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Sueños lúcidos y sueños cercanos a la muerte

Isidoro

Rincón de soñar (11)

“Soñar despierto es una gozada, pero despertar sueños en otros, es otro nivel”. (Twiter).

  • El mundo onírico es ya de por sí, un mundo misterioso. La psicología ha establecido que los sueños son fruto de la actividad inconsciente e involuntaria que realiza la mente, durante el periodo de sueño, especialmente con elementos que se tienen en la memoria.

Soñamos con los recuerdos que viajan de una región a otra del cerebro antes de quedar almacenados. Por eso se sueña muchas veces con personas o sucesos que nos han sucedido recientemente.

Vienen ensamblados en un relato con estructura y lenguaje simbólicos, que es el “idioma” del inconsciente.

Pero hay una serie de sueños, muy excepcionales, que tienen unas características distintas. Pues por una parte, incluso personas que no suelen recordar sus sueños, éstos los recuerdan bastante bien con todos sus detalles. Y en ellos el soñador es consciente de estar soñando, y puede tomar decisiones en él.

Por otra parte se suelen repetir con el mismo formato varias veces. Y por otra parte, suelen venir acompañados con sensaciones emocionales fuertes, muy agradables, nunca sentidos en los sueños normales.

Y por otra parte, y muy fundamental en el tema, los sueños lúcidos suelen ser cognitivos, y venir acompañados, con la intuición clara de su significado, que suele ser algún tema espiritual o de alta importancia para la filosofía de la vida del soñador.

Estos suelen ser sueños inspirativos de realidades paralelas y misteriosas, que muchas veces tienen una eficacia transformadora. Se les podría asociar a “iluminaciones” o “satoris”, oníricos.

 

  • Hay casos particulares que se vienen repitiendo habitualmente, como es el caso de los sueños lúcidos de personas cercanas a la muerte, que no tienen nada que ver con las E.C.M., (Experiencias cerca de la muerte).

En varias Unidades de Cuidados Paliativos de hospitales, se han hecho estudios sobre los “fenómenos en el lecho de muerte”. Muchos pacientes terminales informaron de algún tipo de ensoñación especial, especialmente vívida, incluso aquellas personas que, generalmente, no solían recordar los sueños.

Según Miguel Ayuso, recogiendo información de revistas médicas especializadas, “estos sueños, visiones y/o alucinaciones aparecen en los meses, semanas y días previos a la muerte de una persona y se intensifican cuando se acerca ésta”.

“En su mayoría se trata de sueños reconfortantes, que encajan en un puñado de categorías concretas: encuentros con personas ya fallecidas, seres queridos “esperando”, resolución de asuntos pendientes y preparativos para un viaje.

El amor y el perdón son temáticas recurrentes, y muchos de los moribundos son tranquilizados por haber sido buenos padres, hijos o trabajadores. Aunque cerca del 20% de los participantes en el estudio sufrieron ensoñaciones desagradables, por lo general viejos traumas que resurgían con intensidad al final de sus vidas”.

En muchos de ellos, un antiguo conocido muerto ya, se dirige a ellos preparándoles para su próximo futuro.

Tore Nielsen, director del Dream and Nightmare Laboratory de la Universidad de Montreal, ha sugerido que los sueños de los moribundos expresan emociones que se han ido acumulando a lo largo de la vida y que resurgen con fuerza al final de ésta.

Según los investigadores estos fenómenos son muy comunes, pero los médicos no suelen hablar de ellos pues no saben cómo explicarlos. La explicación aparentemente más lógica es que muchos enfermos sufren delirios, que pueden afectar hasta el 85% de las personas hospitalizadas en los últimos días de vida.

Pero no solo se suelen dar este tipo de sueños, sino que también se dan en etapas de vigilia, visiones de familiares muertos, con mensajes generalmente tranquilizadores. Estas “visiones delirantes”, suelen venir acompañadas comúnmente con lúcidas conversaciones con una narrativa coherente y organizada.

Estos fenómenos podrían ser explicados como meros fenómenos patológicos, fruto de la medicación y de las metástasis cerebrales o los cambios en la química corporal propios de los pacientes terminales.

Pero eso no excluye la posibilidad de que sean en parte una manifestación del mundo espiritual, aprovechando la bajada de la barrera represiva habitual de la mente consciente, hacia los contenidos del subconsciente.

3 comentarios

  • oscar varela

    Hola!

    Tal vez a los “sueños” se los podría comprender como un estado sonambúlico de la capa exterior del cerebro (neocortex) reflejando las caricias y/o patadas que caóticamente bullen en las otras dos capas básico-anteriores (límbico y reptílico).

    Los humanos, en este asunto de los “sueños”, nos diferenciaríamos por las distintas permeabilidades de esas capas fronterizas.

    Pienso que sobre esas “fronteras” se puede “laborar”; p.e. meditando, ascetizando, concentrándo atenciones, emperrándose, etc.

    Tambien -y es lo que parece estar más vulgarizado-, viendo Programas de TV, sobre todo antes de acostarse ¿no?

    ¡Sigamos todavía! – Óscar.

  • oscar varela

    Hola!

    Leo:

    – “los sueños lúcidos suelen ser:

    * cognitivos,

    * venir acompañados,

    * con claro significado,

    * de tema espiritual,

    * de alta importancia para la filosofía de la vida del soñador”-

    POR EJEMPLO (el del tanguito imprescindible sintetizando lo de tantísimos “pibes” -antes y después de Diego Armando Maradona):

    EL SUEÑO DEL PIBE

    ¡Vamos todavía! – Óscar.

  • Isidoro García

    En una biografía de Jung se describen algunas experiencias extrañas que tuvo: “En octubre de 1913, encontrándose en el tren que le llevaba de Zurich a Schaffhausen, le sucedió a Jung, este extraño hecho: una vez en el túnel, pierde la conciencia de tiempo y de lugar, y despierta al cabo de una hora oyendo anunciar al conductor la llegada a Schaffhausen.

    Durante todo ese tiempo fue víctima de una alucinación, de un “sueño de vigilia”: veía el mapa de Europa y veía como el mar la iba cubriendo país por país empezando por Francia y Alemania. Todo el tiempo después todo el continente se encontraba bajo el agua, a excepción de Suiza que era como una montaña muy alta que las olas no podían sumergir.

    Jung se veía sentado sobre la montaña. Y al mirar mejor alrededor de él, se dio cuenta de que el mar era sangre: comenzó a distinguir sobre las olas los cadáveres, los tejados de las casas, vigas medio quemadas…

    Tres meses más tarde, en diciembre de 1913, se repite el mismo “sueño de vigilia” a la entrada del mismo túnel. (“Era como una inmersión en el inconsciente colectivo”, comprendería más tarde). El joven psiquiatra se preocupa. Se pregunta si no estará “haciendo una esquizofrenia”.

    Finalmente algunos meses más tarde sueña lo siguiente: se encuentra con un amigo, durante el verano, en los mares del sur, cerca de Sumatra. Por los periódicos se enteran de que Europa ha sido invadida por una ola de frío terrible como jamás antes se había conocido.

    Jung decide partir a Batavia, (la actual Yakarta, en Indonesia), y embarcarse para regresar a Europa. Su amigo le dice que viajará en un velero de Sumatra hasta Hadramaout y que luego continuará su camino por Arabia y Turquía. Jung llega a Suiza, y solo ve nieve. Una viña inmensa se eleva en algún lugar con muchos racimos. Se acerca y se pone a coger racimos distribuyéndoles entre desconocidos que le rodean pero que no puede ver…

    Dice Jung: “-A su tercera repetición el sueño llegó a inquietarme en el más alto grado. Justamente preparaba una comunicación sobre la esquizofrenia para el congreso de Aberdeen y me decía: “¡Hablaré de mí mismo! Probablemente me volveré loco después de la lectura de la comunicación…”.

    El congreso tenía lugar en julio de 1914: exactamente en el periodo en el que en mis tres sueños me veía en los mares del sur. El 31 de julio, inmediatamente después de mi conferencia, me enteré por los diarios de que la guerra acababa de estallar. ¡Por fin comprendía! Había comprendido que mis sueños y visiones procedían del subsuelo del inconsciente colectivo”.

    Poco tiempo después Jung tuvo la alegría de recibir una segunda confirmación a su sueño. Los diarios no tardaron en hablar de las aventuras del capitán de barco alemán Von Mücke, que en un velero había recorrido los mares del sur desde Sumatra hasta Hadramaout, y después se había refugiado en Arabia para alcanzar desde allí Turquía.

    (Del libro “El vuelo mágico”, de Mircea Eliade, Ed. Siruela).

     

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