello que pueden y necesitan profundamente llegar a ser”.

    La tarea de ayudar a las personas, propias de la bonhomía de las personas, exige, una flexibilidad, y dar a cada uno lo que necesita, (no vale el “café para todos”).

    Habría que ser como la venta del camino machadiana: “Es bueno el que guarda, cual venta del camino, para el sediento agua, para el borracho vino”.

    En los países en vías de desarrollo y desarrollados, (como España o Hispano América), las necesidades básicas existen en bolsas más o menos grandes, pero cada vez más, las necesidades de auto realización emocional y psicológica son más perentorias.

    Pero los políticos y los sindicalistas, en este mundo cada vez más materialista, parece que piensan que todos los problemas del humano, se resuelven con dinero, (quizás porque los problemas  que se pueden contar con estadísticas son más fáciles de ver, que aquellos problemas emocionales y psicológicos, más difíciles de diagnosticar estadísticamente.

    Estos últimos problemas se reflejan a duras penas, con las cifras de suicidios, (que se ocultan sistemáticamente), el consumo legal de psicotrópicos, antidepresivos y pastillas para dormir, el consumo de alcohol y de drogas ilegales, el número de familias monoparentales, (casi siempre sin el padre), el número de divorcios – fracasos matrimoniales, el número de enfermos mentales en tratamiento, etc. etc.

    Todo ello, refleja para el que lo quiera ver, que existen muchos problemas existenciales y psicológicos, además de los de subsistencia básica. Y el dolor de un deprimido grave, es tan doloroso y respetable como el de un desahuciado. Y me atrevo a decir que para un desahuciado, existe mucha más asistencia y solidaridad familiar y política, que para un angustiado deprimido.

    Por ello reivindico que deberíamos dar más importancia de la que muchas veces le damos, a la problemática de la maduración y auto realización personal, pues no es solo una cosa teórica y abstracta, sino que repercute muy negativamente en la práctica de la felicidad del humano.

    • Isidoro García

      Durante mucho tiempo, una interpretación reduccionista – materialista, (tan al uso), de la supuesta expresión de Jesús, “bienaventurados los pobres de espíritu”, se decía que tenía que referirse necesariamente a “los pobres” a secas.

      Pero, ¿por qué no podemos imaginar, que Je-sús, hablando no solo para los coetáneos, sino para los hombres de todos los tiempos, no se refería a un concepto psicológico y evolucionista de “pobres de espíritu”, que somos todos los humanos?.

      ¿No podría referirse esa pobreza de espíritu, a todas las atrofias, imperfecciones y deformacio-nes que vamos acarreando en nuestra naturale-za individual, (“espíritu”), a lo largo de nuestro respectivo proceso de evolución y maduración personal?.

      Eso significaría que habría dos tipos de pobres: los pobres de recursos materiales, y los pobres de personalidad y de madurez, lo cual somos todos, en mayor o menor medida.

      Y el que todos los pobres de espíritu sea-mos constituyentes del reino de los cielos, no deja de concordar en la idea de que la humani-dad entera somos el Reino de Dios, aun crecien-do y desarrollándose.

    • Mª Pilar

      ¡¡¡Bien, comparto estos pensamientos y deseos!!!

      Gracias Isidoro.
      mª Pilar

    • Iñaki SS

      Reconozco amigo Isidoro que, dentro de mi capacidad de comprensión, tus amplias explicaciones me suenan muy bien. En ese sentido, una vez más, gracias por tu tiempo y por el estilo paciente de tu discurso.
      Cada uno tenemos nuestras obsesiones. Pues bien, una de las mías es el tratar de entender las tremendas desigualdades, tanto materiales, como emocionales y de grados de madurez, entre las personas, en la realidad del día a día. ¿Cómo hacer cuadrar la desigualdad entre personas aparentemente triunfadoras y personas aparentemente desgraciadas, con la deidad impersonal de las Leyes Generales del Universo?. ¿Deificando a toda la Humanidad en su caminar por una eternidad, en la que no hay ni tiempos, ni espacios?.
      En ese presente contínuo de la eternidad, los sucesos concretos y puntuales en un espacio y tienpo determinado , podrían leerse de otra forma. Por ejemplo, el bueno de Julen y cuantos hemos lamentado su muerte, en el reciente accidente malagueño, seguimos estando juntos en la foto estática de la eternidad, cada uno cumpliendo con el rol que nos corresponde. ¿Supone algún tipo de injusticia el sufrimiento que, en distintos grados, estamos padeciendo tanta gente?. Encerrados en nuestros límites de tiempo y espacio, quizá diríamos que sí. ¿Cabe algún consuelo abriéndonos a una eternidad que sugiere, ni más ni menos, que la cosa no termina ni hoy, ni aquí?.
      Buenas noches y disculpas por las divagaciones de alguien relativamente privilegiado.

  • Isidoro García

    Amigo Iñaki, yo muy modestamente, siento que existe un plan definido, un hilo conductor, detrás de todo en el Universo, y con mis hipótesis, solo he pretendido encontrar una hipótesis-teoría de ese plan, que sea lo más coherente posible, en medio de muchas dudas y titubeos.
     
        Decía Ortega que “hay en todo teorizador, sobre todo en su forma prominente, que es el filósofo, una fruición de descifrador de enigmas en que, por lo pronto, pierde el enigma todo el carácter patético que por accidente puede envolver y lo empareja con el jeroglífico, la charada y las palabras cruzadas”.
     
       La cultura auténtica es ir haciéndose uno preguntas y más preguntas, procurando acertar. Atribuía Carlos Prieto, a Confucio (y si no lo dijo, quizás lo pensó), que “en la filosofía, en la vida y en la sauna turca, lo importante es hacer la pregunta correcta”.
     
        Y en la búsqueda de respuestas-hipótesis hay que sintetizar muchos datos, muchos saberes, muchos conocimientos, lo cual es muy difícil de tener, y es muy fácil equivocarse en el proceso.
     
           Max Planck, ponía el ejemplo de Kepler, en contraposición a su coetáneo Tycho Brahe, de esa ansia teorizadora por encontrar sentido a todo y encajar los muchos y caóticos datos disponibles. No nos falta información, lo que nos faltan son sistemas de ordenarlos.
     
       Decía que “lo que mantuvo productivo y lleno de energía a Kepler, en su búsqueda incansable, era la fe profunda que tenía en su propia ciencia, (no fe en poder llegar finalmente a una síntesis aritmética de sus observaciones astronómicas), sino una fe profunda en la existencia de un plan definido detrás de la creación entera”.
     
         “Las iglesias parecen ser incapaces de ofrecer ese enraizamiento espiritual, que mucha gente anda buscando. Y por eso la gente, en medio de un estado de escepticismo generalizado, busca en otras direcciones”.
     
        Pero para eso hay que tener fe en la existencia de ese plan director. “Cualquiera que haya trabajado en un trabajo científico, sabe que a la entrada del templo de la ciencia está escrito sobre su puerta: Necesitas tener fe”.
     
       Y eso hoy día con el tema de una física cuántica muy mal entendida por casi todos los que no son profesionales cualificados del tema, (yo no lo soy), ha entrado en la Ciencia como un virus, con el falso meme de la “incertidumbre”.
     
         Y ayuda mucho al creciente discurso antiintelectual de muchos, que hay que rechazar: No se puede saber nada, no sirve nada, porque todo es caos e incertidumbre. Un sofisma que ha colado muy bien y hace estragos, sobre todo a los que se desenvuelven muy bien en el caos y la confusión.
     
       Decía el mismo Planck, que el proceso de la ciencia consiste en el descubrimiento de un nuevo misterio, cada vez que se piensa haber resuelto alguna cuestión fundamental.
     
       Y lo que está claro es que hoy estamos en escalones mucho más altos, que en el pasado, aunque eso plantee nuevos retos.
     
        El mundo está mal, es verdad. Pero está mucho mejor que en el pasado, en el que no éramos conscientes de muchas de sus miserias, y lo que está claro, es que esos graves problemas no lo resolverán, ni los milagros “de Dios”, (en principio), ni los sermones morales que echemos desde los púlpitos sacros o laicos, sino será desde la Ciencia.
     
       Luego podemos echar toda la demagogia sensiblera y emocional, y la búsqueda de cabezas turco a los que demonizar, para sentirnos todos muy buenos. Pero cuando uno tiene un problema va al médico de la Ciencia.
     

  • M.Luisa

    Cualquier problema que nos planteemos como en este caso el de la libertad requerirá  de explicación que como es sabido  significa algo más  que el  mero tratamiento  estético que nosotros le demos. Los escritos de Arregi siempre los leo con admiración. Su prosa narrativa y su sensibilidad  me cautivan,  sin embargo en todo ello nunca  he dejado de dar por supuesta  la realidad que late bajo ese modo de expresión.  Nunca la he considerado vacía  sino llena de contenido. Y  es a ese contenido no expresivo sino explicativo de la libertad el que ahora   profundiza    Arregi. De ahí que se nos pueda hacer complejo y árido como  cualquier otra cuestión vital que sea  tratada  desde su fondo.

    Me satisface que también  él  al igual como hice yo misma el otro día plantee el tema de la libertad desde el emergentismo. Y es que pienso  que no existe de momento mejor manera para comprender el tema de la libertad más que  en sus dos niveles: el del libre albedrío el cual cabe definirlo como la “libertad para” elegir entre los medios a nuestro alcance  y el de la “libertad de” indiferencia o trascendental  aquel que, como ya dije el otro día,  no se trata de una elección  opcional entre cosas sino  de ceñir esa opción  a la realidad de ellas.

    Se trata de una elección en un horizonte más amplio, el  horizonte de la realidad en el que, por estar en él, la persona va siendo.  Sin él no sería posible la maduración dentro  del campo de la libertad.

    Ese margen, ese ámbito  es el que nos abre al deber. El deber no en el sentido según el cual siempre aquí es entendido como un deber moral. No, no se trata de ningún moralismo.  Deber aquí se ha de entender como   una deuda, un débito, algo pendiente de realizar. Por eso precisamente    no se ha de  considerar la cuestión vista desde el paradigma    newtoniano, distinción que percibe Iñaki   muy adecuadamente,   sino que el “debe” se mueve en otro paradigma: el de la incompletitud (Gödel) de la realidad.

    Con todo, respecto  a la unidad mente/cerebro que según vamos viendo es cosa asignada al    emergentismo, en él  hay que distinguir, pues,   dos niveles: así,  mientras que en el primero las señales neuronales pueden  comportarse como sucesos explicables en términos de física clásica, las conexiones entre las neuronas están controladas  en mecanismos de orden cuántico. El nivel neuronal es una mera sombra de una actividad más profunda.

    • Asun Poudereux

      Gracias, M Luisa, por tu sinceridad y claridad. Te deseo un día completo. Besos.

    • Iñaki SS

      Me encanta tu puntualización, como siempre, M. Luisa. Gracias una vez más.
      Ayer, viendo desde mi butaca a la pobre gente que pretende hacer realidad….su sueño americano…, se me removian las entrañas. ¿En qué nivel de autorealización y madurez está la inmensa mayoría de esta, indiscutiblemente y en general, buena gente? ¿Habría que considerarles los condenados por la LGU?. ¿Tienen alguna válvula de escape que les permite, de algún modo, emerger hacia la felicidad?. ¿Dos mas dos siempre son siempre cuatro al intentar sumar felicidad?.

  • Carmen

    Querido señor Arregi.

    Pera mí, la libertad es tener opción de elegir.

    Y gracias a no sé exactamente qué, considero que en determinadas asuntos, tengo esa opción .

    Quizás no llego a entender en profundidad lo que es la libertad. Pero a veces, solo a veces, la siento. No lo sé explicar mejor. Le prometo que hay momentos , pocos, en que no me sorprendería si me echase a volar y  saltarme todas las leyes físicas, químicas y biológicas.

    Insisto. Me ha gustado mucho su artículo. A lo mejor usted tampoco ha entendido bien lo que es la libertad , pero algo me dice  que , a veces,  se siente libre. Sabe qué le digo? Tenemos suerte.

    Un saludo cordial.

  • Asun Poudereux

    Gracias a todos por vuestras reflexiones.
    La verdad es que se me presentan varias dudas y cuestionamientos  sobre esto de la libertad. No voy a decir mucho más de lo que sigue:
    -¿Y si la libertad no deja de ser un constructo humano que se ha ido interpretando  a voluntad de la persona que se erige poseerla o/ poder  alcanzarla?
    -¿Y si la libertad no es más que la ausencia de condicionamientos egoicos, deseos y postulados?
    -¿Y si la libertad es también el equilibrio bioquímico, que incluye aceptación en su ausencia,  para vivir siendo todo lo que somos y se nos va regalando al alinearnos con la vida?
    -¿Y si la libertad es  plenitud interior resultante del  caminar por la vida de la mano del amor con mayúscula?

    La libertad no creo que se pueda atrapar, la misma palabra lo indica. Y quien crea poder asirla, puede que sea primeramente a sí mismo/a  lo que apresa,  y a quien va encerrando poco a poco en creencias,  y éstas a su vez le impidan ser lo bastante  libre para poder verse y reconocerse en  todo(s) lo(s) demás.  

  • Isidoro García

    Para aclarar la idea de Arregui, sobre la naturaleza auténtica de la libertad, imaginemos, un reparador de aparatos electrónicos, o de coches. Ese señor ante un aparato a reparar no tiene una verdadera libertad de objetivo o de “valor”: debe hacer que funcione el aparato. (De ahí lo que decía yo, hace unos días: ¿libertad, para qué?).

    Y con ese valor a conseguir, el reparador, no tiene mucha libertad de acción: debe encontrar el componente estropeado, y arreglarlo o sustituirlo por uno nuevo.

    Pues lo mismo pasa con el humano. Lo primero es que no tiene mucha libertad axiológica, (sobre la elección de los valores a conseguir). En teoría uno podría pretender valores fuera de nuestro alcance, o perjudiciales, como sufrir, o aprender a volar sin aparatos, o ser como Dios.

    La maduración personal, (consistente en un equilibrio y saneado psicológico, unido a un conocimiento lo más acertado posible de la Realidad), nos ayuda a no caer en la aspiración a valores fuera de nuestras posibilidades, o realmente perjudiciales a la larga.

    Una maduración sin frenos ni interrupciones, ocasiona que solo podemos aspirar y de hecho aspiramos a ser felices, y vivir lo mejor posible. Y sobre todo debemos llevar a término el desarrollo completo de nuestra personalidad, según la naturaleza humana que hemos heredado. No tenemos mucha libertad de elección.

    Una vez aceptado ese valor axiológico, el humano no tiene libertad más que para acertar en los medios para conseguirlo, (reemplazar el tornillo defectuoso). O sea tenemos la libertad de no equivocarnos en los valores escogidos y en los medios para conseguirlos.

    O sea que la libertad en sí misma es un valor secundario. Porque el principal valor a obtener es acertar y no equivocarse. Es bueno que un médico tenga libertad absoluta de dar diagnóstico y remedio a la enfermedad de un enfermo. Pero esa libertad en sí misma solo tiene un valor instrumental y secundario: lo verdaderamente importante es acertar y curar al enfermo.

    • Carmen

      Pues no .
      No se habla de reparaciones.
      Y si se trata de no equivocarse, pues que nos digan lo que tenemos que hacer. Eso es precisamente lo que quieren.
      Pues conmigo lo tienen claro

    • Iñaki SS

      Hola Isidoro
      Se agradecen tus esfuerzos por aclararnos ideas en relación con el enrevesado tema de nuestra libertad personal. En el conjunto de la humanidad, probablemente somos mayoría los que nos enredamos con el tema. A veces recurrimos al pataleo, incapaces de evitarnos la sensación de no entender bien las explicaciones y aclaraciones de quienes, aparentemente al menos, no dejais ningún resquicio para la duda. Debe ser sin duda la ignorancia.
      Al leer, por ejemplo, …en la Realidad (dirigida implacablemente por las Leyes Generales del Universo-LGU), no existe la libertad de que pase cualquier cosa… me suena como a algo encerrado en el paradigma newtoniano. ¿Como interpretarlo abriéndonos al paradigma cuantico, hacia el que se ha ido evolucionando sin salirse de las LGU?. Si en el mundo de la materia inanimada y en el de la biología se han visto cosas cosas raras, (algo así como si dos y dos no siempre son cuatro), ¿qué no puede llegar a pasar , en el super-complejo mundo de la inteligencia?.
      Hablando del bien y del mal, al leer lo de Maslow…las personas maduras y autorrealizadas, aunque con algunos defectos, son siempre buenas paesonas…, también me quedo pensativo.
      Con la LGU de la Simpatia universal, en el mundo de la inteligencia, seguro que la Humanidad irá avanzando hacia la madurez y las personas individualment también, según nos vayamos autorealizando. Siendo esto así, al final de los tiempos todos buenos, libres y felices como auténticas mini-deidades.
      ¿Pero que pasa con los caminantes que estamos, en teoría, a millones de años de ese final?. ¿Por qué, en circunstancias parecidas unas personas maduran y se autorealizan mucho antes que otras?. ¿Todo viene determinado por la naturaleza de cada uno?. ¿Los que han ido aprendiendo a decidir mejor y aciertan en la vida es porque tenía que ser así? ¿O porque han ejercitado la libertad de aprender a decidir mejor y así intentar acertar?. ¿Los que desde ya consideramos maduros y autorealizados han llegado a alguna meta?.
      Disculpas si cuanto he intentado decir, no tiene ni pies ni cabeza. Saludos

  • Carmen

    Bueno, pues decidí leer cosas sobre el libre albedrío. Es un tema muy interesante y por lo visto mås antiguo que el sol. Una pregunta filosófica de esas que se enrocan sobre si mismas.

    Sigo pensando igual, pero ahora sé lo que es el libre albedrío. Pero nunca aceptaré que estamos atrapados hasta tal punto que no tenemos la capacidad de elección. No sé dentro de qué teoría puede encajar este pensamiento. Hay tal gradación en esto del determinismo y el libre albedrío, que me río de las gradaciones cromáticas. Pero en las cromáticas, siempre puede encontrarse un tono de color más. No sé en ésta.

    A veces pienso que el único pensamiento que se acepta como merecedor de analizarlo  y desmenuzarlo hasta sus átomos o moléculas, es el de aquellas personas que por unas causas u otras han podido publicarlo. Y han tenido la suerte de que la comunidad intelectual le ha prestado atención porque han encontrado valía en sus opiniones. No siempre en el momento de su publicación, que va. Es posible que incluso que hayan quemado los textos y a su autor en la hoguera. Pero la magia de los textos que se conservan… siempre se pueden volver a leer y reinterpretar.

    Pero, pero, pero…conozco a personas que jamás han publicado un solo texto y no digamos un solo libro y su análisis de la realidad es espectacular. Quizás porque han leído a estos autores famosos que, en realidad,  se preguntan las mismas cosas de siempre. Igual que estas personas que les digo.

    Intento decir que pese a las opiniones que la comunidad intelectual considera dignas de estudio, hay otras en la sombra que también merece la pena dedicarles un pensamiento, son un nuevo tono en la gradación cromática. Pero claro, al ser desconocidas esas opiniones,  no puedes  reflexionar sobre ellas.

    Pues sucede que por lo visto es cierto, tengo un problema con la autoridad, cosas de familia. Por ello no me importa de quién procede una opinión, porque al final no es más que eso una opinión , eso sí, muy respetada, sin duda porque ese respeto  se lo ha ganado a pulso. Hasta que deje de respetarse, claro. Me interesa la opinión en sí misma.

    Con esto intento decir dos cosas. En primer lugar manifestar mi profundo agradecimiento porque ustedes, con sus comentarios, y por supuesto el artículo de fondo, despiertan mi curiosidad, me hacen pensar e irremediablemente acabo leyendo algo de esos autores que citan. Eternamente agradecida por ello

    Y en segundo lugar, pedirles disculpas por mi osadía al opinar de todo. Pero es debido a ese problema de fondo que tengo con muchos  aspectos de la autoridad.

    Un saludo agradecido a todas las personas de Atrio. Aprendo un montonazo gracias a  ustedes. Directamente y porque me hacen leer y pensar. y

  • Carmen

    Además, considero que la negación de la libertad de elección, es un camino muy peligroso. Mucho. Los abogados defensores estarán encantados. Las víctimas, no lo sé.

  • Carmen

    Soy plenamente consciente de que mi opinión en este tema es absolutame innecesaria, nada fundamentada y a nadie interesa. Bueno, y en otros.

    Pero, me siento libre para decir lo que pienso. Y es que la libertad es esencial para mi.

  • Isidoro García

    El amigo Arregui, con su espléndida prosa, y su sutil análisis, nos dan una segunda oportunidad de reflexión, ante un tema capital, para mí.

    Dice Arregui, que la libertad es ir aprendiendo a elegir mejor, o sea llama libertad a la eficacia, el acierto, y el buen discernimiento.

    En la Realidad, (dirigida implacablemente por las Leyes Generales de Universo), no existe la libertad de que pase cualquier cosa. La vida en el Cosmos no es una tómbola aleatoria. Dos y dos son cuatro, nos guste o no, y si se juntan dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno, da una molécula de agua, y no de whisqui.

    La libertad es seguir las Leyes, (el Tao de los taoístas), y las L.G.U. aplicadas al ser humano o a cualquier ser, son lo que constituye su “naturaleza”, (lo que debe ser, y es cada uno).

    Pero Arregui, asustado por las connotaciones de esto, se contradice y no sigue el razonamiento hasta el final. Como seguimos imbuidos en la naturaleza humana, como mínimo muy sospechosa, cae de nuevo en el moralismo. Y dice:

    “La libertad consiste en ser conscientes –aunque sea parcialmente– de las condiciones que nos determinan, y en saber adoptar una buena decisión, “buena” en el sentido de aquella que nos permita ser más buenos y felices.

             La libertad no consiste en la facultad de elegir entre el bien y el mal sin determinismo, sino en querer y poder obrar el bien estando determinados.

          La libertad consiste, diría San Agustín, en querer el bien y hacerlo porque lo queremos”.

     

    Y vuelve al moralismo de que la libertad es tomar buenas decisiones que nos permita “ser buenos”. Y en el agustiniano “querer “el bien”.     

    Como no se fía de la naturaleza humana, introduce por delante el sentido moral del bien y el mal. Lo considera una causa y no el efecto que es. (Pone el carro por delante de los bueyes).

    Pero como eso le lleva a una vuelta de la burra al trigo de la moralidad-responsabilidad-libre albedrío, retrocede y acierta: “La libertad no consiste en decidir sin condicionamientos que nos determinen, sino en ir aprendiendo a decidir mejor”.

    La libertad es acertar, y luego acertar lo consideramos hacer el bien.

    Aquí, (quizás va a sonar a cinismo o a amoralidad), viene a cuento, lo de que la historia la escribe siempre el vencedor, y que el bien es lo que dice el que tiene la pistola más grande.

    La realidad, nos guste o no, es que en este Universo, (quizás en otro sea distinto), el bien es lo que está de acuerdo con las L.G.U., y el mal, lo que se opone a ellas. El “buenismo”, eso de que hay que ser buenos, fraternos y bondadosos con nuestros congéneres, es un desiderátum apriorístico.

    Suena un poco fuerte, y a muchos no les gustará, pero es porque no han acabado de conocer verdaderamente al Universo.

    Lo maravilloso del presente Universo es que una de sus L.G.U., en el mundo de la Inteligencia, (quizás como extensión de la ley de la gravedad-atracción general de la materia), consiste en la “simpatía” universal, y que por ello una de las características de la inteligencia y del buen desarrollo psicológico, (=la maduración personal), es la bonhomía.

    Eso lo descubrió Maslow, observando y estudiando a una serie de personas maduras y autorrealizadas: la naturaleza del hombre autorrealizado es “deiforme”: el hombre maduro, aunque con algunos defectos, siempre es “buena persona”.

    Y como uno de los atributos que por definición adjudicamos a “Dios”, es el de la libertad, esa “deiformidad” de la naturaleza humana madura, para nosotros incluye también la libertad.

    Pero eso es solo por ponernos una medalla. La realidad, es que como dice Arregui, “ser libres, es realizar cada vez más nuestro ser verdadero”.

    O sea que eso de que somos libres, hay que entender que lo decimos con la boca pequeña, como cuando un casado/a dice a sus amigos/as que es libre de hacer lo que quiera. En realidad lo que quiere decir es que es libre de hacer lo que quiera… su mujer/marido. Una forma de hablar.

    En resumen que basta de tanto moralismo y crítica de costumbres ajenas, (las nuestras las criticamos menos), y vayamos más por el desarrollo y la maduración personal.

           “Mejor que seas realmente cuidadoso, y muy cauto, antes de que concluyas que sabes qué es lo que causa una conducta, especialmente si es una conducta que estas juzgando duramente”. (Robert Sapolsky -neurólogo).

    • Carmen

      Pues para mí, que no se nada ,la libertad es poder elegir. Por lo menos entre dos posibilidades, posturas, ideas…como le quieran llamar.
      El día que entienda que ante nada puedo .
      elegir, entonces no me consideraré libre Mientras tanto, para mí existe la libertad, aunque sea en un grado ínfimo.
      Y desde luego no voy a aceptar que no existe. Para mí sería algo destructivo. Acabaría conmigo.

      Para qué vivir entonces? Para estar predeterminados a actuar de determinada manera?
      Pues mire. Pues no

  • Gonzalo Haya

     
    Siempre he admirado los escritos de Arregi, pero este artículo me resulta un ambiguo equilibrismo filosófico enredado en palabras, que no responden al problema vital que nos planteamos. No me importa lo que los fiósofos definen o describen como el libre albedrío; me importa si podemos mover un dedo entre la red de condicionamientos y podemos apretar el botón de una decisión responsable. Creo que entre las bacterias y los sapiens existe ese salto de cualidad que reconoce Arregi, aunque no sepamos explicarlo, y tengamos que reducir las distancias que orgullosamente hemos establecido. Creo que además de las implicaciones fisico-químicas existe algo que hemos llamado espíritu -en el que se fundamentan los valores, la libertad, la responsabilidad, la ética-, aunque se nos escapa cada vez que tratamos de reducirlo a conceptos.
     

     

    • Carmen

      Pues he entendido que no existirá el libre albedrío, que no es exactamente, pero si tenemos la posibilidad de escoger, por muy condicionados que esté ese misterioso libre albedrío.
      Porque si el libre albedrío fuese , que no lo sé, el que nada nos condicionase, pues es obvio que en el siglo XXI, algo sabemos de los condicionantes. Lo que no sé es ese concepto de qué siglo es.
      Pero capacidad para elegir, por supuesto que tenemos. Desde luego yo la tengo. Otra cosa es que elija una cosa u otra en función de mis intereses. Que me gustaría que no existiesen esos condicionantes? Pues claro.
      Que llega un momento en que mis decisiones me han metido en un jardín del que no puedo salir? También. No puedo pagar el precio de salida porque el asunto se me ha ido de las manos.
      Pero libertad para elegir? la tengo. Absoluta? Pues no. Pero poquito a poco me siento como más libre.
      Claro, el señor Arregi lo expone preciosamente. No sé hablar como él. Ni tengo su autoridad. Pero me encanta ver que pienso igual. O parecido.
      Pues eso

    • Isidoro García

      Quería aclarar que significa cuando digo que el “buenismo” es un deseo apriorístico bienintencionado.
      Como dice Maslow y los psicólogos transpersonales, el humano maduro, como fruto del despliegue de su auténtica naturaleza humana, es fraternal y solidario. Por eso cuanto más nos acercamos a esa maduración humana, mas siente dentro de sí ese sentimiento humanista, fraternal y solidario.
      Por eso lo que quiero decir es que si se siente ese sentimiento humanista, no es porque haya una idea flotando por ahí, con la que conectamos, (un valor universal de “misterioso” origen), sino porque nos proviene de nuestra auténtica naturaleza humana natural, cuando esta se desarrolla y madura correctamente.
      El origen de ese “imperativo categórico”, del que creo hablaba Kant, no es algo que flota por ahí, y con el que unos conectan y otros no, sino está en cada “alma”, o espíritu, (al que se refiere Gonzalo cuando dice que “existe algo que hemos llamado espíritu -en el que se fundamentan los valores, la libertad, la responsabilidad, la ética”).
      Eso que Gonzalo llama espíritu”, es la parte más profunda de nuestra naturaleza genética, (nuestro yo profundo, nuestro Cristo interior, etc.), que ha ido evolucionando poco a poco, emergiendo sucesivamente hasta un estadio cada vez mas “perfecto”.

      • Isidoro García

        Se podrá argüir que es indiferente y solo un problema teórico, saber de dónde proviene ese sentimiento humanista fraternal. Pero es muy importante saber su verdadero origen, para sacarlo más fácilmente, mediante una ascética adecuada.

        Si pretendemos culminar la evolución de la especie humana, (empezando por cada uno de nosotros), hacia un estado “superior”, deberemos dejarnos de sermones morales, (sobre que “debemos” hacer esto o lo otro), y convencernos de que si queremos ser felices y hacer felices a los que tenemos al lado, es fundamental, llevar lo más adelante posible, el proceso de maduración psicológica, y depuración de nuestra cosmovisión de errores conceptuales, que nos acerque lo más posible a la sabiduría personal.

        Y de paso, al tiempo que todos nos hacemos más “sabios”, nos haremos todos más humanos y fraternales.

        (La sabiduría es equivocarse y equivocarse y equivocarse,… pero cada vez menos, y menos, y menos).

        En resumen en palabras de Arregui, se cada vez más “libres”.

  • Carmen

    Gracias.

    Dice usted por mí , lo que yo no sé decir.

    Es como algo mágico.

     

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