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Hogares maltrechos, mujeres al rescate

Honorio2El siglo XXI ha diseñado una imagen nueva y unas variantes del hogar clásico del pasado que podrían resumirse en una pérdida de solidez y capacidad protectora hacia sus componentes, y en una sobrecarga para las mujeres que tienen que asumir trabajos agotadores y responsabilidades más estresantes que las del pasado.

Un estudio de los presupuestos de Euskadi para 2017 nos proporciona una visión de estos fenómenos, seguramente aplicable a todas las comunidades autónomas de España y a todo el mundo occidental.

El primer problema, la vivienda. En Euskadi, muchos solicitantes de viviendas sociales en propiedad se han borrado de la lista porque el precio de las mismas está muy por encima de sus posibilidades: el 41,4% de ellos ganan menos de 9.000 euros al año, el 30% tienen contratos temporales, y el 18,3% están en paro. Los compradores de antes se han pasado de la propiedad al alquiler:en 2007 eran solo el 8,3% de los demandantes, en 2017 son el 78,7%.

Mientras tanto el alquiler de la vivienda protegida se ha disparado hasta alcanzar casi el precio de las viviendas de propiedad privada.

Ha crecido el número de solicitantes de más de 40 años hasta un 64%, mientras el 39% de los jóvenes se quedan a vivir con sus padres y solo se independizan el 46%. A los jóvenes no les llega el salario para pagarse una vivienda…

En conclusión, un 90% de necesitados de vivienda no pueden acceder a tener su propio hogar. Y segunda conclusión: la epidemia de desahucios. Desde el comienzo de la crisis hasta hoy se ha llegado en Euskadi a 14.932 desahucios por impago de hipoteca o por impago de alquiler, y los desahuciados arrastran deudas que les afectan a ellos y  a los familiares que les avalaron en su momento.

Laa ONU sugiere que las familias no pueden invertir en pagar la vivienda más del 30% de sus ingresos. El coste que se les exige actualmente supera el 60% de sus ingresos, un tercio de las familias se ve forzado a emplear el total de sus ingresos en el pago de la vivienda. De ahí las crisis de ansiedad, el recorte en el vestido, en alimentación, en enseñanza, en suministros del hogar...la pobreza...

La esperanza de vida se ha prolongado con el avance de la sanidad ostensiblemente, cada vez hay más ancianos a cuidar. Como dos botones de muestra:

  • 1º:  Con relación al total de la población de Euskadi, en 1975 tenían más de 65 años el 8,3% y en 2010 el total de mayores de 65 años comparado con el total de la población de Euskadi era de 19,2%.
  • 2º: Y con relación al total de mayores de 65 años, los mayores de 75 años pasaron del 32% de ellos al 52%, y los mayores de 85 pasaron del 5% al 13%.

Es verdad que se han creado centros de día, hogares de jubilados y otras ayudas, pero lo esencial de los cuidados está en manos de las amas de casa a las que algunos llaman reinas del hogar…
Y algo parecido ocurre con discapacitados, que en un 65% de los casos son cuidados por sus familiares o mediante personas contratadas, porque los servicios sociales no llegan a todos.
Porque entretanto las ayudas públicas a la familia se han recortado entre 2014 y 2017 en un 28%. Consecuencia, las mujeres que realizan las labores del hogar ven sus trabajos multiplicados indefinidamente. Si en el pasado vivieron esclavas del hogar y cerradas en él, en el presente esa esclavitud y esa prisión se ha agudizado ostensiblemente.

 Pasemos a los recién nacidos. Porque solo un 51% de los menores de 3 años tienen plaza en guarderías públicas o privadas. Cada vez son más numerosas las familias monoparentales que dependen de una mujer en el 90% de los casos.

El índice de natalidad es también revelador. Se ha producido un descenso alarmante en la natalidad en Euskadi, uno de los más pronunciados de toda la UE. Hoy nacen en esta comunidad 8 niños/as por cada 1000 habitantes. El nivel hasta ahora se mantenía gracias al alto nivel de natalidad de los emigrantes, pero ya está descendiendo también en este sector; entre los jóvenes nativos de Euskadi un elevado porcentaje de ellos no tienen los hijos que desearían tener por culpa de la precariedad económica.

En buena hora no pocas mujeres y varones deciden libremente renunciar por sus razones a tener familia. Pero en mala hora los jóvenes que desean ser padres y madres tienen que soportar el fracaso de un deseo y una aspiración a prolongarse en hijos. Una más de tantas frustraciones producto de la crisis.

Invito a los atrieros a cotejar los datos de su propio entorno con estos de Euskadi. Dicen que esta comunidad autónoma mantiene un nivel de empleo y de gasto social superior al de otras comunidades españolas. De ser esto cierto, los datos serían más alarmantes en el resto del Estado.

Y quizá hasta tendríamos que rectificar nuestra visión de ese tan cacareado progreso en la liberación de la mujer. A la luz de estos datos, quizá ese avance es menor, o más bien de signo negativo.

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