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El Evangelio de la familia

Honorio2

    • Sobre ese nuevo cuestionario del Sínodo, quizá con un lenguaje mucho más rebuscado y alejado de la forma de hablar de los humanos de este siglo, se me ha ocurrido redactar esta separata sobre el dichoso Evangelio de la Familia, que para mi entender es un auténtico “gato por liebre” precocinado a gusto de los egregios Padres Sinodales del ala más conservadora.

El texto del Sínodo de la familia, en sus fase actual, usa y quizá abusa del concepto de Evangelio de la Familia sin precisar su mensaje y las fuentes de la Escritura donde se puede encontrar. Aunque profano en esta materia, me atrevo a aventurar un borrador o un guión que nos guíe en la búsqueda del mensaje o evangelio de la familia.

El primer texto bíblico sobre la familia aparece en el Génesis, en la historia del Paraíso. “Serán dos en una sola carne”, palabras que luego recoge Jesús en una respuesta a los doctores de la Ley.

Seguidamente, la Biblia nos ofrece figuras de mujeres esposas y madres de familia en una sucesión que tal vez podría revelarnos en su conjunto la idea que se nos quiere transmitir sobre lo que debe ser la familia.

Eva, la familia de Noé en la que no aparece la figura de la mujer, Sara, esposa de Abraham, Agar, su esclava y madre del Islam, la mujer de Lot, Raquel, esposa de Jacob, María, hermana de Moisés… Israel se instala en Palestina y aparecen Betsabé, la Reina de Sabá, la Esposa del Cantar de los Cantares, la Mujer fuerte del Libro de la Sabiduría, Judit la ejecutora de Holofernes y vencedora del ejército asirio, la viuda que socorrió a Elías, la impía reina Jezabel, la dulce y seductora reina Ester, la Virgen del profeta Isaías que concebirá y parirá a un Niño cuyo nombre será Enmanuel, la Prostituta de Ezequiel o de Oseas.. Ejemplo de familia, Noemí y Rut, las espigadoras. Y a título de código sexual, los preceptos sobre el onanismo y demás…

Todo un elenco de matriarcas o se prefieren ustedes madres a secas, ejes de un hogar, junto a mujeres que se echan a la espalda la suerte de Israel y se juegan la vida en el empeño, lejosde los placeeres y dolores del hogar y de la maternidad.

El evangelio se abre con María Madre de Jesús unida en una pareja extraña con José, con los conflictos anexos a esa situación extraña…Isabel, la madre del Bautista, y luego las Mujeres que acompañaban a Jesús,  Salomé y su hija, en la corte de Herodes, la Magdalena, Marta y María, la Hemorroísa, la cananea, la Samaritana, la Adúltera, la madre de los hijos de Zebedeo, la suegra de Pedro, la hija de Jairo a quien resucitó con el Talita kumi ….

Hay un rol de todas estas mujeres en el primer núcleo de la iglesia en torno a Jesús vivo, a su crucifixión, y a su resurrección. El cual rol no sé hasta qué punto se puede compaginar con la dedicación a la familia, el amor conyugal y la procreación…

¿Cómo interpretar esta sucesión de figuras en algunos aspectos tan contradictorias, esas maneras tan diferentes de ser mujeres, de ser madres, o renunciar a serlo para matar a Holofernes y salvar a Israel,  de ser esposas o no serlo? ¿Qué dedicación a la procreación y la fecundidad adjudicaremos a la Mgdalena, a Marta y María, a las que vemos centradas en una actitud de servicio amoroso a Jesús? ¿Acaso da pie todo este desfile de figuras para pontificar que los elementos constitutivos de la familia son la unidad, la indisolubilidad y la apertura a la procreación?. Me parece un poco difícil llegar a esta conclusión.

No sé si se puede sacar alguna conclusión teológica de los escritos de San Pablo. Lo de que “las mujeres se callen en la iglesia” y  demás textos sobre la mujer que por supuesto marcan la visión de la familia que tenía Pablo no parece muy orientador de cara a elaborar un Evangelio de la Familia.

En todo caso, tanto en lo que se refiere al Antiguo Testamento como al Nuevo, cabría quizá aventurar que habría que hacer una lectura de todos los textos muy condicionada por el contexto histórico en que se relatan los hechos, y por las personas a las que se dirigen las palabras de Jesús.

¿Es seguro que cuando Jesús dijo a la Adúltera Vete y no peques más, dio por supuesto que aquella mujer había pecado, y que el consejo de no pecar más se refería a no volver a acostarse con quien no fuese su marido y seguir cohabitando con su marido? La respuesta de Jesús a los doctores de la Ley con aquello de “serán dos en una sola carne… lo que Dios ha unido el hombre no lo separe” ¿quiere decir que el matrimonio es indisoluble con todos las consecuencias que esta tesis conlleva relativas al divorcio, etc. etc.?¿O tal vez Jesús se adapta a las tesis de los Doctores de la Ley sin comprometerse él mismo, como hizo con lo de pagar tributo al César o no?

O bien, ¿cuándo Jesús o algún texto de la Biblia dicen que el  “Creced y multiplicaos” obliga a todo hombre y mujer que yacen juntos a aceptar los hijos que se generen en esas uniones? ¿Estamos seguros de que Dios condena el acto sexual como pura expresión de afecto si en ese acto sexual se excluye la procreación?

Naturalmente, este perfil de mujer del Evangelio de la Familia no tiene demasiados parecidos con la mujer de las culturas y religiones de la India, o de África, o de América. Quizá resulta un poco difícil encajar estas figuras de la mujer y de la familia de corte occidental indoeuropeo a esas otras culturas y religiones, lo cual nos aconsejaría aceptar puntos de vista diferentes sobre la Familia, y a otros “evangelios” con otros contenidos, y a un diálogo  en el respeto mutuo.

El Evangelio de la Familia se propone en el texto provisional del Sínodo como pieza esencial, piedra angular y cimiento inamovible de toda la teología de la familia.

Por eso, en la medida en que este evangelio es vaporoso, indefinido, vago, fabricado en función y con el objetivo de justificar “NUESTRA” visión y filosofía y sociología de la familia, que es curiosamente la que cuadra con la cultura europea “cuasimedieval” toda la estructura del borrador inicial del Sínodo sobre la Familia podría parecer asentada sobre arena.

Nuestra respuesta tendría que combinar sabiamente el respeto a la función magisterial de la Jerarquía con el vaciamiento a fondo de todas las adherencias que han dejado en nuestro evangelio de la familia veinte siglos de catolicismo aliado con el poder, de Enriques VIIIs y Felipes IIs, de culturas y modas culturales sucesivas, y junto con una revisión del pasado una “puesta al día ” de nuestro patrimonio a la hora del siglo XXI.

Confieso que no soy muy experto en la materia, lo he dicho y lo repito. No me atrevo a afirmar, planteo interrogantes. Quizá alguien me podría sacar de mis oscuridades.

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