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No hay nada que hacer. Basta con SER

Troyano

Creo que las propuestas de Luis, sobre todo cuando habla de lo que va descubriendo por su experiencia más de lo que dicen ocultos escritos y grupos esotéricos a los que no quiero que publicite ATRIO, nos interesa mucho y a muchos y muchas. Y nos invita a dialogar sobre maneras de entender el Misterio, rumiando experiencias propias y ajenas. AD.

El enunciado del título requiere una rápida explicación:

Desde mi humilde opinión. Solo debemos centrarnos en SER. ¿Por qué? Porque siendo, el hacer se hace sin esfuerzo.

Según los gnósticos, el mundo es obra del Demiurgo. Pues bien, ese Demiurgo es el responsable del mundo. Nosotros solo somos granos de arena en el desierto. Como tales hemos de responder.

Los revolucionarios comunistas y los filocomunistas, como he sido yo mismo, cargamos sobre nuestras espaldas la salvación del mundo. Era una exigencia que nos imponíamos y que teníamos clavada en el alma, como un aguijón. Y queríamos la revolución, desde el hacer. Y competíamos sobre quien era más radicalmente revolucionario.

Algo similar les ocurre a los cristianos con los pobres. Los quieren redimir de su pobreza. Los pobres “son suyos”. Y para el cristiano la riqueza está mal vista. Cuando lo ideal es que no fuese pobre nadie. Ni que nadie fuese muy muy rico. En el término medio está la virtud. La anomalía es la pobreza. Lo que hemos de universalizar es la riqueza que permita una vida digna. Ya sé que cualquier cristiano estará de acuerdo con esto que digo, pero creo que el cristianismo “progresista” ensalza demasiado la pobreza y poco la riqueza. Y una vida plena, de acuerdo a las coordenadas del espíritu, es rica y abundante. En todo.

¿Qué entiendo por SER? Entiendo que transformándonos nosotros individualmente a mejor, se transforma el mundo automáticamente a mejor. Ser lo identifico con revolución en nuestro interior.

Estamos inmersos en el materialismo. En una mayor parte del planeta. No vemos hasta donde es nuestro desvarío, porque ni referentes de contraste tenemos. Para nosotros el materialismo es como el agua para el pez.

Todo en nosotros es volcarnos hacia afuera. Nuestro interior lo dejamos como un páramo silvestre. Cuando lo tendríamos que tener como un cuidado jardín.

Materialismo es reducción de la realidad, es descuidar la parte que es fundamental, la mente. Y como somos salvajes mentales, el mundo se convierte en un lugar infernalmente atroz.

Si cuidamos la mente y hacemos de ella un jardín Zen, ese jardín Zen se materializará en el mundo. A esto me refiero con SER. Según pensamos, así actuamos. Y así conformamos el mundo. Solo siendo nos lanzamos a la corriente del rio de la vida, hacia el gran Océano, con un flotador necesario. Se llama.  La ley del Kosmos –la ley del amor–. (Esto hoy lo dicen los científicos). Como nos abandonamos a su corriente del rio, nada nos cuesta,  flotamos sin esfuerzo y, si trabajamos, lo hacemos sin sufrimiento ni dolor, porque esto, el trabajar, es lo que nos pide el SER.

Por trabajar nos pagan, porque sufrimos trabajando. Pero… ¿Y si nos pagaran, por hacer lo que nos gusta?.

Solo siendo, nunca “machacamos en hierro frio”. El Kosmos nos ayuda en nuestra tarea.

Esto que digo, cualquiera lo puede conseguir, estamos todos invitados por el Gran Misterio a SER. Para unos es un largo camino, para otros un camino corto. Conseguimos el no hacer y el solo SER. Dando el primer paso en la dirección deseada, la vida hace el resto, la vida nos guía en el camino. El camino es el espiritual.

El “agua del pez materialista” es la horizontalidad, en el mundo, sin tener en cuenta la verticalidad. Es tener los ojos puestos en la tierra. Y lo más vertical que concibe el materialista es la pirámide jerárquica. En todos los órdenes. En el social, el político, el económico, etc… Es decir: yo estoy más arriba que los demás, porque tengo más dinero o porque desempeño un trabajo más importante, y así un largo etcétera.

La “gloria” del mundo, es un engaño para inmaduros, presos en su ego.

Esa, la pesada pirámide terrenal, no es ni mucho menos la jerarquía del Kosmos. Esta jerarquía está basada en resonancias. Según vibremos, así estaremos más evolucionados y felices, o menos. A más alta y sutil vibración, más felicidad. Y ¿qué es lo que buscamos todos? Ser más felices ¿no? Pues bueno, no lo somos porque estamos extraviados, en el denso materialismo.

Verticalidad es captar los rayos del Sol, de la luz, almacenarlos en nuestro interior y reflejarlos en todas direcciones como si fuésemos espejos, alumbrando a amigos y enemigos. Y esto nos hace felices del todo. Pero para ello debemos levantar la vista de la Tierra.

Un amigo mío argentino, Eduardo Ontiveros, psicoterapeuta él, nos dice que, el mundo es un “loquero” organizado. Porque todos andamos buscando la felicidad haciendo mil locuras y, sin encontrarla, porque, repito, estamos extraviados.

Los astronautas después de sus viajes volvían enfermos. Y es porque se apartaban de la resonancia de la Madre Tierra, la resonancia descubierta por el  Dr. Schumann. Nosotros nos destruimos los unos a los otros, porque nos falta estar en resonancia, en armonía, con la Tierra y con el Padre Sol. Por eso hacemos de la Tierra un “loquero”.

Lo peor es que lo “políticamente correcto” hoy día es ignorar la religión. Me parece muy bien. Pero es que esa indiferencia se hace extensible a la palabra “espiritualidad”. Si alguien quiere “vender” algo espiritual, que ni nombre esa palabra. Tanto se ha abusado y manipulado lo concerniente a las dos palabras: religión y espiritualidad.

Y falta otra palabra “comodín” para todo: la palabra “Dios”. Yo por ello, me desmarco, y a Dios, le doy el nombre de Gran Misterio, como mis amigos Lakota, (nativos americanos).

Aquí en al menos Occidente, ha pasado lo siguiente: la razón ilustrada, no distinguía entre religión y espiritualidad. Y como la religión era opiácea y falsa, erigió un sólido muro de separación. Ese muro se llamo materialismo. Pero “vaciaron el agua de la bañera, con el niño dentro”. “De aquellos polvos, estos lodos”.

Todo lo que se hace desde la horizontalidad, con la vista puesta en la Tierra, sin contemplar la verticalidad espiritual, degenera, porque empieza mal, porque repito que el materialismo es un reduccionismo de la realidad. ¿Queréis ejemplos?

El comunismo, el socialismo, el liberalismo. Ya no digamos, los fascismos. Y la democracia moderna, La religión jerárquica organizada, que vende “humo”, y cobra por ello, la economía, que empobrece a los muchos y enriquece a los pocos, la medicina y las farmacéuticas, que eternizan la enfermedad, la política que degenera en corrupción. En fin…, ¿Todo…? Pues sí, todo lo que se hace sin valores éticos, que se consiguen con la autentica espiritualidad.

Resumiendo, humildemente recomendaría: haz lo que te salga del alma, lo que te “pete”, y así ayudaras verdaderamente a hacer un mundo mejor. Pero eso sí, desde el amor. ¿Quien dijo? “Ama y haz lo que quieras”…

Luís Troyano Cobo

(Kosmos, según ken Wilber)

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