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Yo, mi proyecto

Hace ya unos meses que hubiese querido haber escrito este articulo, copiando el título de un libro de Mercedes Navarro, doctora en psicología y a la par psicoterapeuta con un buen curriculum vitae. Tanto profesional como escritora: Yo, mi proyecto. Crecer hacia dentro y hacia arriba.

Pero, resulta que en el momento que me dispongo a escribir el artículo, el contexto político y económico está que arde. Aquí en Mataró (El Maresme), cerca de Barcelona, está en plena efervescencia y en víspera del debate de política general en el Parlamento de Catalunya. ¡¡Casi nada!! Buen momento para escribir “proyecto”. Y tengo en mis manos el diario la Vanguardia del domingo día 23 de setiembre. Hay una entrevista al secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Tarsicio Bertone, salesiano y –no hay qu olvidarlo–doctor en Derecho Canónico. Hombre de leyes. Es recurrente apelar a la responsabilidad en los deberes más que en la reivindicación de derechos en momentos difíciles para la “autoridad”, sea política, eclesiástica e incluso patriarcal. Hombre de estado, ciertamente, pero a veces lejos de la realidad concreta. Cuán perversa es la diplomacia. Me arriesgo a hacer esta lectura: “En tiempo de crisis, el poder usa la crisis, real y auténtica (y probablemente no sabe gestionarla en función o bien del pueblo), para llevar el agua a su molino y continuar “vilipendiando”, “atosigando”, “exigiendo” al pueblo esclavo que continúe trabajando para el poder ya que estamos en tiempo de crisis. Todos hemos de arrimar el hombre. Y con esta “excusa”, ir demoliendo el derecho, no los deberes, del pueblo exigido. El derecho a la lengua, a las costumbres, a la tradición, a la libertad de este pueblo, todo ello es una “quimera “, en frase uno y otros términos, no halagüeños, en frase del otro”. Pero Bertone da en el clavo cuando habla que la crisis es en el fondo “antropológica”.

Y así es: ¿Qué concepción se tiene del ser humano? ¿El más fuerte que ahogue y estrangule al pequeño? Conviene releer la Biblia, libro muy desconocido por los políticos de derechas como de izquierdas en una lectura integral, no parcial. Así se ve en el mismo diario la entrevista al ministros de asuntos exteriores donde el discurso del vencedor soberanista, prepotente e inamovible es un discurso retórico, fallo en la historia, y sobre todo esquizofrénico más que utópico. En psicología hablamos de “asertividad” (responsables en los deberes y contundentes en los derechos). ¡Qué fácil mandar, exigir e incluso opinar desde una mayoría absoluta o desde el poder del vencedor absoluto, cuyo vencido absoluto deviene esclavo sin leyes propias!

Y para más ironía, sarcasmo y cinismo: Este, el pueblo subyugado, debe obedecer las leyes, pues si no se muestra “irresponsable” ante una crisis. Es más, si no obedece y exige sus derechos, no poniendo soluciones a sus deberes, produce “inestabilidad…”. Pero, ¿para qué poder? ¿Qué nivel de consciencia, qué nivel de etapa emotiva-cognitiva se encuentra el que está en el poder? Aquí recuerdo el artículo anterior: La libertad de consciencia.

Pues bien, en este contexto muy dinamizado escribo la reflexión del mes de octubre: Yo, mi proyecto. Vivimos en un nuevo paradigma de máxima pluralidad. Un nivel superior de consciencia. De crisis de identidad. De momento sin recursos económicos razonables para una mayoría de la base social y otro sector en la pobreza. Así y todo, todo Ser Humano debiera poder, si a ello puede, pensar en su proyecto. Y su punto de partida, el “yo”. Pero no un yo aislado, lleno de si, narcisismo puro u orgullo inmenso, sino un yo que se sabe que ha emergido por un “tú”, formando desde un principio un nosotros. Y en este contexto ha aprendido hablar, pensar siempre que se debe respetar la diferencia. Una antropología integral, madura. Y si no se respeta la diferencia, se cae en el fanatismo. En el dogmatismo. Es decir, “mi” pensar es la carta magna. Quien piense de forma diferente es hereje, heterodoxo, enemigo. Hay que eliminarlo o esclavizarlo. Un fuerte y profundo sadismo. Pues bien, en el proyecto que toda persona debería realizar, debe ser su propio proyecto. Partiendo de él, si no no hay base (Amarás al prójimo como a ti mismo), pero el techo, el horizonte son los otros, el tú. Y esto pide una axiología o escala de valores. Valores que hacen crecer en alzada y profundidad, de respeto, solidaridad, compasión, comprensión y otros. Pero no en los antivalores, que detienen el crecimiento, deterioran el mundo mental, de sumisión, debilidad, irreflexión, miedo, cobardía, infidelidad y otros.

Un proyecto que se realiza en el quehacer diario. Día a día. En las dificultades intrapsíquicas e intersubjetivas. En un levantase más veces que las que se cae. El ser humano es una complejidad, pero positiva. Complejidad que puede ser y es fuente de riqueza, de sensibilidad. Percibir más allá de lo material visible, tangible. Todo lo visible, tangible es real, pero no todo lo real es visible o tangible. Una realización nunca conseguida del todo. Además, en la historia nadie ni nada lo ha dicho todo. “Mi” proyecto ha de intentar conocer su hontanar Es un descubrir continuo. La Humanidad como horizonte se llega por la humanización de todo Ser Humano, que no está aislado sino forma un nosotros, pueblo con su propia identidad: “Antes morir que caminar de rodillas”, dijo si mal no recuerdo Vercingetorix. Y en este “yo, mi proyecto”, hay que tener muy en cuenta la psicología profunda. El “yo” puede perderse en los vericuetos profundos y engañosos de confundir sus egoísmos con sus limitaciones y con alteridades generosas. Y otros muchos aspectos. Y es lo que dice un libro de sabiduría oriental: Conoceréis el árbol por sus frutos.

Un comentario

  • oscar varela

    Hola!

    Leo:

    El “yo” puede perderse en los vericuetos profundos y engañosos de confundir sus egoísmos con sus limitaciones y con alteridades generosas.-

    Ensayo pensar:

    ¿Puede el famosito “yo”, “perderse” ?:
    1- ¿dónde?
    2- ¿cómo?
    3- ¿quién reglamenta los “límites” de su “corral”?
     
    4- ¿y si nuestro Reglamento lo deja ensayo-andar, para ver adonde va?
    ······················
    He visto algunos Ensayos de ese tipo: ¡Saludables!
     
    ¡Vamos todavía! – Oscar.

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