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Rajoy, Mas y Ardanza

Honorio2En este forcejeo, pulso, mano a mano que se traen Mariano Rajoy y Artur Mas, que si referendum, que si consulta, que si Constitución, un tal José Antonio Ardanza, exlehendakari vasco, se ha tomado la libertad de echar su tercio a espadas con una fórmula que trasciende a los dos, algo así como una síntesis frente a la tesis del independentismo catalán o vasco, tanto da, y la antítesis del españolismo.

En una ponencia que ha presentado al parlamento de Vitoria que estudia un nuevo estatus de autogobierno para Euskadi, Ardanza tiene su diagnóstico: se enfrentan dentro de Euskadi un sentimiento identitario absolutamente diferenciado “abertzale” que sueña con un País vasco independiente, frente a otro sentimiento de un sector de la población vasca que se siente vasca pero también española. Todos sabemos cuán español se sentía el quijotesco, recio y correoso vasco Don Miguel de Unamuno. Y en opinión de Ardanza ocurre lo mismo en Cataluña, un sector de población se siente catalán y no español, y otro se siente catalán pero al mismo tiempo español.

De momento, nada nuevo. Pero Ardanza cree que es un error y un callejón sin salida que uno de estos dos sectores, el españolista y el abertzale o catalanista, pretendan imponer su postura y su fórmula en un enfrentamiento por obtener la mayoría frente al sector de población que opina de otra manera…

Y este enfrentamiento entre estas dos identidades y sentimientos no puede solucionarse mediante una ley o una nueva Constitución, solo hay una fórmula para superarlo: que ambas identidades y sentimientos lleguen a un acuerdo o consenso.

“Resolver esa dualidad es algo muy difícil; por mucha ley y mucha Constitución que se impongan no se logrará que quienes así lo sienten renuncien a Euskadi como su patria y nación”, dice Ardanza. Y aunque no lo dice explícitamente, cabe suponer que cree también que por mucha Ley y Constitución que se impongan no se logrará que los vascos que se sienten españoles renuncien a sentirse vascos y españoles.

Se precisa un nuevo pacto de convivencia, añade Ardanza; este pacto no debe basarse en el juego de mayorías, que nos plantearía el difícil debate de determinar cuál es la mayoría legitimada para decidir sobre el contencioso vasco. Y lo mismo podría decirse del contencioso catalán. Y aquí está el callejón sin salida, que hace imposible cualquier solución, y que quizá exige una solución nueva que hasta ahora no se ha intentado.

Para José Antonio Ardanza, la solución vasca reside en el País Vasco: “no me pueden pedir que una soberanía ajena se imponga a la mía…luego la única solución es un pacto entre diferentes…un acuerdo así es la única forma de garantizar la convivencia de una sociedad tan compleja como la vasca; sin pacto no habrá solución.

Y esa solución, ese pacto, deberá materializarse mediante la búsqueda de un entendimiento interno en Euskadi, para posteriormente trasladar ese acuerdo a las instituciones del Estado y pedir que lo respeten, evitando el cepillado al que fue sometido el Estatuto de Cataluña en las Cortes Generales.

Es lo nuevo en el tratamiento del problema vasco y catalán. Partir de un acuerdo entre los catalanistas y españolistas concebido y parido en Cataluña, de un pacto entre abertzales y españolistas concebido y parido en Euskadi. Algo que no han contemplado anteriormente ni Ibarretxe ni Artur Más, ni los sucesivos gobiernos de Madrid, al parecer. Porque el uno y el otro pensaban más bien que una mayoría de ciudadanos de un mismo país impusiese su proyecto a la otra.

José Antonio Ardanza advirtió, tras presentar su propuesta, que la situación de impasse en que nos encontramos podría empeorar: Si a partir de ahí no podemos convivir porque alguien quiere imponer o impedir, entonces es cuando las circunstancias se van a agravar”.

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