Si las cosas ocurrieran como debería, la revelación de que el Servicio Ejecutivo de Prevención del Blanqueo de Capitales (Sepblac) investiga a 705 políticos y altos funcionarios, entre ellos Rodrigo Rato, debería eliminar definitivamente de la escena a buena parte del colectivo que ha controlado el poder político español desde hace décadas. Por el momento no hay muchos datos. En las últimas horas da incluso la impresión de que alguien ha ordenado el silencio absoluto sobre el asunto tras las filtraciones iniciales. Pero con el paso de los días se irán conociendo más cosas, más nombres. Aunque con lo que ya se sabe parece claro que este escándalo va a dejar pequeño al de las tarjetas black de Bankia.

A falta de nuevas informaciones, hay rumores de todo tipo. Se dice que en la lista de los 705 hay políticos de los dos grandes partidos, aunque los vinculados al PP son mayoría. Se ha dicho incluso que José María Aznar está en la misma. Pero la pregunta que domina el ambiente es si el Gobierno permitirá que los hechos se conozcan al ritmo que los investigadores vayan concretándolos o si, por el contrario, los imperativos de las campañas electorales en curso harán que se oculten sin recato.

La experiencia del caso Gürtel indica que eso puede ocurrir. Porque se ha hecho de todo para retrasar su fase conclusiva hasta después de las generales. Hasta echar al juez Baltasar Garzón de la carrera judicial y alejar a su colega Pablo Ruz del asunto. Un bloqueo informativo bien coordinado desde la Moncloa, cada vez más eficaz en este tipo de tareas, puede coadyuvar mucho al empeño.

Como con Bárcenas

Después de  que Luis Bárcenas hiciera saber que los altos cargos del PP, entre ellos Mariano Rajoy, cobraban sobresueldos en negro, el que llegue a saberse que muchos de sus cuadros y dirigentes blanqueaban dinero, de procedencia posiblemente ilegal en muchos casos, puede ser la puntilla para el hasta hace poco único partido de la derecha española. Porque la corrupción, la que hasta ahora se conocía, es la causa fundamental de que millones de electores se hayan alejado de sus filas. Un nuevo escándalo podría añadir nuevas defecciones masivas y provocar una fuerte derrota electoral del PP.

Al partido de Rajoy le convendría que Rato cargara con todo el escarnio popular. Como ha tratado de hacer con Bárcenas. Pero seguramente eso ya es muy difícil, porque Rato no está solo en el escándalo sino con otros 704 personajes excelentes. Y porque quien fue designado «mejor ministro de Economía de la democracia» -por Aznar, por cierto- no va a prestarse fácilmente a desempeñar ese papel. Cabe recordar en ese sentido que aunque sobre él recaigan tremendas acusaciones por su gestión en Bankia, sigue conservando el carnet del PP, que tiene desde su fundación. Y si el partido, para salvarse, decide ponerse en su contra, Rato puede hacer mucho daño. Porque sabe prácticamente todo lo que ha pasado en el PP, y en AP, desde hace casi 40 años.