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Fiscal es palabra oxítona

Revuelta

Para que se pueda entender bien esta columna de nuestro Alberto, sobre todo si se vive fuera de España, y ver la importancia que tiene lo que con tanta gracia como rotundidad dice, hay que saber que el caso Mercasevilla, como los siguientes de los ERES y los Cursos, fue instrumentado por el PP, con la colaboración de la jueza Alaya, cuando surgieron el caso Gürtel, los papeles de Bárcena y el diluvio de juicios que han seguido y que están en marcha contra políticos del PP y el partido como tal. Así consiguieron que dimitieran dos expresidentes y varios líderos del PSOE y pudieron, cosa que pretenden aún, convencer a la opinión pública (la estrategia dela posverdad a base de insistir) que la corrupción era mayor aún en el otro partido, el PSOE. Pero esa estrategia se les está escurriendo (Ver el confidencial por ejemplo), a medida que los juicios en su contra se van sustanciando. ¿Habrán sido también estos agua vertida en un cesto de mimbre? Nos parece que no. AD.

Cualquier bachiller, de los planes de 1938 o del 1953, sabe que fiscal es palabra oxítona. Para los no bachilleres y los bachilleres que no sean de los planes de 1938 o 1953, aclaro que una palabra oxítona es aquella que tiene la fuerza de voz en la última sílaba. Fiscal es una palabra aguda o oxítona, esto es que su sílaba tónica es la última y no lleva tilde.

La Fiscal de Sevilla ha decidido no recurrir la sentencia del juzgado de lo penal, cuya magistrada, ha declarado inocentes a todos y a cada uno de los acusados en el caso Mercasevilla y ha resuelto que no existían indicios ni pruebas de lo que los fiscales del procedimiento han sostenido a lo largo de diez largos años.

Como fiscal es oxítona ha dejado su última sílaba por encima de la sentencia que ya es firme al no ser recurrida. Vamos que ha intentado echarle un manto al fallo de la sentencia absolutoria.

Los jueces hablan por sus resoluciones. Los fiscales por sus escritos de acusación y sus informes en las salas de justicia. Los fiscales de Sevilla no. Los fiscales de Sevilla son muy suyos.

Corrección procesal es que si la Fiscal de Sevilla considera que el recurso contra la sentencia absolutoria ante un tribunal superior no tiene espacio técnico para prosperar y decide no recurrir, guarde silencio y deje el fallo como última palabra en el proceso, cerrado pues por adquirir firmeza.

Pero los fiscales de Sevilla Publican en prensa y otros medios una filípica contra la sentencia y la tesis de la juzgadora en la que sostienen que sus indicios de nueve años tenían consistencia y deberían haber sido asumidos por Su Señoría.

Ocurre que el sistema judicial español tiene tal fallo que solo deja a los jueces la última palabra y el resto de los operadores jurídicos han de recurrir ante otros jueces. La sentencia absolutoria del caso Mercasevilla, firme desde hoy, les dice a los fiscales que han hecho rematadamente mal su trabajo. Que se han mecido en indicios. Que no han buscado pruebas. Que no han aportado hechos ciertos o comprobables en el plenario. Que han perdido el tiempo y el tiempo ahora los ha perdido a ellos (Shakespeare dixit).

Estos funcionarios del Estado han consumido costosos medios públicos para parir un ratón. Han arrollado la presunción de inocencia de una decena al menos de ciudadanos sin poder demostrar ni un ápice de veracidad en sus farragosas disquisiciones de alambicadas elucubraciones sin base real. La realidad son las pruebas. Las pruebas han de buscarse y llevarlas al tribunal y convencer al juzgador de que son algo más que sombras chinescas de soñadores jurídicos.

Han aceptado junto con la jueza instructora, que se impongan cantidades de euros como responsabilidades económicas a los imputados, gravando sus bienes, destrozando sus haciendas, perjudicando su honor. Y ahora qué? Ahora nada. Son gajes del oficio. La Justicia es ciega. Sus lazarillos pueden beberse la bota haciendo un agujero en el culo del vaso.

¿En nueve años no han tenido tiempo ellos y la magistrada instructora de leerse los folios, comprobar los datos, contrastar las pruebas?. Precisamente eso es lo que ha hecho la juzgadora que ha sentenciado el caso. Ha examinado prueba por prueba, testimonio por testimonio, documento por documento. 393 folios de sentencia. No hay pruebas. Procede la absolución. ¿Qué clase de instrucción es esta? ¿Qué clase de fiscales son estos? ¿En manos de quién están los ciudadanos presuntos inocentes cuando los denuncia un juez excedente metido a político ante otra jueza con la que ha trabajado en el mismo territorio de la Audiencia y con unos fiscales que aportan folios y piden imputaciones, pero no consiguen una sola prueba que un tribunal imparcial pueda admitir como pieza de convicción?

Alberto Revuelta Lucerga
Abogado
Primer director general de Justicia de la Junta de Andalucía.

5 comentarios

  • Antonio Duato

    Tenía razón Miguel Guerrero al señalar ese lapsus de “Mercavalencia”.

    Tanta que me apresuré a rectificarlo en el acto.

    Siempre agradezco esos avisos rectificando mis fallos, en comentarios o por correo electrónico directo.

     

  • ELOY

    Lo que apunta Miguel Guerrero parce estar en este momento corregido, pues en el artículo y su presentación se hace referencia a “Mercasevilla” .

  • Miguel Guerrero

    ¿Es posible que cuando, en la introducción del artículo de Alberto, se habla de Mercavalencia se esté refiriendo a Mercasevilla?

    Valencia ya tiene lo suyo, que no es poco.

  • ELOY

     

    Este artículo debiera ser difundido y comentado por la significación que tiene, de como funcionan en ocasiones las cosas y cual es la imagen que queda en la sociedad de lo acontecido.

     

     

     

  • ELOY

    Bien Alberto. Gracias

    En este menudeo de los hechos encontraremos muchas veces la verdad de los entresijos de la justicia y de la sociedad.

     

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