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Natalidad en el mundo de hoy

Google, en el título “natalidad en el mundo” ofrece una estadística al respecto. El África central se sitúa en un índice de entre 40 y 50 nacimientos por cada 1.000 habitantes; en el polo opuesto, Europa en torno a 10 nacimientos por 1.000 habitantes.

Por su parte, Le Monde Diplomatique, en un largo estudio titulado “El mito del Islam conquistador”, de enero-2010, presenta datos un tanto sorprendentes sobre la natalidad en los países musulmanes del norte de África y Oriente Próximo. En el conjunto de estos países, la natalidad ha descendido entre 1975 y 2o05, de una cifra de 6,8 hijos por mujer (en edad fértil, de 15 a 49 años) a 3,7. Citamos algunos países: Marruecos, de 7,3 a 2,4; Argelia, de 8,4 a 2,6; Arabia saudita, de 8,5 a 3,6; Túnez e Irán, de 7,3 a 2.

Sorprende la velocidad de crucero de este descenso; Europa ha pasado de medias próximas a los 6 hijos a la actual de 2 entre los años 50 y 90, los países árabes mencionados lo han hecho en 30 años, y el proceso de decrecimiento sigue en marcha.

Sorprende asimismo la escasa influencia de la fe religiosa en los niveles de natalidad. Por ejemplo, en Irán, que a pesar de haber vuelto a un régimen teocrático, a pesar de las predicaciones de los ayatolás a favor de la natalidad, el nivel de natalidad sigue bajando. De 6,8 hijos por mujer en 1985, en plena revolución islámica, se ha llegado hoy a 2 hijos por mujer.

Más curioso todavía, en Líbano, país musulmán y cristiano, la natalidad ha disminuido más entre la población musulmana, y menos entre la población maronita, de confesión católica.

Desde una óptica agnóstica-laica, Le Monde Diplomatique hace unas reflexiones sobre este panorama. La primera, no hay peligro de invasión islámica en Europa si tenemos en cuenta los niveles de natalidad de la población musulmana. La segunda, el descenso de la natalidad está en relación directa, no con el nivel de religiosidad de la población, sino con el nivel de alfabetización y modernización de cada país. Así por ejemplo, en Libia, donde la organización tribal se mantiene viva, la natalidad no ha descendido; en Yemen, país muy atrasado y pobre, se mantiene también alta, mientras en los demás países de la península arábiga está casi a nivel europeo. Este mismo factor, el atraso cultural y técnico, explica al alto nivel de natalidad que persiste en toda el África central.

Le Monde Diplomatique aventura que la religiosidad musulmana ha dejado de lado los valores comunitarios –crecimiento de la comunidad de adoradores de Alah, por ejemplo– y ha optado por valores de signo individualista.

Uno se atreve, a partir de estos datos, a expresar algunas conclusiones relacionadas con nuestro propio mundo desarrollado.

Es evidente que el proceso de descristianización de Europa y de España no ha favorecido a la natalidad. También parece evidente que las exhortaciones de la Jerarquía eclesiástica, al igual que las de los predicadores islámicos, no impresionan ni a los no creyentes ni a los creyentes. Italia está en un nivel de 9 hijos por 1.000 habitantes, España en un nivel 10.

Los padres, las madres, toman sus propias decisiones desde un planteamiento seguramente individual o de pareja, y al parecer esta opción no les plantea ningún problema de conciencia.

Hay, desde luego, una serie de valores éticos a tener en cuenta en este apartado.

En muchos países, la opción no la toman las parejas, ni mucho menos las mujeres, sino las autoridades. En China el estado prohíbe tener más de un hijo. En África es bastante corriente la esterilización de las mujeres contra su voluntad, o sin saberlo las interesadas.

En una nota de Google se denuncia que la Jerarquía católica de Filipinas es solicitada desde Roma para que prediquen por una natalidad sin límites, cuando este país sufre superpoblación, miseria y un alto número de abortos no controlados. No parece muy justo que desde los púlpitos se predique exclusivamente sobre la fecundidad sin límites y se dejen de lado los otros problemas que conlleva el tema de la natalidad. Y uno está por pensar que en Japón, un país superdesarrollado, un poco más al norte, la Jerarquía católica no sigue las mismas consignas que el episcopado filipino,

Ahora bien, frente a la imposición de una tasa u otra de natalidad desde fuera, sea desde la autoridad religiosa o desde el estado, queda el respeto a la libertad y la responsabilidad de los padres, y especialmente de la mujer. Tal vez el valor ético supremo a respetar y apoyar sea éste, el de la confianza y el respeto a la libre decisión de los padres, de las futuras madres.

Y consiguientemente, promover la educación para vivir la sexualidad libre y responsablemente, y proporcionar los medios aptos para decidir sobre le número de hijos.

Y puestos a aventurar, uno se atreve también a opinar que la mejor política que puede llevar un estado de cara al control de la natalidad don el respeto a la libre decisión de las parejas y las ayudas oportunas para que puedan decidir libremente.

Aunque uno puede estar equivocado…

16 comentarios

  • ana rodrigo

    Pues tienes toda la razón, Pepe Blanco. Tenemos la mala costumbre de enjuiciar negativamente a aquellos progenitores que toman la decisión de tener los hijos/as que creen deben tener porque son los que creen que pueden atender debidamente conforme están las cosas en la sociedad actual. Creo que a esto el Vaticano II lo llamó paternidad responsable.

    En mi época no pedíamos un yogur, o una Nintendo o tantísimas cosas porque, o no existían, o no sabíamos que existían o no las considerábamos necesarias.

    En este momento todos los niños y todas la niñas están escolarizadas en igualdad de condiciones y por tanto es muy difícil decirle a un hijo/a que él no puede (él puede considerarlo que no tiene derecho y puede preguntarse porqué) tener acceso a ciertas cosas que sí lo tienen sus compañeros. He visto familias que se privan y lo pasan mal con tal de satisfacer lo que para sus hijos son consideradas como necesidades, y que pueden ser unos deportivos de marca o un videojuego o un móvil de última generación, ocualquier otra cosa que los adultos consideramos innecesaria.

    Quienes añadan a esto la calificación de mala educación a los hijos les diría que no es tan fácil a un adolescente, con lo difícil que lo tienen estas generaciones, que él o ella es menos que sus amistades. Si bien es verdad que no siempre es educativo darles todo lo que piden.

    No digamos cuando se condena a la madre porque, por trabajar fuera de casa, es la culpable de todo lo que les pase a sus hijos.

    En los años 40 y 50 (y antes) en los que nací y pasé mi adolescencia, nuestros padres recibían todos los embarazos que les caían y no precisamente siempre con alegría, aunque, una vez nacido el niño o la niña, era atendido como se podía.

    Creo que la paternidad y maternidad debe ser siempre responsable, que la moral católica está para los y las católicas que quieran seguirla, pero que no es universalizable, ni muchísimo menos. Y, por supuesto, quien quiere tener todos los hijos que Dios le dé, pues adelante. Deberemos tener respeto por las opciones que cada cual tome sin caer en condenas morales.

  • teófilo liberto

    He de aclarar que aunque no toca el asunto central del “post” que aquí nos convoca de lo que me ocuparé, sí que se refiere mi comentario a la natalidad y a la visión de la sexualidad a la que nos exhorta la Iglesia católica, apostólica y romana (esto es, la ICAR; he descubierto que, por motivos de economía del lenguaje, ICAR no es una denominación despectativa hacia la Iglesia cuya cabeza es el Papa),de modo qu considero por ello que entra plenamente en este sitio mi colaboración.
    Así que veamos. Informan algunos medios de comunicación en Internet que una reciente encuesta revela que en la no hace mucho muy católica Bélgica (debe ser de los pocos países del mundo que cuentan con un rey de los tiempos modernos, el llorado Balduino, actualmente en proceso de beatificación), apenas un 1% de los fieles católicos belgas se confiesa plenamente en comunión con la doctrina moral de la ICAR (rechazo del aborto, la anticoncepción, la eutanasia, el divorcio…). De modo que no hace falta devanarse lo sesos para llegar a la pronta conclusión de que algo absolutamente similar debe estar ocurriendo con los fieles católicos de España, de Francia, de Italia…; en definitiva y por no irnos más lejos, de Europa entera: losfrutos e se cosechan de la descristianización, la secularización, el descrédito en el que sigue cayendo la ICAR, comoen caída picada y sin frenos, por culpas ajenas y aun propias.
    Los obispos católicos deben ser plenamente conscientes de la situación que reina, que impera, y me supongo creo que bien que debe preocuparles. Que debe preocuparles por más que haya teólogos moralistas más o menos críticos empeñados en afirmar que no tiene fundamento sostener -hipótesis de trabajo-, como al parecer en algún momento de sudesarrollo ha sostenido la teología moral del Magisterio, que la anticoncepción es mala, ilegítima e inmoral (contraria al plan de Dios sobre la sexualida humana), porque cierra el acto sexual a la transmisión de la vida, puesto que, incluso en una pareja decidida a usar solo de los métodos naturales y abierta generosamente a traer hijos a este mundo, la mayoría de los actos sexuales entre los esposos son infecundos.
    De manera que argumentar que los actos sexuales contraceptivos son inmorales por no estar abiertos a la vida, por sí solo es un argumento insuficiente. Habría que echar mano, reconocen esos teólogos críticos, de otro argumento, a saber, son ilegítimos porque interfieren el proceso biológico normal creado por Dios para la transmisión de la vida humana, utilizado medos químicos o físicos (toda clase de métodos anticonceptivos) para evitar la concepción.
    El argumento anterior parece más sólido; incluso quen estas líneas escribe se siente más cerca de él que de ningún otro, si bien tiene sus dudas, sus perplejidades quie estas líneas escribe. Porque por ejemplo -trataré de exponer una de ellas-, también consecuencia de las leyes y mecanismos regidores de la naturaleza creada por Dios son los terremotos, erupciones volcánicas y demás, ocasionadores de cientos de miles de víctimas. Y resulta que la ICAR no ve mal en absoluto que el hombre actúe, gracias a los avances técnicos, sobre esos accidentes naturales, que puden llegar a ser mortal y terriblemente devastadores, como acabamos de comprobar en el reciente terremoto de Haití. La Iglesia acepta como un bien que se actúe, con el apoyo de los avances técnicos y científicos de que se dispone actualmente, para evitar que muera miles de personas, pero mantiene su prohibición sobre los métodos contracptivos porque resulta que los tales interfieren indebidamente en el orden fisiológico y a la vez moral creado por Dios para el marco de la vivencia del amor.
    Pero insisto: aunque sea con muchas dificultades, quien estas líneas escribe está en contra del aborto, del divorcio, de la contracepción… Sólo que a continuación no puedo silenciar un asuntillo que a mí me sucedió hace algunos años con representantes de la Iglesia católica.
    Repito que aunque mi fe y mi fidelidad doctrinal no pasan hoy día por su mejor momento, sigo estando en comunión con la doctrina de la Iglesia, sobre todo en cuestiones de teología moral, casi al 100%. Desde luego, inmensamnte más que la mayoría de los profesores y profesoras que imparten Religión católica en la enseñanza pública; inmensament más que la gran mayoría de los docentes profesionales que imparten docencia en los centros educativos católicos, privados o concertados. Reconozco que la mía es una afirmación povocativa, extraña y desconcertante. Pero como estoy seguro de hacerla, la hago.
    Pues bien, adonde quería llegar: hace algunos años, luego de mi salida de un seminario diocesano que no diré, y luego de haber renunciado previamente por ingenuo, idealista, romántico e imprudente a una plaza de trabajo bastante segura que yo tenía, viéndome sin un céntimo y sin trabajo me dediqué durante varios años a pedir ayuda a gentes de Iglesia (religiosas, responsables de colegios, sacerdotes, obras asistenciales, al obispo incluso..). Absoluamente nadie me tendió una mano samaritana, de manera que en la actualidad, aún no normalizada mi situación profesional y económica por causa de esa “renuncia” de hace y por la gravedad de la crisis por la que atraviesa España, aún las paso canutas mientras compruebo, un día sí y otro también, cómo y cuál es el perfil medio del profesor o profesora de Relgión católica en la enseñanza pública; o cómo y cuál es el perfil medio del docente contratado en la enseñanza católica concertada o privada…
    Y confieso que me entra, como subrepticiamente, una tristeza tan gigantesca, un pesar tan enorme. Sienten incluso ganas de mandar al carajo a tanto obispo que amenaza con el castigo eterno a las mujeres que abortan o que utilizan el DIU, e tanto a un tipo como yo ni se dignó contestar, el obispode turno al que acudí, pidiéndole ayuda en un momento chunguísimo de mi vida.
    Qué hipocresía. Qué cinismo.

  • pepe blanco

    A los niños de mi generación y de las precedentes, nos parían y ahí nos dejaban más o menos tirados, sin hacernos demasiado caso ni ofrecernos demasiadas cosas.

    Hoy parece diferente. A los niños se les hace más caso. Los padres están más pendientes de ellos, les ofrecen más cosas y muchísimas más oportunidades de todo tipo que las que nos ofrecían a nosotros. Y, es natural, al aumentar la calidad (en principio) ha disminuido la cantidad.

    Pero discrepo del punto de vista que interpreta esa situación como una manifestación del “egoísmo” paterno.

    ¿Cuándo fueron más veces los padres a las reuniones de las asociaciones de padres? ¿Cuándo se preocuparon más los padres porque a sus pocos hijos no les falte de nada? (De nada de lo necesario y, a veces, de lo inútil) ¿Cuánto cuesta criar a un hijo hoy y cuánto costaba hace 50 años? A nosotros no nos daban potitos de farmacia, ni nos ponían pañales de usar y tirar, como ahora. Ni necesitaban comprarnos una silla para el coche, que aún no habían sido inventadas (casi, casi, ni había coches) Y todo eso es carísimo. Por no hablar de las clases particulares de esto o de aquello o los cursos de verano en el extranjero. Y solo cito oportunidades “buenas”, que parecen poder mejorar la crianza o la formación de los hijos. Ya no digamos si empezamos a hablar de lo superfluo…

    ¿Todo eso es egoísmo paterno? No lo creo. Pondré el ejemplo que me es más cercano, el de mi propia familia. Somos cinco hermanos. Yo no tengo hijos, pero mis hermanos sí: dos o tres cada uno. Pues bien, creo que no exagero si digo que cualquiera de mis sobrinos ha recibido más atención por parte de sus padres que la que nos prestaron los nuestros a los cinco juntos. ¿Son mis hermanos unos egoístas por tener sólo dos hijos? Sin ánimo de profundizar ni una línea más en la cuestión, a lo mejor resulta que nuestros padres –que, por cierto, siempre han pasado por ser unos buenos padres y que tuvieron todos los hijos que Dios les dio, más algunos abortos naturales- fueron mucho menos generosos, menos entregados a sus hijos, menos cuidadosos con sus hijos que mis hermanos con los suyos.

    Pero no creo que medie un problema religioso. Ni siquiera creo que sea un problema ético. Es un problema de mentalidad, de cultura, de ciertos concepto de la relación paterno o materno filial, de medios, de expectativas de futuro…

  • ana rodrigo

    Querido Honorio voy a decirte lo que yo pienso, a partir de lo que conozco sobre el tema, acerca las preguntas que me formulas.

    1.- “¿El planeta no aguanta un crecimiento de la población porque ya no puede más…? Es obvio que el planeta es finito en sus recursos, lo mismo que es obvio que la capacidad de procreación de la especie humana es ilimitada, por lo que en algún momento la humanidad se tiene que plantear hasta dónde puede seguir este crecimiento demográfico indefinido. Quizá en este momento el planeta podría aguantar algunos miles de millones más, de hecho lo tendrá que hacer, teniendo en cuenta las previsiones demográficas actuales a corto plazo, pero llegará el momento en que esto no pueda ser así.

    2.- “…o porque estamos explotándolo de la manera más irracional, lo estamos destruyendo en lugar de hacerlo más acogedor y habitable para todos”. La respuesta a estas preguntas es afirmativa: es cierto, ciertamente que estamos haciendo un uso irracional y destructor de los recursos naturales. Aunque este punto no es tan simple. No se trata sólo de aprovechar las tierras fértiles (o hacer fértiles las que no lo son) y dar de comer, es que los seres humanos necesitamos otros muchos recursos además de la tierra y, por supuesto, ¡un gran problema!, el agua, es que también necesitamos fertilizantes para la tierra y cemento y asfalto y madera y PVC y aluminio y acero y hierro y calefacciones y medios de transporte y etc. etc., recursos, unos naturales y otros elaborados para los que, además se necesita mucha energía. No hace falta mucha ciencia para saber el problema de la energía.

    3.- Otro tema diferente sería el por qué con los habitantes actuales no somos capaces de disminuir, aunque sea en una pequeña progresión, que se notase que algo mejora, el hambre y las otras necesidades de ese altísimo porcentaje de población que carece de lo necesario. Aquí sí entraríamos a hablar de la condición humana en su vertiente inhumana.

  • h. cadarso

    jf tamames: Tienes razón en que la tasa de natalidad de los musulmanes no nos debe preocupar, sino más bien la filosofía y las creencias fundamentalistas que inspiran a un sector de creyentes en el Corán, no a todos, dicho sea de pasada. En mi concepto, el islamismo es una religión muy respetable y con muchos valores positivos y otros negativos. Le pasa lo mismo a la religión católica. Y a todas…
    Tú enfocas y enjuicias la natalidad desde una óptica de matrimonio-sacramento y desde una normativa moral que no todos los católicos comparten. Pero Atrio, por definición, está abierto a las opiniones de todos los creyentes y también de los no creyentes. Y yo me siento obligado a respetar y a no descalificar las opiniones de todos: ateos, socialistas, conservadores, progresistas…!de todos!
    Tu sentido del matrimonio deja a la naturaleza y a la divina Providencia una serie de decisiones que otros pensamos que debemos tomar los padres, y pensamos que Dios quiere que las tomemos los padres. Yo creo que tenemos que hacer números, porque el hombre es materia y espíritu, porque uno gana lo que gana o está en paro, porque uno tiene una vivienda de x metros cuadrados. Asun y Ana Rodrigo han hecho algunos números, y me parece muy bien. Y ellas y todos quizá coincidimos contigo en que la sociedad, el estado, deben proteger mucho más a la familia.
    Yo he hablado de la natalidad. Habría que hablar al mismo tiempo de cómo la esperanza de vida se alarga, y la población envejece, y no hay suficientes trabajadores que garanticen la continuidad de las pensiones a los jubilados…Y Europa necesita equis millones de trabajadores extranjeros para mantener su nivel de actividad y de bienestar social, porque los nacimientos de europeos no cubren la demanda del mercado de trabajo.
    De momento ese problema se soluciona con la emigración. Pero un día descenderá la natalidad en los países donde hoy nacen más personas de las que esos países pueden alimentar, y alcanzaremos un nivel de emigración cero. Lo digo por la reflexión de Gabriel. No podemos contar indefinidamente con la emigración, tenemos que encontrar una solución en la población autóctona.
    Ana Rodrigo, levantas otra liebre en tu comentario: es evidente que hay una enorme cantidad de recursos y de terrenos fértiles que permitirían alimentar y acoger a ¿cuántos miles de millones de personas? ¿El planeta no aguanta un crecimiento de la población porque ya no puede más, o porque estamos explotándolo de la manera más irracional, lo estamos destruyendo en lugar de hacerlo más acogedor y habitable para todos?
    Vuelvo a tus reflexiones, jftamames. Yo confío en la Providencia, pero creo que hacer números y prever los futuros posibles es colaborar con la Providencia divina. Lo contrario sería pereza.
    Y después de hacer números y cálculos hasta donde seamos capaces, después, solo después, llegará el momento de confiar en la Providencia.

  • Gabriel Sanchez

    Sobre este tema hicimos en la Red…una reflexión, màs bien dirigida a las consecuencias sociapoliticas, economicas y ambientales que la evoluciòn actual de la natalidad en el mundo tiene…En ella analizabamos que la baja de la natalidad en Europea en el mediano plazo sera un problema importante, sobretodo en el funcionamiento de areas estrategicas de producciòn…Y que seguramente, inclusivo en los niveles de dirigencia politica, es posible que el clasico Europeo caucasico, sea sustuito por el mestizaje de la inmigración que en los proximo años se volvera impresindible para Europa, si pretende un funcionamiento minimo desde el punto de vista economico…Volvemos a tramitir el concepto claro, de que tenemos suficientes alimentos y recursos para todos la humanidad (hoy en día), que la sobreexplotaciòn ambiental se debe a los mecanismos de acumulación del sistema, que obviamente necesita mucho màs espacio y publicita claramente la necesidad de bajar la natalidad…para que los espacios de acumulaciòn sea mayores…Lo tragico, es que con eso…y expresandose en terminos capitalistas, deprime el mercado…y para el crecimiento…y la acumulaciòn…

    Las consecuencias de la evoluciòn de las proyecciònes de los indices de natalidad en el mundo, puede situarnos a mediano y largo plazo, con una anemia poblacional…en determinadas zonas del planeta y con una sobrepoblaciòn en otras…veremos que pasa con las fronteras y los flujos migratorios…Cosa esta no tan facil de predecir por las complicaciones y cambios climaticos que se avecinan…y se vuelve necesario en el futuro compabilizar la etica y la moral…con una racional planificaciòn demografico…Gabriel

  • jftamames

    Esa es la dimesión. NO hay lugares en que me econtraría como pez en el agua. Mi manera de ver las cosas se nutre de la libre expresión, de asumir con libertad las criticas, de responder a ellas y de la denuncia de aquellas opiniones que no quieren ser tales, sino interpretaciones validas de lo que esta sometido a la libre discusión en gran parte y en otra, no menos importante, a la consideración de ser la creencia común de todo católico.
    Si no es posible el diálogo no será porque no lo haya. Si tengo que limitar mi opinión a tres o a dos aportaciones, bienvenidas sean. Lo que si me comprometo es a que sean mías. Esto es NO tendre aportaciones en mi defensa de otros ni usare más usuario que el que tengo hasta ahora. Espero que con eso le baste al moderador y que entienda que no represento a nadie. De la misma forma, NO quiero que otros usuarios tengan esa limtación a 2 o 3 intervenciones. Por mi parte puede hacer el moderador lo crea conveniente. Hay personas que no pueden agotar su intervención en sólo 2 aportaciones porque perdemos el detalle y deseo que las aportaciones sean libres, responsables y, sobre todo, personales.
    Como puedo convertir mis dos aportaciones a un libro de cien páginas cada uno, me comprometo también, en mi libertad, a no superar la media que llevo hasta ahora, que no llega al folio.
    Espero que con estos compromisos los que se sientan como pez en el agua en este lugar, no tengan que soportarme más de lo debido y, a la vez, se garantice la pluralidad de aportaciones.

  • Asun

    “La HUMANIDAD no acusa peligro de extinción por falta de natalidad y sí, por desajuste relacional y de infra consideración de la dignidad y calidad de la VIDA PERSONAL”. Ahí creo está la clave, como dice Antonio. Un cambio profundo en la manera de percibir los peligros y los riesgos de la “falta de humanidad”. La natalidad no creo que debiera reducirse a simples números que se contabilizan, con los que se hacen estudios comparativos en casillas diversas. El problema es mucho más delicado y abarcante: Qué mundo espera a los niños que van a nacer (formado no olvidemos por personas) y qué mundo se espera van a hacer ellos posible en su adultez (también personas).

    “…la mejor política que puede llevar un estado de cara al control de la natalidad son el respeto a la libre decisión de las parejas y las ayudas oportunas para que puedan decidir libremente”.

    Honorio, la segunda parte de esta afirmación me parece insuficiente, creo más bien debería decir para que puedan ejercer la paternidad-maternidad responsable y libremente en todas sus implicaciones. Esto, creo sin dudar, requeriría por parte del Estado, es decir, de todos los ciudadanos solidaridad y esfuerzo para que se haga posible. Como parte del presupuesto estatal, sugeriría, ayudar en los primeros años y escalonadamente, hasta al menos los diez años, a los padres, reduciendo y haciendo flexible y compatible en ambos, padre y madre, el horario laboral para que sus ingresos no se vean mermados y tengan que supeditar entonces, la dedicación y presencia con sus hijos a la vida laboral.

    Hacer que esta carga de gastos corran por parte de las empresas o lugares de trabajo de los padres, es no estar convencidos de la importancia que esto tiene para toda la sociedad, que entre todos formamos y realmente deseamos para los que vienen detrás, los siguientes en el compromiso con la Humanidad y el Planeta que nos “sostiene”. Es cosa de todos que los padres puedan invertir lo máximo posible en tiempo, presencia y dedicación en la formación integral y co-responsable de los futuros ciudadanos.

    Lo llevo a reflexión, sin querer culpabilizar a nadie, porque ninguno ignora cuál es la situación actual de los niños, hijos que se subordinan a las “necesidades” compulsivas y obsesivas de la vorágine consumista de la sociedad hoy en día. Aquí también hay mucho que “desaprender”.

    Gracias a todos.

  • ana rodrigo

    Uf, Tamames ¿por qué no te vas con TU música a otra parte? Eres más pesao…. ¿Es que no te das cuenta que atrio no es tu lugar natural? Búscalo, que existe, y además, te vas a encontrar como pez en el agua.

  • Equipo Atrio

    Ya hay claras posiciones radicalmente opuestas sobre el tema.
    Son tan opuestas que difícilmente se podrá producir diálogo fecundo. En este caso, consideramos que no es bueno alaergar hasta el infinito réplicas y contrarréplicas. Aún, quedámdose en el terreno de las ideas, sin descalificaciones personales, como hasta hora ha sido, eso no conduce a nada.
    Por eso proponemos que el máximo de intervenciones sea de 3 por persona en cada “hilo”. Las que excedan este número no se publicarán.
    Gracias por aceptar este consejo de la moderación.

  • jftamames

    Se pueden quitar mis comentarios en cuanto sea necesario. Si la felicidad de alguién depende de su desaparición, venga, a borrarlos. Pero, por lo menos, que quede claro que no hay nada en los obispos que me recuerden a los ayatolas de religión alguna.

  • jftamames

    “Como queda de manifiesto en el post, las gentes se dejan guiar más por el sentido común y por su sensatez, que por las prédicas de sus obispos y ayatolás de turno”.
    Mezclar ayatolás y obispos tiene una parte que puede disgutar a muchos y te pido un respeto lo más delicado y sensible a los demás.
    El sentido común y la sensatez, en España, por no ir más lejos, es bastante atroz y terrible. El uso de métodos anticonceptivos, el número de abortos, tanto en sus soluciones privadas, como, lo que es más cruel, en sus soluciones públicas, me dicen que el sentido común es el egoismo y la sensatez la de una madre de clase media de capital de provincias. Esa moral que sólo admite la vida, la generosidad, a cambio de no perder nivel de vida. Y ese materialismo, ese egoismo sin límites, se ha convertido en regla de vida apoyada por los poderes de este Mundo, por los gobiernos socialistas y el silencio de los conservadores. Me parece triste que la cultura de la muerte de eleve a sentido común y sensatez. Y espero haberme equivocado al leer.
    El que yo tenga 4 hijos, haber perdido tres a los 2 o 3 meses de su concepción, el sacrificar mi tiempo, dinero y tranquilidad es insensatez y falta de sentido común. NO aislar la sexualidad de la procreación son ¿pamplinas?. Impresionante antrolopología esta en la que puede superar la procreación de la sexualidad, dejandonos al pairo de la genitalidad. La paternidad responsable, medida por la capacidad de poder dar sufientes cuidados a los hijos, depende de la conciencia persoanal y de cada pareja. En la discusión sobre que principio debe primar, en cualquier punto de vista antropológico, será la generosidad y, con la posibilidad abierta con el sacramento del matrimonio, esa generosidad se convierte en accesible. Que cada palo aguante su vela.
    Lo que ya es tremendo es suponer que la Tierra tiene un límite de población. Me parece increible que se mencionen constaemente visiones apocalipticas de la existencia humana. Como cántico necesario para que los progres impongan su totalitarismo colectivista, creando problema de TODA la humanidad, para manipular los valores morales hacía los que demandan ingeniería social, el llegar a una utopia falsa, ya es insoportable. Que muchos que llenan la boca con el cristianismo apoyen que TENEMOS QUE HIPOTECAR NUESTRO PRESENTE porque HAY UN FUTURO NEGRO sino aceptamos esa visión, es lamentable. Ya no es la llegada del reino de la igualdad del genero humano, prietas la filas en la lucha final. NO. Ahora tenemos que hipotecar nuestras vidas a la ecología, al control de la natalidad de la sociedad de consumo y a seguir pautas de la moralidad de quienes no serán obispos pero a los que no se les puede ni pedir la hora sin que te tachen de fundamentalista conservador. Cuando el totalitarismo más feroz de reinventa para acogotar a Occidente con la enésima profecía del progreso que no lideran ellos, tiene ya forma de crueldad sin límite. Por favor, ya va siendo hora de que nos libren de esa losa pesada de los agoreros y de los concienciados de lo que sólo ven ellos. Revelaciones las justas, por favor.

  • ana rodrigo

    Buen artículo, Honorio, y buen tema. Yo diría, supongo que lo habrán dicho ya personas más importantes e influyentes, que es el tema clave para la humanidad en nuestro mundo de hoy.

    Como queda de manifiesto en el post, las gentes se dejan guiar más por el sentido común y por su sensatez, que por las prédicas de sus obispos y ayatolás de turno.

    Este tema tiene varias vertientes importantísimas. Una, los progetinores saben que criar y educar a los hijos y/o hijas conlleva disponer de unos medios que en nuestra sociedad son harto difíciles de conseguir para la clase media-obrera: vivienda que pueda acoger a toda la prole, el desarrollo profesional y la independencia económica de la mujer, los estudios y la calidad de vida que todo padre y toda madre desea para sus hijos. Ante estos obstáculos, la gente es responsable para consigo misma y para con esos hipotéticos hijos/as que la simple naturaleza podría darles, y controla y decide responsablemente.

    Segundo aspecto: en nuestra sociedad y nuestro mundo todo el mundo sabe (salvo excepciones) que la sexualidad no está sólo para procrear, la sexualidad conlleva placer, y si está ahí dado por la naturaleza y, según algunos, por Dios, no debe ser desdeñado tan superficialmente como se hace por parte de determinados colectivos. Por tanto, una cosa es la sexualidad y otra es la procreación. Unir ambas cosas son pamplinas

    Pero quizá desde el punto de vista social-colectivo, lo más importante del tema es que el crecimiento demográfico a nivel planetario es incompatible con el futuro del planeta tierra. La Tierra no da más de sí, la población mundial no deja de aumentar aún existiendo control de la natalidad en tantos lugares, y sólo tenemos dos opciones, o el suicidio colectivo o “la paternidad y maternidad responsable”.

  • jftamames

    Como padre y católico de la base más de suelo que se pueda ser, lo que más preocupa de las reflexiones que podamos hacer sobre la natalidad es más bien su falta de sentido.
    No creo que sea una cuestión de números o porcentajes, de que Google tenga algo que decir sobre unos obispos u otros.
    No sabía que Google se mete en cuestiones de actualidad. Espero que sea su servicio de noticias, como agregador, el que ha publicado las noticias que otros generan. Si Google se mete ahora a ser la conciencia Universal, vamos de craneo).
    El amor humano orientado a un sacramento nos coloca en una clave antropológica mucho más allá de una cuestión subjetiva. Es más que una vocación y su diáologo con la Iglesia. Los esposos (puestos a PODER elegir, mis compañeros son los del trabajo y no todos) econtramos nuestro lugar en la Iglesia sin mediaciones, ni más fundadores que Jesucristo. En ese seguimiento, lo que se nos pide es estar abiertos la fecundidad, a la vida. Eso significa poner en peso, en valor, la generosidad y la entrega de la vida a los demás comenzando por la esposa o el esposo, y los hijos, si los hay. La natalidad no es una cuestión de números sino de personas y un misterio que se acoge con temor y temblor. Personas que son valiosas en si mismas e irreductibles a número alguno.
    Por otro lado, esta sociedad de consumo y hedonista, en la cuna de la sociedad del bienestar, ha sido dirigida en Europa, por la cultura progresista sin crítica alguna. El modelo social de bienestar es una cuestión de numeros. Tanto cuestas al Estado, tanto vales. Y en eso las cuestiones de la natalidad están pasando factura. Por el número de uso de métodos anticonceptivos, abortos y adopciones llamadas nacionales, la cuestión de la natalidad se está tratando desde el mayor de los desprecios a la dignidad de la vida humana.
    La libre responsabilidad de los padres, como originantes de la vida humana, es tal que no hay límites. La vida humana está en relación a la conveniencia o no al momento biográfico de los vivos y nacidos.
    Por el lado de la posibilidad de que la natalidad de nacionales de países arábes sea un problema, como siempre, no es cuestión de número. Me parece más preocupante la formación que reciben algunos de ellos en el fundamentalismo más o menos agresivo, más o menos terrorista. Las versiones ideolgicas de una Fe tienen la corrupción en su raíz.

  • oscar varela

    Hola!

    Buenísimo h.cadarso!

    Los aspectos “religiosos” son importantes -creo yo- pero no por sí mismos, sino por la “influencia” que colateran a la “laicidad”.
    ·······
    Más aún:

    Creo que si bajamos otro escalón podríamos atisbar un “misterio biológico” a develar, y es este:

    ¿Qué quiere decirnos la evolución biológica de la especie humana cuando “se pone de pie” y va alejando -aún corporalmente- los órganos reproductivos sexuales, del órgano reproductivo de re-presentaciones imaginarias (cerebro)?

    ¡Vamos todavía! – Oscar.

  • Antonio Vicedo

    Hay que confiar en que los padres, por imperativos conscientes y responsables, o aún inconscientes y circunstanciales, vayan ordenando su función procreativa y parental, en la etapa infantil de su prole, hacia la corresponsabilidad FRATERNAL de la adultez. Es un signo de proceso hacia una mayor asunción de la CORRESPONSABILIDAD PARENTAL respecto a la realidad de los DEBERES Y DERECHOS de los HIJOS con cuya dignidad y vida se comprometen por la colaboración natural a su existencia.
    La HUMANIDAD no acusa peligro de extinción por falta de natalidad y sí, por desajuste relacional y de infra consideración de la dignidad y calidad de la VIDA PERSONAL.
    Las Religiones, deberían poner empeño en promocionar la concienciación de la PARENTALIDAD RESPONSABLE respecto a la PERSONALIDAD FILIAL y FRATERNIDAD HUMANA UNIVERSAL y hacer, con libre responsabilidad, algo semejante a lo que, por instinto natural, hacen otras especies respecto al equilibrio de su procreación.
    La carencia de condicionamiento instintivo en la sexualidad, dejan para la libre responsabilidad de los seres humanos ese cometido de la PARENTALIDAD RESPONSABLE, ante los DEBERES Y DERECHOS PERSONALES DE LOS HIJOS, que no dan SOPORTE LEGÍTIMO, ni a la MISERIA, ni a la OPULENCIA

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