Reunido en el Vaticano el Sínodo para reflexionar y formular propuestas sobre la familia y otras formas de convivencia en pareja, se ha presentado la Relatio post disceptationem. Después de leerla no he podido por menos que recordar a Borges, que con más de ochenta años y ciego visitó con su mujer Egipto, lanzó al aire un puñado de arena y relatando la aventura, dejó escrito: “Estoy modificando el Sahara”.
Con respeto a los sinodales laicos y clérigos, no puedo menos que decirme:
1) la sociedad sigue su camino instituyendo nuevas formas de convivencia sin importarle el CIC ni lo que piensen y digan los sinodales incluido el señor Papa;
2) la Iglesia Católica carece de poder para dirigir el proceso de las familias basadas en distintas firmas de convivencia;
3) Constantino no puede hacer cumplir a sus prefectos los acuerdos de los concilios episcopales de la Iglesia y de eso hemos tenido muestra en nuestro país a propósito de la ley reformanda sobre el aborto;
4) la posición de unos célibes sin cargas familiares, que viven económicamente de los católicos o de las inversiones financieras de sus iglesias o del Vaticano y que desde esas poltronas se dedican a poner cargas sobre los demás sin poderlas llevar ellos por principio, es una debilitada instancia que aleja a los cristianos de sus postulados y a los no creyentes les disuade de interesarse por la fe.
Me parece más inteligente, más eficiente, más acorde con las actitudes del Señor las que tomo de ” Las sentencias de los Padres del Desierto (siglos IV y V). Colección sistemática, cap. 9 “:
«¡Ay de vosotros que abrumáis a la gente con cargas insoportables!»
- – Un hermano que había pecado fue echado de la iglesia por el presbítero; y ‘abba’ Besarión se levantó y salió con él diciendo: «Yo también soy un pecador»…
- – Una vez, en Scete, un hermano cometió una falta. Tuvieron consejo y decidieron convocar al ‘abba’ Moisés. Pero éste no quiso ir. Entonces el presbítero envió a alguno a decirle: «Ven, que todos te esperamos». Se levantó y se fue con una cesta agujereada que llenó de arena y se la cargó a su espalda, y la llevó así. Los demás, que habían salido a su encuentro, le dijeron: «¿Qué es esto, padre?» El anciano dijo: «Mis faltas se van cayendo detrás de mí y yo no las veo; y yo ¿he venido hoy a juzgar las faltas de otro?» Al escuchar estas palabras no dijeron nada al hermano, sino que lo perdonaron.
- – ‘Abba’ José preguntó a ‘abba’ Poemen,: «Dime cómo llegar a ser monje!». El anciano le respondió: «Si quieres tener paz aquí y en el mundo futuro, di en toda ocasión: Yo, ¿quién soy? Y no juzgues a nadie».
- – Un hermano preguntó al mismo ‘abba’ Poemen, diciéndole: «Si veo una falta en mi hermano, ¿está bien esconderla?» El anciano contestó: « En el momento en que escondemos las faltas de nuestro hermano, también Dios esconde las nuestras; y en el momento en que ponemos de manifiesto las faltas de nuestro hermano, también Dios pone de manifiesto las nuestras».
Por mis opiniones y la transcripción .
Alberto Revuelta
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